Un recuento de la vida y andanzas del capo colombiano capturado en Venezuela ejemplifica bien en qué consiste y cómo se producen estas carreras criminales, que seguirán repitiéndose mientras persistan las raíces socioculturales del tráfico de drogas
César Alarcón Gil*
Victoria pírrica
Maximiliano Bonilla Orozco, alias “Valenciano”, ha sido capturado en Venezuela. El traficante asociado con los grupos antioqueños se suma a una ya larga lista de lideres criminales que indefectiblemente han sido capturados o dados de baja por los esfuerzos de ciertos agentes gubernamentales. Pero si observamos el fenómeno del narcotráfico con mayor amplitud, su captura no es más que una victoria pírrica aunque irrenunciable bajo los paradigmas dominantes.
En Colombia, los liderazgos delincuenciales se reciclan con una velocidad sorprendente, y las disputas por la supremacía son cada vez más violentas. La inestabilidad de lealtades y alianzas es una moneda de cambio frecuente. Las ganancias que alimentan la reproducción del fenómeno se mantienen, atrayendo no sólo a los traficantes sino a numerosos agentes sociales que entrecruzan indistintamente ambos limites del ordenamiento social: la legalidad y la ilegalidad.
la captura de ciertos líderes le siguen complejos períodos de inestabilidad que se expresan violentamente, tanto en el funcionamiento interno de la industria ilegal como en los sitios donde ésta se ejerce. En barrios específicos de la capital antioqueña esto ha sido particularmente visible. Se ha llegado a estigmatizar comunas enteras. El componente político del añejo conflicto armado suma a esta ecuación tanto a células de los diversos grupos guerrilleros como algunos elementos dentro de la heterogeneidad de grupos sucesores del paramilitarismo (BACRIM).
En el plano de la comercialización internacional de las drogas ilegales, los efectos de una captura como la de a. Valenciano son cuando mucho inciertos. Es probable que en un corto período posterior a la captura se reduzca el flujo de cocaína con dirección a Centroamérica, México, Estados Unidos y Europa. Pero no tendrá que pasar mucho tiempo para que este flujo se estabilice nuevamente, recuperando los niveles anteriores. Las mediciones siempre deben hacerse en períodos más extensos para poder verificar los impactos reales de estas detenciones. Los resultados no son nada halagadores.
El mercado siempre ha encontrado la forma de conectarse: se han redefinido patrones de funcionamiento y reconfigurado las alianzas entre los distintos grupos, tanto nacionales como internacionales de traficantes, que se adaptan a los cambios, evolucionan con las lógicas represivas. Pero el fenómeno se ha mantenido intacto en cuanto a su lógica estructural. Lo que se ha transformado son los eslabones de la cadena pero la existencia de ésta se mantiene íntegral retomar algunos episodios de la historia de vida de Alias Valenciano, reforzaré los argumentos anteriores, ilustrando cómo a pesar de la recurrencia de capturas de lideres criminales no se ha podido limitar la capacidad de reproducción tanto de los grupos como de las prácticas delincuenciales.
Infancia, juventud y socialización de las violencias
Nacido en Villavicencio en 1972, pero criado en el barrio Castilla de Medellín, Maximiliano Bonilla creció en un entorno donde los límites entre la legalidad y la ilegalidad han sido sumamente endebles. Sus primeros años transcurren entre la educación formal que recibió brevemente en el colegio y los condicionamientos que gradualmente fue recibiendo en el entorno sociocultural de un barrio complejo. Una sociedad antioqueña particularmente orientada hacia el lucro, con modelos de éxito atravesados por el dinero del narcotráfico, poco abonaron para que Bonilla decidiera transitar por un camino distinto. En medio de la guerra de Pablo Escobar contra el Estado, el padre de Bonilla es asesinado en 1985. Tenía 13 años. El punto de ruptura.
doptado por Diego Fernando Murillo Bejarano (alias Don Berna), comenzó un proceso de aprendizaje delincuencial que le llevó a despuntar rápidamente como sicario. La historia de ambos personajes se funde aunque la visibilidad y los espacios de acción de uno y otro fueron diferentes. Hacia 1988, con 16 años, aparece su primera reseña judicial. Con la evolución de la guerra, se uniría a los PEPES y de la misma manera estuvo relacionado con las bandas “Simón Bolívar” y “la Unión” que operaban en el sur de Medellín. Posteriormente llegaría a involucrarse con el grupo conocido como “Oficina de Envigado.” Corría la década de 1990.
“Con el sicariato no alcanza para vivir”
La consolidación regional de figuras como “Don Berna” necesita de operadores de diferentes tipos que garanticen la efectividad de sus actividades. Uno de los requisitos básicos es la confianza que se gana a través de constantes muestras simbólicas de lealtad dentro de un campo social particularmente inestable. Así, alias “Valenciano” percibe de cerca los procesos nacionales, regionales y locales de los que hizo parte el controvertido líder paramilitar en los primeros años de la década del 2000. El otrora sicario, evoluciona y se mantiene bajo la cobertura de diversos liderazgos criminales, como los de Daniel Mejía (a. Danielito), Carlos Mario Aguilar (a. Rogelio) y Leonardo Muñoz (a. Douglas).
Entre Medellín y la Costa Atlántica aprende a moverse por diferentes escenarios, que por la correlación de fuerzas locales puede inferirse que incluye a diferentes líderes paramilitares y a políticos regionales. Acumula más conocimientos en cuanto a la microfísica de las prácticas ilegales. Asimila los principios básicos de las negociaciones y opera sobre el terreno de algunas de las rutas más rentables. Examina las ventajas estratégicas que ofrece la comercialización a gran escala de drogas ilegales. La suma de estas lecciones será fundamental una vez que, iniciado el proceso de desmovilización paramilitar (2003 -2005) y producida la entrega de a. Don Berna (2005), “Valenciano” se consolide como una de las piezas más significativas la industria nacional de las drogas ilegales.
