La política nacional de reindustrialización ¿misión imposible?
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La política nacional de reindustrialización ¿misión imposible?

Escrito por Jaime Acosta

La reindustrialización es la respuesta seria a los grandes problemas nacionales, pero en Colombia desmontamos la industria y las acciones del actual gobierno han sido pocas. ¿Cuáles son las acciones necesarias?

Jaime Acosta Puertas*

Política industrial y destrucción neoliberal

El presidente Petro ha hablado de reindustrialización desde la campaña presidencial.

Entre sus ministros, Ocampo era el más interesado. Los ministros sectoriales relacionados con la producción y la innovación se han limitado a comunicarla más como un decir que como el principal proyecto nacional de desarrollo de los siguientes treinta años.

La reindustrialización es la única acción estatal que puede garantizar un crecimiento alto y sostenido de la economía, una productividad en alza, una mayor inversión y calidad en investigación, educación, salud, una balanza comercial positiva en valor y contenido, y un desarrollo endógeno de los territorios.

Con la reindustrialización las variables macroeconómicas arrojarían cifras mucho mejores. La clase política legislaría y gobernaría con otras ideas y propósitos, pero tendría que ser otra clase política: más inteligente, preparada, transparente, más comprometida y responsable, y menos mentirosa con sus electores.

Su prioridad no sería el capitalismo clientelista que financia a políticos y partidos en beneficio de rentistas y especuladores, tampoco contratos pensados desde la corrupción, y desaparecería la figura del empresariado insaciable, sino el impulso de la productividad, de la innovación y del comercio mundial.

Con la reindustrialización, los indicadores sociales serían otros: menos pobreza, informalidad, ilegalidad y analfabetismo funcional, mejor salud, y abatimiento significativo de la violencia originada y alimentada por factores asociados con la captura de rentas públicas, con la idea de negocios y del poder de actividades primarias extensivas (agricultura, ganadería y minería).

Todo lo anterior basados en la vieja y equivocada idea del poder que da tener tierras ociosas y con actividades de baja productividad, dado que la innovación y el desarrollo de sistemas productivos avanzados no son su prioridad. Incluso, los industriales, con pocas excepciones, son empresarios rezagados.

La mayoría de los empresarios siguen aceptando una equivocada ideología conservadora. No es un empresariado liberal progresista en la diversificación, en el esfuerzo positivo de innovar, del compromiso con la equidad, y de las responsabilidades tributarias, porque son parte del círculo vicioso de la captura de dineros y activos públicos a través de la corrupción que han creado con el sistema político, en cuyo devenir han cooptado al sistema de justicia.

La captura de recursos públicos, la toma del Estado con políticas y visiones equivocadas de una economía del mercado, han convertido a Colombia en una economía de maquila, de comerciantes y de extractores de materias primas, tanto que la ANDI de los industriales es ahora un club de empresarios.

En este contexto la competitividad se volvió una obsesión, con la falacia de que la economía podría crecer rápidamente porque Colombia sería más competitiva si reducía los salarios y pagaba menos impuestos para una mayor rentabilidad.

Todo fue mentira, porque la competitividad dependía de entregar la industria a los productores más eficientes —las multinacionales— o sea que Colombia debía quedarse con lo que la mano de Dios le dejó: los recursos naturales como principal ventaja competitiva.

De esta manera, los acuerdos institucionales están determinados por una economía liviana en su estructura y aspiraciones de transformación, con arreglos ligeros y equivocados desde cuando empezó el nefasto dominio neoliberal.

Los ministros sectoriales relacionados con la producción y la innovación se han limitado a comunicarla más como un decir que como el principal proyecto nacional de desarrollo de los siguientes treinta años.

La naciente industrialización murió en 1991. Se había logrado una industrialización no perfeccionada por culpa de un proteccionismo a ultranza que se quedó en el tiempo, porque no entendió que la economía global estaba en movimiento con la expansión casi que ilimitada del comercio mundial, sobre todo de alta tecnología y de otras tecnologías avanzadas relacionadas con energía, química, materiales y sistemas de movilidad por tierra, mar y aire.

Ahí murió la incipiente industria de bienes de capital, de insumos y de industrias de consumo más sofisticadas, por lo cual Colombia no adelantó un proceso de reindustrialización ni de cambio tecnológico endógeno. Lo dicho y más, obligaba un esfuerzo de transformación con efectos positivos en los sectores primarios, industriales y de servicios, y en el conjunto de los agregados económicos, sociales y ambientales.

Foto: Alcaldía de Manizales - Con una política de reindustrialización los indicadores sociales mejorarían, entre ellos la disminución de la informalidad.

