El nuevo Papa ha demostrado que no quiere ser una figura decorativa sino un líder influyente en la política internacional. Su visita a Cuba y a Estados Unidos es una muestra fehaciente del cambio refrescante en esta milenaria institución.
Carlos Alberto Patiño*
¿Profecías cumplidas?
Para muchos intelectuales, el escritor australiano Morris West se ha convertido en una especie de referencia profética por su trilogía sobre el Vaticano, donde se incluye su célebre novela Las Sandalias del Pescador, también llevada al cine.
Esta novela relata el conflicto político ocasionado por un papa de origen eslavo que, durante la Guerra Fría, se enfrenta a la Unión Soviética y desata tensiones que pueden llevar a la guerra con los Estados occidentales. La novela fue escrita durante la década de 1960 y resultó ser profética tras la elección de Juan Pablo II, un polaco que había vivido la represión del régimen comunista y que se dedicó a denunciar no solo al régimen represivo de Varsovia sino a su protector, la Unión Soviética.
Juan Pablo II fue una figura crucial para darles vida y fuerza política al sindicato (antisoviético) Solidaridad en Polonia, pero también se opuso a ciertas tendencias teológicas en otras partes del mundo, como la Teología de la Liberación, que se propagó por toda América Latina y que tuvo un hito importante en la Conferencia Episcopal de Medellín de 1968.
Un estilo diferente
![]() El Papa Francisco en el Parlamento Europeo. Foto: Epp Group |
Con la elección del papa Francisco muchos volvieron a revisar las profecías de West, pues ya habían visto cómo la figura de Juan Pablo II había sido opacada por las disputas con movimientos como la Teología de la Liberación y por su cercanía con sectores radicales como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo.
Desde el comienzo de su reinado Jorge Mario Bergoglio ha marcado distancia con el establecimiento vaticano
La elección de Francisco estuvo marcada por dos hechos importantes:
- Por la renuncia de su predecesor, Benedicto XVI, lo cual hacía recordar la ironía del filósofo Friedrich Nietzsche cuando afirmó que sería más fácil que un papa renunciara que presenciar cambios de fondo en la vida social.
- Porque la Iglesia parecía estar perdiendo terreno frente a las diversas corrientes del protestantismo y porque el Vaticano, con sus pequeñas pero poderosas instituciones financieras, se había convertido en epicentro de una serie de escándalos por albergar cuentas secretas con dineros cuya procedencia y destino no eran claros. Esto dio pie a disputas amargas entre el brillante pero poco pragmático Benedicto XVI y los cardenales de mayor poder en la dirección de las finanzas vaticanas.
En este contexto, la elección de un papa que no hacía parte de los circuitos conservadores, que venía de América Latina y que además era miembro de la Compañía de Jesús, la orden creada por San Ignacio de Loyola como unidad de combate por la fe de la Iglesia, marcaba un giro de 180 grados.
Desde el comienzo de su reinado Jorge Mario Bergoglio ha marcado distancia con el establecimiento vaticano y con las diversas fuentes del poder en el mundo contemporáneo, y ha acercado la Iglesia a los sectores más pobres y desvalidos. Por ello no sorprendió que asumiera el nombre Francisco, en referencia a San Francisco de Asís, un punto de referencia un tanto radical para muchos.
La elección del nombre fue acompañada por la demostración de una serie de símbolos nuevos en el Vaticano, dirigidos a todo el mundo y no solo a los creyentes católicos para quienes el Vaticano es el referente primordial.
Francisco renunció al uso de los zapatos rojos de los papas y recuperó sus viejos zapatos negros y acabados de la Arquidiócesis de Buenos Aires y escogió para vivir un edificio que albergaba a quienes trabajan o pasan temporadas en el Vaticano, la residencia de Santa Marta. Desde allí, poco a poco, ha ido marcando una distancia clara con el boato cotidiano del poder, hasta el punto de que en los últimos meses suele sentarse a comer en una mesa en el área de servicio y se hace acompañar de un joven polaco sordomudo que trabaja en el área de atención a necesitados y refugiados.
En este escenario, las acciones del papa jesuita y latinoamericano, hijo de inmigrantes que huían de la guerra, y sacerdote y obispo que vivió de cerca los dramas de la Argentina contemporánea, son vistas cada vez más como las de un guía religioso que las de monarca de un micro Estado.
