La pandemia: ¿qué sabemos sobre el contagio en Colombia? - Razón Pública
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La pandemia: ¿qué sabemos sobre el contagio en Colombia?

Escrito por Hoover Quitian
Suficientes pruebas del covid19

Qué sabemos, qué no sabemos y qué necesitamos saber para enfrentar la crisis que vivimos.

Hoover Quitan*

Subestimando el riesgo

Son muchas las enseñanzas que nos ha recordado la pandemia: creíamos saber lo que ahora estamos aprendiendo, pero habíamos decidido no prestar atención.

Esa inacción individual y colectiva obedeció a un análisis de riesgo poco riguroso que nos hacía subestimar o ignorar los peligros latentes, para poder dedicarnos a cosas que creíamos más urgentes.

Curiosamente, la pandemia tuvo una consecuencia inesperada: disminuyó nuestra miopía ante la importancia de lo que decidimos ignorar. Confiábamos en nuestro equilibrio sobre la cuerda floja, como lo habíamos hecho durante tantos años.

Muy poco tiempo para pensar y actuar

La característica fundamental de este tipo de desafíos es la inmediatez de las consecuencias de cada decisión.

Por eso, tanto en las acciones individuales como en las decisiones de las autoridades, hay un margen de error muy grande porque no hay tiempo de ponderar las consecuencias de “detalles” que no parecen importar.

Creíamos saber lo que ahora estamos aprendiendo, pero habíamos decidido no prestar atención.

Ahora debemos actuar considerando la gravedad de cada posible consecuencia, eligiendo racionalmente y contando con datos claros, válidos y pertinentes.

Decisiones racionales

Un proceso de elección racional tiene cinco elementos:

  • Establecer un objetivo claro;
  • Identificar todas las alternativas;
  • Pensar en todos los escenarios posibles;
  • Anticipar y valorar las consecuencias de cada decisión alternativa ante cada escenario, y
  • Adoptar un criterio de decisión claro.

Todo lo anterior requiere tiempo, capacidad de procesamiento y conocimiento especializado sobre la materia.

Más todavía: seguir los pasos anteriores no garantiza que el resultado sea la elección correcta; dependemos de la siempre escasa información disponible.

Medidas tardías

Para enfrentar esta pandemia se necesitan datos suficientes sobre la cantidad de personas contagiadas por el virus. Es muy probable que el escaso conocimiento sobre el grado de contagio indujera a error a los países que más se habrían equivocado en el manejo de la crisis.

Las medidas principales podrían haber funcionado o funcionado mejor si se hubieran aplicado desde antes. Por regla general, los gobiernos adoptaron medidas de prevención cuando ya se necesitaban medidas de contención, y estas últimas se tomaron cuando ya no era posible romper la cadena de transmisión del virus.

Por eso prácticamente todos los países nos encontramos en la fase de mitigación: básicamente, el esfuerzo por minimizar el daño y adaptarse al virus hasta que se descubra una vacuna.

Casos confirmados de Covid19

Foto: Alcaldía de Bogotá
Los números de casos confirmados que tenemos, serán siempre muchos menos de los casos existentes.

Puede leer: La COVID-19 y las (malas) lecciones de Europa y Estados Unidos

Faltan exámenes de laboratorio

En Colombia (y en casi todo el mundo) no existía la capacidad para realizar un número suficiente de exámenes de laboratorio: aunque sabíamos del riesgo, no lo tomamos en serio.

Tan solo en Bogotá, el 23 de abril, se contaban 1873 casos positivos de COVID-19; para detectar estos casos se hicieron 14.710 exámenes.

Suponiendo que la relación entre resultados positivos y negativos permanezca constante, con la tasa de contaminación (el “R0” ) que se ha estimado para Bogotá, en una semana tendríamos 855 casos más -lo cual implica que para poder identificarlos se requerirían 6.715 exámenes-.

Debemos actuar considerando la gravedad de cada posible consecuencia, eligiendo racionalmente y contando con datos claros, válidos y pertinentes.