La reindustrialización atascada

El Ministerio de Comercio Industria y Turismo (MCIT), encargado de diseñar e implementar la política de reindustrialización, no ha logrado construir una visión poderosa como mandato principal del cambio productivo y tecnológico que  supere la dependencia del sector minero energético, la dependencia tecnológica en actividades de alta tecnología y en actividades industriales relacionadas con insumos y bienes de capital de nueva generación.

Colombia no tiene una economía del conocimiento, de la innovación y de los emprendimientos disruptivos. El ministerio se ha dedicado más al comercio internacional que a la política de reindustrialización. El ministro Umaña es un experto en comercio internacional y, en ese contexto, promotor de las exportaciones.

Sin embargo, para afectar cambios en el comercio internacional desde las necesidades y perspectivas de cambio de una estructura productiva, se necesita una política de reindustrialización que modifique positivamente la vieja especialización productiva y abra caminos a especializaciones en la frontera del comercio y de la producción mundial, revisando lo firmado por Colombia en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y  la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), porque determinaron los enfoques y alcances de las negociaciones de los TLC.

Los días en que la OMC mandaba la parada acabaron en 2001, cuando no se logró cerrar la Ronda Doha. La OMC tuvo apenas seis años de “gloria”, durante los cuales los países que aplicaron su doctrina quedaron por fuera de la competencia.

La OMC fue reemplazada en importancia por la OMPI, debido al papel primordial del cambio tecnológico que está en la base de las industrias de punta- que a su vez hoy aportan más del 35% de la producción mundial—.  En este contexto el mercado de patentes de alta tecnología equivale a casi el 20% del PIB mundial — al paso que   en Colombia no alcanza ni el 5% del PIB nacional—.

Estas cifras confirman la importancia de los proyectos estratégicos de los países, empresas, agencias y centros de investigación en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). Colombia también quedó por fuera del mercado mundial del conocimiento y de la innovación para la producción. Los países desarrollados y los emergentes inteligentes invierten más del 2,5% y del 1% del PIB, respectivamente, en I+D+i. Colombia nunca ha superado el 0,3%.

La falacia con la cual se doblegó a Colombia es que la alta tecnología y las patentes asociadas son de quienes tienen más capacidades. Bajo estas circunstancias, los escasos recursos deberían ser invertidos en políticas sociales, infraestructura y en otras políticas económicas, pero no en investigación y en inversiones del estado con privados en nuevos proyectos y emprendimientos innovadores

La economía colombiana está condenada a no tener una producción en la frontera de la inteligencia, pese a ser una nación estratégica por sus recursos naturales y ambientales —en un momento cuando son prioritarios los cambios ante el calentamiento global—.

La gran misión

El presidente acierta en sus discursos cuando dice que aún no ve en marcha la reindustrialización. La política de reindustrialización estuvo en manos de uno de los viceministerios, hasta cuando María Fernanda Valdés fue viceministra de industria. Desde entonces, poco se sabe.

La página del Ministerio lo pone en evidencia: no es un asunto de fotos y unas cuantas imágenes de Power Point, tal como hoy se muestra la reindustrialización. Parece más una variante de las fracasadas políticas de competitividad y de transformación productiva.

Parte del primer año del gobierno de Petro fue en vano en temas de industrialización, pero se alcanzaron a elaborar bases como el texto de la política, el cual se supondría que serviría de marco para un CONPES. Sin embargo, ni el documento marco evolucionó, ni el CONPES se llevó a cabo.

La llegada de Mariana Mazzucato a Colombia sirvió para la foto y nada más. Una política de semejante importancia no podía quedar en las manos de un solo viceministerio. Esta política necesita un gran despliegue y del liderazgo presidencial y ministerial. Los viceministros son marginales, puesto que el protagonismo y las acciones interministeriales están en manos de ministros y ministras, celosos de las acciones de las personas a su cargo.

Colombia también quedó por fuera del mercado mundial del conocimiento y de la innovación para la producción. Los países desarrollados y los emergentes inteligentes invierten más del 2,5% y del 1% del PIB, respectivamente, en I+D+i. Colombia nunca ha superado el 0,3%.

El trabajo intersectorial e interministerial hace posible la reindustrialización. El nivel viceministerial debe tener grados de libertad para hacer el trabajo técnico entre viceministerios de los cuatro sectores estratégicos de la política de reindustrialización: agricultura, salud, energía y defensa, más los ministerios de ciencia tecnología, educación y hacienda. Esas cuatro apuestas clave deben adelantarse como cuatro grandes misiones. En cada misión debe estar el ministerio de industria, el ministerio sectorial y de ciencia tecnología e innovación, respaldados por los de educación y hacienda, y con empresarios innovadores. Todos reunidos en torno al Consejo Nacional de Reindustrialización que debe reemplazar al de Competitividad.

