¿Qué significa la virtualidad de Internet?* - Razón Pública
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¿Qué significa la virtualidad de Internet?*

Escrito por Marcello Rosati

El filósofo habla sobre la Web: Lo virtual no es lo irreal, pero Internet sí es virtual -y esto tiene implicaciones. Una lectura obligada (aunque no coyuntural) para los  “cibernautas” que utilizan Razón Pública.

Marcello Rosati Vitali**

Lo que está en juego en la teoría

En 1985, un informático llamado Jaron Lanier utiliza por primera vez la palabra "virtual" -término cargado con una larga historia y profundas implicaciones filosóficas-  para calificar el campo de las nuevas tecnologías. Más precisamente, Lanier utilizó esta expresión para designar la realidad que estaba en juego en las experiencias sensoriales completas -es decir las experiencias en las cuales todos los sentidos están implicados- con la ayuda de un medio electrónico. Dicha realidad -puesto que se trata de una realidad de la cual se hace la experiencia- se diferencia evidentemente de aquella con la cual estamos en contacto habitualmente. Por esta razón se sintió la necesidad de utilizar un adjetivo para caracterizarla: se trata de una "cuasi-realidad", de una "realidad virtual". Jaron Lanier seguramente no se imaginaba que esa palabra -que él no utilizaba probablemente sino como sinónimo de "ficticio", o de "imaginario"- tenía significados filosóficos complejos y caracterizaba de forma inesperada las palabras a las cuales se refería. Ese concepto de "virtual" encierra en efecto, un significado a la vez más vasto y más preciso que el de cuasi-realidad o pseudo-realidad.

Sin embargo, desde 1985, el término cuenta con un gran éxito y todo lo que se relaciona con las nuevas tecnologías está inevitablemente acompañado del adjetivo "virtual": se habla de realidad virtual, pero también de comunicación virtual, de comercio virtual, de sociedad virtual, de conferencias virtuales, etcétera. El desarrollo impresionante de Internet jugó un rol de catalizador en cuanto a la utilización del término. La presencia casi constante de ese medio en nuestras vidas cotidianas nos incita a hablar a menudo de "virtualidad". Sin embargo, cuanto más el término de "virtualidad" se impone en nuestro cotidiano, más su sentido exacto parece escapársenos. Por esta razón un análisis atento de los diferentes sentidos del término es indiscutiblemente necesario.

Constatemos desde un principio que el empleo constante de "virtual" en el mundo de las nuevas tecnologías, ha tenido doble consecuencia: por un lado, el significado originario de la palabra ha cambiado y se ha enriquecido de nuevos sentidos; por otro lado, lo que significaba "virtual" en su primera aparición con respecto a las nuevas tecnologías, se ha modificado a medida que se imponía su valor semántico propiamente filosófico. Un análisis del concepto "virtual" debe comenzar por un estudio epistemológico del término y una profundización de su sentido filosófico: su empleo en relación con las nuevas tecnologías ¿representa solamente una mala interpretación conceptual? o bien, ¿tal empleo permite rendir cuenta de ciertos aspectos de la sociedad de los nuevos medios?

Dicho de otra manera, es conveniente preguntarse si las nuevas tecnologías son realmente virtuales o, más precisamente, es conveniente interrogarse sobre el contenido virtual de las nuevas tecnologías. Por falta de espacio, nos limitaremos aquí a estudiar Internet sin considerar las otras formas de tecnología, porque Internet está desde ahora presente en la vida de cada uno -más que lo que lo está la realidad virtual en su sentido más estricto u otros fenómenos relacionados con las nuevas tecnologías; además, es probablemente a causa del desarrollo de Internet, que el término virtual ha adquirido tal importancia.

La pregunta que nos haremos será entonces: ¿qué hay de virtual en Internet? O, mejor: ¿la virtualidad de la que hablamos a propósito de Internet es aquella de la que hablan los filósofos?, ¿son éstas comparables? Para responder a esa pregunta será necesario comenzar por tratar de dar una definición del concepto de "virtual" a partir de su origen filosófico. Se tratará entonces de interpretar, a la luz de dicha definición, los aspectos de Internet para los cuales se habla de virtualidad y, en particular, la estructura hipertextual y la comunicación sincrónica o asincrónica.

