
Como ha sucedido en el pasado, la crisis económica por la pandemia traerá cambios políticos. ¿Cuáles serían esos cambios?
Carlos Andrés Brando*
Pandemia y crisis económica/em>
La pandemia tendrá como consecuencia una crisis económica sin precedentes. Según las proyecciones de la CEPAL, 2020 será un año terrible.
Si bien sabemos poco sobre los impactos políticos de la pandemia, sabemos bien que las crisis económicas van de la mano de los cambios políticos. En efecto, las contracciones económicas típicamente conllevan:
• caídas en el consumo de los hogares;
• aumentos en el desempleo;
• presiones a la baja en los salarios;
• inestabilidad en los precios, y
• devaluaciones de la moneda.
Por consiguiente, es probable que el gobierno de turno sea “castigado” por el manejo de la crisis, y que su mandatario o el partido político del poder sea sustituido.
Si los mecanismos democráticos no existen, no se habilitan o no son suficientemente sólidos, las demandas ciudadanas o los intereses de grupos particulares podrían desbordar el ejercicio de la política, y podrían tomar otras formas —frecuentemente violentas— como la insurrección, el golpismo, la resistencia civil y la represión.
Para entender los cambios políticos en los próximos años es conveniente revisar la historia.
Las dos últimas crisis
La Gran Recesión de 2008-2009 no arrastró a la mayoría de las sociedades latinoamericanas, aunque hizo caer sus tasas de crecimiento.
La crisis de los años ochenta, también llamada “crisis de la deuda”, tuvo un efecto dominó en el incumplimiento de obligaciones de los gobiernos. Esto hizo transitar de un modelo de “desarrollo hacia adentro” —que había prevalecido durante más de medio siglo— hacia el modelo de apertura comercial y financiera hoy vigente.
Esta crisis implicó un bienio de contracción acumulada del PIB del 3,3% para América Latina. Once de 17 países tuvieron tasas negativas entre 1982 y 1983, y tres de éstos sufrieron caídas drásticas (de dos dígitos del PIB): Perú, Chile y Uruguay, con tasas del -10,6%, -16%, y -20%, respectivamente.
Cuadro 1. Evolución PIB América Latina, 1981-87 (Dólares de 2010)

En Uruguay la debacle económica dio fin a la dictadura militar; en 1985 se formó un gobierno constitucional y democrático en cabeza de Sanguinetti.
En Argentina, el fin del triunvirato militar estuvo mediado por la derrota en la guerra de las Malvinas contra los ingleses; mientras que en Brasil el regreso a la democracia ocurrió tras un año de crecimiento económico acelerado.
En Bolivia, Ecuador y República Dominicana los régimenes democráticos precedieron a la crisis, y en ningún caso las recesiones descarrilaron las elecciones o los gobiernos civiles recientemente posesionados.
En Perú, donde la democracia había resucitado en 1980, el presidente Belaunde cumplió su mandato, no obstante la fuerte recesión. En Chile, Pinochet extendió su gobierno represivo hasta 1990.
Por tanto, la crisis de la deuda no desencadenó transformaciones políticas en la región.

La Gran Depresión
La Gran Depresión de la década del 30 es el periodo más apropiado para hacer la comparación con la situación actual. La contracción del PIB fue grave y generalizada, como se puede ver en el siguiente cuadro.
Cuadro 2. Evolución PIB p/c América Latina, 1929-31 (Dólares de 2011)

