Un análisis incisivo de cómo se divulgó y se recibió la noticia sobre la muerte de “Jojoy” y de lo que muestra este episodio sobre nuestra violencia.
Medófilo Medina *
Celebración de la muerte violenta
Un lacónico comentario en El Tiempo: "¡Sodoma! Así bautizaron las Fuerzas Armadas la operación en la que murió el Mono Jojoy. La llamaron así porque, según dijeron, iban a atacar el corazón de la maldad en Colombia". También en un recuadro se llamó la atención "sobre los chistes y los comentarios sarcásticos relacionados con la muerte del jefe de las FARC" en Twitter. Y a renglón seguido se insertó una nota edificante: "…mientras que otros expresaron su solidaridad por la muerte de Sasha, la perrita que murió durante el bombardeo en la operación Sodoma".
Una extraña jerarquía de sentimientos y valores. Antes de darle la vuelta a esta nueva página de la evolución del conflicto interno en Colombia es necesario leer de nuevo las noticias, las informaciones, las imágenes que pusieron a circular los medios de comunicación en el mundo y en el país.
La exhibición una y otra vez del cuerpo ensangrentado, las tomas en primer plano de un rostro deformado, el cuello hinchado a punto de reventar, ¿son acaso los recursos iconográficos de la celebración procaz y revanchista de la muerte violenta? ¿Por qué en estos casos no se impone una elemental dignidad civilizada? ¿No median siglos entre los tiempos que corren y aquellos cuando, en picotas, se exponían a la entrada de las ciudades los miembros de los que habían sido descuartizados?
Una guerra ruinosa
Las cifras de la operación del 22, 23 de septiembre son dicientes:
- Treinta aviones supertucano;
- Quince helicópteros del Ejército y de la FAC;
- Catorce helicópteros Black Hawk de la Policía;
- Seiscientos hombres que descienden sobre el lugar preciso en el sitio conocido como La Escalera;
- Cincuenta bombas "inteligentes" de 250 kilogramos suministradas por la "generosidad gringa";
- Siete mil hombres que conformaron un gigantesco anillo para "…impedir ayuda de otros frentes".
Se trata de una impresionante máquina de guerra. ¿A qué suma llegó el presupuesto que se debió gastar en las 24 horas que duró la parte culminante de la operación? ¿Cuánto se invirtió en la larga preparación de las formaciones militares masivas y de élite que intervinieron en ella?
Esta especie de corte transversal que fue la "Operación Sodoma" permite asomarse por un momento a las profundas oquedades de una guerra ruinosa en un país abrumado por altas tasas de pobreza, desigualdad y desempleo. Confrontación posible gracias a los recursos del narcotráfico y a un gasto militar cuyas estimaciones fluctúan entre el 4 y el 6,32 por ciento del PIB.
¿En dónde está, oh muerte, tu victoria?
Pero la "Operación Sodoma" se libró en el corazón de una zona de incalculable potencial económico, por la cual pasan las coordenadas de varios megaproyectos. Ese factor explica en no despreciable medida las prioridades militares. Se trata, además, de una región de inmensa significación ecológica por la Serranía de la Macarena ya de por sí devastada por la colonización y por la erradicación química de los cultivos ilícitos.
La embriaguez que producen las victorias militares convierte en irrelevante o cándida cualquier pregunta que sugiera el sentido común. En tiempos de Felipe II se llevó a cabo una tala de bosques para la construcción de la Armada Invencible que de manera irreversible convirtió en eriales vastas extensiones de la Península Ibérica. En la España del siglo XVI la sociedad no poseía el conocimiento que permitiera plantearse de manera competente los interrogantes e hipótesis sobre impacto ambiental. En nuestro tiempo es distinto. No es la insuficiencia técnica sino la obnubilación emocional o el chantaje moral los que impiden formular ciertas preguntas que comenzarían por aquel inquietante interrogante bíblico: ¿En dónde está oh muerte tu victoria?