El presidente debe dar prioridad y asumir el liderazgo de la política, dar órdenes claras acordadas con ministros y ministras y sus respectivas agencias y el DNP para incluir y movilizar las regiones, además de ordenar el Conpes. En esas reuniones deben estar los viceministros y viceministras, directores de agencias y una muestra selectiva de empresarios innovadores, con práctica en actividades de I+D+i, para impulsar la política y sus apuestas estratégicas.

Los gremios no tienen interés ni capacidad para pensar en una economía distinta. Muy pocas universidades están en capacidad de entender y apoyar el cambio intelectual requerido para el salto tecnológico de la reindustrialización a causa de la absorción de las ideas neoliberales.

La política de reindustrialización debe ser profunda y delimitada en sus alcances, dado que quedan apenas tres años de gobierno.

Con la adopción de las visiones neoliberales es imposible la reindustrialización. Además, en cuatro de los cinco ministerios principales se han presentado cambios, lo cual significa que la reindustrialización fue relegada por la negociación política, cuando era el marco de desarrollo perfecto desde el cual inscribir las reformas sociales.

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6 Comentarios

Eduardo Sáenz Rovner agosto 28, 2023 - 3:43 pm

Con el actual ministro de Comercio, Turismo e Industria la veo bien difícil.

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Daniel Andrés Dimaté septiembre 3, 2023 - 3:14 pm

La reindustrialización nacional de Colombia es un gran desafío, pero no es una «tarea imposible». Hay muchos factores que afectan la capacidad de un país para reactivar su industria manufacturera. Algunos de los desafíos que Colombia puede enfrentar incluyen: Competencia global: en un mundo cada vez más globalizado, puede ser difícil respetar a los países con poca mano de obra e infraestructura bien desarrollada. El producto puede causar dificultades en la fabricación y distribución. Políticas y leyes: las políticas y leyes gubernamentales pueden afectar en gran medida a la industria. Un entorno empresarial estable y políticas que apoyen la inversión y la innovación son esenciales. Educación y capacitación: Tener una fuerza laboral bien capacitada y capacitada es fundamental para el éxito de una institución financiera. Si Colombia resuelve estos problemas, podrá recuperar su exitosa industria. Sin embargo, para ello, los esfuerzos conjuntos del gobierno, la industria y otras personas importantes requieren la eliminación de estos obstáculos y la creación de condiciones para el desarrollo del sector.

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Joan Sebastian Gutierrez Sanchez septiembre 3, 2023 - 10:20 pm

Es interesante como el autor del artículo hace énfasis en cómo el proceso de reindustrialización del país puede funcionar como el foco articulador de las reformas sociales que propone el actual gobierno, ya que la reindustrialización es un tema transversal que toca todos los aspectos de las problemáticas de Colombia, desde la informalidad laboral, pasando por la pobreza y por los esfuerzos desde Colombia para contribuir con la mitigación del cambio climático.
Me llama particularmente la atención el uso de la palabra reindustrialización, ya que esta presupone que en Colombia ya se llevo a cabo un proceso de industrialización, lo cual dejo en duda, ya que tradicionalmente Colombia ha sido un país productor de materias primas, pero con grandes déficits en conformar y articular industrias que sean capaces de transformar estas materias primas en productos y servicios con alto valor agregado. Es por lo anterior que nos hemos visto aplastados por las grandes economías con alto valor intelectual y nos hemos relegado a servir como patios de cultivos para estas grandes potencias.
Aunque concuerdo con el autor en que es primordial para la salud económica y social de Colombia apostar por un proceso de reindustrialización que rompa con los dogmas tradicionales impuestos por el neoliberalismo, este proceso debe tener en su centro una nueva forma de entender la producción y consumo, mucho más acercada a los fenómenos que acontecen en los sistemas naturales, como por ejemplo los ecosistemas. En estos sistemas existe una armonía entre la producción y el consumo y más importante aún no se producen desechos que se salgan de las cadenas de producción, es decir que los desechos producidos en un proceso son tomados y reintegrados en otro proceso que hace uso de estos materiales. Si somos capaces de diseñar nuevas economías que reflejen este aspecto de los ecosistemas naturales podremos solucionar varios de los problemas generados por el capitalismo y por la forma actual de producir. Es evidente que para poder lograr esto se debe apostar por una mejora sustancial en la ciencia, investigación e innovación del país y para ello se debe poner al conocimiento en el centro de la conformación de la nación Colombiana.

