La revisión del Estudio Mundial de Valores contribuye a ubicarnos en el mapa de la cultura política y a interpretar lo que nos espera en este año electoral.
Jorge Gaitán Villegas*
1. La opinión política: mapas mentales y modelos conceptuales
Los ciudadanos colombianos asumen ahora el papel central de protagonistas en el proceso de decisiones colectivas que se inició con las elecciones del pasado 14 de marzo para Congreso de la República y se extiende hasta una muy probable segunda vuelta de las elecciones para Presidente, el 20 de junio.
La gran incógnita en esta liturgia política es cómo actúa realmente el ciudadano colombiano cuando se le consulta directamente su opinión política en un acto formal que busca seducirlo, habiendo estado reducido durante largos meses a otro papel: el de simple espectador pasivo, influenciable, vulnerable, desinformado o mal informado y, sobre todo, pobre y arrodillado.
Frente a este nuevo punto de inflexión en la historia colombiana, resulta fascinante explorar el espacio conceptual de las opiniones políticas. Es indudable que la opinión política misma es un objeto de análisis voluble, maleable, sujeto a influencias y a circunstancias cambiantes.
Pero es preciso también reconocer que la opinión política es un hecho objetivo medible, observable, cuyos determinantes son resortes profundos como los valores, las creencias, las costumbres, los prejuicios y las actitudes, que en un momento preciso se convierten en votos.
Los mapas mentales de los ciudadanos son generalmente simples, unidimensionales: tienden a moverse en un eje bipolar. Ya sea izquierda-centro-derecha, o uribismo-antiuribismo o conservatismo-liberalismo.
Sin embargo, los expertos en ciencia política con frecuencia han expresado su inconformidad con esta visión unidimensional. Existen más variables, más riqueza en las opiniones políticas; se requieren más dimensiones. Y encuentran que sobre un plano de coordenadas pueden moverse mejor.
2. Los valores como vector en la formación de la opinión política
Otra perspectiva complementaria de análisis consiste en explorar los valores mismos que encarnan los propios ciudadanos, partiendo de un supuesto fuerte: el voto es la expresión totalizante del ciudadano en tanto que individuo, consciente o no. La cultura que ha moldeado sus creencias, sus prejuicios, sus actitudes vitales, se proyecta en lo concreto por medio de valores. Y determina en alguna medida su voto.
El Estudio Mundial de Valores (World Value Survey) ha desarrollado una perspectiva comparativa con base en estudios nacionales de valores básicos y credibilidad de las instituciones públicas. Ya cubre más de 65 sociedades en todos los continentes, que representan cerca del 80% de la población del mundo. Es coordinado a nivel mundial por el profesor Ronald Inglehart, de la Universidad de Michigan. Se originó en el Estudio Europeo de Valores en 1981. Para Colombia se tienen dos observaciones estadísticamente válidas y comparables: 1998 y 2005.
3. Resultados para Colombia en 1998
El Estudio Mundial de Valores ha intentado trazar el mapamundi de las principales familias culturales de la humanidad. Busca también observar los cambios transculturales a partir de 1981, cuando se iniciaron las mediciones.
El gráfico 5 registra sobre un plano de coordenadas los datos recogidos para 1998. Se observa la agrupación de las diferentes sociedades en categorías más amplias, como la Europa protestante, el espacio de tradición confucionista, el ámbito de países excomunistas, muchos de tradición ortodoxa, la Europa Católica y su prolongación en América Latina, el ámbito del commonwealth angloparlante y, en fin, Sudasia y Africa, donde el Islam comparte el espacio cultural con tradiciones religiosas muy antiguas como el hinduísmo, el budismo y el animismo.
La ubicación específica de cada país obedece a un par de coordenadas, que resultan de la medición final de múltiples variables reducidas a una abcisa (un valor entre -2 y +2 sobre el eje horizontal) y una ordenada (en este caso, un valor entre -2.2 y +1.8).
El resultado concreto para Colombia es al mismo tiempo coherente y sorprendente: como era de esperar el país se ubica en el espacio de América Latina, pero lo inesperado es su localización sobre el eje vertical, cerca del borde inferior de la gráfica, donde solo dos países (Venezuela y Puerto Rico) están aún más abajo.