¿Qué sigue a Sodoma?
Quizás un camino para saberlo sea el de repasar las declaraciones con que se respondió a la noticia de la muerte del Mono Jojoy, empezando por las del gobierno.
En un tinglado internacional que pareciera buscado ex profeso, el presidente Santos ponderó con desbordado entusiasmo el hecho y concluyó su alocución a los colombianos grabada en Nueva York con la sentencia perentoria a los dirigentes de las FARC: "¡Vamos por ustedes! ¡No ahorraremos esfuerzo alguno y ustedes saben que sabemos cumplir!"
Por su parte el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera le espetó a Cano: "Entréguese, desmovilícese".
Los políticos, comenzando por los ex presidentes César Gaviria, Pastrana Arango, Ernesto Samper, y los políticos, desde Rafael Pardo hasta Petro, no dieron cabida a expresión alguna a favor de la solución política ni a la negociación. El último encontró la manera de elogiar a Santos en nombre de la oposición: "Hay que decirlo con todas las letras: el gobierno de Santos superó militarmente en dos meses los ocho años de gobierno de Uribe".
Tal postura no sería objetable si no fuera porque ha sido un lugar común de las fuerzas políticas alternativas el compromiso con una salida política al conflicto interno.
Ahora bien, ciertamente hubo matices, inclusive dentro del gobierno. Como bordeando abismos y después de esbozar toda suerte de condiciones a las guerrillas, el vicepresidente Angelino Garzón se permitió añadir que el gobierno "tendría toda la generosidad de construir escenarios de paz, perdón y reconciliación".
Pero fue una mujer quien hizo las más valerosas declaraciones dado el ambiente de exaltación bélica: "Ya es el momento de parar el baño de sangre que ha enlutado la vida del país, dejando miles de hogares destruidos, mujeres viudas y huérfanos. Con la muerte de este líder de la guerrilla se abre una nueva opción hacia la paz". Fueron las palabras pronunciadas el 23 de septiembre por Alexandra Moreno, senadora del movimiento Mira.
Voces de afuera
No deja de llamar la atención que personajes ubicados más allá de la escena colombiana, aún los comprometidos radicalmente en la forma como la Seguridad Democrática y las Fuerzas Armadas conducen la guerra, no se dejaron llevar al cenagoso terreno emocional de la revancha y marcaron un cierto contraste con el discurso nacional.
Se lee en El Tiempo del 24 de septiembre: "Tras felicitar a Colombia, el subsecretario de Defensa para el Hemisferio Occidental, Frank Mora, le dijo a El Tiempo que la muerte de Jojoy debe ayudar al país a encontrar una solución política al conflicto armado y social".
Por su parte José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, sostuvo: "A partir de este hecho las FARC se deben convencer de que el camino armado que transitan se va cerrando cada vez más, y que liberar a los rehenes es paso previo a un proceso de diálogo y negociación"
Sancionar los discursos de paz
Por su parte el Secretariado de las FARC en el llamamiento del 25 de septiembre reiteró pasajes de su discurso típico: "En un instante como el actual, con profunda emoción y plenas convicciones, el Secretariado, el Estado Mayor y la guerrillerada reiteramos nuestra fidelidad a la causa de las FARC-EP, firmeza con sus principios revolucionarios y bolivarianos de Independencia, justicia, dignidad y cambio, banderas que jamás arriaremos!". Y luego, sin solución de continuidad, como cerrando un informe burocrático prosigue: "Informamos que el Comandante Pastor Alape es el nuevo integrante pleno del Secretariado del Estado Mayor Central. También que el Bloque Oriental se llamará a partir de hoy "Bloque Comandante Jorge Briceño, que continuará sus planes bajo el mando del Comandante Mauricio Jaramillo".
El procurador Alejandro Ordoñez puso la coda a la pieza guerrera marcial a que ha estado expuesta la opinión pública desde el 23 de septiembre, con la sanción disciplinaria a la senadora Piedad Córdoba. También aquí la notificación es clara: los discursos de paz, los planteamientos sobre intercambio humanitario son judicializables. ¡El delirio de la guerra es redondo!
