La crisis de Colciencias: el vagón suelto de la innovación - Razón Pública
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La crisis de Colciencias: el vagón suelto de la innovación

Escrito por Alexis de Greiff
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alexis-de-greiffMirada descarnada y angustiada de un doliente que se pregunta para dónde va el sector de Ciencia, Tecnología e Innovación ante la renuncia del director de Colciencias, motivada por la falta de apoyo y claridad por parte del gobierno.

Alexix De Greiff

Soledad de la ciencia y la tecnología

Primera historia, que me consta: en el acto oficial que proclamó la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) —ley 1286 de 2009— donde el Instituto Colombiano de Ciencia y Tecnología (Colciencias) se iba a transformar en el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, el presidente Uribe, haciendo gala de su talante “frentero”, empezó diciendo que el proceso se había adelantado contra su voluntad; explicó que él nunca creyó en ese proyecto, pero que la “intensidad” del Director, Francisco Miranda, era “mayor que la suya”.

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Uribe nunca entendió para qué tener una política de CTI. Sospechaba que era importante, pero no por qué y mucho menos cómo hacerla encajar en sus “huevitos”.   Foto: Presidencia

Uribe nunca entendió para qué tener una política de CTI. Sospechaba que era importante, pero no por qué y mucho menos cómo hacerla encajar en sus “huevitos”. De hecho, su discurso no era otra cosa que una de las manifestaciones del profundo anti-intelectualismo que primó en el Palacio de Nariño entre 2002 y 2010, como me lo dijo un alto funcionario de su primer mandato. 

Segunda historia, que no me consta, pero me parece verosímil: cuentan que recién posesionado Andrés Pastrana y frente al organigrama del Estado, preguntó a uno de sus asesores, mientras ponía el dedo sobre la cajita que decía Colciencias: “¿y esto también es nuestro?”

Estas anécdotas sirven para ilustrar la soledad de la ciencia y la tecnología dentro del Estado colombiano. Amílcar Herrera, uno de los pioneros latinoamericanos de las políticas de ciencia y tecnología, acuñó la expresión “políticas explícitas y políticas implícitas”: todos los presidentes –especialmente en campaña– dicen que “son muy importantes y motor de desarrollo”, pero esa declaración no se traduce en acciones de gobierno para estimular de veras la producción y el uso de conocimiento. Esa es la realidad de nuestros gobernantes en materia de CTI.

Pero la sociedad civil, incluso los grupos interesados, tampoco buscan una política de CTI. Los líderes intelectuales y científicos, los rectores de universidades, los empresarios y los directores de centros de desarrollo científico y tecnológico, deberían tomar la iniciativa y preguntar qué está pasando y, sobre todo, qué va a pasar.

Pero como entre la mayor parte de estos actores del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) prima el afán por obtener recursos para sus proyectos individuales —y temen que una política bien estructurada los pueda excluir— Colciencias no tiene un grupo que la sostenga ante su debilidad institucional dentro del Estado.

En Italia se acaban de cortar en 10 por ciento los fondos estatales para investigación científica y la prensa entrevista al director de Instituto de Física Nuclear, quien amenaza con renunciar; el ministro correspondiente se ve obligado a reaccionar y asegura que hará lo posible por conseguir nuevos recursos.

Los medios de comunicación, aquí, solo hablan del tema si se vislumbra algún posible escándalo. Aquí se muere Colciencias, su director renuncia, la inversión ya exigua baja y nadie dice nada. Como escribió García Márquez en su discurso Nobel: "Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad".

Un paso más, pero hacia adelante

A Uribe lo pellizcó un grupo de empresarios paisas preocupados con el TLC, quienes le hicieron saber que el problema de la innovación no era menor, ante una respuesta displicente del presidente a una pregunta provocadora del entonces alcalde Sergio Fajardo sobre la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Alexis_DeGreiff_Colciencias_innovacionEn buena hora el presidente Santos presentó la innovación como una de sus “locomotoras” y algunos concluimos que el tema sería prioritario.
Foto: Ministerio de Educación.

La ley entró en vigencia a pesar del presidente, pero Uribe le puso una condición para sancionarla: que se hiciera “a costo cero”. Es decir, que se transformara a Colciencias en Departamento Administrativo, pero sin cambiar su estructura ni sus recursos. El ponente de la ley —el entonces representante a la Cámara Jaime Restrepo Cuartas y hoy exdirector del Departamento Administrativo— y la propia dirección de Colciencias consideraron que tarde o temprano esa talanquera tendría que levantarse y que esa sería tarea del siguiente gobierno.

En buena hora el presidente Santos presentó la innovación como una de sus “locomotoras” y algunos concluimos que el tema sería prioritario. Cuando designó a Jaime Restrepo como director del Departamento, la comunidad científica y el empresariado afín a la innovación pensaron que era una señal positiva: el gobierno seguiría desarrollando la Ley 1286, fortaleciendo las instituciones del sector y aumentado los recursos. La idea de dedicar un 10 por ciento de las regalías a las tareas de CIT enardeció el entusiasmo.

Pero en poco tiempo se manifestó la política implícita: a Colciencias no se le mataría, tal vez porque la ley la protege, pero moriría de inanición. Un retroceso sin precedentes.

Memorial de agravios

Jaime Restrepo renunció hace dos semanas y ha repetido públicamente lo que ya se rumoraba: que el gobierno lo había aislado, que no volvieron a invitarlo al Consejo de Ministros, que la negociación con el Congreso sobre los recursos de regalías para CTI se hizo “a sus espaldas”, que el presupuesto se recortó … “Llevo cuatro meses pidiendo una cita al ministro de Hacienda y no he logrado obtenerla”, declaró en Caracol.