Para una definición de "virtual"

El término "virtual" (del latín virtualis) nace en la Edad Media como traducción de la palabra aristotélica dinaton. Se trata de un concepto que, como lo dice Aristóteles, tiene varios sentidos[1]. En lo que aquí nos concierne, nos limitaremos a explicitar la primera acepción de ese término en Metafísica 5[2] «Poder o potencia (dinamis{220}), dice Aristóteles, se entiende del principio del movimiento o del cambio, colocado en otro ser, o en el mismo ser, pero en tanto que otro». Dinaton es entonces lo que tiene un principio de movimiento que permite hacer algo o experimentar algo. Por ejemplo, el arquitecto tiene el poder, dinamis, de construir una casa que está "virtualmente", dinaton, en él. Esa virtualidad, continúa Aristóteles, no se encuentra ni en el agente ni en el paciente: la casa virtual no está propiamente en el arquitecto, ni en la casa actual que él construirá.

Lo virtual no tiene entonces nada que ver con lo ficticio o lo imaginario, no le hace falta realidad. Porque lo virtual equivale a un principio de movimiento concreto, no es en nada una representación (la casa virtual no es la imagen de una casa, sino la casa que tiene un principio de movimiento que incita a la producción de algo, a saber una casa en acto).

Es entonces esa acepción aristotélica de dinaton que traduce la palabra virtualis en la Edad Media. Sin embargo, la riqueza de la red conceptual a disposición de los filósofos para traducir dinaton (possibilis, potentialis, virtualis) impone al término virtualis un significado mucho más preciso y limitado que la del término griego. Se puede comprender mejor el sentido de virtualis refiriéndose a dos ejemplos que Tomás de Aquino nos ofrece en la Summa Teologiae[3]. El primero se encuentra en la Pars 1, Questio 1 en el artículo 7; Santo Tomás explica la relación que hay entre una ciencia y sus principios y dice que toda ciencia está contenida virtualmente en sus principios. Virtual tiene aquí el mismo sentido que tenía para Aristóteles, pero una precisión se suma: lo virtual es lo que está contenido en una causa que tiene la capacidad de producirlo. Tomás explica entonces que en ese caso (la relación de los principios a la ciencia de la cual son principios) la ciencia virtual, contenida en los principios es menos perfecta que la ciencia actual. Esta última es la más desarrollada, pues muestra explícitamente y claramente lo que es solamente implícito en la ciencia virtual. Pero hay un caso en el cual lo contrario es cierto: en la Questio 4 artículo 3, Tomás afirma que la creación está virtualmente en Dios. En ese caso la creación virtual es más perfecta que la actual puesto que la materialidad de la creación en acto implica una imperfección que no afecta a la creación virtual.

Se puede deducir de esas definiciones que lo virtual conserva durante el período escolástico el sentido del dinaton aristotélico: pero el concepto de virtualis insiste sobre la realidad de lo que es virtual. Lo virtual es real puesto que tiene la capacidad de determinar lo actualizado. El hecho de que lo virtual pueda ser más perfecto que lo actual que se deriva, demuestra que no se puede admitir que lo virtual sea menos real que lo actual -puesto que en la escolástica la realidad es un atributo esencial para la perfección.

