Aunque la pandemia ha llegado a todo el mundo, sus efectos en los países desarrollados han sido devastadores. ¿Por qué ha ocurrido esto –y qué podemos aprender los colombianos-?
Marcela Anzola*
Tres razones
La enfermedad del coronavirus ha perjudicado particularmente a los países desarrollados. Mientras que el SARS y el Ébola se concentraron en Asia y África, esta pandemia parece haber golpeado con singular intensidad a Estados Unidos y Europa Occidental.
Lo anterior se explicaría por tres razones principales:
- En primer lugar —y que quizá puede ser lo más preocupante para el resto del mundo—, estos países cuentan con los mecanismos para detectar rápidamente los contagios, haciendo que las estadísticas sean más confiables que en otros lugares.
- En segundo lugar, porque —en contraste con los países en desarrollo— estas zonas registran un tráfico muy alto de turistas, trabajadores y migrantes, acelerando así el ritmo de las contaminaciones.
- En tercer lugar —y de manera sorprendente— porque esos países tuvieron poca previsión y han mostrado muy serias dificultades para brindar una respuesta oportuna.
Europa occidental: tardanza en las medidas
A pesar del avance científico, algunos gobiernos se resistieron a tomar medidas para reducir el contagio, como el cierre de fronteras, el distanciamiento social o aún el uso del tapabocas. Días después se vieron obligados a adoptar medidas drásticas como el confinamiento domiciliario o el cierre de negocios.
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En Italia las primeras medidas se decretaron el 9 de marzo cuando el Ministerio de Salud contabilizaba 9.172 casos de contagios y 463 fallecidos. Apenas el 22 de marzo se ordenó el cierre de los negocios.
Algo similar pasó en España, donde a pesar de que el primer anuncio de contagio se dio el 31 de enero, apenas en marzo comenzaron las medidas de contención.
Francia empezó el confinamiento el 17 de marzo, aunque el día 1 de ese mes ya se habían producido 7.091 muertes, especialmente de mayores de setenta años (82%).
En el Reino Unido se decretó el confinamiento el 23 de marzo, solo después de que el Imperial College demostró que en ausencia de medidas podrían morir hasta 260.000 personas. Hasta ese momento, Boris Johnson había sostenido una política darwinista u orientada a esperar una “inmunidad de rebaño”, posiblemente sacrificando la vida de los mayores para salvaguardar la economía.
Estados Unidos: un manejo desastroso
El caso de Estados Unidos es todavía más desconcertante.
El primer caso se conoció el 21 de enero en el estado de Washington. Sin embargo, el presidente Trump se negó a reconocer la gravedad del problema, equiparando la COVID-19 a una gripa.
El 29 de enero, el presidente creo un grupo de trabajo liderado por el vicepresidente Mike Pence, con el objeto de coordinar y supervisar los esfuerzos de seguimiento, prevención, contención y mitigación de la enfermedad. El 1 de febrero y a instancias de este grupo se decretó la emergencia sanitaria y fueron suspendidos los vuelos procedentes de China.

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¿Cómo afectará este panorama la reelección de Trump?
Algunos gobiernos se resistieron a tomar medidas para reducir el contagio
Un mes más tarde, el 29 de febrero, Trump dio a conocer la primera muerte por coronavirus en el estado de Washington, anunciando restricciones a los viajes provenientes de Irán, Corea del Sur e Italia.
A partir del 26 de marzo, Estados Unidos se convirtió en el país con más casos en el mundo. El 31 de marzo el gobierno federal prohibió el ingreso de viajeros provenientes de los países europeos de la zona Schengen.
El 10 de abril, el total de contagiados llegó a 459.165, con 16.570 muertes. Pero, aun así, el gobierno federal no ha ordenado el confinamiento en todo el territorio nacional, y varios gobernadores —republicanos— se han abstenido de hacerlo hasta el momento.
Las medidas en materia de salud han sido escasas y controversiales. Por ejemplo, apenas el 3 de abril el gobierno federal recomendó el uso de tapabocas; e incluso en el momento mismo de anunciarla, el presidente anunció que personalmente elegía no hacerlo.
