


Sabemos que la pandemia agravó la carga del trabajo no remunerado para las mujeres. ¿Pero cómo afectó la pandemia a las mujeres dedicadas al cuidado remunerado?
Ingri K. Quevedo Rocha*, Paula Herrera-Idárraga** y Helena María Hernández Bonilla***
El cuidado, ¿un asunto de mujeres?
Se cree que para ejercer trabajos de cuidado son necesarias la empatía y la paciencia, y que estas habilidades son femeninas por naturaleza. Además, las labores de cuidado se asocian con la maternidad y con actividades que se considera deberían realizarse por amor.
Estas creencias ocasionan que el cuidado sea poco valorado, y explica en buena medida por qué ha recaído históricamente sobre las mujeres. Incluso cuando las labores de cuidado se realizan de forma remunerada, las mujeres no reciben pago justo.
Aunque el cuidado remunerado es contratado y provisto por medio del Estado y el mercado, estas ocupaciones tienen particularidades que las ponen en desventaja respecto de las otras actividades económicas. Las condiciones de los trabajos de cuidado sitúan a sus trabajadoras en una posición de vulnerabilidad: es más probable que haya menores salarios, mayor informalidad y menor acción colectiva o sindicalización.
Entonces, al haber más mujeres que hombres en sectores económicos asociados con el cuidado, son más las mujeres afectadas por estas condiciones laborales. Además, las mujeres que se dedican a actividades de cuidado remunerado enfrentan más dificultades para conseguir trabajos de calidad que los hombres.
Estas actividades económicas que permiten a las personas educarse, ser cuidadas en edades tempranas, tener buena salud y ser atendidas en la vejez; no son visibles en las estadísticas oficiales.
Por ejemplo, el DANE publica cifras de empleo por ramas económicas. Con esta información se ven cuáles son los sectores más golpeados en la crisis económica. Sin embargo, las actividades de cuidado remunerado no se encuentran agrupadas en un solo sector.

¿En qué consiste la crisis del cuidado remunerado?
En nuestro primer informe sobre la crisis de cuidado propusimos dos alternativas para agrupar las actividades de la economía en distintas ramas, de manera que el sector del cuidado remunerado fuera una de ellas. En una de las clasificaciones propuestas, este sector incluye todas las actividades de educación, salud y servicio doméstico.
Independientemente de la definición que se use, el sector del cuidado remunerado fue el más afectado por la crisis económica ocasionada por la pandemia de la COVID-19. Con esto, hubo una grave caída en el empleo de las mujeres.
Este sector, además de ser altamente feminizado —tres cuartas partes del total de los trabajadores son mujeres—, dio empleo a más mujeres que cualquier otro sector económico. En 2019 el 22 % del total de mujeres trabajadoras en Colombia, ocuparon puestos de cuidado.
Los hombres del sector del cuidado tienen en promedio menor informalidad, mayor nivel educativo y mayor empleabilidad en entidades públicas que las mujeres.
Frente a 2019, en 2020 la caída del empleo en el sector de cuidado —educación, salud y servicio doméstico— fue del 18 %. Esto significó una pérdida de 475.076 empleos, de los cuales, el 90 % fueron de mujeres. La caída del empleo en el sector fue del 21 % para las mujeres, mientras que para los hombres fue del 8 %.
En el último informe sobre “Condiciones laborales de las y los trabajadores del cuidado en Colombia” describimos la informalidad, el nivel educativo y los ingresos —entre otros indicadores laborales— de los hombres y las mujeres que trabajan en el sector del cuidado remunerado.
Encontramos que:
- 40 % de las mujeres y 8 % de los hombres ocupados en el sector del cuidado remunerado eran informales en las 23 ciudades principales.
- 59 % de las mujeres y 83 % de los hombres del sector hacían pagos a la seguridad social.
- 54 % de las mujeres ocupadas en el sector de cuidado tienen educación media o menos, mientras que 66 % de los hombres cuentan con educación superior.
- Las mujeres que realizan trabajos de cuidado tienen una menor empleabilidad en el sector público que los hombres.
Es decir, los hombres del sector del cuidado tienen en promedio menor informalidad, mayor nivel educativo y mayor empleabilidad en entidades públicas que las mujeres.
Además, las actividades en las que trabajan y las ocupaciones son diferentes. Mientras que un porcentaje alto de las mujeres son empleadas domésticas, la mayoría de los hombres del sector están en actividades educativas y de salud.
La brecha salarial de género
Todos estos factores se reflejan en el ingreso laboral. En 2019 la brecha salarial de género fue de 43,8 % en el sector de cuidado remunerado, lo cual significa que por cada 100 pesos que ganaban los hombres en este sector, las mujeres ganaban 44 pesos menos.
La crisis causada por el COVID-19 puede considerarse una crisis del cuidado que penalizó doblemente a las mujeres.
La brecha salarial en 2020 fue de 39,4 %. La caída en la brecha salarial se debe a la pérdida de empleos por parte de las mujeres más vulnerables del sector. En la pandemia quienes tenían menos educación e ingresos y más informalidad fueron las más afectadas.
De hecho, entre 2019 y 2020 la tasa de informalidad de las mujeres del sector se redujo. Sin embargo, esta disminución no resulta de un aumento en el número de ocupadas en la formalidad, sino de que la proporción de informales que perdieron el empleo fue mucho mayor que la de formales que se quedaron sin trabajo.
Así, la crisis causada por el COVID-19 puede considerarse una crisis del cuidado que penalizó doblemente a las mujeres.
Una cara de la crisis es la grave reducción de los empleos en el sector del cuidado remunerado, la cual afectó principalmente a las mujeres más vulnerables. La otra cara es el aumento en las labores de cuidado y de oficio en los hogares por las medidas de aislamiento. Estas labores fueron asumidas en mayor medida por las mujeres y es probable que muchas de ellas abandonaran sus trabajos para dedicarse al cuidado no remunerado.
¿Cómo salir de esta crisis?
Esta crisis del cuidado explica en buena medida por qué las mujeres en Colombia se ven más afectadas que los hombres en la crisis de empleo que produjo la pandemia.
Si no se adoptan políticas para su pronta recuperación la crisis podría prolongarse durante muchos años.
Como dice Nancy Folbre, mejorar las condiciones de la economía del cuidado es mirar más allá de los intercambios en el mercado. Es entender que, a diferencia de otras actividades económicas, los servicios de cuidado no producen objetos, sino personas. Por esta razón:
- los gobiernos deben asumir su papel en las cadenas de cuidado con soluciones públicas,
- los empleadores deben mejorar las condiciones laborales que ofrecen a sus trabajadores del cuidado, y
- las familias deben repartir equitativamente la responsabilidad de cuidado no remunerado.
El peso del cuidado de la sociedad no puede seguir siendo asumido mayoritariamente por las mujeres.