Aunque el ELN se expande en Colombia y tiene presencia en Venezuela, en las condiciones políticas actuales podría iniciarse el diálogo con la guerrilla.
Álvaro Villarraga Sarmiento*
¿Es posible la paz con el ELN?
El 22 de enero de este año, la organización Human Rights Watch publicó un informe titulado “Los guerrilleros son la policía”, donde mostró el fortalecimiento del Ejército de Liberación Nacional (ELN) –y de otros grupos armados– en el departamento colombiano de Arauca y el estado venezolano de Apure.
El informe debería ser un llamado de atención para comprender que una “paz completa” solo puede conseguirse si se busca el diálogo con el ELN. Varios sectores sociales exigen ese diálogo, pero muchos aún creen que es improbable o imposible.
Sin embargo, la compleja coyuntura política actual puede ofrecer un escenario favorable para la paz con esa guerrilla.
Lo que favorece la paz
Entre los factores que favorecen un posible acuerdo de paz con el ELN están:
- La debilidad del Gobierno Duque
El presidente no tiene suficiente liderazgo, cuenta con muy baja aceptación entre los colombianos, y la más amplia y sostenida movilización social registrada en el país le exige varias reformas. Se percibe además un debilitamiento del partido de gobierno, el Centro Democrático, y de su líder, Álvaro Uribe.
Una “paz completa” solo puede conseguirse si se busca el diálogo con el ELN.
En tal situación, el presidente Duque está obligado a cambiar el rumbo, buscar nuevos aliados, renovar los ministros y revisar varias de sus políticas, entre ellas, la de la paz.
- Los nuevos gobiernos locales
En las recientes elecciones territoriales triunfaron muchos candidatos independientes o de oposición. Eso puede facilitar el cumplimiento del Acuerdo de Paz y favorecer un acuerdo con el ELN.
- La relación con Venezuela
La estrategia de Duque contra Nicolás Maduro, el llamado “cerco diplomático” en búsqueda de su derrocamiento, fracasó. Eso hace pensar en la necesidad de cambiar la relación con los vecinos, restablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela y aceptar la contribución de Cuba para la paz en Colombia.
- Los aliados de la paz
Se espera que el ingreso del Partido de la U y de Cambio Radical al Gobierno sea favorable para la paz. Recordemos que estos dos partidos respaldaron el acuerdo de paz con las FARC y defendieron la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) cuando el Gobierno actual quiso desvertebrarlos.
En fin, para recuperar la viabilidad política, entre las medidas importantes a adoptar Duque debería revisar las políticas y medidas cuestionadas y eso implica superar la inconsecuencia con la implementación de la paz con las FARC y hacer posible el diálogo con el ELN.
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La expansión del ELN
Un informe reciente de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) afirma que, actualmente, el ELN tiene entre 4.000 y 5.000 combatientes, ha recuperado zonas donde tradicionalmente tuvo presencia y ha incursionado en otras, en especial las que controlaban las FARC EP.
Además, el rompimiento de relaciones con Venezuela le habría permitido al ELN hacer presencia en varias zonas de ese país y, de otra parte, ha conseguido reclutar personas venezolanas migrantes.

Foto: Presidencia de la República
Para tener una paz completa es necesario sentarse a negociar con el ELN.
El informe de la FIP también emplea datos geo-referenciados para mostrar el aumento notable de las acciones del ELN en distintas regiones colombianas entre 2014 y 2018. Estas acciones consisten en combates, como también en búsqueda de posicionamiento político y social, o en financiación con economías ilegales.
En contraste con las fuertes unidades militares que tenían las FARC EP, el ELN tiene estructuras más fluidas, que buscan recuperar los apoyos sociales. Como lo menciona el informe, “más que una estructura militar de grandes dimensiones”—como eran las FARC—, en algunos territorios el ELN está conformado por múltiples redes que desempeñan labores de inteligencia y de pequeña escala”.
Por supuesto, la expansión del ELN ha sido conflictiva. La expansión ha ocurrido en medio de choques con la fuerza pública, con organizaciones narco-paramilitares, redes mafiosas, y en algunos casos con disidencias de las FARC y con la vieja disidencia del EPL.
El ELN en Venezuela
En 2019, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Holmes Trujillo, denunció ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) que “de los 2.400 hombres que están alzados en armas del ELN, cerca del 43 por ciento está ubicado en territorio venezolano, con unos 1050 combatientes”.
