La economía colombiana en el 2023: ¿ya pasó lo peor?
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La economía colombiana en el 2023: ¿ya pasó lo peor?

Escrito por Jackeline Pirajan

El 2022 fue un nuevo año de turbulencias, y las perspectivas externas y domésticas hacen prever otro año de dificultades. Estos son los motivos.

Jackeline Piraján*

Un escenario imprevisto

En el año pasado la economía colombiana completó su regreso a la normalidad después de la pandemia, y esto se tradujo en un aumento en la actividad mayor de lo esperado.

En efecto, según la encuesta del Banco de la República, las expectativas al comienzo del año pasado apuntaban a un crecimiento del 4,2 % y a un aumento moderado de la inflación (4,4 %), debido a la recuperación de la demanda y a las medidas del gobierno.

Tanto el crecimiento como la inflación estuvieron por encima de las proyecciones, y esto se debió sobre todo a que en 2022 el mundo enfrentó dos nuevos escenarios de incertidumbre. El primero resultó de la invasión de Rusia a Ucrania, que aumentó significativamente los precios internacionales de alimentos y e insumos agrícolas, y el segundo resultó de la actividad interrumpida en China debido a la política de cero COVID.

Ambos choques hicieron que la inflación se elevara más allá de lo previsto en todo el mundo y que, en consecuencia, los bancos centrales fueran más agresivos en elevar las tasas de interés para contener la demanda y aliviar la presión sobre los precios. En este contexto se produjo un aumento de la aversión al riesgo en los mercados globales, y en Colombia, la economía los impactos negativos se reflejaron en varios frentes.

Foto: Alcaldía de Manizales - La mitad de los ocupados en Colombia no alcanzan a ganar un salario mínimo.

Un año de contrastes para Colombia

El regreso de los trabajadores a la presencialidad permitió la recuperación de las actividades de servicios y de las industrias asociadas con la movilidad. Así, el consumo de los hogares aumentó más allá de lo que dictaría su tendencia de largo plazo.

El Banco de la República se encontró con una volatilidad externa alta y una economía doméstica en rápida recuperación, que permitieron que los productores y proveedores de servicios traspasaran sus mayores costos al cliente final. Así, la inflación alcanzó su mayor nivel desde 1999.

Esta situación se dio en un contexto de “desacumulación” del ahorro de los hogares y al uso intenso de actividades presenciales que antes estaban prohibidas. El aspecto curioso de este fenómeno consistió en el aumento notable del consumo de los hogares pese al contexto de mayores precios y más altas tasas de interés.

Las remesas podrían explicar parte del aumento de la demanda interna, en especial para parte de los sectores más pobres de la población en los que la migración fue respuesta al entorno retador que generó la recuperación tardía del empleo en Colombia; hasta noviembre el valor registrado de las remesas equivalió al 2,8 % de PIB (Gráfica 1), o a un 48 % de las exportaciones de petróleo durante el último año.

Gráfica 1. Evolución de las remesas como porcentaje del PIB
Gráfica 1. Evolución de las remesas como porcentaje del PIB

El Banco de la República se encontró con una volatilidad externa alta y una economía doméstica en rápida recuperación, que permitieron que los productores y proveedores de servicios traspasaran sus mayores costos al cliente final. Así, la inflación alcanzó su mayor nivel desde 1999, como se ve en la Gráfica 2:

Gráfica 2. Inflación total y sin alimentos
Gráfica 2. Inflación total y sin alimentos

El Ministerio de Hacienda estima un crecimiento económico superior al 8 % en 2022, pero con un balance asimétrico donde el consumo fue protagonista y la inversión sigue sin recobrar niveles prepandemia. No obstante, el lunar de esta buena noticia es sin lugar a dudas el incremento en el costo de vida.

Por su parte, los mercados financieros globales fueron muy sensibles a las noticias adversas y las bolsas tuvieron el peor desempeño desde 2008, contrayéndose en promedio algo más del 20 %. La tendencia dominante fue la de la desvalorización de los bonos y el aumento del precio del dólar.

Estas tendencias se magnificaron en Colombia ya que es una economía con alto déficit fiscal y de cuenta corriente. Por ende, tiene alta dependencia de los flujos de financiamiento externo.

