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La movilización social como arma de los poderosos

Escrito por Javier Revelo

Movilizaciones en Bogotá tras la pérdida del SÍ, en el plebiscito.
 

Javier ReveloEste libro muestra que la movilización social no necesariamente representa el descontento social, sino que puede ser una herramienta de las élites económicas para defender sus intereses. Y esto vale también para Colombia.

Javier Revelo Rebolledo*

Weapons of the Wealthy. Predatory Regimes and Elite-Led Protests in Central Asia
Scott Radnitz
Cornell University Press
2010

Movilización y descontento

Durante el último año el presidente Santos ha tenido que enfrentar movilizaciones y manifestaciones políticas que han paralizado el país por completo.

Al paro camionero pronto se sumaron la marcha en contra de las cartillas antidiscriminación del Ministerio de Educación y el triunfo del No en el plebiscito del 2 de octubre.

A muchos nos sorprendió la magnitud de estas movilizaciones porque solemos pensar erróneamente que la participación directa y la movilización social no solo son expresiones genuinas del descontento social, sino también herramientas políticas encaminadas a promover un país más incluyente y en paz. Queremos creer que la movilización es el arma de los débiles.

Sin embargo, esto no siempre es así, ya que la movilización también puede estar al servicio de los poderosos y adinerados, como lo muestra Scott Radnitz en su libro Las armas de los ricos (The Weapons of the Wealthy). Según él, la movilización social también puede ser una muestra de la capacidad que tienen las élites económicas para movilizar a sus bases cuando ven amenazados sus intereses.

Aquí presento los planteamientos centrales del libro, así como algunas preguntas e ideas para comprender las movilizaciones del último año.

Las armas de los ricos

Marcha de Santos
Foto: OP Cancillería

Radnitz plantea que la movilización social puede ser utilizada por los poderosos para defender sus intereses. Esto es posible gracias a un tipo particular de clientelismo: el “clientelismo subversivo”. El autor define este tipo de clientelismo como la capacidad que tienen las élites económicas para movilizar a los ciudadanos por medio de vínculos clientelares. Pero, ¿en qué consiste el intercambio y cuáles son sus condiciones de posibilidad y sus detonantes?

Como en toda relación clientelar, en el clientelismo subversivo las élites reciben apoyo político a cambio de favores y dádivas: empleos, contratos, y acceso a bienes y servicios. A diferencia del clientelismo tradicional, en el clientelismo de tipo subversivo los ciudadanos pagan el favor con un apoyo político que se manifiesta no solo en las urnas, sino también –en casos extremos– en las calles.

Las élites económicas invierten su fortuna personal y su capital simbólico en el cultivo de una base de apoyo político.

Son dos las condiciones de posibilidad de clientelismo subversivo. Primero, es necesario que el Estado no provea los bienes y servicios básicos que la ciudadanía y las comunidades necesitan. De este modo, las élites económicas aprovechan el abandono para sustituir al Estado y hacer algunas de las tareas que le corresponden a este. Invierten su fortuna personal y su capital simbólico en el cultivo de una base de apoyo político.

En segundo lugar, es necesario que el Estado no sea la única fuente de riqueza, es decir, que las élites económicas sean relativamente autónomas con respecto al Estado. Si el Estado controla toda la riqueza, las élites económicas dependen del poder político para mantener su patrimonio o logran convertirse en élites solo si pueden controlar al Estado. Por lo tanto, sin independencia económica no es posible la oposición política ni el clientelismo subversivo.

Plantea el autor que la relación entre el Estado y el mercado es la diferencia central entre Kirguistán y Uzbekistán. En el primer caso las élites económicas fueron capaces de derrocar al régimen político en 2005, en la llamada revolución de los tulipanes, porque su riqueza no dependía del Estado. Esto sería imposible en un país como Uzbekistán, en donde la riqueza depende del Estado y las libertades políticas están muy limitadas.

El detonante principal del clientelismo subversivo es el desafío del Estado a los intereses principales de los poderosos y adinerados, quienes pueden y quieren defenderse movilizando sus bases de apoyo. Las revueltas en contra de nuevos impuestos son un buen ejemplo de los desafíos que las élites están interesadas en resistir.

La movilización social subordinada a los intereses de las élites es incapaz de promover transformaciones profundas.

El libro cierra con la siguiente conclusión: la movilización social subordinada a los intereses de las élites es incapaz de promover transformaciones profundas porque las élites suelen abandonar a sus bases luego de que sus intereses han sido protegidos.

¿Clientelismo subversivo en Colombia?

Scott Radnitz, escritor de Weapons of wealthy.
Scott Radnitz, escritor de Weapons of wealthy. 
Foto: University of Washington

Este libro es una importante e interesante fuente para comprender las complejidades de las movilizaciones sociales recientes en Colombia. Esto al menos por cuatro razones:

  • Una visión escéptica –¿o realista?– de la movilización social es útil para poner en entredicho el idealismo democrático que suele acompañar a las distintas formas de participación directa. La ciudadanía no siempre se moviliza por sí misma ni lo hace para defender sus propios intereses. Por eso la movilización puede mostrar o bien el descontento social o bien la capacidad de las élites para movilizar a su gente.
  • El libro también es útil para plantear algunas preguntas e hipótesis sobre el papel de las élites económicas en las movilizaciones recientes en Colombia. Por ejemplo, ¿quién está asumiendo los costos de estas movilizaciones en materia de planeación, organización, transporte y alimentación?

Esta pregunta, difícil de responder, tiene una respuesta fundamentalmente empírica. Por el momento, se podría plantear la siguiente hipótesis: las movilizaciones del último año muestran más la capacidad movilizadora de las élites económicas que el descontento social. El hecho de que ocurran en las ciudades capitales de las regiones más integradas es un buen indicio de la importancia de la independencia económica de las élites para promover movilizaciones en oposición al gobierno.

  • Así como es inconveniente suponer que toda movilización es una muestra del descontento social, también es equivocado plantear que solo son genuinas aquellas movilizaciones que están en sintonía con lo que pensamos. Por eso es necesario tomar con mucha seriedad el estudio del grado de autonomía o de subordinación de las movilizaciones del último año en Colombia.
  • La mirada escéptica del libro también puede ser muy útil para abordar no solo el estudio de las movilizaciones promovidas por la oposición política de derecha, sino también de aquellas que promueve la izquierda. No es irracional pensar, por ejemplo, que en las marchas en contra del libre comercio la élite industrial nacional ha jugado un papel importante.

En conclusión, la movilización social puede ser también un arma de los poderosos y de los adinerados, lo cual podría dar pistas cruciales para comprender la creciente fascinación de la derecha colombiana por la acción política directa.

 

* Candidato a doctor en ciencia política de la Universidad de Pennsylvania.
@jerevelor 

 

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