La destorcida acumulada del PIB per cápita para América Latina fue del 8,3% entre 1929 y 1930, y del 14,9% para el trienio 1929-31. En Chile, Cuba, El Salvador, Nicaragua y Uruguay, el producto nacional se desplomó en rangos del 20,7% al 54,8%.
Quince de 17 países sufrieron contracciones del producto, a excepción de Colombia y Ecuador, por lo que las transformaciones políticas no tardaron.
Siguiendo el análisis del historiador británico Alan Knight, los cambios políticos de la época se podrían clasificar en tres categorías:
1. Constitucionales de gobierno.
2. Inconstitucionales de gobierno.
3. Inconstitucionales de régimen, que hace referencia a cambios en las reglas del juego político, es decir, en las leyes e instituciones.
Apenas dos países encajan en la primera categoría: Colombia y Costa Rica.
En Colombia, donde la crisis económica no hizo estragos, la elección del candidato liberal Olaya en 1930 puso fin a la hegemonía del partido conservador que estuvo en el poder desde 1880.
En Costa Rica, la también democrática victoria de Jiménez en 1932 significó el relevo el cambio del partido del gobierno, pues el poder pasó del Republicano al Nacional.
Los cambios inconstitucionales de gobierno fueron más frecuentes. En Bolivia, el militar Carlos Blanco derrocó al gobierno de Siles. En Brasil, Vargas asumió la presidencia por cuatro años tras tumbar a Luis Martins de Souza. En Cuba, Batista lideró la Revolución de los Sargentos que dio el golpe de Estado al general Machado, tras tres años de aguda contracción económica.
En Perú, el comandante Sánchez derrocó al presidente Leguía, también en medio de los meses más difíciles de la crisis económica. En Panamá, la insurrección civil promovida por Acción Comunal tumbó el gobierno de Arosemena.
En Chile, el régimen dictatorial de Ibáñez cedió paso al gobierno civil de Alessandri. En Argentina el cambio ocurrió en dirección contraria, dado que el gobierno democrático de Irigoyen sucumbió al golpe orquestado por el general Uriburu. En Uruguay, Terra se ingenió un autogolpe, y también virando hacia el autoritarismo cerró el Congreso y abolió la constitución.
En Centroamérica los cambios de régimen autoritario integraron elementos indigenistas y de mestizaje. El derrocamiento del presidente Palma y el ascenso al poder del general Ubico en Guatemala estuvieron mediados por el temor a la movilización popular indígena, ya probada en la rebelión maya K’iche’ de Totonicapán en 1930.
En Nicaragua, primero llegó la ineficiente ocupación militar de Estados Unidos que concluyó con la salida de los infantes de marina en 1933; entonces el presidente Sacasa quedó a merced del general Somoza, quien asesinó al líder del movimiento revolucionario indo-hispanista Augusto Sandino. Somosa aprovechó el malestar causado por la caída de 20% en el PIB, derrocó a Sacasa e instaló una dictadura hasta 1979.
En El Salvador, la agenda reformista de Arturo Araujo (elegido en 1931) fue truncada por el golpe del brigadier Martínez. La dictadura reprimió el levantamiento indígena y campesino que movilizó entre 5.000 y 7. 000 manifestantes en 1932 y acabó con el genocidio de unos mil indígenas.
En Honduras, el cambio de régimen fue precedido por un relevo constitucional de gobierno, pues en 1932, el candidato general Carias del partido Nacional le ganó al aspirante gobiernista del partido Liberal. Ya en la presidencia, Carias formó una dócil asamblea constituyente que lo reelegiría hasta 1949.
Ecuador fue una excepción, pues fue el único país que no fue golpeado por las convulsiones económicas y aún así sufrió inestabilidad política. Desde la renuncia del presidente Ayora en 1931, y en apenas tres años, sucedieron 14 golpes de Estado y una breve guerra civil.
México fue otro caso atípico. Pese a padecer caídas marcadas del PIB, el Partido Revolucionario Institucional se mantuvo en el poder con Cárdenas como sucesor de Rodríguez en 1932.
Recesión y guerras limítrofes
Precisamente en estos años de crisis económica se desataron dos de las cuatro guerras internacionales que la región sufrió en el siglo pasado.
La primera fue entre Colombia y Perú por disputas territoriales en la frontera amazónica (1932-33). La segunda fue la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-35), también debido a diferencias limítrofes alrededor del Chaco Boreal.
Más allá de las magnitudes de cada conflicto, lo que es notable es que dichos conflictos fueron consecuencia del creciente nacionalismo. El patriotismo fue la respuesta deliberada a la crisis de algunos gobiernos, así como de la necesidad de hallar chivos expiatorios foráneos a los males internos.
En el caso de República Dominicana, el chivo expiatorio fueron los haitianos. Después del golpe de Estado de Trujillo en 1930, el antihaitianismo fue impulsado por el Estado, que inculpó a los inmigrantes que trabajaban en la zafra azucarera por las “patologías sociales” que acechaban al país. El gobierno de Trujillo llevó a cabo la operación militar que dejó un saldo de casi 20 000 muertos.

Qué nos espera
Volviendo al presente, la crisis económica que ha causado la pandemia de la COVID-19 será histórica, Según CEPAL, las economías se contraerán en 2020 con excepción de Guyana; la cifra global es -9,1%. En Venezuela, Perú y Argentina la contracción será de dos dígitos.
Cuadro 3. América Latina: Proyección de la Tasa de Variación del PIB, 2020.

Por lo tanto, ¿qué debemos esperar políticamente de los efectos económicos de la pandemia?
El repaso histórico abre varios caminos:
• Se esperan cambios de gobierno constitucionales mediante el ejercicio de la democracia electoral. Al igual que en el pasado, no se prevé un sesgo ideológico hacia la izquierda o hacia la derecha. Probablemente, la principal característica será el relevo del partido que actualmente está en el gobierno.
Este año habrá elecciones presidenciales en Bolivia. El próximo año el turno será para Perú y Chile; y en 2022 lo harán Brasil, Colombia, Costa Rica, Paraguay y Venezuela.
• Es posible que ocurran cambios de régimen. En el caso de Venezuela, esto significa una posible redemocratización.
• Finalmente; es posible que renazcan fricciones internacionales y brotes xenofóbicos, así como represión estatal, y medidas que agiten pasiones nacionalistas en medio de la pandemia.
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