Perspectiva realista y alternativa deseable
Si se prolonga el sistema de coordenadas y no se identifican variables que obren en otra dirección, lo previsible es que el conflicto interno se prolongará por largos años. Con él se profundizará la degradación de la guerra.
En el sector oficial, aparecerán nuevas modalidades en la práctica de las ejecuciones extrajudiciales por parte de la fuerza pública, se mantendrá la persecución a los líderes de los desplazados y a los activistas de Derechos Humanos, y se organizarán nuevos mercados de las armas oficiales para las organizaciones ilegales.
En la guerrilla continuará la violación a los Derechos Humanos, el involucramiento de la población civil en las corrientes de la guerra, la incorporación de menores a las filas de los combatientes, y el incremento de las purgas y de las condenas a muerte de "sapos" e "infiltrados".
Y el sistema político en su conjunto fortalecerá las pautas de militarización, autoritarismo e intransigencia. ¿Cómo esperar otra cosa mientras la guerra sea funcional a la gobernabilidad y mientras sean los eventos de muerte los que mantengan las altas tasas de favorabilidad de gobernantes y funcionarios?
Sólo un fuerte movimiento por la paz, de la más amplia base social podría abrir alternativas y estaría quizás en condiciones de convencer al establecimiento de que la mejor manera de consolidar victorias innegables es el de la afirmación soberana y democrática de un cambio de rumbo. Quizá esos sectores estén en condiciones de hablar de manera convincente a las organizaciones guerrilleras acudiendo a la argumentación política y no a la retórica revanchista de las conminaciones.
¡Esa criatura del averno!
A lo largo de la vida adulta de Víctor Julio Suárez Rojas "Jorge Briceño" o "El Mono Jojoy" las autoridades, las Fuerzas Armadas, los medios de comunicación y sus víctimas, construyeron una imagen completamente demoníaca del personaje. Esa construcción de criatura del averno, de la quinta esencia de la maldad, se ha reforzado luego de su muerte. Por supuesto, yo no propondría la deconstrucción del monstruo para dar paso al diseño de un icono apropiado a la construcción del edificio revolucionario. Simplemente llamaría a contextualizar al personaje en las circunstancias de tiempo y lugar en las que vivió y actuó.
Jojoy nació el 2 de enero de 1951 en el municipio de Cabrera. El año de 1951 fue uno de los más duros de la violencia que vivió el país entre 1946 y 1964. En 1950 el número de víctimas fue de 50.253 en todo el país. La región donde nació Víctor Julio Suárez Rojas, Sumapaz y el Oriente del Tolima, fue un escenario de cruda violencia durante el mismo período.
El padre de Jojoy fue uno de los primeros en huir y luego se enroló en los grupos de autodefensa. Al niño la violencia se le vino encima. El campo para la elección racional, si es que lo tuvo, fue excesivamente estrecho. Luego no conocería tregua y tampoco la daría. ¿Un guerrero irracional? Si hubiera sido esa su característica no hubiera comandado los golpes espectaculares que asestó a las fuerzas militares desde mediados de los años noventa.
Como nadie después de Marulanda, Jojoy encarnaría y llevaría a cabo el viraje que dieron las FARC a raíz de la VII conferencia en 1982. ¿Descartaba él cualquier perspectiva de acuerdo en un escenario de derrota militar? Cuando el proceso del Caguán vivía sus últimos días declaró: "Ahora pasarán algunos años y volveremos para solicitar varios departamentos o simplemente para ir a salvar lo que quede de nosotros, sentados a la mesa en algún pueblito de Alemania".
Un trazado de vías hacia la paz debe incorporar un ejercicio de reconstrucción y nueva contextualización de los fantasmas.
*Cofundador de Razón Pública. Para ver el perfil del autor, haga clic aquí.