A partir de este breve análisis, es más fácil comprender el esclarecimiento terminológico operado por Gilles Deleuze. En Diferencia y Repetición[4], Deleuze comienza por decir que lo virtual no se opone a lo real puesto que lo virtual es real. Se opone, sin embargo a lo actual. Se deriva un cuadrado conceptual: posible-real, virtual-actual. Lo virtual es una parte de lo real que se encuentra, por así decirlo, detrás de lo actual y lo estructura. Todo actual está rodeado por una neblina de virtualidad. Eso permite comprender un nuevo rol que lo virtual adquiere con Deleuze con respecto a las filosofías escolásticas: lo virtual es la causa de la diferenciación; su multiplicidad originaria, pasando al acto, se mantiene como una reserva de diferencia. Más que un principio de movimiento, lo virtual testifica de un principio de diferenciación; lo virtual es la fuente de la multiplicidad. Deleuze insiste sobre el hecho de que lo virtual no desaparece con el paso al acto: su multiplicidad queda detrás de lo actual mismo -y sobre todo- después del paso al acto. Esta estructura resulta evidente en la idea Deleuziana del concepto: éste es multiplicidad de multiplicidad, es decir que cada una de sus actualizaciones es tal como es, en función de la unidad del acto que se estructura sobre la multiplicidad de lo virtual que le da una forma. En resumen, lo virtual para Deleuze sigue siendo lo que tiene un principio de movimiento que incita a la producción de algo actual, pero lo que importa es que ese principio de movimiento no es unitario sino múltiple y que no se agota en el paso al acto. Él continúa su obra de restructuración de lo actual quedándose tras de éste como garantía de diferenciación.

Según lo que hemos dicho, parecería entonces que el significado filosófico de virtual no tenga nada que ver con el de los nuevos medios, puesto que siempre hace referencia a algo real y concreto mientras que el que es propio a las nuevas tecnologías parece referir, al contrario, a algo etéreo y abstracto, una imagen al límite de la no existencia. Todos los filósofos que han utilizado la noción de virtual se ponen de acuerdo sobre el hecho de que ésta no tiene nada de irreal y no se parece a una imagen. Entonces, ¿cómo relacionar ese virtual con aquél al que hacía referencia Jaron Lanier en 1985?

Pierre Lévy puede ayudarnos a tejer esa relación. En su obra ¿Qué es lo Virtual?[5] Lévy  considera lo virtual en relación con las nuevas tecnologías, haciendo sobresalir el valor puramente filosófico: el movimiento de virtualización será considerado no solamente como un fenómeno en relación con las tecnologías de la información y de la comunicación, sino de forma más general como la continuación de un movimiento más amplio que él llama "hominización". En realidad, Lévy se ocupa menos de lo virtual que de lo que él define como "virtualización": es decir el movimiento de retorno de la unidad establecida de una respuesta (lo actual) a la dinamicidad múltiple y abierta de una pregunta. En este sentido, por ejemplo, la rueda sería una virtualización del espacio: ella abre la estructura del espacio al dar la posibilidad de interpretarlo de forma diferente; lo que está lejos puede volverse cercano. La informatización del siglo XX estaría determinada por la misma característica. El hipertexto, por ejemplo, sería un retorno al texto antes de su estructuración horizontal. Lo actual sería una respuesta no contenida en la virtualidad del problema y que sin embargo deriva de ella: un hipertexto, del que la estructura de paginación puede ser actualizada de diferentes maneras sería el retorno de una estructura establecida a la multiplicidad de la ausencia de estructura.

Lévy conserva entonces la idea de virtual como multiplicidad que Deleuze había propuesto, pero le suma la idea de que la virtualización sería la actitud normal del humano frente al mundo: una actitud que consiste en abrir lo que se presenta como establecido en su estructura para poder dar de ello interpretaciones diferentes. Sin embargo, la difusión de tecnologías de la información testificaría solamente de un momento de ese proceso de virtualización -aunque se trate del más impactante- que caracteriza desde siempre la forma humana de habitar el mundo. El problema de esa interpretación de lo virtual es que ello no permite comprender la particularidad de lo virtual con respecto a las nuevas tecnologías: la definición de Lévy debe ser precisada para que pueda ayudarnos a comprender lo que nos sucede en el momento de la digitalización de la información. 

