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La educación básica y media en la era del coronavirus

Escrito por Ángel Pérez
Educación publica virtual

Angel PerezEstos son los retos que hoy enfrentan las escuelas y colegios que educan a la mayor parte de los colombianos. La virtualidad ha puesto en evidencia nuestra gran desigualdad educativa.

Ángel Pérez*

Un cierre universal

Son 186 los países que según UNESCO han cerrado sus aulas para evitar la propagación del coronavirus. La medida ha afectado a 1.292.378.969 estudiantes, es decir, al 73.8% de los alumnos matriculados en el mundo.

En Colombia el DANE indica que se cerraron 53.202 planteles que albergaban a 9.916.546 estudiantes de educación básica y media: 7.968.801 en colegios públicos y 1.948.466 en colegios privados. Del total de alumnos, el 23,7% asistía a colegios en zonas rurales.

En cuanto a los docentes, un total de 447.885 están trabajando desde sus casas, el 71% pertenece a colegios públicos y el 29% a colegios privados.

Una brecha gigante

Sabemos bien que la educación básica y media de calidad es necesaria para reducir la desigualdad entre las personas y entre regiones desarrolladas y atrasadas.

Y ahora, por si faltara, el confinamiento ha mostrado que los colegios públicos no pueden garantizar condiciones básicas de sanidad porque carecen de los recursos para adquirir productos tan básicos como el jabón.

Sin mencionar siquiera su incapacidad para ofrecer educación de calidad a distancia. En efecto, la dotación de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en los colegios públicos era sumamente baja: el 62,6% de las sedes urbanas y el 73% de las rurales no tenían conexión a internet. El 62% no tenía televisores y el 7% no tenía electricidad. Por eso en la encuesta TALIS de 2018, el 73% de los maestros afirmaron que, si consiguieran recursos adicionales, los invertirían en estas tecnologías.

El confinamiento ha mostrado que los colegios públicos no pueden garantizar condiciones básicas de sanidad

Antes de la pandemia, los sistemas educativos de Europa habían incluido la competencia digital como un tema transversal en primaria y enseñaban varias competencias digitales en secundaria. En contraste, en Colombia, en la educación oficial, ni siquiera se contemplaba la posibilidad de pensar en este tipo de instrumentos.

Un estudio reciente demostró que, en 2018, el 63% de los alumnos de once y quinto y el 57% de los alumnos de noveno en colegios públicos que presentaron las pruebas SABER no tenían conexión a internet ni computadores en casa, lo cual implica que más de tres millones de niños y adolescentes no puedan acceder a clases virtuales y estén en desventaja frente a los seis millones de niños que sí pueden hacerlo.

Mientras dure el confinamiento, estos niños y niñas sufrirán atrasos en su aprendizaje y además serán discriminados por sus compañeros porque no podrán acceder a las redes sociales que ellos usan.

problemasen el acceso de la educación virtual publica

Foto: Alcaldía Municipal de Funza
¿Cómo evitar que los niños con peores soportes familiares o problemas de conectividad se atrasen?

Le recomendamos: Los retos de la educación virtual en la era de la COVID-19

Las respuestas hasta ahora

Las escuelas y colegios oficiales de Colombia enfrentan un reto sumamente complejo: educar virtualmente a estudiantes que a menudo carecen de acceso a internet o ni siquiera tienen un computador en casa.

La mayoría de los docentes no tienen formación en el uso de las TIC, así que han recurrido a métodos empíricos, a innovar y a crear actividades pedagógicas accesibles para todos –o casi todos– los estudiantes. En esto se han servido de plataformas o redes sociales como WhatsApp, Facebook y YouTube. En otros casos utilizan guías físicas que hacen llegar a las casas de los estudiantes o a las sedes educativas.

Pero además de las tecnologías, la pandemia está obligando a los docentes a preguntarse por cuestiones más difíciles: ¿Cuáles son las ideas o destrezas esenciales que deben aprender los estudiantes? ¿En qué deberían concentrar sus esfuerzos los maestros? ¿Cuál es el papel de los padres en el proceso educativo? ¿Cómo evitar que se retrasen los estudiantes más vulnerables?

Como también, en medio de la incertidumbre, es importante destacar algunos logros de las últimas semanas:

  • Muchos maestros han desarrollado estrategias pedagógicas novedosas y efectivas, las redes están repletas de buenos ejemplos;
  • Muchos padres, por primera vez, están participando activamente del proceso educativo de sus hijos;
  • El Ministerio y las secretarías de educación ajustaron sus páginas para fortalecer los temas educativos y pedagógicos durante la emergencia.

La inversión prioritaria

Me queda por mencionar la enseñanza principal de la pandemia: Colombia necesita  destinar más recursos a la educación pública.

En el corto plazo deberíamos pasar de 3,5 millones a 5 millones de pesos anuales por cada niño matriculado. Esto permitiría mejorar la infraestructura y dotar a los colegios de elementos y servicios básicos como jabón, papel higiénico, computadores, televisores, salas audiovisuales, internet y baños apropiados para los estudiantes.

Los estudiantes viven en espacios hostiles, donde no es posible realizar procesos educativos, o con sus padres ausentes por muy diversas razones.

Por su parte los sindicatos docentes deben tomar en serio la mejoría de la calidad en la educación, en el estado de los colegios y, sobre todo, en las condiciones en las que estudian y viven las niñas, niños y adolescentes.

Es lamentable que tantos “expertos” crean que la pobreza se arregla con pequeños subsidios y sin tocar los mecanismos estructurales que la reproducen o la transmiten entre las generaciones. El primer mecanismo debe ser una educación de calidad para todos.

63% de los estudiantes no cuenta con acceso a internet

Foto: Secretaría de Educación de Boyacá
A pesar del desarrollo de las TIC, el 63 por ciento de estudiantes no cuenta con internet o computadores en su casa.

Lea en Razón Pública: La educación para la complejidad: aún nos falta

El papel de los padres

Esta crisis hará que más de 10 millones de personas –entre estudiantes y maestros– completen por los menos tres meses de educación en casa.

El virus hizo que, sin ningún tipo de preparación y de la noche a la mañana, la educación se volviera completamente virtual. Repentinamente, el espacio educativo dejó las aulas para instaurarse en las casas de los estudiantes.

En el mejor de los casos, los hogares son entornos cálidos donde los padres se involucran en el proceso de aprendizaje. Pero con demasiada frecuencia, los estudiantes viven en espacios hostiles, donde no es posible realizar procesos educativos, o con sus padres ausentes por muy diversas razones.

Antes de la pandemia se insistía en la importancia de aumentar y mejorar la participación de los padres en el proceso educativo, pero esta idea nunca cobró vuelo. Ahora estamos pagando las consecuencias, porque la mayoría de padres no sabe cómo apoyar a sus hijos ni cómo comunicarse bien con los maestros.

*Profesor y asesor en temas educativos.

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