La invasión de plantaciones por parte de algunos indígenas en el Norte del Cauca se ha vuelto la piedra en el zapato del presidente Petro. ¿Cuáles son las particularidades de la región y qué podría hacerse?
Álvaro Guzmán Barney*
Sin remedio
Después del pronunciamiento del Gobierno nacional para que las tierras ocupadas en el Norte del Cauca sean desalojadas, el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) rechazó dicho pronunciamiento y anunció más invasiones en esta región.
Posteriormente, se denunciaron varias amenazas de muerte contra las comunidades que reclaman sus territorios a través de un panfleto firmado por el Bloque sur occidente de las Águilas Negras. Además, se han presentado distintos enfrentamientos con otros sectores de la población.
La disputa por las tierras y los predios en el Norte del Cauca no parece tener una resolución pronta. Por ello, es oportuno entender mejor el funcionamiento del territorio y el escenario sobre el cuál este conflicto se desarrolla.
La demografía del territorio
Desde finales del siglo XVII, el Norte del Cauca fue un territorio de Haciendas y de Reales de Minas. A mediados del siglo XIX se presentaron cambios significativos con la liberación de los esclavos liderada por los generales/presidentes de la región norte caucana: José Hilario López y José María Obando.
De esta forma, se consolidó una economía campesina negra que llegó a ser próspera e incursionó en la política nacional y en el Congreso. Sin embargo, a lo largo del siglo XX hasta hoy, las haciendas ganaderas se volvieron empresas productoras de caña que despojaron las tierras de los campesinos. Hoy, viven en los pueblos aledaños a los cultivos aunque aún subsisten núcleos en veredas de producción campesina negra.
Por su parte, las comunidades indígenas están dispersas en las laderas. Después de 1970, reivindicaron la formalización de tierras de resguardo por lo que hoy tienen una importante y parcialmente próspera economía en los resguardos.
Para 2005, el total de la población norte caucana que se identifica como negra es el 46,5 % mientras que la que se identifica como indígena es el 31,5 %. Del total de población, 40,4 % está en la cabecera y 59,6 % en el resto del territorio.
Pero hay diferencias internas muy grandes: Puerto Tejada tiene el 97,4 % de su población negra y 88 % de ésta vive en la cabecera municipal que es un verdadero dormitorio de asalariados. Por el otro lado, Jambaló tiene el 98,6 % de su población como indígena y 92,9 % vive por fuera de la cabecera municipal.
Formas de producción
Aproximadamente 45 000 hectáreas son cultivos de caña de azúcar. Tres Ingenios están ubicados en el Norte del Cauca: el del Cauca, La Cabaña y, recientemente, se fundó el Ingenio de Occidente. Otros Ingenios del Valle del Cauca también cultivan y cosechan cañas en el Norte del Cauca.
La Ley Páez hizo que se crearan empresas con capital nacional e internacional, en la modalidad de Zona Franca. En 2005 se contabilizaron en la zona 72 empresas más 67 empresas por fuera de los Parques Industriales, además de un total de 4836 empleados, muchos de los cuales viven en Cali.
A finales de las décadas de los setenta y los ochenta se construye la Represa de Salvajina en el municipio de Suárez con el propósito de regular las aguas del río Cauca en todo el Valle del Río Cauca y habilitar así 131 700 hectáreas de tierra inundables. Esta obra se construyó en tierras campesinas y mineras.
En 1986, la Asociación de Damnificados de Salvajina hizo una marcha de 15 000 personas y presentó un pliego petitorio por educación, salud y vías de comunicación. En el año 2000 la Multinacional Fenosa adquirió el 63 % de las acciones y planteó la desviación del río Ovejas hacia la represa. Inmediatamente, se presentó la oposición de la comunidad alegando la experiencia de Salvajina.
Por parte de la industria cañera y de la industria manufacturera o de servicios subsiste una importante economía campesina e indígena en la zona de ladera y en la zona plana. Hay campesinos medios y pequeños que disfrutan de prosperidad económica.
Hay pequeños y micro campesinos que subsisten con dificultades. Hay un numeroso grupo de trabajadores asalariados, algunos de los cuales combinan el trabajo asalariado con el cultivo de una pequeña parcela donde residen. Los campesinos cultivan también caña, arroz, yuca para el mercado, piña, plátano y frutales. Ciertamente, lo hacen dentro de limitaciones de tierra.
Los indígenas/campesinos en tierras de resguardo, no necesariamente muestran una situación socioeconómica que empeora en el tiempo. Demográficamente, están pasando por un período de transición y han desarrollado de manera comunitaria actividades importantes alrededor del cultivo y exportación del café, la yuca, el ganado y la leche y su procesamiento. Tienen una mentalidad también empresarial y de asociación en cooperativas.
No pueden faltar los cultivos de marihuana lícitos, promovidos por inversionistas de Bogotá y paisas y que es el cultivo más rentable en la región. También hay coca y laboratorios de cocaína que sirven como fuentes de empleo para los jóvenes. Son cultivos protegidos por grupos armados.