El investigador Italiano Ventimiglia[6] trató de limitar la definición de virtual de Lévy acercándola de la idea común de la virtualidad en el sentido informático del término: la apertura genérica provocada en Lévy por la virtualización se concretiza, según Ventimiglia, en las calidades de interactividad y de multimedialidad que estructuran la virtualidad de los nuevos medios. Mientras que en lo actual cada sentido tiene una función única, lo virtual, que actúa en las experiencias mediatizadas por los medios informáticos, implica varios sentidos, desmultiplicándolos y volviendo la experiencia más completa: donde cada sentido toma en efecto una función múltiple. Un ejemplo puede aclarar esta afirmación: admitamos que un cirujano tenga que juzgar la salud de un órgano tocándolo para ver si los tejidos son elásticos. Si esos tejidos son virtualizados, podemos imaginar que el computador colorea en azul los tejidos elásticos y en blanco los otros; lo que tenía un valor solamente para el tacto adquiere uno para la vista. Por otro lado, lo virtual demultiplica las posibilidades de interacción entre el usuario y el medio: si frente a un texto en papel estamos casi obligados a seguir la estructura de la numeración, frente a un hipertexto es el usuario quien  decide el orden de las páginas a medida que lee.

A la luz de este análisis podemos dar una definición de virtual que tiene en cuenta tanto los aspectos propiamente filosóficos de la palabra como aquellos relacionados con las nuevas tecnologías.

  1. Lo virtual es lo que tiene un principio de movimiento que conduce a la producción de algo nuevo: es lo que resulta de la definición aristotélica de dinaton y que se mantiene presente en el empleo escolástico del término virtualis. De hecho, este aspecto está presente en la idea de virtual relacionada con las nuevas tecnologías, puesto que lo virtual se piensa como una fuerza que empuja hacia la producción de un actual  diferente del virtual del que proviene.
  2. Lo virtual es exterior a aquello de lo que es virtualidad y queda virtual después de la actualización: lo actual no es nunca una cristalización de lo virtual. Lo virtual es entonces la fuerza que permite la producción de lo actual pero queda siempre ahí como una fuerza, aún después del paso al acto.
  3. Su característica primera es la multiplicación de aquello que, en la realidad,  tiene una función única, puesto que un elemento virtual tiene en sí funciones múltiples que no pueden ser reducidas a la unidad: es la idea que nace en Deleuze con implicaciones estrictamente filosóficas, pero que se adapta bien al virtual de los nuevos medios como lo vemos en la definición de Lévy y en la idea de  interactividad y de multimedialidad de Ventimiglia.

Después del paso al acto, lo virtual conserva su multiplicidad: lo virtual no se agota en la realización; la capacidad del arquitecto de construir casas está siempre presente como una fuerza de producción de multiplicidad después de la construcción de una casa. Es así como la apertura que implica la virtualización sigue idéntica cuando un actual se produce.

Los elementos virtuales de Internet 

La definición que acabamos de dar trata de conjugar las características de lo virtual, que resultan de su historia como concepto filosófico y la necesidad de orientar esa noción hacia las exigencias de una virtualidad que se supone describe las nuevas tecnologías. Evidentemente hay algunos aspectos no del todo claros aún, que serán precisados si tratamos de aplicar concretamente la definición de lo que llamamos virtual a Internet. Para hacerlo pondremos a prueba los análisis precedentes refiriéndolos a los aspectos de Internet que nos parecen más pertinentes para nuestro propósito.

El primero de ellos es sin duda la estructura hipertextual de la web que puede ser pensada como un enorme libro digital. ¿Cuáles son las características de la Web que la hacen "virtual" con relación a lo que sería un gran libro con el mismo número de páginas? La primera característica virtual del hipertexto -subrayada de forma muy acertada por Pierre Lévy- es la flexibilidad de su estructura. Dicho de otro modo, la relación de una página con la otra está radicalmente modificada. En un libro, la numeración de las páginas es fija e invariante; y aún si es posible pasar de la primera página a la cuarta, una relación privilegiada se mantiene a pesar de todo, entre una página y la que le sigue. El orden está dado, la estructura es única. En un hipertexto, la estructura se multiplica: la relación entre una página y otra es creada por el usuario que numera las páginas a lo largo de su lectura según los hiperlinks que decide escoger.