De la subordinación a la autonomía relativa
En tanto que los archipiélagos delincuenciales son campos de juego notablemente inestables y conflictivos (aunque no necesariamente violentos, el México del Partido Revolucionario Institucional, PRI mostró algo de ello), es importante entender que no basta con la voluntad de adquirir el liderazgo para obtenerlo. Se necesitan profundos reacomodos que eventualmente conduzcan al reconocimiento por parte de los diversos agentes involucrados: son procesos complejos y como tales requieren del transcurso del tiempo.
La consolidación de la figura de a. Valenciano estuvo mediada por una heterogeneidad de factores que produjeron los reacomodos antes mencionados. La imponente figura de a. Don Berna logró contener a muchos de los diversos actores ilegales involucrados a pesar de su encarcelamiento. La información disponible permite suponer que uno de sus principales operadores fue justamente a. Valenciano, aunque ni fue el único ni era el más aventajado en el escalafón de la criminalidad local. Sin embargo, la extradición del ex jefe paramilitar (2008) modificó la correlación de fuerzas en el campo de juego.
Sin la principal figura de contención, se quebrantó el esquema de lealtades que le sustentaba. Después de la captura y la entrega a la justicia de otros líderes del grupo de Envigado, a. Valenciano disputó a sangre y fuego el control de las rentas ilegales, así como de numerosos espacios de poder en la ciudad. Erikson Vargas a. Sebastián apareció como el principal opositor en el camino de A. Valenciano. En medio del combate, los índices de homicidios se elevaron vertiginosamente en Medellín. Según datos de Medicina Legal, de los 771 asesinatos ocurridos en 2007, se llegó a 2178 en 2009 y para 2010 el número fue 2019.
La victoria de a Sebastián fue clara en numerosos sectores de la ciudad. No obstante, no fue una victoria total puesto que las autoridades reportan que los grupos ilegales asociados con a. Valenciano mantuvieron el control de lugares estratégicos para el trasiego de drogas y armas. Al ver imposibilitado su triunfo en Medellín a. Valenciano se enfocó en el tráfico de drogas a gran escala. Entre sus proveedores encontramos a ciertos elementos del ELN.
Maximiliano Bonilla difícilmente sería una figura de las dimensiones de a. Don Berna pues la nueva correlación de fuerzas no lo permitiría. A. Valenciano ganó en autonomía pero esta fue bastante relativa. El grueso de sus ganancias no se produjeron en el terreno local sino en la articulación con los mercados externos.
Conexiones internacionales
La información dada a conocer por la Policía Nacional apunta a la existencia de complejas alianzas entre a. Valenciano y algunas organizaciones mexicanas dedicadas al tráfico de drogas. Se menciona concretamente al sanguinario grupo de los Zetas, cuyo origen puede rastrearse a la deserción de militares mexicanos de élite para la protección del entonces líder de la organización del Golfo (Tamaulipas, noreste de México), Osiel Cárdenas Guillen (1998 – 2007). La detención de Dionisio Jiménez Sinisterra a. El Negro, operador de a. Valenciano en Barranquilla (4 de marzo de 2010) proporcionó más información sobre la magnitud y el funcionamiento de estas coaliciones que tenían como puertos de enlace diversos países de Centroamérica.
Detención, reconfiguración, implicaciones
Visiblemente más delgado, con el cabello desordenado, anteojos, bigote y barba incipientes, comenzó a circular la fotografía la nueva fisonomía de a. Valenciano. Su reciente detención en Venezuela soluciona muy poco aunque ejemplifica mucho. Todas las señales apuntan a su extradición rumbo a Estados Unidos. Allá, con toda probabilidad las investigaciones avanzarán en cuanto al conocimiento de sus redes de apoyo internas y externas. Se desnudarán las relaciones políticas y policiales regionales que le permitieron trabajar. Más como ha ocurrido en otros casos, esa información difícilmente llegará a las instituciones colombianas de justicia y la explicación de muchos sucesos permanecerá en la oscuridad.
En la órbita interna, los reacomodos violentos son esperables sobre todo en los espacios donde los grupos afines a “Valenciano” son dominantes. Los mismos sectores estratégicos de Medellín para la salida de drogas y armas posiblemente entrarán en disputa. Esto mismo ocurrirá en algunas partes de la Costa Atlántica. Diversos agentes combatirán por la readaptación operativa de ciertas rutas. De la misma forma sus aliados internacionales buscarán a quien pueda hacerse responsable de estabilizar el flujo de las sustancias ilegales.
Mientras tanto las condiciones sociales que le dan forma a liderazgos delincuenciales como el de a. Valenciano se mantienen vigentes. A pesar de los esfuerzos gubernamentales en diferentes niveles, hay muchas historias similares. Con todo, las estrategias gubernamentales para recuperar los espacios públicos y reconstruir el tejido social deberán permanecer como política de Estado. Sin embargo, en tanto las ganancias del tráfico de drogas sean tan altas, los efectos de las capturas serán poco efectivas frente al entorno macro y a las condiciones de desigualdad y marginación social. Hay pues pocas razones para el optimismo. A la hidra le volverá a crecer la cabeza
* Maestro en Estudios México Estados Unidos de la Universidad Nacional Autónoma de México, y miembro de la Cátedra UNESCO sobre transformaciones políticas y sociales en materia de drogas ilegales.