La lucha por la tierra: de lo ideológico a lo económico - Razón Pública
Inicio TemasConflicto, Drogas y Paz La lucha por la tierra: de lo ideológico a lo económico

La lucha por la tierra: de lo ideológico a lo económico

Escrito por Enrique Herrera

Actuales procesos de paz en Colombia, bajo el mandato de Juan Manuel Santos.

Enrique_HerreraComo se ve con las Zidres o con las Zonas de Reserva Campesina, el debate por la tierra en Colombia se plantea en los términos de hace más de cincuenta años. Es hora de pensar en las verdades del siglo XXI para elevar la productividad del campo.   

Enrique Herrera Araújo*

Campo de batalla

La tierra rural es el nuevo tinglado ideológico donde se baten la izquierda y la derecha de hoy en Colombia.

Allí se encuentra la zona de combate donde se jugaron (y volverán a jugarse este domingo) los acuerdos de La Habana, su “implementación” y buena parte de la política y de las próximas elecciones presidenciales. También allí va a definirse el papel de la Corte Constitucional, con la demanda en curso sobre las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social (Zidres).

La situación es riesgosa porque podemos quedar atrapados en las eternas discusiones sobre el estancamiento del mundo rural y en movilizaciones sociales de uno y otro bando. Y es peligrosa porque puede traer muertes, desplazamiento y nuevas violencias, puesto que no se trata solo de la tierra sino de algo más complejo: el territorio y el control territorial, su aparato de producción y localización estratégica. Es decir, estamos hablando de instrumentos de poder.

A propósito de la congelación prolongada de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el presidente Obama dijo en la pasada Cumbre de las Américas en Panamá que la Guerra Fría había llegado a su fin hacía mucho tiempo, y que él no era prisionero del pasado ni de la ideología y por eso le apostaba a los resultados, al progreso y al pragmatismo.

Colombia está muy lejos de seguir el ejemplo, pero este es el camino que debemos recorrer. En materia de tierras seguimos en los años sesenta, en la Guerra Fría, atrapados por las ideologías, los egos y los odios. Con esta actitud condenamos al atraso a la Colombia rural, apartada y periférica, y fracturamos el territorio nacional al crear nuevos guetos, enclaves y aislamientos, sin entender que el desarrollo rural es multidimensional, con encadenamientos y alianzas.

En el siglo XXI todo hay que interconectarlo, y más aún las políticas, ya sea a través de redes virtuales, físicas, institucionales o personales. Y esto es aun más necesario en aquellas zonas pobres aisladas y olvidadas por el Estado.

Las Zonas de Reserva Campesina

ZIDRES, proyecto de ley que busca crear Zonas de Interés de Desarrollo Rural y Económico.
ZIDRES, proyecto de ley que busca crear Zonas de Interés de Desarrollo Rural y Económico. 
Foto: Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural

Por ejemplo las Zonas de Reserva Campesina (ZRC) están en el centro del ring ideológico porque un sector no entiende que el mundo está hoy interconectado, y es interdependiente, diverso y muy competitivo. Por lo tanto deben existir distintos tipos de agriculturas, desde la familiar hasta la agroindustrial y no necesariamente en distintas áreas (como pretenden hacerlo las ZRC, que solo fomentan la economía campesina). Sin vasos comunicantes.

Para comprobarlo basta revisar las ZRC de Bajo Cuembí y Comandante en Putumayo; o la de Morales y Arenal en Bolívar; o la de Guaviare en Guaviare; o la de la cuenca de Río Pato y Valle de Balsillas en Caquetá. O las siete que ya tienen resolución administrativa de inicio del procedimiento de constitución en áreas estratégicas del país y que suman casi un millón doscientas mil hectáreas. Y esto sin contar las 10 solicitudes que estaban en 2014 en el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) sin resolución de inicio.

Deben existir distintos tipos de agriculturas, desde la familiar hasta la agroindustrial.

Es hora de evaluar esta figura, analizar sus resultados, ajustarla a los tiempos y situaciones actuales y decidir si es el mejor instrumento de desarrollo de la economía rural campesina. Su creación se dio hace 22 años, con la Ley 160 de 1994, y su reglamentación data de hace 20 años, a través del Decreto 1777 de 1996. Los criterios y procedimiento para seleccionar una zona y delimitarla están consignados en el Acuerdo 024 de 1996 del extinto Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (Incora).