Como si fuera poco, Trump insiste en recetar un medicamento conocido como hidroxocloroquina aunque los salubristas que aparecen con él en las ruedas de prensa se quedan pasmados porque no existe evidencia suficiente sobre la eficacia y los efectos colaterales de semejante remedio. El 31 de marzo la FDA expidió una autorización de emergencia para tratamientos experimentales con esta droga.
Las preocupaciones centrales del presidente han sido la economía y los efectos de la pandemia sobre su reelección en el mes de noviembre. Por eso trata de minimizar la alarma y por eso el gobierno federal se ha concentrado en las medidas económicas.
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Entre tales medidas resalta el plan de ayudas económicas por dos trillones de dólares, que el Congreso aprobó el 25 de marzo. El plan incluye un giro de 1.200 dólares para la mayoría de los adultos, así como ayudas a las pequeñas empresas para pagar salarios.
La actitud del presidente ha sido tal que cada día es más visible e intensa la división entre las autoridades federales. El director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas es el ancla del grupo de trabajo para la COVID-19 y se opone abiertamente a la pronta reapertura de la economía en la cual insiste Trump.
Entretanto la pandemia sigue en aumento. Los gobernadores de los estados se han visto obligados a tomar medidas sin el apoyo del gobierno federal y con una total falta de coordinación.
Por ejemplo, a pesar de la reticencia y los mensajes confusos de Trump, los gobernadores de más y más estados han optado por decretar la cuarentena, debido a la gravedad de la situación. Entre estos estados se destacan lo más populosos – y cuyos gobernadores, aunque parezca increíble, suelen pertenecer al partido demócrata: California, Nueva York, Illinois, Oregón, Washington, Nueva Jersey, Connecticut, Luisiana, Delaware y Ohio.
El gobernador republicano de Florida ordenó el confinamiento solo hasta el 3 de abril y ante las duras críticas por el aumento evidente de contagios . El de Maryland ordenó el cierre de negocios no esenciales y el de Virginia solo ha recomendado reducir el contacto social y evitar los grupos de más de diez personas. Allí es común ver transeúntes que caminan sin mayor preocupación.

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La mayor cantidad de víctimas fatales se encuentra entre la población de menores recursos.
Las conclusiones provisionales
La pandemia ha puesto de relieve los desatinos del sistema de salud en los países más desarrollados del mundo.
También ha puesto de presente la gran brecha entre ricos y pobres, particularmente en Estados Unidos. En país donde cerca de 30 millones de personas carecen de seguro de salud, donde otros muchos lo pierden al quedarse sin su empleo y donde es casi nula la capacidad del sistema para responder en tiempos de crisis.
Uno de los principales problemas al comenzar la pandemia fue la dificultad para acceder a las pruebas, debido a su alto costo—y peor aun cuando la persona no estaba asegurada—. Los gobiernos locales tuvieron que presionar a las aseguradoras para que las pruebas se hagan de manera gratuita en los hospitales públicos. Pero todavía no hay acuerdo en lo tocante a los costos del tratamiento.
Por eso no es extraño que las poblaciones con menos recursos hayan aportado la mayor parte de los muertos. En New York y otras ciudades la pandemia ha golpeado con bastante más fuerza a los latinos y los afroamericanos que a los blancos:
- La tasa preliminar de mortalidad de los hispanos en New York es de unas 22 personas por cada 100.000 habitantes; la tasa para afroamericanos es 20 por cada 100.000; para los blancos es de 10 y para los asiáticos es de 8.
- En el caso de Michigan, el 40% de los muertos han sido afroamericanos, aunque ellos representan apenas un 14% ciento de la población.
Es muy temprano para apreciar correctamente toda esta situación, pero indudablemente se pone en evidencia que los países desarrollados no estaban preparados para una crisis de esta magnitud, y que las demoras y la arrogancia de los gobernantes ocasionan la perdida de muchísimas vidas.
*Phd, LL.M., Lic.oec.int., abogado. Se desempeña como consultor independiente en las áreas de competitividad, comercio internacional e inversión extranjera. @marcelaanzola