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La democracia colombiana en tiempos de coronavirus

Escrito por Juan Pablo Milanese
El legislativo en función publica

Juan Pablo MilaneseLa crisis provocada por el virus representa varios retos y peligros para nuestra democracia.

Juan Pablo Milanese*

Sesiones virtuales

Pese a que el senador Jorge Enrique Robledo se opuso a las sesiones virtuales por considerarlas ‘inconstitucionales’, el Decreto Presidencial 491 de 2020 autorizó al Congreso a sesionar de forma virtual en tiempos de COVID-19.

Aunque a la luz de las tecnologías de comunicación en el mundo contemporáneo este problema puede parecer menor, desde el punto de vista político tiene un impacto notable.

Con la declaración de la cuarentena, el legislativo quedó clausurado y cualquier decisión que pretendiera tomarse por su medio estaba condenada al fracaso: se encargarían de hacerlo los tecnicismos reglamentarios propios de un sistema jurídico y funcional anacrónico.

La primera reflexión que puede desprenderse de esta situación consiste en que, para perjuicio de la sociedad, en Colombia está mucho más arraigado el espíritu de los reglamentos que el de las leyes.

Otro asunto de fondo que está relacionado con esta cuestión es la separación de los poderes públicos, que a su vez es la esencia el régimen republicano.

Seguramente, el paso del trabajo legislativo al ámbito virtual será extraño sobre todo para llevar a cabo las sesiones plenarias, porque perderán su carácter ritual. En cambio, el carácter operativo de las comisiones les permitirá funcionar con menos inconvenientes.

En todo caso, la presencia de la rama legislativa del poder es indispensable, inclusive en un escenario tan extraño como el que estamos viviendo.

La importancia del Congreso

A pesar de su escasa legitimidad o popularidad, los congresos o asambleas legislativas son necesarias para la existencia de las democracias contemporáneas. De hecho, son una parte fundamental del sistema de frenos y contrapesos, aun cuando una parte significativa de sus miembros no pueda ser exaltada por sus atributos como legisladores ni como buenos ciudadanos.

Lejos de haber sido diseñados confiando en la virtud de los políticos, los sistemas presidenciales fueron ideados por los autores de la Constitución de Filadelfia precisamente para que actores imperfectos chocaran entre sí en un escenario de las ramas separadas del Estado que compiten por un poder compartido.

Así pues, no se trata de que la virtud de los dirigentes haga funcionar los frenos y contrapesos en cuestión, sino de que, en escenarios de relativa simetría de recursos de poder, su ambición enfrentada a la ambición de otros modere las decisiones políticas.

Congreso Colombiano 2020

Foto: Canal institucional
¿No es justamente un buen momento para que el Congreso esté en funcionamiento?

la presencia de la rama legislativa del poder es indispensable, inclusive en un escenario tan extraño como el que estamos viviendo.

Es importante recordar que las situaciones de excepción suelen ser o convertirse en escenarios para la concentración de poder.

En el caso colombiano, a la crisis provocada por la COVID-19, hay que agregar que el presidente es el actor central del sistema político, lo cual hace más necesario que nunca preservar espacios institucionales para el ejercicio del control político.

Indudablemente, en momentos como este el poder ejecutivo juega un papel más importante que en la vida normal. De hecho, las brechas en términos de capacidades técnicas y recursos políticos que le ofrece el diseño institucional le brindan un espacio privilegiado para la toma de decisiones.

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El decisionismo: un peligro inminente

Y sin embargo, para proteger la democracia hay que evitar el ‘decisionismo’ que pueden ocasionar las crisis como esta.

El ‘decisionismo’ es un estilo de gobierno y liderazgo donde la rama ejecutiva actúa saltándose a las demás ramas del poder político. Las crisis graves hacen que los presidentes adopten esta forma de liderazgo.

Para evitar que esto suceda, el Congreso necesita cooperar con el gobierno sin perder su papel de fiscal o de “control político”– que es una de sus responsabilidades principales bajo la Constitución del 91-.

Aunque conviene tener una relativa unidad interinstitucional, estas expectativas no deben exagerarse porque -así como el gobierno no puede abandonar el papel protagónico que exige la coyuntura-, el Congreso (especialmente las bancadas por fuera de la coalición oficialista) no debe renunciar a su deber cuando llegue la hora de ejercitar el control político. En definitiva, este órgano debe acompañar al gobierno durante la crisis, pero también estar preparado para criticar su gestión si fuera necesario.

En síntesis, sin forzar consensos artificiales y renunciar a las visibles diferencias que poseen los actores políticos -el unaninmismo no es bueno para la democracia-, deben garantizarse, desde múltiples espacios, compromisos mínimos de gobernabilidad cuyo foco no puede estar puesto en el gobierno, sino en el sistema político en un sentido más amplio.

Dudas e incertidumbre

El escenario anterior es difícil de alcanzar, implica equilibrios muy complejos entre actores con preferencias e intereses muy heterogéneos.

Es importante recordar que las situaciones de excepción suelen ser o convertirse en escenarios para la concentración de poder.

Dentro de este marco, la tensión política que Colombia experimenta desde hace años parece haber perdido momentáneamente una parte de su intensidad durante la cuarentena -a pesar de la relativa obediencia social que ha producido-. Pero esa polarización está lista para renacer con fuerza y en cualquier momento.

Sesiones del congreso durante la covid19

Foto: Alcaldía de Bogotá
El Congreso debe seguir sesionando porque es importante mantener el equilibrio de poderes

Además, resulta extraordinariamente difícil contener la desconfianza que ha crecido entre las partes y que no parece en proceso de desaparecer, independientemente de la intensidad y duración de la crisis que apenas comenzamos a vivir.

Desde esta perspectiva, debemos celebrar que ya se haya restablecido las sesiones legislativas. Es urgente que el Congreso recobre su visibilidad y que actores políticos distintos de los gobiernos participen en el ejercicio democrático.

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A pesar de este acierto, el panorama sigue siendo muy incierto y hay muchas dudas sobre cuestiones fundamentales, por ejemplo:

  • ¿Podrá el Congreso adelantar procesos como la destitución del exministro Botero (por solo seleccionar un ejemplo) sesionando de forma virtual?
  • ¿Será posible frenar impulsos ‘decisionistas’ a través de internet?

Estas son cuestiones difíciles, sobre las cuales debemos reflexionar desde ya, pues la crisis de la COVID-19 hasta ahora comienza y en las próximas semanas empezaremos a ver sus verdaderos efectos, tanto económicos como en el ámbito de la salud pública.

Por ahora, solo queda abogar por los valores republicanos de la democracia, pues solo ellos nos permitirán evitar potenciales abusos de poder.

*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Bolonia (Italia), jefe del Departamento de Estudios Políticos y profesor asociado del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi de Cali.

 

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