En cuanto al eje horizontal, Colombia ya figura para 1998 en la zona positiva del post-materialismo, alineada con México, más adelante que Chile, Brasil y Perú, y detrás de Uruguay y Argentina.
El país más cercano, fuera de Venezuela, es Ghana en el espacio cultural de Africa. En términos de valores, contra toda lógica aparente, estaríamos más cerca de Nigeria que de Argentina. La "distancia cultural" que nos separa de Estados Unidos – tan cerca y tan lejos de Colombia – cuya cultura es omnipresente en nuestro país y también profundamente tradicionalista, resulta sensiblemente mayor a la que nos separa de España y de la India.
Una conclusión preliminar: Colombia para 1998 aparecía ante la faz del planeta cultural como una sociedad profundamente conservadora y tradicionalista, muy lejos aún del inicio del espacio social propicio para el racionalismo secular, pero saliendo de los imperativos económicos de la sobrevivencia hacia un proceso incipiente de individuación que abre posibilidades para la auto-expresión y el ejercicio de las libertades individuales.
4. Resultados para Colombia en 2005
Del informe publicado en 2006 por el Centro de Estudios Culturales, en el marco del Estudio Mundial de Valores, se ha construido el gráfico 6, que ubica en el mismo plano de coordenadas la información correspondiente a seis regiones (Bogotá, Noroccidente, Suroccidente, Atlántico, Centro y Oriente) y discriminada por grupos de edad (mayores de 50 años y jóvenes entre 18 y 25 años).
A primera vista, se aprecia una fuerte dispersión tanto regional como por edad. Un esfuerzo de agrupación revela dos núcleos claramente diferenciados:
- Los jóvenes todos se localizan en el cuadrante derecho a distintas alturas sobre el eje vertical, pero relativamente agrupados, y reflejan claramente valores tradicionalistas combinados con una aspiración inicial a la auto-expresión. El caso de Bogotá, con los jóvenes más próximos a la frontera "norte", hacia el racionalismo secular, es llamativo pues también corresponde a un mayor número de años promedio de educación formal.
- Los mayores de 50 años conforman un conjunto heterogéneo, a caballo entre el cuadrante izquierdo y el derecho, pero aún más abajo que el grupo de los jóvenes. El centro de gravedad se ubica todavía en la zona negativa del cuadrante del materialismo atávico y la sobrevivencia, profundamente tradicionalista. La excepción la constituyen los mayores de la Costa Caribe, que se destacan claramente y ameritan un análisis separado.
La fragmentación de la población colombiana es un hecho sociológicamente confirmado, pero generalmente se utilizan criterios como la estratificación económica y el origen geográfico para caracterizar las diferencias. Lo original de la información obtenida en el Estudio Colombiano de Valores para 2005 radica en mostrar que existe otra línea divisoria de aguas: la que separa los valores entre generaciones. Se supone que los valores se transmiten de una generación a otra de manera más o menos fluida, pero en Colombia estaríamos ante una fractura o ruptura de ese continuum en la cultura política.
Los valores que vehiculan los mayores de 50 años en Colombia, tal como lo insinúa el gráfico, estarían más asociados a un materialismo atávico combinado con el tradicionalismo religioso propio del crisol cultural denominado por algunos sociólogos norteamericanos como el "jacobinismo hispano-católico", que nos viene del Imperio Español y de la Contra-Reforma del siglo XVI. Valores como la autoridad paterna y el paternalismo asistencialista, el vínculo familiar, la proyección en términos políticos de valores feudales a través de la religión (los favores, la intercesión, los privilegios, las jerarquías verticales), todo movilizado hacia la solución de los problemas materiales del grupo, pero sin pretender cambiar las estructuras de poder que los crean y los perpetúan. Este conjunto simbólico y cultural está profundamente arraigado en el conservadurismo de la generación de colombianos que tenían más de 50 años en 2005.
Estos valores son funcionales para el sistema político tradicional y alimentan nuevas fuentes de poder político y económico como el narcotráfico. El telón de fondo es la pugna distributiva por capturar las dos formas de rentas realmente en juego para quien se atreva a entrar en la arena de los depredadores sociales: los recursos estatales y los ingresos del narcotráfico. Para entrar al juego se requieren las mismas condiciones: ser depredadores sin escrúpulos, tejer bases sociales bajo un férreo control económico y buscar incesantemente legitimidad para garantizar la sostenibilidad de largo plazo.
