Sea que vengan a ayudar en la erradicación de cultivos ilícitos o a amenazar a Venezuela, la presencia de asesores militares de Estados Unidos en Colombia es contraproducente e inoportuna por donde se la mire.
Adam Isacson*
La polémica
El 28 de mayo, la embajada de Estados Unidos causó conmoción al anunciar que una Brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB por sus siglas en inglés) llegaría a territorio colombiano a principios de junio para “ayudar a esta nación en su lucha contra el narcotráfico”.
Y en efecto, el 1 de junio, alrededor de 50 miembros del ejército partieron de su base en Fort Benning, Georgia, con la intención de permanecer durante cuatro meses en Colombia.
La unidad en cuestión fue creada a principios de 2018 y ha sido enviada a Afganistán, Europa y África. Su misión es entrenar y asesorar unidades militares extranjeras, una tarea que antes dependía de las Fuerzas de Operaciones Especiales. Esta será la primera vez que una SFAB se despliega en América Latina.
En una entrevista para El Espectador, el ministro de Defensa Holmes afirmó que el propósito de la misión es asesorar al personal de tres grupos regionales y de la Brigada Antinarcóticos del Ejército, una unidad creada a principios de siglo con recursos del “Plan Colombia” que financió el gobierno de Clinton.
Algunos líderes de izquierda creen que su objetivo es derrocar al régimen venezolano.
Según el ministro, “El personal de Estados Unidos no participará en las operaciones militares” y “el asesoramiento técnico se llevará a cabo dentro de la unidad militar, no en el campo”.
Aunque una unidad de 50 soldados estadounidenses en Colombia no se ve todos los días, tampoco es la primera vez que sucede. Un informe de WOLA basado en cifras del Departamento de Estado encontró que en la primera década de este siglo, el número de contratistas y militares estadounidenses en territorio colombiano había oscilado entre 91 y 563. Dado que la embajada de Estados Unidos en Colombia sigue siendo una de las más grandes, creo poco probable que el número de militares haya disminuido desde entonces.
En ese sentido, agregar 50 militares es notable, pero no estremecedor.
¿Venezuela tiene algo que ver?
Aunque los funcionarios de ambos países aseguran que la misión es apoyar al Estado en territorios conflictivos y avanzar en la lucha contra las drogas, algunos líderes de izquierda creen que su objetivo es derrocar al régimen venezolano.
La clave para descubrir si efectivamente la SFAB tiene a Venezuela en la mira es el tratamiento que el gobierno estadounidense le conceda al despliegue en cuestión. Durante los últimos 20 años, ha sido muy difícil obtener información sobre lo que los militares estadounidenses hacen en Colombia, así que, si hay periodistas invitados a presenciar misiones de capacitación, y si el despliegue de la SFAB es mencionado por las cuentas de Twitter de la embajada estadounidense y del Comando Sur, sabremos que el país del norte quiere enviarle un mensaje al vecino de Colombia.
Si Venezuela es el verdadero objetivo, la presencia de la SFAB en Caracas puede hacerle mucho daño a Estados Unidos, pues la unidad entre el régimen de Nicolás Maduro y sus fuerzas armadas parece fortalecerse cada vez que el ejército del norte pisa territorio venezolano.
Además esta misión podrían agravar las divisiones en la oposición, porque algunos líderes apoyan una salida política, pero otros conservan la esperanza de una intervención militar.

Foto: Presidencia de la República
Una de las Zonas Futuro será Tumaco, Nariño, el municipio con mayor cantidad de cultivos de coca y con presencia de las disidencias de las Farc.
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Las “Zonas Futuro”
La embajada asegura que sus entrenadores ayudarán a consolidar las “Zonas Futuro”. Estas zonas son una iniciativa del Consejo de Seguridad Nacional de Colombia para llevar la presencia del Estado a cinco regiones donde actúan grupos armados ilegales y donde se registran altos índices de violencia y producción de drogas.