La transición política se reflejó en una mayor percepción de riesgo y en las primas de riesgo en los activos domésticos, especialmente en la tasa de cambio, pues el dólar ahora oscila con una nueva media más alta que la del año anterior.

Qué se espera en 2023

Este año puede ser de muchos contrastes. Por un lado, podemos decir que ya pasó lo peor en el ciclo de aumento de tasas por parte de los bancos centrales en el mundo, pero, por otro lado, hay muchas dudas sobre la desaceleración económica.

Las expectativas apuntan a una moderación de la actividad económica global que refleja la reacción a un periodo largo de precios crecientes y tasas elevadas de interés. Sin embargo, se espera una desaceleración suave y no una recesión profunda. La inflación disminuiría, pero se mantendría alejada de las metas de los bancos centrales, y por eso se mantendrán las altas tasas de interés.

En Colombia, el consenso apunta a una desaceleración de la economía, con crecimientos entre el 0,5 % según el Banco de la República y del 1,3 % según el Ministerio de Hacienda. Esta reducción velocidad en la actividad se consideraría sana después de un año de euforia en el consumo de los hogares.

Por otro lado, la inflación se vería afectada por los efectos de indexación que — aunque el gobierno está intentando moderar — son inherentes a la economía y mantendrán la inflación por encima de la meta del banco central. En 2023, la indexación se dará por la inflación alta en 2022, lo cual hace que suban más los rubros representativos en la canasta de los hogares, como el arriendo.

El salario mínimo determina el reajuste del ingreso de los empleados, pero importa recordar que alrededor de la mitad de los ocupados no gana un salario mínimo. Por otro lado, el DANE resaltó que apenas un 15 % de los trabajadores ve aumentar su remuneración en el mismo porcentaje que el salario mínimo.

En otras palabras:  el aumento del salario no cobija al grueso de la población, pero en cambio puede afectar el costo de vida, en especial porque los servicios formales intensivos en mano de obra tendrán que sopesar el traslado de mayores costos a consumidores finales o la moderación del efecto ajustando las plazas de trabajo. Por ello, el comportamiento del empleo formal tiene que ser monitoreado en 2023.

Así pues, en un escenario de inflación alta y pese a la moderación de la actividad económica, el Banco de la República tiene argumentos para seguir la mayor parte del año con su tasa de referencia en niveles altos.

A la pregunta de cuál es la mayor vulnerabilidad en Colombia de cara al 2023 la respuesta, diría, es la de siempre: el déficit fiscal y de sector externo, como se ve en la Gráfica 3, pues el financiamiento de ambos nos expone a la dependencia de los flujos financieros y reales externos.

Gráfico 3. Déficit fiscal y déficit en Cuenta Corriente. % del PIB acumulado en cuatro trimestres
Gráfico 3. Déficit fiscal y déficit en Cuenta Corriente. % del PIB acumulado en cuatro trimestres

En efecto, después de la pandemia, el endeudamiento en moneda extranjera aumentó y la deuda externa pública y privada pasó de representar el 43 % del PIB en 2019 a 51,45 % del PIB en septiembre de 2022. Los inversionistas extranjeros son el mayor tenedor de deuda pública doméstica, con tenencias de más del 26 % del total del flotante de la deuda pública en pesos.

En otras palabras: el aumento del salario no cobija al grueso de la población, pero en cambio puede afectar el costo de vida, en especial porque los servicios formales intensivos en mano de obra tendrán que sopesar el traslado de mayores costos a consumidores finales o la moderación del efecto ajustando las plazas de trabajo. Por ello, el comportamiento del empleo formal tiene que ser monitoreado en 2023.

En este contexto, la exposición a la volatilidad externa es importante y, teniendo en cuenta que Colombia en particular se enfrentará a una agenda nutrida de reformas en preámbulo a las elecciones regionales del 29 de octubre, el próximo año debe ser abordado con mucha precisión por las autoridades de política.

Contar con instituciones robustas es un gran activo para Colombia. Además, debe haber una comunicación acertada en la discusión de las reformas para minimizar los efectos adversos para el aparato productivo y para los hogares del país.

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