Tras la serie de escándalos, el Presidente dice que “no descarta” eliminar el DAS y el conocido experto nos explica las tres posibles formas de reemplazarlo. El gobierno no parece inclinarse por la opción adecuada.
Armando Borrero Mansilla *
Las tres opciones
El gobierno nacional se decidió por la liquidación de la actual agencia de inteligencia del Estado. Es una tendencia casi natural de los gobernantes cuando una organización está "quemada" hasta en su identidad, hasta en el propio acrónimo con el cual la conocimos los colombianos desde cuando reemplazó al SIC, igualmente incinerado en los hornos de la opinión.
¿Qué sigue? ¿Qué se nos dará en su reemplazo? Las posibilidades son tres:
1. El gobierno rediseña el organismo de inteligencia del Estado y crea una agencia nueva, con un nombre virgen de malas imágenes y con funciones que lo distingan mejor en el panorama enredado de los distintos servicios de la inteligencia nacional.
2. El gobierno elimina el DAS y no lo reemplaza. Reparte sus funciones entre la Policía Nacional, la Fiscalía General de la Nación y unidades de los ministerios, en especial los de Hacienda e Interior y Justicia.
3. El gobierno le cambia el nombre a la entidad existente y le hace reformas cosméticas que no la cambian de manera sustancial.
¿Operación cosmética?
En un primer ejercicio de confianza, demos por descartada la tercera posibilidad. La oportunidad es muy importante como para no emprender una reforma a fondo. El DAS tuvo un puesto en el organigrama del Estado, pero nunca tuvo un nicho institucional claro.
La percepción popular fue la de una "policía chiquita". La de los expertos, la de un cuerpo con tareas que lo distraían de las funciones primordiales: ser un apoyo para decisiones de política exterior y de seguridad "interior" del Estado, entendida esta última en el contexto de una idea democrática y liberal de la seguridad. Dicho de otra manera, entendida la función de seguridad del Estado como protectora de las instituciones y del ejercicio normal de la autoridad, sin dejar de ser respetuosa de la diversidad de posiciones filosófico-políticas, que no pueden ser descalificadas a priori en una democracia, y sin acumular poderes descontrolados.
¿Agrandar el problema?
La segunda posibilidad crea un problema más grave que el problema por resolver. Una función muy específica queda sin doliente o se le traslada en su mayor parte a una institución que por principio no debe cumplirla. La función de policía política (¡sin miedo al nombre!) debe estar fuera de la Policía Nacional, sin dejar de ver que la misma puede y debe contribuir en varios aspectos de la seguridad del Estado, sobre todo, en el combate contra la delincuencia organizada más poderosa, que sin tener propósitos políticos, tiene consecuencias políticas en lo interno y en lo externo.
La policía debe ser protegida de todo aquello que la aleje de la seguridad pública o seguridad ciudadana y además, las policías no son las llamadas a realizar las labores de inteligencia externa que requieren como apoyo, tanto la política exterior del país como la inteligencia militar convencional. Más todavía, los cuerpos de policías tienen un "plus" de poder sobre los ciudadanos, que sería muy peligroso de manejar si se le dan funciones de inteligencia de Estado.
Y sin embargo, desafortunadamente, la única pista que nos ha dado el gobierno apunta en esta segunda dirección. Durante su charla con los estudiantes del Gimnasio Moderno en Bogotá, el Presidente declaró: "Soy partidario de eliminar la institución (…) las labores migratorias, de inteligencia, podrían pasar a la Policía"[1]; y por su parte "el comandante de la Policía Nacional, general Óscar Naranjo, dijo que la institución está lista para asumir funciones del DAS. El oficial aseguró que la Policía tiene toda la capacidad para asumir las tareas de inteligencia y facultades judiciales que tiene el DAS"[2].
¿Un organismo nuevo?
Mejor sería optar por la primera posibilidad. La función de inteligencia para la preservación del Estado y de sus instituciones debe ser ejercida por una organización especializada. Lo ideal sería una agencia del Ejecutivo (es la rama del poder público que responde por la seguridad) que se limite a allegar y analizar información para la Presidencia, para la Cancillería y para el gabinete en su conjunto. Seguramente necesitará algunas funciones de policía judicial en los campos de la seguridad del Estado, pero no la investigación criminal más corriente que debe ser estrictamente policial.
Su núcleo sería un cuerpo altamente profesional de analistas, con capacidades fuertes en política internacional y en el conocimiento de las amenazas nuevas planteadas por la delincuencia de alto bordo, que de problema policial y judicial han pasado a ser amenazas a la seguridad del propio Estado. Un núcleo que tenga la formación política y jurídica adecuada para manejar con propiedad la distinción entre la subversión, que desconoce los mecanismos constitucionales y legales para la formación de la voluntad política y la oposición legítima que juega dentro de las reglas de la Constitución y de la ley. Finalmente, un núcleo que pueda lidiar con las nuevas formas de amenazas económicas, comunicacionales, científicas y tecnológicas a la seguridad de la nación.
*Miembro fundador de Razón Pública. Para ver el perfil del autor, haga clic aquí.
Notas de pie de página
[1] Noticiero CMI. 2009. Disponible en http://cmi.com.co/?ir=noticia¬a=34894&seccion=9 (Consultado el 27 de septiembre de 2009)
[2] El tiempo.com. 2009. Disponible en http://www.eltiempo.com/colombia/politica/soy-partidario-de-eliminar-el-das-presidente-lvaro-uribe_6131728-1 (Consultado el 27 de septiembre de 2009)