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Eduardo Sáenz Rovner septiembre 6, 2023 - 5:15 pm

Y la protección a la industria a mediados del siglo XX no fue una bandera del Partido Liberal. Todo lo contrario. Mientras los liberales, empezando por Gaitán, cuestionaban la protección a los oligopolios antioqueños, el gobierno conservador, acompañado de la presión de lobby y de medios de la ANDI, estableció unos aranceles altísimos . Ver el siguiente libro que utiliza los archivos de la ANDI, así como archivos oficiales de Colombia y Estados Unidos: «La ofensiva empresarial. Industriales, política y violencia en los años 40 en Colombia» (1992, 2007): https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/3027

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Esteban Campos septiembre 10, 2023 - 1:48 pm

Respeto a mi opinión sobre el artículo, pienso que Colombia está efectuando mal su plan económico, ya que para empezar correctamente con un plan de reindustrialización, deben haber dos condiciones claves: primero la renegociación de los tratados de libre comercio, que tal como hace algunas semanas, la revista trato de un artículo sobre este Colombia y como está realmente se está convirtiendo en un proveedor de materias primas baratas, afectando su competitividad tanto a nivel nacional como mundial, al no tener los cimientos tecnológicos necesarios para el procesamiento de sus recursos naturales, además de dar facilidad a Estados Unidos a nivel económico de introducir sus productos, sumado a una bajo proteccionismo generando que la macro economía del país se vea claramente afectada, siendo esta la primera condición, la renegociación del TLC, para que Colombia se vea fortalecida económicamente con la inversión extranjera, en busca de ser competitiva en el mercado mundial, como segunda diría la de reajustar el plan de desarrollo y finanzas del país, aportando a mayor medida en el desarrollo de tecnología y de patentes, así como lo hacen los países desarrollados y emergentes, ya que este sector se esta volviendo parte importante de la economía en todos los países, ocupando cerca de un 25% ya que países de desarrollados y emergentes, aportan cerca de un 2,5 de su PIB en la investigación desarrollo e innovación, dando con ello las bases para la reindustrialización del país, pero todo esto dependerá de algo aun más importante y es por parte del manejo político, en cual incluyo que deben renegociar todo tipo de tratados y acuerdos económicos, en busca de erradicar los desvíos fiscales y corrupción que hay en estos, buscando que ya no haya más vacíos legales que permitan el desvió y robo de presupuesto nacional buscando la mejora económica de la nación, todo esto debe ser labor de los ministros en especial el de industria y comercio o el de ciencias, el primero el cual debe desarrollar de mejor manera las relaciones exteriores de Colombia e invertir recursos en la industrialización, en busca de que el país puede aprovechar todos sus recursos en ves de ser un simple exportador de materias primas baratas, por lado del ministro de educación este debe focalizarse en impulsar tanto en el desarrollo de patentes en instituciones de educación superior y universidades, y que no solo esta responsabilidad caiga en manos de algunas pocas universidades, que tengan recursos si no que en vez en todas las instituciones aporten aunque sea un poco, con ello aumentando gradualmente el sector de la investigación desarrollo e innovación, poniéndonos poco a poco a la par con los países emergentes en este aspecto, aunque todo ello dependerá lo dicho de como el país maneje sus recursos en los próximos años ya que para mí esa medida propuesta de 30 años debe ser menor, ya que el país debe invertir más de lo que se prevé según los estudios hablando en específicos de los sectores tecnológicos, por lo cual debe manejar de mejor manera los recursos y que la nación puede proyectarlos en sectores del mercado necesario y más con la necesidad prevista gracias a las consecuencias dada por el cambio climático.

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Jenny Saavedra septiembre 16, 2023 - 10:30 am

Esta noticia me permite expresarme desde mi opinión personal. En un principio, puedo decir que mis padres han trabajado desde muy jóvenes en fábricas de confección. Desafortunadamente, no obtendrán los beneficios que se merecen por su arduo trabajo, ya que han sido víctimas del empresariado insaciable como lo manifiesta el autor. Más que beneficios, son derechos, y es el derecho a la pensión específicamente, el cual no obtendrán, porque el empresario astuto ha evadido esta responsabilidad para acumular riqueza. Luego, el empresario se convierte en amo y a la vez consejero para sus trabajadores, persuadiéndolos de que sus hijos también deben continuar este legado de explotación, por lo que les asegura que las puertas de la fábrica están abiertas para ellos, pues como él siempre lo ha expresado con arrogancia: ¡eso de estudiar no sirve para nada!
Por tanto, mis padres no se sintieron en la obligación de financiar mi educación, esperando que me sumara a esta forma de explotación laboral; pero para mí fortuna estaba la universidad pública que en últimas me salvó.
Así que, con respecto a la noticia, estoy completamente de acuerdo con la reindustrialización que ponga fin a la corrupción y que exija a los empresarios a contribuir en la financiación de proyectos de investigación y educación. Con esto evidentemente terminará la informalidad que allí se comenta y se creará una economía alrededor de la administración de los recursos naturales.
Finalmente, no es de menos agradecer a mis padres la valentía que han sembrado en mí para alcanzar mis sueños.

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