Además, transcurridas un par de semanas, cada uno de los pacientes identificados, no fallecidos y sin confirmación de haber superado la enfermedad —1.608 personas en este momento— deberían pasar por mínimo dos pruebas adicionales para determinar si superaron la COVID-19.

Por lo tanto, si no aumenta el ritmo de contagio, se necesitarían aproximadamente 11.641 exámenes semanales -y solo se han realizado unos 4.340 a la semana-. Por fortuna, según informó la Secretaría de Salud de Bogotá, la capacidad aumentará en los próximos días.

Estos exámenes son indispensables para conocer el comportamiento de la curva epidemiológica; es decir, para establecer proyecciones sobre contagios futuros a partir del número de pacientes detectados.

Esta curva depende en parte de las características propias del virus, pero también y en gran medida depende de cómo se comporte la población: en cada país es diferente el ritmo de contagio.

El dato más importante

En el modelo matemático que se utiliza para las proyecciones, el parámetro principal se conoce como el R0 o el número reproductivo básico: el promedio de personas que cada infectado podría contagiar.

Este cálculo se hace mediante un sistema de ecuaciones interactivas o donde los valores de base variable van cambiando con el paso del tiempo –técnicamente conocidas como “ecuaciones diferencia”-. Una aproximación sencilla es dividir la cantidad de casos nuevos de la última semana por la cantidad de casos nuevos de la semana anterior.

El tiempo es esencial para estimar el R0 y el comportamiento de la curva epidemiológica: no solo es necesario practicar cada vez más pruebas; los resultados deben ser más rápidos.

Lo que sabemos e ignoramos en Colombia

Hay que decir que los equipos de desarrollo de software de Colombia y los entes involucrados fueron muy diligentes: crearon en un tiempo récord la infraestructura necesaria para que el público consulte a través de internet la cifra de contagiados y muertos por COVID-19, así como el número de recuperados.

Pruebas para el covid19

Foto: Gobernación de Boyacá
Si no incrementara el ritmo de contagio, en total se requerirían aproximadamente 11641 pruebas semanales y solo se han venido analizando unas 4340 a la semana.

Sin embargo, esa aparente disponibilidad de la información ha enmascarado la insuficiente cantidad de pruebas, cuyos análisis están tardando cerca de una semana.

En resumen, conocer el número de casos depende de cuántos exámenes hagamos; tenemos mínimo una semana de retraso en las cifras, y no se puede saber con certeza cuándo se contagiaron los casos detectados. Por ende, nuestras estimaciones del R0 no son confiables.

Ante este panorama, lo que queda es ser muy cautelosos en el uso de las estimaciones y tener en cuenta que el sesgo es a la baja: tendemos a detectar menos contagios que los que hay.

Cuidado con lo que oiga

Hay que tener cuidado con lo que leemos o escuchamos, sin importar de quién provenga.

Por ejemplo, hasta hace muy pocos días todos los expertos señalaban que no era necesario usar tapabocas, salvo que se tuviera algún síntoma, porque supuestamente se trataba de un virus ‘pesado’, que no permanecía en el aire. Ahora todos coinciden en que sí es necesario que todos usen tapabocas, sin importar su condición de salud.

Y así puede continuar la lista de noticias inexactas. Realmente se conoce muy poco del SARS-CoV-2; cada hallazgo replantea lo que creíamos saber.

Otras fallas en el sistema de información colombiano

Claro que las necesidades de información van mucho más allá del número de enfermos o de las características de la enfermedad.

Esta crisis ha hecho visible la precariedad de los sistemas de información al alcance de nuestros gobernantes.

Aunque hace muy poco tiempo se hizo un censo de población y vivienda, y aunque los programas de asistencia social tengan amplia cobertura, no se organizó bien la entrega de ayudas a la población más vulnerable —cosa aún peor en las regiones apartadas que han recibido poca atención del Estado—. Pero esto ya lo sabíamos hace mucho.

Por eso, tan pronto superemos estos momentos difíciles, tendremos que mejorar todo lo que ya sabíamos que debíamos arreglar. Necesitamos sistemas de información nos ayuden a tomar mejores decisiones.

 

*Economista. Magister en Investigación en Ciencias Económicas. Profesor del Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, Colombia.

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