La caravana de migrantes: entre el drama y los cálculos electorales - Razón Pública
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La caravana de migrantes: entre el drama y los cálculos electorales

Escrito por Ana María Ferreira
Caravana de migrantes.

Miles de centroamericanos emprendieron una larga caminata hacia Estados Unidos. Pasadas las elecciones la atención de los medios se ha desvanecido, pero ellos hasta ahora empiezan a llegar a la frontera.

Ana María Ferreira*

La caravana y las elecciones

La ciudad de San Pedro Sula en Honduras es una de las más peligrosas del mundo. En el 2013, el peor año de su historia, la tasa de homicidios fue de 187 por cada 100.000 habitantes. De esta ciudad asolada por la violencia salieron caminando alrededor de mil hondureños el 13 de octubre de este año. Su objetivo es ingresar y establecerse en los Estados Unidos.

Después de atravesar Guatemala y México, los primeros migrantes llegaron a la ciudad fronteriza de Tijuana la semana pasada. En el camino muchas más personas se han unido y se estima que en este momento son casi 11.500. Estas se han dividido en cuatro grupos, dos de los cuales son hondureños y los otros dos son en su mayoría salvadoreños.

La oposición a la migración fue uno de los argumentos más frecuentes y efectivos de Trump durante la campaña presidencial del 2016.

Desafortunadamente para los migrantes, su viaje coincidió con las últimas semanas de campaña para las elecciones legislativas en Estados Unidos y su larga caminata rápidamente se situó en el centro de los debates y las noticias de ese país.

La oposición a la migración fue uno de los argumentos más frecuentes y efectivos de Trump durante la campaña presidencial del 2016. Para las elecciones legislativas de este año, muchos de los candidatos republicanos siguieron su retórica, que muchas veces cae en la xenofobia.

A pesar de que entre los caminantes se encuentran familias con mujeres y niños, en muchos noticieros y debates en Estados Unidos los migrantes fueron presentados como criminales e invasores y no como seres humanos que huyen de las circunstancias difíciles en su propio país.

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La distancia entre las palabras y la realidad

Militares en la frontera
Militares en la frontera
Foto: Departamento de Defensa de Estados Unidos

Lo que ha pasado con la caravana de migrantes demuestra el poder de los discursos políticos y de los medios de comunicación que los amplifican. Las palabras y los significados que se les otorgan en medio de estos discursos pueden lograr tergiversar y oscurecer la realidad.

Tanto para Trump, como para muchos de los miembros de su partido y su administración, los inmigrantes son el enemigo. Y en su discurso las palabras que lo describen, como ‘caravana’ o ‘inmigrantes’, adquieren significados a su antojo.

Por ejemplo, ‘inmigrantes’ puede aludir a personas perezosas, violentas y criminales y al mismo tiempo a trabajadores honrados e incansables que van a quitarles los trabajos a los estadounidenses. Así, el discurso político no trata a las personas que hacen parte de la caravana como individuos con historias personales, sino que los agrupa en palabras abstractas que pueden contener cualquier característica negativa.

La situación ha llegado a tal extremo que durante un discurso en la pasada campaña Trump afirmó que gran parte de los que van en la caravana son miembros de las pandillas centroamericanas pero que además van infiltradas personas del medio oriente, lo que en palabras del presidente es un código para hablar de terroristas.

Si bien es necesario señalar que una gran parte de la población en Estados Unidos no está de acuerdo con los señalamientos de Trump, es evidente que su discurso nacionalista atrae a muchos norteamericanos. Detrás del rechazo a los inmigrantes se agazapa el miedo a lo diferente, que puede convertirse fácilmente en racismo y xenofobia.

Pero ¿quiénes son los migrantes?

Honduras, El Salvador y Guatemala son tres de los países más pobres del continente americano. Además, sufren enormes problemas de corrupción y violencia. En muchas ciudades, como San Salvador y la propia San Pedro Sula, las ‘maras’ o pandillas de jóvenes tienen tanto o más poder que las autoridades locales. Estas pandillas, sin embargo, se originaron en los Estados Unidos y están relacionadas con el tráfico y consumo de drogas en ese país.