Podemos entonces aplicar la definición de virtual de la manera siguiente: el hipertexto es un texto virtual puesto que tiene un principio de movimiento que permite generar textos diferentes, es decir, que surgen de estructuras heterogéneas. Por otro lado, el hipertexto es diferente de los textos que son producidos a partir de él, y queda un hipertexto después de todo paso al acto: se puede producir un número muy elevado de textos -aunque siempre será un número finito, puesto que el número de páginas es finito- pero el hipertexto estará siempre ahí con su virtualidad. Finalmente, la operación del hipertexto consiste en multiplicar lo que en un texto tiene función única: la interactividad es signo de virtualidad puesto que logra actualizar la virtualidad del hipertexto de maneras múltiples.

Pero la estructura hipertextual no es la única característica virtual de la Web. La multiplicación de lo que en lo actual tiene una función única es mucho más amplio: se puede decir que el acto mismo de hacer clic, y por consiguiente de escoger un enlace para crear una nueva estructura actual, "toma significados diferentes de una pantalla a otra y de un lector a otro"[7]. Si la lectura de un texto tradicional adopta -al menos en su relación con un objeto que es siempre el mismo y que tiene funciones únicas- un sólo significado, la lectura del hipertexto cambia según la situación. Así sea desde la forma en que los exploradores decodifican el hipertexto: una página -y subrayemos bien que es de la página y no de la forma de leerla que hablamos- se presenta de forma diferente según el browser que se utiliza para verla. Es el lenguaje HTML que se muestra en su virtualidad puesto que entre una página escrita en lengua HTML y la visualización de la misma página con un browser hay la misma diferencia que había para Tomás de Aquino entre los principios de una ciencia y la ciencia misma.

Otro aspecto contribuye a la virtualización del texto operada por el hipertexto: su multimedialidad, que hace que aquello que en un texto no es sino escritura, pueda volverse en un hipertexto algo completamente diferente, sonido, imágenes, videos. La Web se presenta entonces como poseedora de un principio de movimiento que incita a producir algo diferente y nuevo: es multiplicidad que crea diferencia y que queda siempre como principio presente detrás de toda actualización.

Pero la Web no es el único aspecto de Internet que tiene que ver con la virtualidad; la comunicación electrónica, sincrónica y asincrónica, es otra herramienta que se emplea cada vez más y que presenta algunas características en relación con nuestra definición de virtual. Comencemos por el caso de la comunicación asincrónica. ¿Qué diferencia vuelve "virtual" la comunicación electrónica con respecto a la comunicación asíncrona tradicional? ¿Qué tipo de virtualización opera la comunicación electrónica sobre la comunicación tradicional? Se puede interpretar la comunicación asincrónica tradicional -según el modelo básico de comunicación que nos puede convenir aquí- como constituida por tres elementos: un emisor, un mensaje y un destinatario. Imaginemos el caso de alguien que escribe una carta a otra persona. En la comunicación virtual es el emisor quien es virtualizado: éste no es más una persona actual que ocupa un espacio determinado. A partir del momento en que utiliza el computador como canal de comunicación, se multiplica, asume una posición que no es otra cosa que la capacidad de aparecer en todo lado, de tomar cualquier posición. El emisor virtual tiene un principio de movimiento que incita a la creación de cosas nuevas: en este caso se trata de varios emisores diseminados en el espacio. La virtualización del destinatario es de la misma especie. El mismo mensaje -exactamente el mismo y no una copia- puede ser enviado a varias personas y puede ser visto por la misma persona en varios sitios. El destinatario adquiere una función múltiple de manera que puede generar actualizaciones diferentes del destinatario según el lugar que ocupa, el computador que utiliza, etcétera. Hay, además, una virtualización de la dirección que no está ya relacionada con un lugar determinado.

Es entonces el espacio que es virtualizado primero. De golpe, se trata más bien de una virtualización en el sentido en que lo comprendía Lévy: esa tendencia virtualizante existe desde siempre y no está relacionada con los nuevos medios[8]. En cierto modo, el rol del correo tradicional era también el de virtualizar el espacio: la diferencia dependería entonces del nivel y de la fuerza de virtualización que se impone de forma mucho más impactante con los nuevos medios. Por otro lado, es verdad que el mensaje mismo es virtualizado de forma más intensa: se puede interpretar la virtualización operada sobre el mensaje exactamente como la que el hipertexto opera sobre el texto, ya sea porque se estructura como un hipertexto -enviamos por mail archivos, sonido, video u otros- ya sea porque sufre la misma virtualización a causa del proceso de codificación y descodificación.

