Colombia necesita un sistema de ciencia que aporte al conocimiento, pero, sobre todo, que mejore la calidad de vida de los colombianos. Estos son los alcances y límites del Minciencias en materia social.
Rafael Martínez Galarza*
El debate
Desde el mes pasado circula un documento que expone los posibles fundamentos que tendrá la política de ciencia y tecnología en el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez. Aunque este texto no es oficial, comenzó un importante debate en torno al propósito de la ciencia y la tecnología en Colombia.
Por un lado, algunas de sus premisas prendieron las alarmas en diversos sectores de la sociedad colombiana, pues lo consideran un ataque directo a la ciencia. Por otro lado, ciertos sectores celebran que el documento insista en la importancia de la inclusión, y en la necesidad de cambiar lo que es o no conocimiento científico.
Considero que ninguna de estas dos interpretaciones es correcta o provechosa para esta discusión tan necesaria en Colombia. Importa hacer una lectura mesurada de lo que puede ser valioso en este documento, y lo que definitivamente no debería entrar en la gestión del Minciencias.
Esa evaluación mesurada requiere, ante todo, desembarazarse de cualquier pretensión de ser portadores de la verdad. Mi perspectiva se soporta en la idea de que la ciencia es inseparable de los individuos sociales que la producen.
El propósito de la ciencia
Una frase resume la discusión actual sobre ciencia y tecnología en Colombia: “la búsqueda de la ciencia y de la excelencia científica es inseparable de los humanos que la animan”.
Un panel de expertos enunció esta frase en la conferencia internacional sobre telescopios e instrumentación astronómica (SPIE). Recomendaron a la NASA y la National Science Foundation de los Estados Unidos cuáles debían ser las prioridades científicas (en astronomía y astrofísica) de los próximos diez años.
Esta frase es importante en el contexto colombiano por dos razones:
- Demuestra que los altos estándares teóricos y técnicos en ciencia de una nación como Estados Unidos, no son impedimento para reconocer la dimensión social de la ciencia.
- Reconoce que, desde la concepción de la ciencia moderna y los derechos civiles, la ciencia ha negado el acceso diverso e igualitario al conocimiento. Entonces, esta frase es el resultado de una revisión crítica del ejercicio científico en Norteamérica y Europa.
¿Qué necesita Colombia?
Colombia necesita un sistema de ciencia moderno. Es decir: un programa con propósitos científicos ambiciosos, pero aplicados al mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos.
Para ello, es necesario construir una política de Estado que transforme nuestra capacidad productiva, y nuestra conciencia colectiva en torno al papel de cada ciudadano colombiano en el contexto actual —bajo amenazas como el cambio climático—. Todo esto, de manera gradual, organizada, y a largo plazo.
Además, ese sistema debe abrazar las premisas del método científico, a mi juicio la mejor herramienta que nos hemos procurado para adquirir nuevo conocimiento: formular hipótesis a partir de la observación; evaluar y actualizar esas hipótesis según la evidencia obtenida por medio de un experimento, y mantenerse escéptico sobre lo que esa evidencia representa en nuestros marcos explicativos.
Así mismo, el Minciencias debe asegurar que más instituciones y más individuos tengan la capacidad de aplicar ese método para fines sociales:
- mejorar las condiciones de vida,
- reducir desigualdades,
- proteger al planeta de amenazas a mediano y largo plazo,
- dar un valor agregado a la economía de Colombia, y
- producir conocimiento nuevo aplicable a la industria, la producción, y la manufactura.
Esta visión valida y reivindica sectores de la sociedad históricamente marginados. Esto, no solo en las discusiones sobre ciencia, sino en la garantía de los derechos fundamentales que el Estado debe proveer.
La ciencia en el campo social
Son dos los mecanismos para hacer posible esta reivindicación, y ambos son compatibles con el método científico.
El primero es la validación del conocimiento empírico de las comunidades a través de un ejercicio científico. A parte de reconocer el valor y aporte que hacen al conocimiento, esto puede llevar réditos socioeconómicos a dichas comunidades. Este ejercicio tiene mucho más sentido si se alinea con los grandes propósitos científicos del programa nacional de ciencia.

El avance científico pierde ímpetu y apoyo de los ciudadanos cuando sus implicaciones no son claras, y cuando se hace desde una perspectiva demasiado positivista, es decir, unilateralmente y sin consenso.
El segundo mecanismo es un proceso de apropiación, es decir, abrir una discusión abierta con las comunidades afectadas sobre dos puntos: ¿cómo la ciencia complementa o contrasta sus propias visiones de la naturaleza?, y, aún más importante, ¿qué implicaciones tienen determinados proyectos científicos en sus comunidades, ecosistemas, organizaciones sociales, etc.?
Este último no es un punto menor. El avance científico pierde ímpetu y apoyo de los ciudadanos cuando sus implicaciones no son claras, y cuando se hace desde una perspectiva demasiado positivista, es decir, unilateralmente y sin consenso.
El proyecto Thirty Meter Telescope es, tal vez, el mejor ejemplo. Este fue un proyecto astronómico que se estancó por diferencias con las comunidades locales de Hawai’i.
La misión del Minciencias
Hay muchas formas de interpretar el universo. Algunas de ellas están ligadas a la historia y la cultura de comunidades marginadas por quienes, desde el poder, se han impuesto política, cultural, y tecnológicamente.
Reconozco el valor de estudiar y preservar esos sistemas de conocimiento, pero es necesario recordar que no todo conocimiento es de naturaleza científica. El conocimiento científico actualiza modelos del universo sobre la base de la experimentación.
El gobierno de Colombia tiene la obligación de preservar esa herencia cultural, y promover su estudio y exaltación, pero no a través del Minciencias.
La misión del ministerio debe ser maximizar la capacidad del país para producir conocimiento científico. Eso incluye la validación científica del conocimiento empírico adquirido por las comunidades, y cubrir las necesidades de los colombianos.
La ciencia es el resultado de la interacción entre muchas personas que definen su propósito y evalúan su eventual utilidad en el mejoramiento de sus condiciones de vida.
Entonces, que el método científico per se no sea “hegemónico”, no niega que en el ejercicio de la ciencia haya prácticas que limitan el acceso a las ventajas del progreso científico para los colombianos que más lo necesitan.
Considero que el Minciencias debe asegurarse de que estas prácticas se minimicen, y que el conocimiento científico sea provechoso para todos en el territorio colombiano.
En conclusión
La ciencia no es apenas una serie de premisas, métodos, y algoritmos cuyo resultado son teorías fabulosas. La ciencia es el resultado de la interacción entre muchas personas que definen su propósito y evalúan su eventual utilidad en el mejoramiento de sus condiciones de vida, en contraste con las prácticas de exclusión que allí también son evidentes.
Con la imposición unilateral de la ciencia, no lograremos el consenso que necesita un sistema nacional de ciencia efectivo y duradero.
Como funcionarios, como científicos, y como ciudadanos, es nuestra responsabilidad reducir al máximo los aspectos negativos del ejercicio social de la ciencia. Así mismo, podemos celebrar la adquisición de nuevo conocimiento científico, comunicar sus ventajas, y convertir la curiosidad científica en un valor del que todos los colombianos se sientan orgullosos.