Pero el mundo ha cambiado mucho desde entonces. Por ejemplo las nuevas tecnologías han provocado nuevas dinámicas del mercado (compras por internet), novísimos tipos de negocios y empresas (Uber, Airbnv, Netflix, etc), así como el cambio en las relaciones proveedor-consumidor, que ahora implican cada vez más conocimiento, información, innovación y tecnología en la producción agropecuaria. Además necesitamos apropiar y aprovechar las nuevas TICS y adoptar modelos de negocios integradores que fomenten la inversión a grande y a pequeña escala. Las nuevas tecnologías tienen la portentosa capacidad de trazar nuevos futuros y borrar el pasado en un instante y para ello solo basta recordar a Kodak o a Blackberry.

La clave está en estructurar nuevos modelos de negocios en el agro, los cuales deben ser incluyentes, inclusivos y rentables. En este sentido, las ZRC, las Zidres y la política pública deben establecer reglas de juego claras y permitir la relación de ayuda y apoyo mutuo entre las personas y las entidades.

Las ZRC deben hacer posible el desarrollo de proyectos productivos empresariales y promover la asociatividad vertical, la agregación de valor, el encadenamiento y los procesos de transformación para no acabar condenándolas a la subsistencia y a la pobreza.

El problema de las Zidres

Encuentro Nacional para las Zonas de Reserva Campesina
Encuentro Nacional para las Zonas de Reserva Campesina
Foto: Agencia Prensa Rural

Estas zonas están en la otra orilla de este tinglando ideológico de más de dos esquinas. Debo decir que no tengo mucha fe en estas Zonas (para no hablar por ahora del Fondo de Tierras ni del punto 1 del Acuerdo de La Habana sobre Reforma Rural Integral, ni de los terrenos baldíos, que en su inmensa mayoría ya están ocupados). Tierrita para repartir habrá poca, muy poca.

Sobre las Zidres se afirma, como lo hizo la organización Dejustica en la pasada audiencia pública en la Corte Constitucional para escuchar las posiciones sobre la Ley 1776 de 2016 (de Zidres), que dicha Ley es regresiva para el campesino porque no le garantiza el derecho al acceso a la tierra y viola “los principios de descentralización administrativa, autonomía territorial y democracia participativa, ya que los procesos contemplados para la constitución de las Zidres y el desarrollo de los proyectos productivos no garantizan la participación real y efectiva de los entes territoriales y de las comunidades campesinas potencialmente afectadas”.

Además, el senador Jorge Robledo afirmó en la misma audiencia que: “si las Zidres pasan adelante tenemos el riesgo de que todo el territorio de la Altillanura quede en manos de magnates nacionales y extranjeros”. Y agregó que “El doctor Santos se está inmortalizando en aprobar la ley de tierras más conservadora de todos los tiempos en Colombia. La Constitución, además de decir que los baldíos que solo pueden ser de campesinos, dice claramente que esos baldíos solo pueden destinarse a la órbita de la economía familiar, cosa que cambiaría de aprobarse las Zidres”.

La clave está en estructurar nuevos modelos de negocios en el agro.

Así pues, el país está preso en medio de tensiones ideológicas por la tierra, lo cual no tiene más efectos que sembrar incertidumbre y alentar las inseguridades de diversa índole para agricultores y empresarios (pequeños y grandes) que piensen invertir en el agro.

Por eso y para adecuarse a los tiempos modernos, las Zidres deben permitir la incorporación del campesinado y pequeño agricultor a sus proyectos productivos, así como las Zonas de Reserva Campesina (ZRC) deben admitir en su jurisdicción los procesos agroindustriales.

Mientras tanto, el campo seguirá siendo víctima de la ideología. Y mientras las recomendaciones de la Misión Rural (un estudio completo, integral y responsable) siguen dormidas en los anaqueles, los esfuerzos se centrarán en el punto 1 del Acuerdo de La Habana, que tiene un enfoque estrecho y está lleno de buenas intenciones que serán difíciles de llevar a la práctica.

En la actualidad es necesario ser pragmático y construir modelos de negocios de suma positiva, en los que todos ganen y que disminuyan la desigualdad. Como sostiene el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz: la clave no es el tamaño de la torta sino cómo está repartida. Si hay desigualdad habrá mayor exclusión y esto aumentará los conflictos en Colombia.

En últimas, de lo que se trata es de elevar la calidad de vida de la población rural, de cerrar las brechas entre lo urbano y lo rural y de mejorar la rentabilidad de las actividades agrícolas.

 

Abogado, especialista en desarrollo regional y magister artis en gestión pública. Experto en tierras, desarrollo rural y asesor en Posconflicto.
twitter1-1@enriqueha

 

Artículos Relacionados

Dejar un comentario

*Al usar este formulario de comentarios, usted acepta el almacenamiento y manejo de sus datos por este sitio web, según nuestro Aviso de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Leer políticas Aceptar

Política de privacidad y cookies