Pero es evidentemente en la comunicación sincrónica donde lo virtual se impone: desde los chats, pasando por los juegos electrónicos, la comunicación sincrónica triunfa por todos lados en Internet, como lo testifica el reciente éxito de Second Life. Si, allí también, el espacio es virtualizado de la misma forma que en la comunicación virtual asincrónica, esta primera virtualización no es la más importante: es la identidad de los que participan en la comunicación que se vuelve absolutamente virtual. En un salón de chat se puede ser lo que uno quiera; se puede tener cualquier sexo, cualquier edad, cualquier aspecto. En un chat, la identidad de los participantes es simplemente la capacidad del usuario de generar un número muy elevado de identidades actuales que no agoten jamás el movimiento de la virtualidad.

Conclusión

Respondamos ahora a nuestras preguntas iniciales. Habíamos afirmado que hay varios aspectos de Internet que podemos definir como virtuales. Pero hay que precisar que, paradójicamente, no corresponden a las características de los nuevos medios que acostumbramos definir por el término "virtual". La virtualidad no concierne algo abstracto, inmaterial, imaginario o irreal: ella testifica algo concreto, un principio de movimiento. 

La definición de virtual como representación o creación de espacios imaginarios no nos parece entonces aceptable. Aunque Internet presente aspectos -que de hecho no están omnipresentes- en relación con la simulación (los juegos electrónicos lo testifican), no es de ellos de quienes se habla cuando se evoca la virtualidad. Es probablemente oportuno retomar, en conclusión, las razones de ese error que consiste en acercar el concepto de virtual a la idea de algo abstracto, hasta irreal. La fuente de esa mala interpretación remonta probablemente a que se piense identificar en el espacio de Internet un elemento de inmaterialidad[9]: no es sino después que se realiza el nexo entre inmaterialidad e irrealidad. La causa de esta sensación de inmaterialidad depende probablemente de tres elementos: la "desterritorialización" operada por Internet, el que los objetos de Internet no parezcan tener materia, y, finalmente, el hecho que el cuerpo parezca estar completamente excluido del espacio de los nuevos medios.

Sin embargo, a partir de los análisis desarrollados en las páginas precedentes, es fácil demostrar que esas tres impresiones son falsas. Si Internet opera innegablemente una desterritorialización -lo que está acá, bien puede estar al mismo tiempo allá-, esa desterritorialización, como lo muestra de forma muy clara Lévy, no es una prerrogativa de Internet y no implica su irrealidad. La desterritorialización es simplemente lo que deriva de una virtualización del espacio que está en juego desde que los hombres comenzaron a habitar el mundo: la invención de la rueda fue la primera de la acciones de desterritorialización.

La imagen de objetos que pueblan la red desprovistos de materia es inducida por error, puesto que en realidad esos objetos están hechos de la materia que son los cables, los signos eléctricos, los procesadores, etcétera. En fin, la materialidad de lo virtual es diferente de la materialidad de lo actual: simplemente porque la primera está caracterizada por la multiplicidad cuando la segunda está ligada a la unicidad. Por ejemplo: en un almacén no se puede vender un vestido sino una vez, puesto que es único, para vender un segundo habría que hacer dos; en Second Life se puede construir un solo vestido y venderlo mil veces. La función material es multiplicada, pero el vestido no pierde por ello su materialidad: está siempre hecho de datos electrónicos salvaguardados en un disco; si el disco se rompe el vestido desaparece con él. De hecho tal multiplicación de la materia había sido operada en la era de la industrialización: cuando, como lo indica Walter Benjamin, la obra de arte pierde su unicidad y se vuelve reproductible, no se puede afirmar que se vuelva inmaterial por lo tanto.

