Es un hecho evidente y sin embargo ignorado: las ciudades necesitan del campo. Aquí algunas de las cosas que los próximos alcaldes deberían tener en cuenta y podrían llevar a cabo.
Enrique Herrera*, Pilar Serrano**, Enrique Copete***, Diego Miguel Sierra**** y Juan Gonzalo Botero*****
Una mirada vinculante
La gente de la ciudad y muchos de sus alcaldes están desconectados del campo o lo entienden como algo separado de lo urbano.
No reconocen, o no totalmente, la dependencia entre la ciudad y la ruralidad. No son conscientes de que la ciudad depende del campo para el suministro de energía, el agua potable, los alimentos, los bienes y servicios ambientales. Tampoco saben cómo se producen los alimentos como el pan o el queso, por ejemplo.
Pero hoy la mirada está cambiando. El enfoque y la literatura reciente señalan que lo rural y lo urbano son espacios continuos e interconectados, más que espacios separados o dicotómicos. Por eso, las ciudades influyen y son influidas por lo rural a través de unos flujos recíprocos de bienes, servicios, mercado, personas, información, finanzas o relaciones sociales, en un espacio que une territorios rurales y urbanos.
Si las grandes ciudades quieren ser sostenibles, tienen que crear y mejorar los vínculos urbano-rurales para reducir la pobreza y para mejorar las condiciones que frenen las corrientes migratorias campo-ciudad.
Esos flujos constituyen los vínculos urbanos-rurales, tal como los definen, por ejemplo, Veneri y Ruiz. Estos vínculos son la nueva forma de intervenir y relacionar la ciudad con el campo a través de las políticas públicas. En este sentido, lo rural es más que agro y, por tanto, la revolución agraria debe hacerse desde ahí y no solo desde lo agro o desde el énfasis en la tierra. Es más, la apuesta del país debe ser una reforma rural y no apenas agraria.
Lo rural sobre lo agro
Hoy por hoy la ruralidad es entendida como un sistema donde conviven e interactúan distintos sectores productivos, tradiciones, culturas y hábitos sociales a través de estos vínculos. Por eso, lo rural comprende más que lo agro.
Entre otras cosas, comprende el hábitat, la salud, el turismo, la provisión de bienes y servicios ambientales y económicos a las ciudades, naturaleza, cultura, tradiciones y alimentos. Pero también comprende la precariedad, la invisibilidad, la desigualdad, la informalidad y las economías ilícitas.
Si las grandes ciudades quieren ser sostenibles, tienen que crear y mejorar los vínculos urbano-rurales para reducir la pobreza y para mejorar las condiciones que frenen las corrientes migratorias campo-ciudad. Además, tienen que
- Enfrentar los retos de inseguridad alimentaria, malnutrición y enfermedades crónicas no transmisibles;
- Reconfigurar los sistemas de distribución, abastecimiento y comercialización de los alimentos en las grandes ciudades;
- Disminuir la fragilidad en los sistemas de provisión de bienes y servicios de apoyo a la producción.
Propuestas para una ruralidad del siglo XXI
A continuación enunciamos algunas propuestas para los próximos alcaldes y gobernadores sobre la provisión de alimentos y la agricultura del futuro, es decir, la verde y la digital.
En cuanto a la agregación de valor, garantizar el suministro y abaratar los costos de los alimentos proponemos para los nuevos mandatarios:
- Un sistema de suministro de alimentos de cercanías y de circuitos cortos de mercado que promuevan los agronegocios, disminuyan la inseguridad alimentaria y protejan las cadenas de abastecimiento, contribuyan a disminuir el precio de los alimentos y la huella de carbono que arrastra el transporte cuando se hace desde lejanías.
- Impulsar la agricultura vertical y el cultivo de productos en terrazas, patios, solares, balcones, bodegas cerradas con luces led e hidroponía, para lo cual se podría crear el Sello de Cercanías. Eso crearía fuentes de trabajo y aliviaría la inflación de los precios.