De otra parte, la individuación, incipiente y paradójica, comienza a ser evidente en los grupos de jóvenes. Tal como ocurre con la generación de los "Milennials" en los Estados Unidos, conforman la generación más interconectada hasta ahora, gracias a una precoz apropiación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, son sensibles a valores como el desarrollo "sostenible" y el respeto por el planeta, conforman redes sociales altamente eficaces y densas, se mantienen en constante comunicación entre sí, buscan marcadores de identidad, generalmente a través de tribus urbanas y comunidades centradas en la música y el look… y son profundamente individualistas. Adoptan actitudes que se confrontan no en la "arena" política sino en la "arena" de la rumba y de Internet, que Bourdieu hubiera estudiado minuciosamente. Son por lo tanto muy influenciables por los medios masivos de comunicación. Su participación en política parece intermitente y el grado de compromiso poco profundo. Se podría afirmar que constituyen la primera generación post-materialista en la historia social colombiana. No parecen interesados en servir de vivero a una nueva generación de ciudadanos responsables identificados con el racionalismo secular propio del republicanismo cívico, pero tampoco están dispuestos a hacerle el juego a las nuevas élites sin rechistar.
En este punto, se hace evidente un "hoyo negro": ¿Qué valores encarna la generación intermedia, la que va grosso modo de los 30 a los 49 años? La generación que en otras latitudes se llamó "generación X", la que en Colombia podría denominarse la "generación del desencanto", la primera generación "con pase", pues es fundamentalmente urbana y ha vivido recientemente en constante apropiación de nuevas tecnologías como el uso generalizado del automóvil particular, la generación que alcanzó a ilusionarse con salir de la pobreza y obtener algo de progreso social, y lo ha logrado en parte, pero no precisamente como aconsejaba la ética tradicional, sino fundamentalmente gracias al narcotráfico. ¿En qué cree realmente esta generación en sandwich? Pues sus votos son determinantes, como se observa en el cuadro 1:
5. ¿Para cuándo quedará el Cuarto Escenario?
¿Cómo es posible que tan sólo haya tomado diecinueve años completar el periplo en reverso comprendido entre lo que parecía para 1991 un caso más, como Chile, de un país latinoamericano entrando a la modernidad post-materialista, representada por una nueva Constitución de avanzada, hasta llegar al sitio donde nos encontramos hoy: un país en plena regresión hacia lo más crudo de los valores tradicionalistas, propios de sociedades premodernas, en el fondo del mapa de las culturas, en el barrio más conservador de América Latina, a su vez apéndice de la Europa Católica?
Al hacer el ejercicio académico de superponer la gráfica de los resultados para Colombia en 2005 al mapa original de 1998 del Estudio Mundial de Valores, salta a la vista un hecho concreto en el gráfico 7: la escala en el eje vertical no alcanza a recibir todos los datos colombianos. Simplemente, es necesario bajar aún más para encontrar, por ejemplo, el punto que corresponde a los Bogotanos mayores de 50 años.
Este hecho anecdótico refleja una realidad más profunda: hoy Colombia es mayormente una sociedad tradicionalista entre las más tradicionalistas del mundo, alérgica al racionalismo en cualesquiera de sus vertientes, desde la ilustración kantiana hasta la racionalidad acotada o limitada de Simon.
Esto explica que los profetas y apóstoles del racionalismo secular – casi todos refugiados en sus roles de académicos, de tecnócratas o de columnistas endogámicos, pues sólo debaten entre ellos mismos pero se autodenominan "formadores de opinión", que se desgañitan tratando de convencer a los ya conversos, cuyos niveles educativos son desproporcionadamente altos con respecto a una insensible población-objetivo que no entiende un discurso tan elaborado – tienden a blandir la lógica del republicanismo cívico en un desierto intelectual dominado por la lógica rural de patrones, capataces y peones propia del Far West, del Somatén, de los Requetés y de la Falange.
