En un país donde la televisión exalta a personajes oscuros como Uribe, Escobar, Popeye, Diomedes o Castaño, es una gran noticia que se honre la memoria de un héroe del humor y la conciencia colectiva. Pero nadie peor que RCN para exaltar la memoria de Garzón.
Omar Rincón*
Sobre reconocimientos y ficciones
En 2013 History Channel lanzó un concurso para elegir al “Gran Colombiano” de todos los tiempos.
Álvaro Uribe ganó con el 30,3 por ciento de los votos. Jaime Garzón quedó en segundo lugar, con el 17,5 por ciento de los votos, y fue seguido por Manuel Élkin Patarroyo, Gabriel García Márquez y el Precursor Antonio Nariño.
Como siempre en Colombia, el concurso fue ganado por el bárbaro y en su orden le siguieron el humor, la inteligencia, la imaginación y los derechos humanos.
Garzón fue asesinado por la extrema derecha el 13 de agosto de 1999. Pero es maravilloso que la memoria de este pensador y humorista siga viva después de 18 años de aparición constante de Álvaro Uribe en los medios de comunicación. Tan viva que ahora se convierte en una serie de televisión, un hecho con el cual RCN marca un hito: hacer televisión sobre un héroe de la paz, el humor, la solidaridad y el pensar un país de forma colectiva.
La paradoja consiste en que lo peor que le podía pasar a Jaime Garzón era que su biografía fuera reconstruida por RCN, el canal donde se hizo apología a su asesino Carlos Castaño en entrevista y en ficción, el canal donde se ha boicoteado la paz y donde Uribe y sus seguidores desfiguran la verdad histórica.
Esto ha hecho que el rating de Garzón, la serie, no sea el mejor. Si fuera de Caracol, marcaría el doble de audiencia. Por eso RCN es el peor enemigo de la serie Garzón.
Los heroísmos colombianos
Política: Álvaro Uribe, el patrón autoritario y bravucón;En Colombia tenemos cuatro grandes héroes que representan nuestro modo de ser:
- Literatura: Gabriel García Márquez, la capacidad de imaginación y narración;
- Revancha popular: Pablo Escobar, las luchas de los de abajo para sobresalir “a las que sea” en un país clasista y excluyente;
- Compromiso político con la inteligencia del humor: Jaime Garzón, la apuesta por el humor y el compromiso por transformar el país.
Sobre los tres primeros se ha hecho mucha televisión: noticias, documentales, ficciones, eventos y homenajes, y se seguirá haciendo, ya que todo lo que toquen estos colombianos da rating y produce reconocimiento.
Todos estos ídolos “a la colombiana” no tienen humor, ríen pero en chistes, se toman tan en serio que no son capaces de reírse de sí mismos; son tan solemnes, que reír les cuesta porque los muestra débiles
Pero Colombia ha sabido crear un formato de ficción para exaltar a sus héroes: la bio-epic (biografía épica) o bio-novela (novela biográfica). Este formato juega entre la épica y la comedia:
- La épica para mostrar que un personaje que ha salido de abajo triunfa gracias a sus propios talentos, a pesar de que el Estado y la sociedad buscan impedirle el ascenso al éxito capitalista: dinero y fama.
- La comedia para mostrar que a través del humor y de la buena onda también se puede triunfar en Colombia: no hay catástrofe, hay risas, y por eso el fracaso no duele tanto.
Así se han hecho novelas biográficas de ídolos musicales (Diomedes, Marbelle, Rafael Ricardo y todo lo que sepa a vallenato, ranchenato y tropical); ídolos del deporte (el tino, el pibe, Pambelé); reyes de la ilegalidad (Pablo Escobar, Carlos Castaño, el mexicano, Popeye); chicas que venden sus cuerpos para poder existir en este país de machos y feos (Sin tetas si hay y Sin tetas no hay, Paraíso, Travel, Rosario Tijeras).
Pero todos estos ídolos “a la colombiana” no tienen humor, ríen pero en chistes, se toman tan en serio que no pueden reírse de sí mismos; son tan solemnes, que reír les cuesta porque los muestra débiles.
Garzón, la serie
Que se haga una serie sobre Jaime Garzón es una grata sorpresa, se celebra un modo muy diferente de ser colombiano: feo que sabe que conversar es seducir, con la inteligencia del humor que hace pensar, que no se queda en cuentachistes y es solidario con los de abajo, metido en la política, defensor de los derechos humanos y las víctimas.
