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La izquierda tras las elecciones de 2018

Escrito por Daniel García
Antanas Mockus y Ángela Robledo.

Daniel Garcia¿Se consolidará la oposición? ¿Será posible la unión entre la izquierda y el centro?

Daniel García-Peña*

Un año histórico

Carlos Gaviria y Patricia Lara obtuvieron 2,6 millones de votos en las elecciones presidenciales del 2006,  y así impusieron el récord para una candidatura de izquierda en Colombia.

Pues esta vez Gustavo Petro y Ángela María Robledo superaron con creces esa cifra, tanto en la consulta del 11 de marzo como en la primera vuelta, llegando a triplicarla al obtener ocho millones de votos en segunda vuelta.

Paradójicamente este avance se dio en medio de la dispersión de los partidos de izquierda. Pero esa misma dispersión permitió la emergencia de nuevas formas de organización y acción política, además de mejorar la capacidad de articulación con otros sectores progresistas e independientes.

Pero 2018 no sólo fue histórico para la izquierda. El otro ganador indiscutible fue el llamado “centro”: los 4,6 millones de Sergio Fajardo y Claudia López en la primera vuelta superaron las votaciones de la Ola Verde de 2010 (3,1 millones en la primera y 3,5 millones en la segunda). Y si se suman los 400 mil votos de Humberto De La Calle y Clara López, en la primera vuelta fueron 5 millones de votos para el “centro”.

Pero el dato más significativo de esa primera vuelta fue que entre la izquierda y el centro se lograron 9, 8 millones, es decir el 51 por ciento. ¡Histórico! Y sin embargo la segunda vuelta demostró que esos avances no alcanzaron para ganar la Presidencia.

¿Cómo se repartió el centro?

Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo y Claudia López.
Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo y Claudia López.
Foto: Twitter- Sergio Fajardo

Aunque no podemos saber a ciencia cierta quién voto por quién, es posible realizar un estimativo bastante cercano a la realidad.

Parto aquí del supuesto de que todos los que votaron por Duque, Petro o en blanco en la primera vuelta, volvieron a votar por Duque, Petro o en blanco respectivamente en la segunda. A esto agrego el supuesto de que todos los que votaron por Vargas Lleras en primera vuelta votaron por Duque en la segunda.

Así las cosas, resultaría que los 5 millones de votos del centro se repartieron así: 3,2 millones para Petro, 1,4 millones para Duque y 400 mil para el voto el blanco. Es decir, 64 por ciento para Petro, 28 por ciento para Duque y ocho por ciento para el voto en blanco.

Es significativo que cerca de dos tercios de los votantes del centro votaran por Petro—seguramente influenciados por el apoyo de Mockus y Claudia López—permitiendo el espectacular salto que tuvo de primera a segunda vuelta.

Es probable que muchos votaran por miedo a Uribe, así como muchos de los que votaron por Duque lo hicieron por miedo a Petro. Por otra parte, la decisión de Fajardo, De La Calle y Robledo de votar en blanco tuvo muy poca acogida entre sus electores.

Le interesa: Duque y Fajardo: las paradojas del extremo centro

Unir fuerzas

Pero más allá de sumas y restas, la gran novedad fue la creciente relación entre la izquierda y el centro. Por diferentes canales y diversos motivos, a lo largo de la campaña la izquierda buscó al centro y el centro buscó a la izquierda:

  • Por un lado convergieron tres fuerzas muy disímiles para trabajar juntas contra la corrupción: Compromiso Ciudadano, el Partido Verde y el Polo Democrático Alternativo integraron la Coalición Colombia, lo cual significó para Fajardo y los Verdes un giro hacia la izquierda y para el Polo un gesto hacia el centro.
  • Por otro lado –y aunque insistieron en tildarlo de “castrochavista”- el programa de Colombia Humana, más que radical o extremista, invocó la tradición liberal de corte social demócrata.

Eso no quiere decir que hayan desaparecido las diferencias entre lo que llamamos centro e izquierda. Pero las pasadas elecciones mostraron claramente que las diferencias no son tan profundas y son menores que las coincidencias.

Pero 2018 no sólo fue histórico para la izquierda. El otro ganador indiscutible fue el llamado “centro”.

Por lo menos dos temas los han unido y los obligarán a seguir trabajando juntos: la defensa de los acuerdos de paz y la lucha contra la corrupción. A eso, ahora se le suma oposición a Duque.

Buena parte del futuro de la izquierda y del centro está relacionados con la capacidad de articularse entre sí, sin perder sus propias identidades, pero uniendo esfuerzos en lo fundamental, quizás evolucionando hacia un proyecto común de centroizquierda.

¿Líder de la oposición?

Gustavo Petro en elecciones presidenciales.
Gustavo Petro en elecciones presidenciales.
Foto: Twitter- Gustavo Petro

El proceso electoral también confirmó que los liderazgos individuales siguen teniendo peso en la política colombiana.

