Una histórica reunión entre los presidentes de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú ha dado nuevo impulso a la CAN. Análisis detallado de los logros y retos de este proceso de integración que necesita de reingeniería pero que sigue siendo necesario.
Socorro Ramirez *
Todos contentos
Todos salieron eufóricos de la reunión del Consejo Presidencial Andino, celebrada en Bogotá el pasado 8 de noviembre.
Tanto el solicitante de la reunión como su anfitrión sacaron buenos frutos. Pero sobre todo fue provechosa para la propia Comunidad Andina (CAN), cuya suerte parece estar echada. Si la reingeniería funciona, podrá recuperar su sentido entre vecinos andinos y situarlos en mejores condiciones para negociar con el Mercosur en la perspectiva de la integración suramericana. El más eufórico fue el mandatario ecuatoriano, cuyo gobierno había solicitado la cumbre extraordinaria el 12 de octubre, cuando amenazó con retirarse de la CAN. “Venimos a trabajar por la integración, no a destruirla, a fortalecerla, pero para eso tenemos que renovar día a día y cumplir los compromisos”, manifestó Rafael Correa a su llegada a Colombia.
Además subrayó la necesidad de encontrar solución a los bloqueos que afrontan los transportadores ecuatorianos en territorio colombiano y al déficit de la balanza comercial ecuatoriana con sus dos principales socios andinos. Al concluir la reunión subrayó: “Esta ha sido la reunión más fructífera que hemos tenido. Después de una abierta discusión, hemos decidido despertar a la CAN”.
No se quedaron atrás los otros presidentes. Evo Morales destacó la voluntad de los cuatro gobiernos de superar problemas sectoriales, bilaterales o regionales y de "relanzar, refundar y fortalecer la CAN". Y remató diciendo que “durante la gestión pasada (de Álvaro Uribe) nunca pude visitar Colombia, pero con Santos hemos construido una relación de confianza”.
Ollanta Humala calificó la reunión como "franca y transparente por cuenta de las coincidencias en el tema del futuro de la CAN”, y subrayó su interés en “crear un espacio que permita establecer puntos comunes con otros espacios de integración regional”.
El anfitrión, Juan Manuel Santos, reiteró su optimismo sobre el cuarto de hora latinoamericano: “Somos parte de una región que hoy está destinada a ser cada vez más relevante en la economía internacional. Y en la medida en que podamos ir encontrando esas sinergias y esos puntos de convergencia, todos los países miembros de la región van a salir beneficiados y fortalecidos… cuanto más promovamos nuestro comercio regional, más fuertes vamos a ser no solo en nuestros respectivos países, sino frente a terceros y frente a este huracán que está viviendo la economía internacional”.
Además, destacó la necesidad de adecuar la CAN a los retos del actual contexto internacional: “Se creó en un mundo diferente, y como toda institución, requiere de un proceso de modernización y reingeniería”.
Los acentos que cada presidente le puso a su euforia explicitan los énfasis nacionales y las distintas visiones de lo que debe ser la integración. Ambas dimensiones, nacionales y regionales, no son incompatibles. Más bien son el punto de partida que es necesario tomar en consideración si se quieren desarrollar acciones conjuntas entre países que impulsan modelos políticos y económicos muy diferentes.
Demandas y logros del Ecuador
Antes de la reunión, el vicecanciller ecuatoriano anunció que se saldrían de la CAN si no se resolvía el bloqueo por parte de transportistas colombianos a los camioneros ecuatorianos. Mostró, además, que los colombianos pueden abastecerse de carburante más barato cuando pasan al Ecuador mientras los ecuatorianos deben pagarlo más caro cuando entran en Colombia, con lo cual están en condiciones desiguales.
Por su parte, el subsecretario de Comercio se quejó de la "gran inequidad" de los intercambios de Ecuador con Colombia y Perú, no solo por el déficit de la balanza comercial, sino por medidas fitosanitarias que dificultan el ingreso a esos mercados.
La amenaza del gobierno de Correa de abandonar la CAN causó una fuerte reacción en Ecuador. La Cámara de Comercio de Quito alertó que esa salida significaría "perder la única zona de integración comercial" abierta al país, con un mercado anual equivalente a 7.800 millones de dólares y un crecimiento de 35 por ciento este año.
Y salieron a relucir cifras del Banco Central que mostraban cómo entre enero y agosto del 2010, Ecuador exportó hacia la CAN $ 2.002 millones, en tanto que, en 2011, en el mismo periodo, las exportaciones alcanzaron los 2.835 millones de dólares, lo que significó un aumento de 41 por ciento. A su vez, las importaciones de Ecuador desde la CAN se habían situado en $ 3.456 millones entre enero y agosto del 2010; en el mismo periodo de 2011 fueron de $ 2.646 millones- es decir, se redujeron 30 por ciento.
