El Informe de la Comisión de la Verdad es uno de los documentos más importantes para comprender al conflicto armado. Esta es la realidad que se reveló en su último capítulo.
Felipe Ortega*
Misión cumplida
La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición ha culminado con éxito el mandato que le fue impuesto en el Decreto 588 de 2017, entregando a la sociedad un informe compuesto por once capítulos que abordan el panorama de la guerra en Colombia y sus efectos diferenciales en niñas, jóvenes y adolescentes, así como en los pueblos étnicos y en la lógica social de diferentes territorios.
También incluyó los efectos diferenciales que tuvo la guerra sobre la vida y cuerpo de las mujeres y las poblaciones LGBTIQ+ y documentó las violaciones a los derechos humanos, las infracciones al derecho internacional humanitario y las responsabilidades extrajudiciales a lo largo del conflicto.
Justamente, el último capítulo publicado por la Comisión se llama «Hasta la Guerra tiene Límites», en donde se presentan los resultados de la investigación sobre las modalidades del conflicto y las violaciones e infracciones que se cometieron en Colombia. En este artículo presento los aspectos analíticos más importantes de este texto.
Por supuesto, se sugiere la lectura del capítulo para ahondar en los detalles de la investigación.
La lógica de una guerra sin sentido
Las violaciones e infracciones documentadas dan cuenta de repertorios, lógicas, patrones e intereses de grupos guerrilleros, grupos paramilitares, Fuerza Pública y organismos de seguridad del Estado que se concentraron en afectar a la población civil.
En su ejercicio de investigación, la Comisión identificó seis lógicas de la guerra, que reconstruye por medio de un análisis de casos que ilustran cada una de ellas.
La primera muestra cómo el sostenimiento de los grupos armados y el aumento de la capacidad bélica fueron decisivos para la extensión de la guerra.
La segunda lógica resulta del incumplimiento de los acuerdos firmados entre las partes, destruyendo con eso la posibilidad de construir paces estables y duraderas desde 1980.
Al igual que se narra con particular énfasis en los capítulos testimonial y de género, la tercera lógica corresponde al control social de la población, configurando contra esta un acumulado de vejaciones que siguen emergiendo sin que conozcamos toda su dimensión.
Una cuarta lógica corresponde a los procesos de estigmatización, persecución y eliminación de grupos políticos que se consideraban «enemigos». Imaginarios que aún persisten y que explican algunas de las violencias cometidas contra excombatientes en el país.
La quinta lógica corresponde a la manera en que el conflicto armado reconstituye al territorio por medio del despojo, una «reconfiguración violenta del territorio» que está en la nuez del problema de la tierra, aún irresoluto.
Finalmente, se documenta la lógica que pretende explicar cómo se degradó a tantos niveles la guerra en Colombia, mostrando la deshumanización que ha caracterizado nuestra guerra y por cuyo desmonte pasan los caminos de la paz.

¿Quién tuvo la culpa?
Uno de los aspectos más disputados en el conflicto ha sido el tema de las responsabilidades.
Conscientes de que, dentro de su mandato, la Comisión de la Verdad constituye una verdad histórica y no una judicial, esta estableció que no hay una causa ni un sector únicos a los que pueda atribuírsele toda la responsabilidad del conflicto armado, ya que hay múltiples causas y sujetos que participaron, desde la ilegalidad y desde la legalidad, y que tienen una atribución de responsabilidad dentro del conflicto.
La verdad encontrada en diversas fuentes de información, compiladas por la Comisión, confirma que hubo más responsables en el conflicto además de los sectores armados, quienes figuraban en la narrativa tradicional de la historia colombiana como los máximos responsables, y que hubo motivos adicionales al discurso insurgente/contrainsurgente que alimentaron la guerra y que hicieron que los sectores armados se alinearan al servicio de estos intereses.
La Comisión encontró que fue esencial el papel de los terceros o civiles, es decir, aquellos no combatientes que, sin pertenecer a ninguna de las partes, contribuyeron de manera directa o indirecta al escalamiento del conflicto.