¿Intervención militar en Venezuela?: un dolor de cabeza para Duque - Razón Pública
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¿Intervención militar en Venezuela?: un dolor de cabeza para Duque

Escrito por Ronal Rodríguez
Intervención militar.

Ronal RodriguezUna crisis galopante en Venezuela y en Bogotá un gobierno esquizofrénico. Aquí está el rompecabezas.

Ronal F. Rodríguez*

La diáspora venezolana

Pero esa cifra no refleja la migración irregular ni tampoco registra la llegada de venezolanos a los diferentes países. Esto se debe a que algunos datos corresponden al año 2016 y por tanto no incluyen la diáspora causada por la crisis humanitaria de los dos últimos años.Según los últimos datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el 8,5 por ciento de la población venezolana salió de su país. Este porcentaje se traduce en unos 2.648.509 ciudadanos que escapan de la crisis en la que el chavismo hundió a Venezuela.

Crisis migratoria de Venezolanos.
Crisis migratoria de Venezolanos.
Foto: Personería Santiago de Cali

Si bien desde 1999 se han producido olas de migración de venezolanos hacia Colombia, sus magnitudes y sus motivaciones han sido bastante diferentes. Simplificando y resumiendo, Esta habría sido la historia:

Olas de migración de venezolanos a Colombia

1999-2002

Por motivos eminentemente políticos

2003-2009

Por persecución política y pobreza

2010-2014

Élites y sectores medios profesionales

2015-2018

Por crisis Humanitaria

Según esos cálculos, a Colombia habría llegado el 35,33 por ciento de los migrantes de la última ola –lo cual equivale al 1,94 por ciento de nuestra población total-. Estas cifras nos convierten en el país más afectado por el fenómeno.

A la cifra anterior hay que sumarle cerca de 300.000 retornados colombianos provenientes de Venezuela. Por lo tanto, el número total puede ascender a 1.235.593 personas, es decir, al 2,56 por ciento de nuestra población.

El Gobierno se comporta como el doctor Jekyll, el buen doctor de la novela, cuando busca internacionalizar la crisis.

Según algunas estimaciones conservadoras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), reafirmadas por el presidente Duque, la migración venezolana afectará el 0,5 por ciento del PIB colombiano.

De Venezuela han salido aproximadamente 2.648.509 personas que corresponden al 8,50 por ciento de la población total. De ese porcentaje, Colombia, Ecuador, Perú y Panamá suman 6,46 por ciento y son apenas cuatro de los doce países que han recibido migrantes.

País

Población

Migración

Porcentaje de la población que representa la migración

Venezuela

31.155.000

2.648.509

8,50 %

Colombia

48.229.000

935.593

1,94 %

Ecuador

16.144.000

209.000

1,29 %

Perú

31.377.000

414.000

1,32 %

Chile

17.763.000

105.756

0,60 %

Panamá

3.969.000

75.990

1,91 %

Brasil

205.962.000

75.000

0,04 %

Argentina

43.418.000

95.000

0,22 %

Trinidad y Tobago

1.360.000

3.000

0,22 %

República Dominicana

10.528.000

25.872

0,25 %

México

125.891.000

32.582

0,03 %

Estados Unidos

319.929.000

290.224

0,09 %

España

46.398.00

208.333

0,45 %

Fuente: Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (2015). OIM Migración venezolana a sep. de 2018.

Le recomendamos: Propuestas de los candidatos presidenciales sobre Venezuela.

Entre Dr. Jekyll y Mr. Hyde ¿cómo actuará Colombia?

Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Foto: Ley y Resorte

La crisis venezolana dejó de ser el problema de un incómodo vecino para convertirse en una afección real para Colombia y en el mayor reto internacional del nuevo gobierno.

Colombia ha tomado las siguientes medidas para enfrentar la crisis:

  • Durante una visita a Ginebra, Carlos Holmes Trujillo pidió que se nombrara un delegado para coordinar la acción del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la OIM en la región. La ONU designó al guatemalteco Eduardo Stein Barillas como el nuevo Representante Especial Conjunto para los refugiados y migrantes venezolanos en la región.
  • Colombia propuso crear un fondo humanitario de emergencia en el BID, el cual podría llegar a reunir mil millones de dólares para atender la migración venezolana en la región.
  • Colombia se sumó a la solicitud conjunta para investigar crímenes de lesa humanidad en Venezuela. Esta solicitud fue presentada por los gobiernos de Colombia, Canadá, Perú, Argentina, Chile y Paraguay.