Un viaje político
![]() El Papa Benedicto XVI. Foto: The Papal Visit |
Cuando Francisco llegó a Estados Unidos hizo el que hasta ahora es su viaje con mayor impacto político y mediático, y con uno de los despliegues más fuertes de la diplomacia vaticana en muchos años.
Antes de llegar a Washington el papa pasó por Cuba, donde sostuvo reuniones con los Castro (con Raúl oficialmente y con Fidel en una visita privada), en un viaje que se vio como un paso más en su mediación entre la isla y Estados Unidos. Sin embargo, se le critica que se excluyera de su agenda una reunión con los disidentes, y que incluso dijera que desconocía que se hubiesen presentado detenciones durante el desarrollo de los actos celebrados durante su visita.
En Washington el papa tuvo una recepción de jefe de Estado, casi excepcional, y desde el inicio su agenda estuvo llena de intervenciones de fuerte contenido político, que llegaron a su punto máximo en la intervención que hizo ante el Congreso en pleno, con lleno completo de las dos Cámaras. Era la primera vez que un papa entraba en ese escenario.
Allí, Francisco se refirió a tres asuntos trascendentales:
- Los inmigrantes y sus derechos, reivindicándose él mismo como un inmigrante;
- La abolición de la pena de muerte, defendiendo lo sagrado de cada vida; y
- La necesidad de dar mayor protección a la vida, evitando, entre otras cosas, que esta se vea solo como una prolongación de la economía.
La recepción al papa en el Congreso fue al mismo tiempo la de un jefe de Estado y la de la cabeza de la confesión religiosa que tiene más fieles en Estados Unidos (un poco más de 70 millones). El impacto de su intervención fue tan grande que uno de los líderes republicanos, John Boehner, lloró públicamente y declaró en su cuenta de Twitter estar muy conmovido por su discurso.
En su discurso ante el Congreso el papa apeló al espíritu liberal y de solidaridad de Estados Unidos y al derecho de todos, especialmente de los inmigrantes, a llegar a este país para realizar su sueño, como lo han hecho por generaciones miles de inmigrantes, lo cual dio pie a las críticas de parte de los republicanos.
También apeló a la necesidad de mantener relaciones de comprensión entre los Estados, como viene sucediendo entre Cuba y Estados Unidos. En un momento clave de su discurso citó a Martin Luther King, lo cual causó un impacto fuerte entre los congresistas y de alguna manera estableció un puente con el presidente Obama.
En Washington el papa tuvo una recepción de jefe de Estado, casi excepcional, y desde el inicio su agenda estuvo llena de intervenciones de fuerte contenido político
Una vez el papa salió triunfante de Washington (donde además celebró una misa en español), se dirigió a Nueva York, donde fue recibido por miles de personas en las calles, como si se tratara de una estrella de rock. Su intervención en la Asamblea General de la ONU no fue menos polémica y tuvo nuevo hitos críticos, como cuando señaló al Consejo de Seguridad de ser una talanquera para impulsar una nueva concertación mundial, o cuando indicó que la ONU se ha usado fraudulentamente para legitimar y legalizar guerras impresentables.
En este escenario también criticó el sistema financiero internacional, así como las trampas que impiden que los países más pobres puedan forjar futuros viables económicamente.
Para no perder su impulso, el papa Francisco incluyó dentro de sus críticas las referidas al cambio climático y a la responsabilidad humana en dicho fenómeno. Al hablar de este punto, también presente en sus intervenciones en Washington, el papa recogió lo que ya había dicho en su encíclica sobre el cambio climático, titulada Laudato Si, que causó una gran polémica.
El papa, blanco de críticas
Las víctimas de abuso sexual lo critican por no abordar el tema directamente, y por haber aludido solo a las decisiones ya tomadas para castigar a los abusadores dentro de la Iglesia, como lo viene haciendo desde el inicio de su reinado.
Algunos críticos señalan que el nuevo papa ha exagerado su giro radical de la Iglesia, hasta incluir el acercamiento a los separados y los homosexuales, y que aprovechó su presentación en Washington para dejar claro que su pontificado será revolucionario.
Pero parece que el papa que se ha acercado a los menos privilegiados en la sociedad y que ha incluido a los segregados no piensa dar marcha atrás, menos ahora que la Iglesia católica necesita recuperar terreno frente a otras confesiones que le hacen sombra.
* Profesor y director del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional.