Mientras las encuestas cada vez muestran menos confianza en la democracia, el registrador, dos expresidentes y el presidente Duque vienen sembrando dudas sobre la transparencia del proceso electoral.
César Caballero*
Encuestas de cultura ciudadana
Hay un tipo de encuestas donde no se pregunta la intención de voto, pero son muy importantes para entender los motivos que tienen las y los ciudadanos para votar de determinadas maneras. Estas encuestas se inscriben en una tradición de la ciencia política norteamericana y se pueden denominar “de cultura política”. Su propósito es analizar tendencias de mediano plazo en la percepción de los encuestados sobre los procesos electorales, la separación de poderes y, en general, el funcionamiento de la democracia.
En Colombia hay varias instituciones que han llevado a cabo ejercicios de este tipo y entre las cuales cabe resaltar:
- El Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, que lleva más de quince años realizando mediciones;
- El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), que realiza su propia encuesta desde 2011, y
- Polimétrica, de Cifras & Conceptos, que las presenta en cada ciclo electoral, también desde 2011.
Principales hallazgos
Hace pocos días, el DANE reveló su más reciente ejercicio sobre el tema. Sin lugar a duda, es la mejor medición realizada en Colombia, pues consultó a más de 24 mil hogares. Es la sexta medición de este tipo que realiza la entidad, y muestra varios cambios en nuestra cultura política.
En primer lugar, se analizó la autoidentificación ideológica de las y los ciudadanos. En un periodo de seis años, entre 2015 y finales de 2021, hubo una caída notoria en el número de personas que se ubican en la derecha: pasaron de ser el 25,5 % al 18 %. En contraste, la izquierda presentó un leve aumento de dos puntos, al pasar de 12,7 a 14,7 %.
Los colombianos dicen que participan en las elecciones más de lo que realmente lo hacen.
Al hablar de estos cambios, es muy importante señalar lo que ocurre en la región caribe. Hace veinte años, esta zona era considerada el bastión de los liberales y hoy es una de las regiones donde la derecha ha ganado más fuerza: el 21,1 % de los habitantes de la región se identifica con esa posición ideológica.
En segundo lugar, el 78,2 % de los colombianos sigue identificándose con la religión católica, lo cual no deja de ser importante, pero se nota la ampliación de espacios para otras creencias. Ha aumentado el número de personas que no practica otras religiones o que no profesa ninguna fe.
En tercer lugar, los colombianos dicen que participan en las elecciones más de lo que realmente lo hacen. El 75,6 % de los encuestados dijeron haber ido a las urnas en las elecciones locales de 2019. Al comparar este dato con los registros oficiales encontramos que participó el 61,3 % de la ciudadanía. Puesto en volúmenes de personas, 27 millones dijeron que habían salido a votar, mientras que en realidad solo lo hicieron 22 millones.
Cuarto, no a todos los colombianos les interesa estar informados sobre la actualidad política: apenas el 59,2 % dijo estar interesado. Es un porcentaje que parece relacionarse de forma muy clara con quienes, como ya dijimos, salen a votar: el 61,3 %.
La televisión sigue siendo el medio principal que las personas prefieren para informarse, con el 89 %, seguido de las redes sociales, con un 55 %, y la radio, con un 53,5 %.

La desconfianza en las instituciones
En casi todos los demás indicadores de la encuesta, los resultados muestran un deterioro general. Es posible decir que afrontamos este proceso electoral con los resultados más bajos en términos de confianza en la democracia como forma de elegir a nuestros gobernantes.
Esto es realmente preocupante. Iremos a las urnas en un momento en el que la democracia y sus instituciones tienen muy poca credibilidad. Ante la pregunta sobre qué tan satisfechos se sienten las y los colombianos con el funcionamiento de nuestro sistema democrático, apenas el 12,4 % manifestó estar muy satisfecho. En contraste, quienes están altamente inconformes y muy insatisfechos son el 52,2 %.