Aunque son figuras muy distintas, en estilo y en sustancia, tanto Petro como Fajardo han construido liderazgos en torno a sí mismos: los dos se presentaron por firmas, ambos carecen de partidos propios y ambos dependieron más de voluntarios jóvenes que de maquinarias u organizaciones rígidas.

Sin duda, el fenómeno Petro superó todas las expectativas:

  • Brilló en los debates.
  • Despertó un entusiasmo inusitado, particularmente entre los jóvenes.
  • Revivió la plaza pública como escenario de agitación electoral y sobre todo de pedagogía política, cuando aprovechaba los discursos largos para explicar y profundizar sus propuestas y programas, convirtiendo a cada asistente en un multiplicador de su mensaje.

Pero, así como su lucidez sedujo a muchos y produjo gran fervor entre sus seguidores, también ocasionó grandes miedos y sentimientos en contra, como él mismo lo reconoció en una entrevista: “entre más crezco, más crece Duque”.

Es innegable que el liderazgo de Petro aumentó de manera sustancial y esto le otorga un lugar especial en la oposición al gobierno de Duque. Además, lo favorece la decisión de Fajardo de autoexcluirse, decisión que con el tiempo sabremos si es reconsiderada.

Petro retornará al senado, donde se lució hace unos años, pero ahora lo hará en una condición muy distinta. Una cosa es ser líder y otra ser jefe. Pese a los 8 millones de votos será un senador más, junto con otros pesos pesados como Mockus, Robledo, Iván Cepeda o Angélica Lozano, entre otros, con los cuales habrá que acordar unas reglas colectivas.

De todas maneras, el Congreso será un escenario privilegiado para seguir tejiendo las relaciones entre la izquierda y el centro. Aunque siguen siendo minoría, se trata de la “bancada” más grande de los últimos 70 años para los sectores progresistas y alternativos:

  • En el Senado, habrá 15 de Coalición Colombia, cinco de Colombia Humana (incluyendo a Petro), cinco de FARC y dos de partidos indígenas, para un total de 27 de 107.
  • En la Cámara de Representantes, habrá 11 de Coalición Colombia, tres de Colombia Humana (incluyendo a Ángela María Robledo), cinco de FARC y dos indígenas, para un total de 21 de 167.

¿Qué viene?

  1. Según el Estatuto de la Oposición, la primera decisión que deberá tomar cada partido es si se declara a favor, en oposición o independiente del gobierno.
  2. Por otra parte, se deberá replantear la relación con el partido FARC. Desde su constitución como nuevo partido y durante toda la campaña, tanto la izquierda como el centro marcaron sus distancias preocupados por los cálculos electorales. Ahora es otro el escenario.

Se necesita construir la bancada más numerosa posible y ante las grandes dificultades que afronta el proceso de paz, es fundamental rodear la presencia del FARC en el Congreso como elemento central de los acuerdos.

  1. Un próximo escenario para fortalecer el trabajo conjunto será el referendo anticorrupción, que se realizará pocos días después de la posesión de Duque.
  2. Las elecciones cambiaron el mapa político. Mientras que Duque arrasó en Antioquia, Eje Cafetero, los Santanderes y los Llanos, Petro predominó en toda la costa Pacífica y suroccidente, en el Atlántico, y Bogotá; así como en 13 capitales departamentales, entre ellas Cali, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta y Tunja.

Por su parte, en primera vuelta, Fajardo logró ganar en ciudades como Pereira, Manizales y Armenia. Esto constituye un reto muy grande hacia las elecciones regionales del año entrante, en las cuales estará en juego la posibilidad de mantener ciertos niveles de coordinación entre las diversas fuerzas que lograron el 51 por ciento en la primera vuelta.

Petro retornará al senado, donde se lució hace unos años, pero ahora lo hará en una condición muy distinta. Una cosa es ser líder y otra ser jefe.
  1. Otra variable fundamental de esta nueva etapa será la movilización social, que en parte depende del talante del gobierno de Duque pero que constituye un espacio legítimo de protesta pacífica.

El carácter histórico del 2018 para la izquierda colombiana y todo el espectro progresista y alternativo va más allá de las votaciones. Los programas y las propuestas tuvieron un gran  impacto sobre el debate electoral y la agenda nacional que, por primera vez, trataron asuntos como el cambio climático, el modelo extractivista, la educación y la salud: temas antes ignorados y que el propio Duque tuvo que incluir en su discurso.

En gran parte, esto se debe al hecho de haber sido las primeras elecciones realizadas después de los acuerdos con las FARC y las negociaciones con el ELN en medio de un cese al fuego unilateral. No solo fueron las elecciones más pacíficas, sino que permitieron aflorar nuevas expresiones, revitalizar las plazas y abordar en el debate público asuntos antes obnubilados por la guerra.

*Excomisionado de Paz y profesor de la Universidad Nacional de Colombia
@danielgarciapena

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