Seúl, la capital de Corea del sur, tiene casi un millón de agricultores urbanos. Esto ha creado una conciencia de regresar al campo en un movimiento llamado Kwichon, donde cientos de miles de personas, la mayoría jóvenes, se están mudando al campo para contribuir a superar las crecientes tensiones en las megalópolis.
- Promover los nuevos alimentos y los nutracéuticos. Según el portal Prnewswire, en 2025 los nutracéuticos alcanzarán un valor de mercado de 200 mil millones de dólares en el mundo. Colombia tiene cómo lograr una posición competitiva e inclusive dominante en esos mercados, porque dichos alimentos sólo se dan en regiones ecuatoriales, tropicales, andinas y de sabana.
Una lista breve de estos productos incluiría el cacay, el camu camu, todas las palmas, el mortiño, las frutas andinas y otras especialidades. Algunas grandes ciudades pueden ser el centro de valor agregado en alimentos.
Sobre los incentivos gubernamentales proponemos:
- Incentivos presupuestales, fiscales y financieros para promover los vínculos urbanos rurales.
- Destinar un porcentaje del presupuesto de inversión a mejorar los sistemas de gestión, acopio, logística y distribución de alimentos frescos como huevos, lácteos, frutas y verduras. De ese modo, se impulsarían canales de comercialización y distribución alternativos a las grandes superficies.
- Estimular la agrotecnología, la agricultura vertical, digital, orgánica y de precisión mediante instrumentos fiscales y financieros vía incentivos.
En cuanto a la planificación territorial proponemos:
- Planificar la nueva ruralidad de manera que supere la dicotomía rural-urbano y subraye las relaciones y sinergias entre ambos territorios. Algunos vínculos claves son los mercados laborales, los sistemas agroalimentarios, la presencia de bienes públicos, la gobernanza y los sistemas asociativos supramunicipales.
- Impulsar con el gobierno nacional las Áreas para la Promoción de Alimentos y Materias Primas (APPA), enlazando cadenas de suministro y con agricultura por contrato que asegure su comercialización.

Hoy por hoy la ruralidad es entendida como un sistema donde conviven e interactúan distintos sectores productivos, tradiciones, culturas y hábitos sociales a través de estos vínculos.
En cuanto a la agrotecnología proponemos:
- Promover desde las ciudades, las startups de agricultura para revolucionar la agricultura digital a través de gestión y políticas públicas que atraigan fondos de capital de riesgo que las financien.
- Promover la inversión y el uso masivo de las tecnologías digitales agropecuarias dirigidos a técnicos, extensionistas rurales y a medianos y pequeños productores.
Por último, en cuanto a la nutrición proponemos:
- Establecer una cátedra de alimentación funcional dentro del pensum de promoción de la salud y prevención de la enfermedad en los institutos educativos;
- Promover acuerdos para el manejo de productos de reducida vida útil, favoreciendo la destinación a bancos de alimentos y la disminución del desperdicio alimentario.
Se trata de entender que lo rural va más allá de lo agrario y comenzar a articularlo con lo urbano, aunque en este escrito nos hayamos limitado a uno de esos vínculos: la provisión de bienes y servicios de la agricultura del futuro, es decir, la verde y digital.
1 Comentario
Estoy completamente de acuerdo con todas las propuestas presentadas aquí. En primer lugar, creo que es posible utilizar la agrotecnología para involucrar a los jóvenes, especialmente a aquellos que están en edad escolar, en la promoción de la agroecología a través de las redes sociales. Esto se podría lograr mediante la difusión de información a través de influencers que se centren en temas relacionados con la agricultura, a los que podríamos llamar «influencers del campo». De esta manera, podríamos aprender y aplicar prácticas de agroecología en entornos urbanos.
Además, sí se impulsaría la agricultura vertical y el cultivo de productos en terrazas, patios y solares, aprovechando los espacios disponibles en las escuelas. Es evidente que el modelo de huertas escolares podría fortalecer significativamente la estrategia de seguridad alimentaria, ya que demostraría mejores resultados que los obtenidos por medio del Programa de Alimentación Escolar (PAE).