“No creo que haya motivos fundamentales para salirnos del pacto andino”, afirmó un exembajador ecuatoriano en Colombia. “Tiene que entenderse con sus aliados naturales y sus dos únicos vecinos, Colombia y Perú”, sentenció un experto en el tema.
Para la académica y columnista de El Comercio, Grace Jaramillo, el gobierno ha amenazado varias veces con salirse de la CAN, “por cualquier razón, desde nimiedades arancelarias hasta problemas con camiones”. Pero más del 60 por ciento de bienes industrializados de Ecuador han consolidado su mercado en el espacio andino. Por eso se preguntaba ¿cómo va a funcionar un programa como el de sustitución selectiva de importaciones pregonado por Senplades (Secretaría Nacional de Planeación y Desarrollo) y el Plan del Buen Vivir sin la CAN? Simplemente, lo que ha dado la CAN al Ecuador debería hacer sonrojar a cualquier activista de la Alba”.
En realidad, la amenaza de dejar la CAN, más que señalar un posible camino alternativo, buscaba presionar a sus dos principales socios –y en especial a Colombia– para que resuelva el problema de los transportadores y aumente sus importaciones desde Ecuador. Más aún cuando ese país se había convertido en el tercer destino de las exportaciones colombianas con valor agregado, y ayudaba a compensar las pérdidas de ventas en Venezuela. Entre enero y agosto del 2011, las exportaciones de Ecuador a Colombia alcanzaron los 662 millones de dólares, mientras que las importaciones llegaron a 1.457,8 millones.
Ya desde la anterior visita a Colombia, la tercera, Correa había insistido en la necesidad de reequilibrar el comercio binacional para evitar nuevas salvaguardias ante el aumento del déficit en su balanza comercial y su necesidad de reducir el ritmo de salida de divisas.
Iniciativas conjuntas
Al mismo tiempo, la Corporación Promotora de Exportaciones e Inversiones (CORPEI) y la Cámara Colombo Ecuatoriana de Industria y Comercio promovieron iniciativas dirigidas a construir un comercio bilateral más equilibrado, tal como se menciona en el artículo “Colombia – Ecuador: Cómo se mejora el clima de confianza”, publicado el 8 de mayo de 2011 en Razón Pública.
Entre tales iniciativas estaban las siguientes:
- Aumentar y reorientar las inversiones colombianas en Ecuador hacia sectores prioritarios que cuentan con estímulos.
- Vender maíz, arroz, cacao y café para que la industria colombiana los utilice como materia prima.
- Establecer líneas de crédito, misiones comerciales, ruedas de negocios y acuerdos con supermercados para promocionar productos ecuatorianos.
- Un sistema bilateral de compensación de pagos que elimine los costos financieros de las transacciones internacionales y los riesgos de la tasa de cambio.
- Reducir los costos del transporte terrestre y aéreo e impulsar el turismo.
Varias de esas propuestas dirigidas a generar nuevos negocios y alianzas empresariales que aumenten la competitividad de los dos aparatos productivos, aprovechen la complementación de las economías y los diversos encadenamientos de las exportaciones, se han convertido en parte de los memorandos de acuerdo colombo-ecuatorianos.
Correa fue el primero en llegar a la cita en Bogotá, lo que dio tiempo suficiente para tener su cuarta fructífera reunión bilateral con Santos. Allí acordaron facilitar por carreteras y oleoductos el transporte de carga y los hidrocarburos producidos en los dos países. Colombia se comprometió a poner en marcha múltiples iniciativas para equilibrar el comercio, como la de adquirir materias primas a Ecuador para transformarlas y exportarlas a países con los que tiene TLC.
Las ganancias colombianas
Colombia asumió en junio de 2011 la presidencia rotativa de la CAN y debía demostrar que, más que disolverla, había que aplicarle una urgente reingeniería. No era una tarea fácil pues la organización estuvo a punto de desintegrarse y liquidar sus más de cuatro décadas de existencia, como resultado de las divergencias sobre el modelo de Estado, el desarrollo, la integración e inserción internacional, que llevaron a la salida de Venezuela, así como por las tensiones entre países vecinos. De hecho, desde 2008 no se habían reunido los presidentes andinos.
La positiva respuesta a la sorpresiva convocatoria de una reunión presidencial, organizada en menos de un mes, legitimó la reingeniería que debe impulsar Colombia, y puso a prueba la recuperación de la comunicación y la confianza que ha propiciado el giro de la política exterior nacional.
La redefinición de la CAN es una necesidad para Colombia, pues comparte con sus vecinos andinos cruciales asuntos fronterizos sociales, ambientales, económicos y de seguridad. Además, hacia ellos exporta sus manufacturas. En medio de la corriente de optimismo suscitada por los buenos resultados, el presidente Santos se atrevió incluso a hablar de las necesidades colombianas de seguridad y a defender medidas que son apreciadas de distinta forma en los países vecinos.