Alexis_DeGreiff_Colciencias_CTINo sólo se le redujo el combustible a la locomotora de la innovación, sino que aparecieron tantos maquinistas que el sector de CTI está acéfalo.
Foto: Colciencias.

Su informe de gestión es un auténtico memorial de agravios que muestra el grado de deterioro del sector. Tras describir en detalle la forma como Colciencias fue marginado lenta pero decididamente, Restrepo expresa: “con todo respeto, pero con entereza, que es necesario que los temas de ciencia, tecnología e innovación se analicen por parte del Gobierno Nacional con la mayor rigurosidad. Seguimos considerando el desarrollo en CT e I como un apéndice del Estado, innecesario a veces”. Luego se queja porque “la Dirección de Colciencias no ha sido tratada con el suficiente respeto y consideración por algunas dependencias del Gobierno”.

El recorte efectivo de su presupuesto, dice el informe, restringirá el papel de Colciencias a “financiar la formación de capital humano, atender la convocatoria en salud y ser Secretaría Técnica del Órgano Colegiado del Sistema de Regalías”, “se acaba el programa de jóvenes investigadores” y no se cofinanciarán proyectos. Colombia no tiene otras fuentes de financiación para CTI, así que hasta aquí llegó el paseo.

Difícil imaginar un panorama más sombrío. La ley 1286 y la ley del Plan Nacional de Desarrollo habían despertado la esperanza de que el conocimiento hiciera parte de las variables estratégicas del desarrollo nacional, pero todo parecería indicar que se avecina una nueva frustración.

Ni maquinista ni combustible

No sólo se le redujo el combustible a la locomotora de la innovación, sino que aparecieron tantos maquinistas que el sector de CTI está acéfalo: Colciencias no lo lidera, Planeación Nacional decidió que el tema de innovación era suyo al inicio de este mandato y el ministerio de Comercio, Industria y Turismo metió baza creando “Innpulsa”, una institución que básicamente deja sin oficio la Dirección de innovación de Colciencias. Santos instruyó a una de las Altas Consejeras para que evitara el choque, pero ella misma quedó envuelta en la colisión.

Alexis_DeGreiff_ColcienciasColciencias ha sido y es débil por decisiones políticas que este gobierno está perpetuando, y no por vocación, como creen quienes descalifican a la entidad.
Foto: Colciencias.

El argumento para desautorizar a Colciencias es que “es una entidad débil” para manejar los nuevos recursos. El corolario absurdo de esta verdad evidente es que hay que acabarla y buscar que otras entidades ocupen su espacio institucional.

Aquí vale la pena recordar que Colciencias había obtenido en 2009 un préstamo de 50 millones de dólares de la banca multilateral como primera fase de un crédito de 500 millones de dólares.

¡Esos recursos iniciales son precisamente para fortalecer a COLCIENCIAS! El diseño y ejecución de la operación ha sido bien evaluado, pero ahora los funcionarios encargados del tema en el BID y en el Banco Mundial manifiestan que no saben con quién hablar: ¿con el DNP, con Colciencias, con la Presidencia o con el ministerio de Comercio, Industria y Turismo? Ni idea, están perdidos.

Colciencias debió ser más enfática en proyectar su papel institucional en desarrollo de la ley 1286 y acelerar su reingeniería mediante los recursos del crédito. No aprovecharlo para impulsar un nuevo Colciencias y solucionar de una vez su problema de personal, de sistemas de información y de eslabonamiento con otros sectores equivale a desperdiciar esos recursos, que por supuesto ya son parte de la deuda pública.

Colciencias ha sido y es débil por decisiones políticas que este gobierno está perpetuando, y no por vocación, como creen quienes descalifican a la entidad.

Oscuras perspectivas

La crisis de Colciencias no pudo llegar en peor momento: la debilidad política del gobierno Santos hace al Departamento Administrativo vulnerable al juego de “equilibrios políticos”. En otras palabras, es probable que se “ofrezca” a un partido, desvirtuando una cierta tradición de altura intelectual que ha mantenido. Colciencias necesita de un gerente público que haga política de CTI desde una posición de credibilidad entre científicos y empresarios.

Por muy verde que esté Colciencias en su proceso de maduración institucional, habría que pensar en no colorear su dirección. Si eso pasa —y hay señales de que efectivamente está ocurriendo— este gobierno será recordado con amargura por la comunidad científica, las empresas innovadoras y los sectores sociales que requieren del conocimiento para salir de la pobreza.

No solo con casas gratis se da oportunidades a los sectores deprimidos. Los doctores no “estamos hechos”, como creen algunos de los que ahora ocupan altos cargos públicos. Y la transferencia de tecnología no es efectiva sin capacidad científica y tecnológica local.

Estos dos años se han perdido no solo para el Sistema Nacional de CTI, sino para el desarrollo social y económico del país. Dos años cruciales que han debido usarse para cerrar la brecha de productividad de la economía colombiana frente a la de los países con los cuales entraron en vigencia o están a punto de hacerlo las tratados de libre comercio.

¿Quién tuvo la culpa? ¿La Dirección de Colciencias, la Presidencia, el Departamento Nacional de Planeación, el Ministerio de Hacienda o todos a una? Ese será tema de análisis académico y objeto de responsabilidad política. Por ahora solo queda esperar que el panorama no resulte tan oscuro como se vislumbra y que el presidente acierte a ver en Colciencias una oportunidad para diferenciarse de todos sus predecesores.

* Departamento de Sociología/Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

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