Las cinco “Zonas Futuro” están ubicadas en:
- Tumaco, el principal productor de coca del país, que limita con Ecuador y el Pacífico;
- Catatumbo en Norte de Santander y cerca de Venezuela, con una fuerte presencia del ELN y producción de cocaína;
- Alrededores del Parque Nacional Chiribiquete en el Caquetá, donde actúan disidencias de las FARC;
- El departamento de Arauca que limita con Venezuela, y donde el ELN conserva mucha influencia;
- La región del Bajo Cauca entre Antioquia y Córdoba, zona productora de cocaína que está siendo disputada por dos grupos neo-paramilitares, disidentes de las FARC y del ELN.
En una entrevista realizada por WOLA, varios asesores de seguridad del gobierno colombiano repitieron que el objetivo es llevar la presencia del Estado a esos territorios, y subrayaron que esto no se reduce a más soldados o policías, sino también a proveedores de servicios civiles.
La experiencia de años nos ha enseñado que la erradicación sin asistencia social no funciona, especialmente en medio de una pandemia.
En efecto, uno de los compromisos del Acuerdo de La Habana fue llevar los servicios del Estado a 170 de los 1.100 municipios más descuidados y conflictivos de Colombia. Según los asesores encuestados, la presencia de la SFAB permitirá atacar a los grupos ilegales que dominan estas zonas y acelerar la ejecución de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).
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Una decisión equivocada
Pero el equipo de la Oficina en Washington para para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) -del cual formo parte- cree que este no es el momento para traer asesores militares a Colombia.
Antes que nada, hay que notar que esta no es la primera vez que Colombia intenta llevar el Estado a regiones históricamente descuidadas. Todos esos intentos han fracasado porque los proveedores de servicios civiles no se presentan. En ese orden de ideas, el gobierno estadounidense debería ayudar a Colombia a fortalecer sus servicios civiles y no sus fuerzas militares.
Por otra parte, la SFAB trabajará en áreas donde los erradicadores de coca del gobierno colombiano han matado a tres personas este año y, por ende, han perdido la confianza de las poblaciones locales. Intensificar la erradicación terrestre e ingresar a nuevos territorios podría empeorar las conductas agresivas de las fuerzas de seguridad y hacer aún más difícil que el Estado recupere la confianza de las comunidades.
Adicionalmente, el despliegue de la SFAB implicaría respaldar públicamente la erradicación de cultivos de familias pobres que pasarían hambre una vez los erradicadores concluyan su trabajo. La experiencia de años nos ha enseñado que la erradicación sin asistencia social no funciona, especialmente en medio de una pandemia.
Cuando El Espectador le preguntó a Holmes Trujillo por qué la erradicación de coca no estaba siendo acompañada de asistencia alimentaria para los agricultores en plena pandemia, él respondió que “la coca es ilegal” y que “la erradicación es el deber constitucional del estado”.
Como si fuera poco, la SFAB llegó justo después de saberse que el aparato de inteligencia del ejército colombiano guarda dossiers ilegales con información personal de jueces, periodistas, defensores de derechos humanos, políticos de la oposición e incluso algunos colegas de ONG. En este escenario, la llegada de entrenadores estadounidenses podría ser interpretada como una felicitación al ejército colombiano.

Foto: US ARMY
El 28 de mayo se anunció que una Brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad llegaría a Colombia a principios de junio.
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Es inaceptable que Estados Unidos mande entrenadores a otro país mientras que su presidente respalda la tortura de personas inocentes y sus ciudadanos protestan contra la violación de derechos humanos.
¿Qué mensaje están dando los entrenadores estadounidenses a los militares colombianos? ¿Acaso los están alentando a que cometan actos violentos sin justificación alguna? No sabemos qué mensaje les están enviando en materia de derechos humanos.
En definitiva, no tiene sentido que las fuerzas militares de Estados Unidos asesoren a otros países cuando su casa está patas arriba. Es hora de que la SFAB vuelva a casa.
*Este texto fue publicado originalmente en la página oficial de WOLA.
**Oficial de Programas para Políticas de Seguridad Regional, Oficina en Washington para para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).
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