En la 74° sesión de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en septiembre de 2019, el presidente Duque señaló al gobierno de Venezuela de hacer parte de una cadena de “terrorismo transnacional”, al albergar en su territorio “grupos armados ilegales”.
El tránsito a la legalidad debería ser una consecuencia de las negociaciones, y no una precondición
El cargo resultó desafortunado, pues el presidente entregó un informe con fotos que no correspondían al territorio venezolano: la Associated Press (AP) reclamó que dos de las fotos eran de su autoría y que habían sido tomada en el Catatumbo, Colombia; y el periódico El Colombiano advirtió que otra de las imágenes era suya y había sido publicada en un reportaje sobre Cauca.
El hecho le quitó legitimidad y credibilidad al informe que entregó el presidente. Pero el Gobierno siguió insistiendo en la presencia del ELN en Venezuela y calificó al Gobierno de Maduro como “un peligro para la región”.
Según el Ministerio de Defensa, el ELN tendría el 44 por ciento de sus efectivos en Venezuela, incluidos varios de sus principales comandantes. Allí también estarían Iván Márquez y el grueso de excomandantes declarados en disidencia armada contra el acuerdo de paz con las FARC.
Por su parte, el ELN afirma que “es muy poca” su presencia en Venezuela y que no realizan actividades guerrilleras desde ese país. Pero la verdad es que la reanudación de las relaciones diplomáticas colombo-venezolanas, permitiría recuperar la posibilidad de que este país y su territorio no sean escenario favorable a la guerra colombiana, sino de apoyo a la paz.
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Las posibilidades de diálogo
El presidente Duque ha dicho que “si el ELN tiene un compromiso de paz con Colombia tiene que liberar a todos los secuestrados y ponerles fin a las acciones criminales”.
La exigencia de cesar el secuestro de civiles es razonable y legítima. Pero es inviable pretender que, para acordar la paz, una guerrilla insurgente deje de realizar conductas penalmente prohibidas. La naturaleza de la guerrilla es, justamente, la rebeldía y la ilegalidad. El tránsito a la legalidad debería ser una consecuencia de las negociaciones, y no una precondición. El gobierno debe revisar ésta equivocada y ambigua exigencia.

Foto: Defensoría del Pueblo
La expansión del ELN debería ser motivo de preocupación del gobierno actual.
De parte del ELN, Pablo Beltrán y otros voceros han dejado claro que mantienen su disposición de dialogar: “los estamos esperando para que reiniciemos”. Sin embargo, también han exigido que no haya precondiciones para la negociación. Una iniciativa a favor de la confianza y el acercamiento puede ser por parte del ELN aceptar públicamente compromisos humanitarios, caso de la no realización de tomas de rehenes o de secuestros, como también la declaratoria unilateral de cese al fuego.
Este tipo de medidas de las partes podría destrabar la retoma del diálogo de paz. Aunque las situaciones son distintas, recordemos que durante de los diálogos de paz, las FARC tomaron la decisión unilateral de cesar de secuestrar civiles y declararon el cese unilateral al fuego en seis ocasiones.
Varias organizaciones han pedido que se retomen los diálogos entre el Gobierno y el ELN: así lo han solicitado organizaciones sociales, redes de paz, comunidades locales, la Iglesia Católica, Defendamos La Paz y voces de la comunidad internacional.
Es positivo que, desde 1998, con el Acuerdo de Mainz, el ELN haya propuesto que la participación de la sociedad sea un asunto fundamental en el acuerdo de paz. Sobre eso, hubo avance en la negociación con el pasado Gobierno, en su primer punto.
Este asunto se relaciona con la importancia que cobran para este proceso de paz las dinámicas e incidencia de sectores de la sociedad y terceros actores. Aunque se aspira a recuperar la agenda que se venía negociando, es válido que se les dé prioridad a posibles acuerdos humanitarios, ante la grave ola de atentados contra la vida de líderes sociales y excombatientes registrada, lo cual destaca el punto 5F.
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Finalmente, vale destacar la validez de las cinco recomendaciones del valioso informe referido de la FIP, que de forma coincidente y complementaria plantean:
- Crear medidas de confianza y desescalamiento de la confrontación;
- Implementar los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) como centro de la agenda social en los territorios;
- Replantear la estrategia diplomática con Venezuela;
- Valorar el papel de los “terceros” y posibilitar espacios de diálogo con ellos;
- Y que el Gobierno comience las negociaciones con una fase de exploración.
* Directivo de la Fundación Cultura Democrática y catedrático universitario.