El peso de la sociedad urbana regional es cada vez mayor puesto que es el lugar de vivienda de buena parte de los asalariados agrícolas e industriales. Son pueblos dormitorio en donde florecen las empresas de transporte que llevan y traen trabajadores. Pero es muy importante tener en cuenta que en estos mismos pueblos el número de jóvenes desempleados es muy alto.
La tierra como eje central del conflicto
En el Norte del Cauca confluyen distintos intereses alrededor de las formas de acumulación y distribución de la riqueza que desembocan en violencias de diverso tipo: contra los defensores de derechos humanos, los líderes ambientalistas o poblaciones indígenas que apoyan la erradicación de los cultivos ilícitos.
Además, hay una presencia diferenciada del Estado y una actuación polarizada y ambigua de las Fuerzas Militares y de la Policía. Ciertamente, amplios sectores sociales se sienten desafectos y excluidos, ya sea por criterios clasistas, étnicos o culturales.
Este es el contexto en el que se ha presentado un nuevo ciclo de invasiones de tierra agenciado por el Cric y la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Acin). Esta práctica se recrudeció tres meses antes de las elecciones presidenciales que se vieron como una oportunidad de reclamo ante el cambio de mandato.
Las invasiones se hacen en predios específicos en los que se cortan los cultivos con machete. Después, se lleva ganado a los predios, se dañan algunas instalaciones o se incendian las maquinarias.
En consecuencia de ello, se presentó la oposición de los afectados, especialmente por parte de los campesinos afros y de los trabajadores que hicieron bloqueos para no dejar pasar a los indígenas. En los enfrentamientos hubo algunos heridos leves, tiros y papas bomba. El Ejército, la policía y el Esmad hizo una presencia ambigua en la que no intervinieron demasiado.
Queda claro que desde la perspectiva indígena el tema del conflicto es la tierra. Pero queda claro también que se enfrentan a diferentes sectores que tienen intereses distintos sobre el mismo problema.
Entre estos sectores, están Asocaña, los propietarios privados representados por Procaña, los afrodescendientes, por los Consejos Comunitarios, los trabajadores en diferentes asociaciones y sindicatos y diferentes organizaciones de la sociedad civil urbana.
Cómo actuar frente a esta situación
En mi opinión, las invasiones deben parar y se debe poner sobre la mesa el problema de la tierra. Para ello, hay que tener en cuenta los siguientes puntos:
- Cuánta tierra hay para conformar una Bolsa de Tierras.
- Se deben respetar las tierras bien habidas y bien explotadas y focalizar el debate en las que no lo son.
- Indagar si hay propietarios dispuestos a vender su tierra o parte de ella.
- Tener en cuenta que no sólo los indígenas pueden estar interesados en la tierra. Los campesinos afrodescendientes y mestizos también tienen derechos sobre ella.
En suma, se debe hacer un proyecto viable de Reforma Rural Integral con la legislación vigente y con el apoyo de los Acuerdos de Paz.
Me parece muy importante enmarcar este proyecto en un Plan de Desarrollo Regional que vincule todas las fuerzas sociales de las que he hablado y que gire en torno a un propósito de bienestar colectivo y sostenible.
El tema ambiental regional
Por último, es fundamental introducir el tema ambiental y vincularlo con el uso y la tenencia de la tierra en el marco de un Plan de Desarrollo Regional. El tema central aquí es el agua.
Cali es una ciudad metropolitana que quiere ampliar su acueducto con la canalización del río Timba en Jamundí. Esto es puede afectar a algunos municipios norte caucanos. El acueducto actual de Cali depende del Río Cauca y éste de la tributación del río Palo que llega del Norte del Cauca con enorme sedimentación y desechos que obstaculizan el tratamiento de las aguas.
El manejo de cuencas, las zonas protegidas que deben establecerse y la reforestación son problemas importantes desde el territorio indígena en la zona media hasta el cañero de la parte plana. El costo es muy alto y debe ser compartido por quienes se benefician, por quienes acumulan y debe ser subsidiado para quienes no disponen de recursos.
Creo que ya hay una experiencia que se debe tener en cuenta con la Asociación para el manejo de la Cuenca del río Palo que reúne a la Andí, los Ingenios de la zona, los Consejos Comunitarios de la Cuenca y los Indígenas que también se sirven de ella en la parte alta. La coordinación está en manos de una persona conocedora del tema y de la región.
Pero el problema no se centra exclusivamente en la zona de montaña. El manejo de las cuencas, de los humedales y de la reforestación es muy precario en la zona plana. Yo creo que a los cultivadores de caña hay que comprometerlos con un cultivo sostenible que reforeste, disminuya el consumo de agua, disminuya el consumo de nitrógeno, respete los humedales que se vienen desecando y que son un tesoro ambiental en el Norte del Cauca.
El problema de la caña no es solo la tierra sino de su forma de cultivo. Este asunto ha venido cambiando, pero puede cambiar mucho más. En suma, es el momento del diálogo con efectos prácticos en Reforma Agraria y en el Desarrollo Regional.