Con respecto al cuerpo y su aparente ausencia del espacio de Internet, el discurso es un poco más complejo. Es sobre este elemento que Hubert L. Dreyfus se basa pasa demostrar en su Internet[10] la irrealidad de Internet. Internet sería irreal porque supone experiencias en las cuales el cuerpo no está implicado. Pero esa ausencia del cuerpo en la experiencia informática, no es más que ficción. En efecto, se trata sin lugar a duda de un empleo diferente del cuerpo, pero éste queda siempre presente e implicado en la exploración del espacio virtual. Es lo que demuestra una investigación expuesta en Lire, Écrire Récrire[11] donde, después de observar las actitudes de los usuarios, los investigadores llegan a afirmar que "el dispositivo mediático implica siempre un compromiso físico fuerte de parte de su usuario"[12]; posiciones diferentes del cuerpo corresponden a diferentes formas de buscar algo en un hipertexto o en diferentes momentos de la lectura y del espíritu del usuario, exactamente como en las actitudes corporales que tenemos en la realidad "actual".

Frente a las nuevas tecnologías el sentido de lo virtual se acerca a su significado estrictamente filosófico. De esta forma es inevitable inscribir los cambios operados por los nuevos medios -al menos para los aspectos de virtualización- en un proceso más generalizado y más antiguo, como lo hacía Pierre Lévy. Esto no debe implicar una pérdida de las características particulares que estructuran ese dominio. De hecho, hay que reconocer que con los nuevos medios la virtualización ha llegado a un nivel nunca alcanzado hasta ahora. Sin olvidar que aquello que diferencia las nuevas tecnologías y  caracteriza los cambios que ellas implican en la sociedad no depende solamente de la virtualidad.

Queda claro que el valor estrictamente filosófico del concepto se enriqueció gracias al aporte de los nuevos medios. El estudio y la profundización de los significados que tal concepto puede tomar con respecto a las categorías modales de posibilidad y necesidad o con respecto a la idea de realidad y de imaginación, se revelan cada vez más necesarios y parecen ricos en promesas para las posibilidades de estructuras teóricas nuevas.

 

* Artículo publicado en francés por la revista Sens Public http://www.sens-public.org/spip.php?article669.Traducción al castellano de Tatiana Sarmiento Lefebvre para Razón Publica en desarrollo del convenio existente entre esta revista y la Fundación Sens Public.

** Doctor en Filosofía y Profesor de la Universidad de Pisa, autor de varios libros y artículos especializados sobre comunicaciones, fenomenología y corporeidad, principalmente.

 Notas de pie de página


[1] Para un análisis más detallado de los significados aristotélicos de dinaton, cf. por ejemplo Agamben, G, On Potentiality, en Potentialities:Collected Essays in Pilosophy, Stanford 1999. pg.182

[2] Cf. Aristôteles, Metafîsica 5,12,1019a 15-2. Traducción por Patricio de Azcárate. Consultado en diciembre 2009 http://www.filosofia.org/cla/ari/azc10169.htm#kn220

[3] Summa theologica. Cum textu ex recensione Leonina. De Rubeis, Billuart et aliorum notis selectis ornata, Roma 1948

[4] Deleuze, G, Différence et répétition, Puf, Paris 1968

[5] Lévy, Pierre, Qu'est-ce que le virtuel ?, Ed. La découverte, Paris 1995

[6] Ventimiglia, Ontologia e etica del virtuale, Teoria, XXIV/2004/1, pp.119-148

[7] « prend des significations différentes d'un écran à l'autre et d'un lecteur à l'autre » E. Souchier, Y Jeanneret, Le Marec, Lire, écrire, récrire : objets, signes et pratiques des médias informatisés, Paris, BPI, 2003 p.100

[8] Es la tesis que se puede encontrar en Rigault, P, Au-delà du virtuel, Harmattan, Paris 2001, p. 104 y siguientes.

[9] Sobre este tema Cf. Robert, P, Critique de la dématérialisation , Communication et langages, n. 140, p. 55-68, 2004

[10] Dreyfus, H. L, On Internet, Routledge, London 2001

[11] Jeanneret, Y, et al.  Formes observables, représentations et appropiation du texte de réseau, En:  Lire écrire récrire, op.cit.

[12] « le dispositif médiatique implique toujours un engagement physique fort de la part de son utilisateur Ibid., p. 102.

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