En la conferencia de prensa final afirmó: “En el caso de 'Alfonso Cano' era lo correcto, porque queremos buscar la paz para este país a las buenas o a las malas”, y agregó que la paz “es un proceso colombiano que vamos a resolver los colombianos. Cuando necesitemos ayuda, si es que la necesitamos, acudiremos, y estoy seguro que Evo Morales, Rafael Correa, Ollanta Humala, nos darán esa ayuda para conseguir la paz. Pero mientras tanto, es un problema colombiano y no queremos que nadie interfiera en estos asuntos internos de Colombia”.
A Colombia y a sus tres socios andinos les conviene construir juntos el camino de negociación con Brasil y el Cono Sur en la perspectiva de fortalecer la integración suramericana. Y en Bogotá llegaron a acuerdos al respecto.
Alcance de lo acordado
Fuerte determinación mostraron los cuatro mandatarios para revivir la integración andina. Se reunirán una vez al año para hacerle seguimiento a sus acuerdos. A la CEPAL le piden diagnosticar cómo está funcionando la CAN y cómo actualizar su estructura para hacerla más eficiente, incluso reduciéndola.
Se comprometieron, además, a cumplir la normativa comunitaria, empezando por las disposiciones relativas al libre tránsito de transporte terrestre y por la reingeniería del Sistema Andino de Integración. Al mismo tiempo se proponen identificar complementariedades y diferencias con miras a una convergencia de la CAN, el Mercosur y la Unasur.
También tratarán de identificar dónde están los cuellos de botella que impiden fomentar y balancear mejor el comercio regional. Además, convinieron fortalecer la integración energética para aprovechar las potencialidades andinas y lograr un posicionamiento importante en el mundo. La defensa del medio ambiente, otra prioridad acordada, tendrá un primer test de cumplimiento en la construcción de una posición común para la Conferencia de la Cumbre de Rio + 20, que se realizará en Brasil, en junio de 2012. La cooperación en seguridad fue mencionada de paso.
La agenda estratégica
Los gobiernos andinos ya habían acordado, en febrero de 2010, unos parámetros para la redefinición de la CAN en torno a lo que llamaron "Agenda estratégica andina", con quince principios y doce ejes. No obstante que entre los principios está el de "Asumir con realismo y oportunidad histórica las virtudes y límites del proceso andino", no aparece en ese documento un examen de las virtudes y límites de la Comunidad. Otro principio, "Respetar la diversidad de enfoques que fundamenta la coexistencia comunitaria", permite flexibilizar la organización.
El diagnóstico encargado a la CEPAL bien podría partir de lo que ha logrado la CAN así como de sus fallas, y a este propósito preguntarse por las razones que produjeron los incumplimientos de la normatividad andina. O mostrar los asuntos más relevantes para la subregión señalando cuáles conviene impulsar a nivel suramericano. Y revisar su estructura institucional, porque el andamiaje burocrático es grande e ineficaz y devora cualquier esfuerzo para darle una nueva dirección a la Comunidad.
Tendría que mostrar cómo hacer efectivo el principio de integralidad del proceso, que evite reducir todo al simple comercio. La Agenda enumera otros ejes en torno a los cuales hay que reconstruir la CAN: la cooperación energética, minera e hidroeléctrica con protección ambiental; la integración física y fronteriza; la presentación del producto turístico andino bajo una identidad común; la acción conjunta frente a los recursos hídricos y de biodiversidad amazónico-andina, así como frente al cambio climático; la cooperación en seguridad, política exterior común y migración compartida.
Un balance de la CAN
A pesar de los incumplimientos de la normatividad andina y de la dispersión de sus entidades y programas, la CAN logró el mayor nivel de unión e institucionalización posible de cualquier proceso de integración. Incluso construyó entidades supranacionales y el más completo sistema de solución de controversias.
Es la agrupación que asumió más profundamente la idea de cambio estructural, y creó mecanismos y proyectos para lograrlo.
Construyó acuerdos que se tradujeron en medidas, mandatos y mecanismos para trabajar en común temas como los siguientes:
- los asuntos de desarrollo e integración fronteriza,
- seguridad y política exterior,
- comunidades indígenas y negras,
- juventud y mujer,
- salud y ambientales,
- educativos y culturales,
- de ciencia y tecnología,
- economía solidaria y libre comercio,
- trabajo y seguridad social.
La carta social fue aprobada desde 1999 y más tarde se acordó que todas las poblaciones de los países miembros asumirían una ciudadanía y un pasaporte andino. Solo Venezuela lo imprimió, pero luego se salió del sistema de integración.
Justamente ahí reside un gran déficit de la integración andina: en la ausencia de participación y articulación real de las sociedades de los países involucrados. Eso no se resuelve sólo con revivir los consejos laboral y empresarial de la CAN sino que requiere interconectar y hacer partícipes a sus sociedades. Si no se subsana este déficit no habrá reingeniería que valga pues también es indispensable legitimar socialmente el sentido de la integración andina.
*Cofundadora de Razón Pública. Para ver el perfil de la autora, haga clic aquí.