Para los colombianos, la estrecha relación entre violencia y narcotráfico no es extraña. Por lo que debería ser fácil para nosotros entender que la violencia y la falta de oportunidades en estos países son la razón por la que miles y miles de personas buscan emigrar al norte.

Tanto para Trump, como para muchos de los miembros de su partido y su administración, los inmigrantes son el enemigo.

Este argumento contradice las narrativas que desde Estados Unidos se construyen sobre los migrantes. La mayoría de ellos no sólo no son criminales, sino que van huyendo del crimen y la violencia en su propio país.

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La migración no es una novedad

Presidente Trump.
Presidente Trump.
Foto: Embajada de Estados Unidos en Uruguay

Los centroamericanos llevan décadas intentando ingresar a los Estados Unidos por la frontera mexicana. La migración ha sido masiva y ha crecido exponencialmente a lo largo de los años. Mientras que en 1980 entraron 350.000 personas solo de Honduras, Guatemala y El Salvador, la cifra había crecido casi diez veces para el 2015, cuando ingresaron 3’386.000 personas de estos países.

La razón por la cual la caravana es noticia es que esta vez los migrantes decidieron viajar juntos y a plena luz del día en lugar de intentar pasar desapercibidos. Dado que el recorrido no solo es largo y extenuante sino extremadamente peligroso, viajar en grupos grandes les permite cuidarse los unos a los otros.

Los miles de personas que normalmente atraviesan estos países con el objetivo de llegar a los Estados Unidos son extremadamente vulnerables. Como inmigrantes indocumentados y normalmente en condiciones de extrema pobreza y falta de educación, están expuestos al abuso y la delincuencia.

La mayoría de migrantes lleva consigo sus únicos objetos valiosos y todo el dinero que han podido ahorrar para emprender su viaje. Los ‘coyotes’ que ayudan a atravesar la frontera cobran altas tarifas por su ‘trabajo’ y no es posible pasar sin su ayuda. Las pandillas, los mismos coyotes e incluso la policía se aprovechan de estas personas y les cobran una tarifa por dejarlos pasar o directamente les roban sus pertenencias.

Dado que el recorrido no solo es largo y extenuante sino extremadamente peligroso, viajar en grupos grandes les permite cuidarse los unos a los otros.

Sin embargo, los robos no son el peor de los problemas. Muchas personas son asesinadas en el camino y las denuncias sobre abuso sexual también son frecuentes. Tanto hombres como mujeres que hacen esta travesía han denunciado haber sido víctimas de violencia sexual en casi cada parte del camino. Incluso luego de entrar a los Estados Unidos, miembros de la patrulla fronteriza y guardias de las cárceles cometen abusos que usualmente quedan impunes.

Por esta razón son muchos más los hombres que las mujeres los que intentan atravesar ilegalmente la frontera. Pero la caravana tiene una ventaja: los caminantes se sienten protegidos por los otros viajeros. Muchas mujeres con sus hijos se unieron a una travesía que solas nunca se hubieran atrevido a hacer.

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Paradójicamente, la atención mediática en contra de la caravana propiciada por Trump ocasionó una corriente de apoyo que ha hecho menos difícil el camino de los migrantes. Las noticias se han llenado de imágenes de mexicanos dando comida, ropa, cobijas y agua a los caminantes y se han organizado actividades para ellos, como conciertos y películas.

Como era de esperar, tan pronto como las elecciones pasaron en Estados Unidos y con un resultado relativamente negativo para los republicanos, la caravana se ha ido desvaneciendo de las noticias. A pesar de ello, los caminantes empiezan lentamente a llegar a la frontera y los primeros choques con las autoridades mexicanas empiezan a verse. Lo que les suceda a estas personas y a los miles que seguirán emprendiendo este difícil camino todavía está por verse.

*Doctora en Literatura y Estudios Culturales de la Universidad de Georgetown, profesora de la Universidad de Indianápolis donde enseña e investiga sobre América Latina.

 

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