Sorprende que se haga una serie de un héroe en contravía de los reyes del momento: Uribe y su matoneo diario, Vargas Lleras y su “evangelio” corrupto, Peñalosa y su gomelería atarvana, la tibieza soberbia de Fajardo y la bravuconada de Petro. Todos se creen el único salvador de Colombia. Líderes que no saben reír, que les duele el humor, que solo buscan ser obedecidos porque nos consideran sus súbditos.
El humor es resistencia, crítica, inteligencia que reta. Sorprende buscar la inteligencia del humor cuando está de moda la arrogancia del amo; en eso RCN hace una apuesta atrevida y sabrosa.
La serie está muy bien hecha: en ritmo lento, con sabor a historia de Colombia, en onda reflexiva y diálogos que hacen pensar. Verla es acercarse respetuosamente a este país que hemos construido riendo y matando sin humor. El actor Santiago Alarcón hace una muy buena interpretación de Garzón: se le cree, se le ve legítimo.
El humor es resistencia, crítica, inteligencia que reta.
El libreto está muy bien en intentar contar a través de Garzón al país que nos tocó, es valiente al denunciar cómo los militares se asociaron con los paramilitares para matar, y en poner en evidencia que las élites y políticos colombianos son los responsables de la corrupción, la inequidad y el estado actual del país.
Que Garzón no era así… que la historia no es así. Alfredo, el hermano, se arrepiente de haber dado el aval porque tergiversan a su padre y su infancia, además porque presentan a Jaime y su padre como mujeriegos empedernidos. Y tienen razón Alfredo y su hermana Marisol en querer un documental. Pero una serie de televisión es ficción, y hay que jugar con las posibilidades de identificación popular.
Creo que el mensaje de Jaime Garzón es tan potente que atraviesa la historia para mostrarnos que hay otros modos de ser colombiano a través de la inteligencia del humor, el compromiso y la lucha por la justicia social. Este relato, para los que vemos la serie, está presente y gana.
En cuanto al humor, hay una clara muestra de que hay mucho más que cuentachistes en Colombia, que esto va más allá del morbo, la montadera racista, clasista, machista y homofóbica; el humor es una manera de pensar e imaginar la sociedad. Este testimonio de pensar a través del humor es un aporte valioso de Garzón y de la serie.
La gran contradicción es que el canal uribista, clasista y anti-paz de Colombia haga una serie para celebrar todo lo contrario: el pensar colectivo, los derechos humanos, la igualdad social, el hacer las paces. El peor enemigo del éxito de la serie Garzón es RCN, o siendo directos: el peor enemigo de la serie es el noticiero de RCN. Otra vez más, la ficción cuenta más sobre el país que el noticiero.
La risa de Colombia
![]() Canal RCN. Foto: Cultura Recreación y Deporte |
Sorprende para bien que se hable de Garzón cuando más lo necesitamos. En el momento de jugarnos la paz y el futuro del país nos han hecho mucha falta el humor y la inteligencia de Garzón. Cuando domina el matoneo uribista, el fascismo del Vargas Lleras y la carroña mediática es cuando más se extraña el humor que hacía Jaime Garzón.
El humor es la única posibilidad de desnudar autoritarismos, sectarismos y aberraciones de moral y mentira.
Al país de la paz le sucede lo mismo que a Garzón: piensa, tiene criterio propio y hace humor. Y eso no les gusta a los enemigos de la paz, los matones de derecha, religión y solemnidad. Cuando se quedan sin argumentos ante el humor, matan. El humor es la única posibilidad de desnudar autoritarismos, sectarismos y aberraciones de moral y mentira.
Cuando más necesitábamos su humor, no está. Lo mataron. Esperamos que la serie de televisión nos ayude a pensar desde el humor y acojamos el testimonio que Garzón nos deja: “Yo creo en la vida, creo en los demás, creo que hay luchar por la gente, creo en un país en paz, creo en la democracia, creo que lo que pasaba es que estamos en malas manos, creo que esto tiene salvación…”.
Si Garzón viviera haría humor y se reiría de la maldad de los del NO, los haría sentir como caricaturas de su moral. Nos haría querer la paz con humor porque sin humor no hay paz. Jaime Garzón vive a pesar de que sus asesinos triunfen. Y aunque en la serie no se trate la verdad auténtica, es otra verdad que necesitamos como país: la de la inteligencia del humor.
*Director de la Maestría en Periodismo de la Universidad de los Andes
**Fe de erratas. Eliminamos de esta publicación la fotografía de Jaime Garzón –Retrato por Hernán Díaz-. Pedimos excusas por esa grave equivocación.