La jornada dejó un balance favorable para la Registraduría, pero quedan explicaciones pendientes y una segunda vuelta por delante.
Armando Novoa García*
Lo que estaba en juego
En la jornada electoral de este domingo estaba en juego la elección de los dos candidatos que pasarían a la segunda vuelta. Y además estaban en juego la capacidad y la legitimidad de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
En las elecciones del 13 de marzo, la Registraduría había cometido un error tras otro y esto había dado pie a prevenciones justificadas sobre la eficacia y la transparencia de la institución.
¿Cuál fue el balance de la Registraduría este domingo y qué podemos esperar para la segunda vuelta?
Razones de la pérdida de confianza
Como expliqué en una pasada edición de Razón Pública, la ciudadanía fue a las urnas en un momento de inmensa desconfianza en las instituciones y, especialmente, en la Registraduría. Esta desconfianza se basaba en varias razones de peso:
- Las fallas en la selección y capacitación de jurados de votación;
- El diseño deficiente de las actas de votación (formularios E-14);
- El funcionamiento intermitente de las plataformas para la inscripción de cédulas e información a los votantes;
- La falta de transparencia en los procesos de contratación para atender las elecciones;
- Los cambios en la votación entre el preconteo y el escrutinio, y
- La información contradictoria sobre la conformación del Senado de la República.
Esta situación dio pábulo a teorías conspirativas: por ejemplo, el expresidente Pastrana afirmó que existía una alianza entre la empresa Indra, encargada del software de escrutinios, el Partido Socialista español, Podemos, el candidato Gustavo Petro y el registrador Alexander Vega, para alterar los resultados electorales y “desestabilizar la democracia”.
Lo ocurrido en marzo dio lugar a varias acciones legales contra el registrador Vega: se solicitaron investigaciones disciplinarias en la Procuraduría y se impulsaron demandas contra su elección que venían de tiempo atrás.
Los cambios
Las presiones hicieron que, semanas después de las elecciones de marzo, el registrador anunciara una serie de medidas para mejorar el proceso de los escrutinios:
- Verificación previa de la información sobre los resultados de mesa, como lo solicitó la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea;
- Ajustes en el proceso de selección de los jurados electorales;
- Nuevo diseño del formulario E-14;
- Refuerzo de los procesos de capacitación de los jurados;
- Programación de simulacros de la trasmisión de datos;
- Ampliación del término para la postulación de testigos electorales, y
- Anuncio de la contratación para una auditoría internacional para el software de escrutinios a cargo del Consejo Nacional Electoral.
Estas medidas fueron bien recibidas por los partidos y las campañas, como demuestra la inscripción de más de 160.000 testigos electorales. La auditoría internacional para el software de escrutinios finalmente no fue contratada por demoras en el desembolso de los recursos por el Ministerio de Hacienda y por dificultades en la selección de la firma.
Persiste la desconfianza
Sin embargo, el grado de desconfianza no disminuyó, como constatan algunos mensajes que circularon en la jornada que acaba de culminar.
Pocas horas después de comenzar las votaciones, el senador Armando Benedetti, del círculo cercano al candidato Petro, publicó en su cuenta de Twitter varios mensajes: “¿Ya se está construyendo el fraude? Acaban de tumbarle a la campaña Petro Presidente 8 mil testigos electorales que ya se habían acreditado en marzo (…)” y “Aquí está el informe de nuestro auditor donde evidencia las falencias del software de escrutinios de esas elecciones. ¡No hay tranquilidad!”.
Por otra parte, el electo senador del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, denunció que “En el puesto de votación de Marymount en Bogotá, fue sorprendido un señor con tarjetones marcados por Petro que estaba metiendo en las urnas”. Por supuesto, esta alarma resultó ser una exageración, como él mismo reconoció después.
Una jornada exitosa
La jornada transcurrió en tranquilidad y el proceso del preconteo culminó en tiempo récord, hacia las 7:00 p. m., tal como había anunciado el registrador días atrás. Se publicaron 68 boletines y a las 7:00 p. m. ya estaban consolidados los resultados de esta fase que no tiene carácter vinculante en el 99,84 % de las mesas de votación.
Lo que sigue ahora es la declaración oficial del resultado de la primera vuelta, cuya responsabilidad está a cargo del Consejo Nacional Electoral, como autoridad escrutadora del orden nacional, según dispone el artículo 265.8 de la Constitución.
La jornada fue un verdadero éxito para la Registraduría y para el registrador, si la comparamos con la de marzo. Los resultados del preconteo fueron entregados rápidamente y fueron bien recibidos por los candidatos. Para bien de la democracia, la organización electoral salió bien librada de este episodio.

Explicaciones pendientes
Sin embargo, las conclusiones no pueden ser apresuradas y la valoración sobre el comportamiento de las autoridades electorales no puede ser concluyente, por varias razones.
En primer lugar, como muestran los procesos electorales para escoger la fórmula presidencial, la organización de la jornada y de los escrutinios es relativamente sencilla, pues el número de candidatos es menor que el de las elecciones al Congreso y, en particular al Senado (934 candidatos en listas de voto preferente y listas cerradas y bloqueadas).
En esta elección aparecieron ocho candidaturas en la tarjeta electoral. Además, dos de ellas –Ingrid Betancourt y Luis Pérez– anunciaron su retiro pocos días antes de la jornada. Esto facilitó el proceso de conteo de votos y transmisión de los datos, agilizado con el nuevo diseño del formulario E-14.
En segundo lugar, la acreditación de auditores de los partidos para el seguimiento a los procesos de transmisión de datos y el acceso a los formularios E-14 y la presencia masiva de testigos electorales disminuye los niveles de incertidumbre y las dudas sobre la transparencia del proceso.
Por eso quedan dudas y explicaciones pendientes que la Registraduría debe ofrecer:
- El registrador no ha dado explicaciones adecuadas ni suficientes sobre la afectación al ejercicio del derecho al voto de más de 800.000 ciudadanos, que no pudieron inscribir sus cédulas de ciudadanía para las elecciones de marzo, por fallas en la plataforma de inscripción digital.
- No se conocen las razones por las cuales el registrador dejó de atender las observaciones previas sobre el diseño del formulario E-14 de Senado que llevó a las inconsistencias en el diligenciamiento y trasmisión de la votación del Pacto Histórico para Senado. Conocida la composición definitiva de esta corporación, vendrán numerosas demandas judiciales contra el acto que expida el Consejo Nacional Electoral y esto dejará en vilo su composición definitiva.
- Para la jornada de marzo, el registrador denunció que las dificultades en el funcionamiento de algunas plataformas digitales de la entidad obedecían a ataques cibernéticos promovidos desde el exterior, en particular de Rusia, Venezuela y Nicaragua, pero estas declaraciones fueron desmentidas por la Fiscalía General de la Nación.
Un balance agridulce
En suma, aunque la jornada del 29 de mayo parece exitosa, aún queda interrogantes sobre la capacidad y credibilidad de la Registraduría, en particular sobre:
- La regla constitucional de elección de Registrador;
- La eficacia del sistema de controles externos sobre la Registraduría;
- El papel del Consejo Nacional Electoral y su independencia del registrador;
- La entrega de los procesos de organización, administración y dirección efectiva de las elecciones a empresas privadas.
La salud de las democracias depende en gran medida de garantizar que el árbitro electoral sea independiente y pueda asegurar el derecho al voto. Al parecer, en la jornada que acaba de culmina se cumplió ese propósito, pero, no puede afirmarse lo mismo de lo ocurrido en marzo.
El balance sobre el desempeño de la organización electoral es entonces agridulce. Queda por delante la segunda vuelta.