Hoy tenemos una enorme desconfianza en el gobierno nacional, los gobiernos locales, el Congreso y los órganos de control. En apenas dos años, todas las instituciones medidas cayeron en sus niveles de confianza y tres de ellas lo hicieron en más del 10 %: el Congreso, los jueces y las fuerzas militares. La confianza en estas últimas pasó del 37,1 % al 26,8 %.
Iremos a las urnas en un momento en el que la democracia y sus instituciones tienen muy poca credibilidad.
Este desprestigio parece estar impulsado por dos hechos. Primero, muchos colombianos sienten que en el país no se respetan los derechos de todos: por ejemplo, el 30 % cree que en Colombia no se respetan los derechos de las mujeres. Segundo, los ciudadanos perciben un aumento en los niveles de corrupción: el 71% considera que el gobierno nacional es corrupto o muy corrupto.
Los hechos más recientes
Como muestra la sucesión de encuestas de cultura política, algunas de estas tendencias se vienen gestando en el mediano plazo, pero otras se deben a hechos más recientes.
Algunos de los hechos siguientes ocurrieron después de recogidos los datos de esta encuesta, pero claramente contribuyen al deterioro de la confianza de los ciudadanos en las instituciones:
- La mala gestión del registrador Alexander Vega.
Antes de la jornada electoral, Alexander Vega no atendió las advertencias sobre el mal diseño de los formularios E14 y la entidad no realizó una buena capacitación de los jurados.
Después de celebrados los comicios, de forma irresponsable y con total desconocimiento de las normas, el registrador anunció que solicitaría un recuento total de votos, lo que finalmente no fue posible hacer. Hasta el momento, no ha reconocido ningún error y hoy no parece ser garante de imparcialidad para los ocho candidatos presidenciales.
- La irresponsabilidad de los expresidentes.
Sin pruebas y con actitud incendiaria, dos expresidentes afirmaron que en estas elecciones hubo fraude. Parece que nunca hubieran leído una ley electoral colombiana y que ellos mismos no hubieran participado en casi todas las elecciones.
Repitamos lo que han dicho en múltiples ocasiones la Misión de Observación Electoral, los magistrados del Concejo Nacional Electoral y los conocedores del tema: el preconteo no es nunca oficial y el escrutinio lo realizan jueces, con la participación de veedores de todos los partidos.
Hasta la fecha, no hay pruebas de un fraude en las pasadas elecciones. Pero estos dos líderes políticos, que ejercieron la primera magistratura, parecen estar tratando de acabar con el sistema democrático.
3. El mal gobierno.
El presidente Duque también puso su cuota de irresponsabilidad y entregará el mando a su sucesor con una democracia en su mayor nivel de fragilidad en más de treinta años. Miremos algunos de los actos que llevaron a esta catástrofe:
- El presidente permitió que su ministro del Interior, con la excusa de la pandemia, sugiriera y discutiera una suspensión del calendario electoral con el consecuente aplazamiento de las elecciones.
- Promovió la suspensión tramposa de parte de la Ley de garantías, que tanto defendió cuando era senador, con el único propósito de poner los recursos públicos al servicio de sus aliados políticos.
- Hizo eco de los llamados de fraude de su jefe político y coadyuvó a minar la confianza en el sistema electoral.
- En declaraciones públicas, ha hecho reiterados llamados a no respetar los fallos de los jueces, ha descalificado las instituciones y ha llamado a referendos populistas para “revertir” decisiones de la Corte Constitucional.
- Ha participado abiertamente en política, esforzándose con muy poco éxito por controvertir las propuestas de uno de los ocho candidatos presidenciales.
Dirigidos por un presidente populista, con un registrador que no inspira confianza y dos expresidentes intentando incendiar el país, iremos a las urnas con la esperanza en que la decisión de los ciudadanos sea bien contabilizada y respetada por todos.