Este proyecto político de largo plazo ha intentado imponer en Colombia desde 2002 un Estado Comunitario de tipo corporativista, con base en lo que parece una compleja coalición de terratenientes, militares, grandes empresarios tradicionales, banqueros, contratistas del Estado, las iglesias – católica y los "cristianos" – a través de órganos intermediadores como los "partidos" o movimientos políticos y los gremios, todos apoyados en grupos locales de poder financiados esencialmente con recursos públicos y por el narcotráfico. Por el momento, esa es la radiografía del nuevo Congreso recién salido del horno caliente de la Registraduría. Falta por ver cómo se organiza la coalición para asegurar el control del Poder Ejecutivo.
Solo aspiro a plantear algunas conclusiones preliminares y alimentar un debate real que tanta falta hace en este período de agitación electorera. Es preferible dejar planteados algunos interrogantes que podrían contribuir a estructurar la reflexión sobre el significado de los resultados de las elecciones de 2010, las ya realizadas para Congreso y las próximas para Presidente:
- En realidad, ¿la sociedad colombiana -en su conjunto- nunca ha salido de su ubicación en el fondo del mapa de los sistemas de valores?
- ¿La Constitución del 91 habría sido el canto del cisne de las viejas élites en vías de salida?
- ¿La hostilidad manifiesta hacia la Constitución por parte de la coalición de nuevas élites – todavía en formación hacia 1991, que alcanzaron su pleno desarrollo hacia el año 2000 y que se tomaron el poder en 2002 – es un reflejo de los valores que hoy dominan el espectro político colombiano y que la mayoría de la población parece compartir?
- ¿Estas nuevas élites en abierta contradicción con la Constitución de 1991, no han pretendido reemplazarla, sino solo despedazarla manteniendo las apariencias de legalidad, como fue evidente en la saga del referendo?
- ¿Tales valores que en su conjunto conforman las bases del "Estado Comunitario" y la "nueva cultura mafiosa", preexistieron al fenómeno mismo del narcotráfico y, de un estado latente, han pasado hoy a su plena expresión en lo social y en lo político?
- ¿Para cuándo quedará aplazado el Cuarto Escenario[4]?
* Ingeniero industrial, Máster en Administración Pública Internacional, Ph.D. (Cand.) en Análisis y Política Económica, Consultor especializado en Pensamiento Estratégico Aplicado y Competitividad Sistémica Comparada.
Notas de pie de página
[1] Gemeinschaft: Categoría sociológica introducida en 1887 por el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies (frecuentemente traducida como comunidad). Constituye una forma de organización social en la cual los individuos se orientan hacia la comunidad tanto o más que hacia su propio interés. Los individuos en el Gemeinschaft se regulan por reglas o creencias comunes sobre el comportamiento apropiado y la responsabilidad de los miembros para con los demás individualmente y para con la comunidad. Tönnies vio a la familia como la expresión más perfecta de Gemeinschaft; factores aglomerantes como un lugar compartido y creencias religiosas comunes son tanto o más determinantes que el parentesco. Se caracteriza por una moderada división del trabajo, relaciones personales fuertes, familias unidas e instituciones sociales relativamente simples, un sentimiento colectivo de lealtad individual hacia la sociedad. El Estado Comunitario y la "nueva cultura mafiosa" que se han desarrollado recientemente en Colombia encajan muy bien en esta categoría sociológica.
[2] Individuación: Según Karl Gustav Jung es el "proceso que engendra un individuo psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un todo".
[3] Gesselschaft: Categoría sociológica antagónica a Gemeinschaft, también introducida en 1887 por el socióogo alemán Ferdinand Tönnies. Traducida como sociedad anónima, sociedad civil o asociación a secas, describe organizaciones sociales en las cuales, para el individuo, la asociación mayor nunca tiene más importancia que el interés individual. Gesellschaft se mantiene a través de individuos que actúan en su propio interés. Por ejemplo, una empresa moderna o sociedad anónima, donde los trabajadores, directivos y accionistas tienen muy poco en común en cuanto a orientaciones o creencias compartidas, e incluso pueden no conocerse siquiera, pero se organizan y participan alrededor del proceso productivo que constituye un interés común. Gesellschaft enfatiza las relaciones secundarias más que los lazos comunitarios o familiares y hay menos lealtad. La cohesión social en la Gesellschaft se deriva de una división del trabajo más elaborada. Estas sociedades son propensas a conflictos de clase, raciales y étnicos, pero son más eficientes en términos de generación de bienestar de largo plazo para sus miembros.
[4] Para leer el texto completo de DESTINO COLOMBIA: LOS CUATRO ESCENARIOS. 1997, haga click aquí.
En 1997 un grupo heterogéneo de colombianos, utilizando la metodología de la Planeación por Escenarios, elaboró cuatro escenarios futuros de alta probabilidad o futuribles para Colombia. Cada uno de los Escenarios de Destino Colombia es una narración en retrospectiva sobre la trayectoria de Colombia, situándose hacia el año 2014 ya no tan lejano, que ilustra cada uno de los cuatro procesos previsibles.
Cada escenario ha correspondido con precisión pasmosa, casi profética, a un período presidencial: Samper y Pastrana ilustraron a la perfección el Primero y el Segundo Escenarios.
Luego, con puntualidad llegó en 2002 el Tercer Escenario, llamado "Todos a Marchar":
"Encontramos un líder que, desde la presidencia, y ante los repetidos fracasos, le impuso un límite a los derechos fundamentales, amplió el pie de fuerza del ejército y de la policía, fortaleció la economía y la institución de los militares…En nombre de los Derechos Humanos se condenó la licencia de inhumanidad que, según los organismos especializados, se le había otorgado a las Fuerzas Armadas. Tras las protestas llovieron las sanciones y comenzó un proceso de aislamiento internacional…Golpeados militar y financieramente, los grupos armados disminuyeron sus acciones y comenzaron a considerar propuestas de diálogo… Las medidas de estímulo para la economía y para el sector productivo, unidos a los triunfos militares, le aseguraron al presidente un segundo período, autorizado por una oportuna reforma constitucional…En ese segundo gobierno, la guerrilla derrotada y las autodefensas desmovilizadas fueron objeto de distintos tratamientos y la economía empezó un período de recuperación. Al mismo tiempo se agudizó el crecimiento de la tensión social. Esto le dio un final lánguido a este segundo gobierno, al que tendrían que seguir otros períodos presidenciales dedicados a trabajar por un equilibrio de lo social, por la recuperación del tiempo perdido para el país y por la revitalización de las relaciones internacionales…"
El Cuarto Escenario se llama "la Unión hace la Fuerza", centrado en el desarrollo de la sociedad civil:
"Esa protesta contra la violencia y la guerra, contra atrocidades como los asesinatos y masacres, los secuestros y desapariciones, contra el desplazamiento forzado de pobladores, al principio inspiró movimientos instintivos y desarticulados que, después, comenzaron a buscar cauce…Los países que habían respaldado los esfuerzos en busca de una salida, estimularon las actividades que se emprendieron en busca de una organización de la sociedad civil…La intensificación de la participación y la organización de ciudadanos de base cada vez más solidarios, fue erosionando a nivel local el sentido real de todo tipo de lucha armada y las prácticas políticas convencionales… Las luchas político-ideológicas locales- las armadas y las no armadas, fueron cediendo el terreno en favor de respuestas concretas a las necesidades más urgentes de las comunidades…La influencia del dinero del narcotráfico fue atenuándose… a medida que la moralización de la vida local se fue consolidando.
…La vida política tuvo un cambio lento…hubo líderes políticos que quisieron tomarse esos movimientos sociales unificadores, para convertirlos en sus banderas personales…La presión ciudadana, aceptada como mandato ineludible en los más altos niveles, indujo formas nuevas en la administración pública y en la organización de los partidos y generó una nueva clase de liderazgo…Restablecida la confianza de la sociedad y garantizada la seguridad de inversionistas y empresarios, los indicadores de la economía tuvieron una previsible evolución positiva y retornaron a las tendencias de largo plazo que habían tenido antes de la intensificación del conflicto armado.
Al fortalecer efectivamente las regiones cambió lo social y se puso en marcha el proceso para hacer un Estado descentralizado con participación de la comunidad. El efecto más visible de esa dinámica fue la participación creciente de la ciudadanía en los asuntos públicos...El prestigio internacional y la dignidad del país se elevaron con las acciones de la ciudadanía, en armonía con las autoridades, para la consolidación de la democracia y con el fortalecimiento de las políticas en defensa de los derechos humanos. Colombia se encaminó hacia una democracia sólida con el apoyo de las naciones del mundo y de los organismos internacionales."