Pero el comportamiento del nuevo gobierno y su partido se parecen a El extraño caso de doctor Jekyll y el señor Hyde de R. L. Stevenson. El Gobierno se comporta como el doctor Jekyll, el buen doctor de la novela, cuando busca internacionalizar la crisis, recibir el apoyo pacífico de la comunidad internacional, y contar con la gestión y los recursos de los organismos multilaterales.

Colombia ha buscado internacionalizar la crisis, por ejemplo, a través de la Declaración de Quito que resultó de la reunión de países latinoamericanos con “el objeto de intercambiar información y buenas prácticas con miras a articular una coordinación regional con respecto a la crisis migratoria”.

Además, Colombia ha recurrido instancias como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Pero el mismo Gobierno se comporta como el señor Hyde, la personalidad malévola del doctor Jekyll, cuando afirma categóricamente que el problema se resuelve con la salida de Nicolás Maduro. Duque, junto con otros países, pidió a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) que Maduro fuera investigado por supuestos crímenes de lesa humanidad en Venezuela.

Se comporta como el señor Hyde, la personalidad malévola del doctor Jekyll, cuando afirma categóricamente que el problema se resuelve con la salida de Nicolás Maduro.

El gobierno de Duque deja abierta la posibilidad de una salida militar porque, a pesar de que el presidente descarte la posibilidad, no lo hace de manera categórica sino apenas tibiamente. Tibieza a la que se le suma el silencio del Canciller Holmes.

La posición de no intervención choca con el pronunciamiento del Embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos, quien dejó abierta la posibilidad de una intervención militar. Choca también con la declaración de Uribe, en nombre de su bancada, de intervenir en Venezuela.

Ese modus operandi se replica en casi todos los temas de la agenda nacional, pero el hacerlo internacionalmente resulta preocupante. Manejar la política exterior bajo el síndrome Jekyll-Hyde puede llevar al Estado colombiano a situaciones y posiciones, digamos, complejas.

Le recomendamos: La reunión de Duque con Trump: entretenida pero nada productiva.

Embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos.
Embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos.
Foto: Embajada de Colombia en Estados Unidos

El reto

Por el contrario, es un reto que pone a prueba toda la estructura del Estado: desde la coordinación inter-agencial del Ejecutivo nacional, departamental y municipal, así como las relaciones entre los diferentes poderes, pasando por la respuesta de la sociedad civil organizada, hasta el ciudadano de a pie.Si bien la migración es el reto más importante de la cancillería, la acción para enfrentar dicho reto no se circunscribe al terreno internacional.

El reto para el nuevo gobierno se agudiza cuando senadores del partido de gobierno, como Paloma Valencia o María Fernanda Cabal, quienes afirman que se debe realizar una intervención militar “limpia” para poner preso a Nicolás Maduro. Esta propuesta por supuesto atiza la idea de que los problemas de Venezuela se resuelven con la caída del presidente.

La crisis humanitaria que atraviesa Venezuela debería convocar a toda la comunidad occidental, democrática y liberal, con el fin coordinar la reconstrucción. El futuro del sur del continente dependerá de los métodos que se utilicen para intervenir en el vecino país.

Colombia es el país más afectado por la migración y el más interesado en que Venezuela recupere el rumbo. Colombia tiene también la posibilidad de jugar un papel de liderazgo en la coordinación de acciones en foros como el Grupo de Lima, pero sobre todo tiene un papel fundamental en la gestión migratoria y en la promoción de una política en dicha materia fundamentada en los derechos humanos, que sea digna de imitar.

Puede leer: La crisis de Venezuela: una amenaza grave para Colombia.

La anécdota

La “inminente” guerra con Venezuela

Durante la crisis de la corbeta Caldas en agosto de 1987, hace 31 años, los canales diplomáticos entre Colombia y Venezuela se rompieron y la confrontación bélica parecía inminente. El entonces embajador colombiano en Caracas, Pedro Gómez, buscó entre sus amigos y aliados venezolanos establecer un canal de comunicación con el entonces canciller, Simón Alberto Consalvi.

Recurrió al presidente del Congreso, a los directores de los principales medios de comunicación, a todos los hombres poderosos que podían ponerlo en contacto con el líder de la política exterior venezolana, pero todo fue en vano, ninguno de ellos lograba establecer el canal de comunicación para evitar la guerra entre las naciones hijas de Bolívar.

En un acto desesperado y dejando de lado el protocolo, que en las relaciones internacionales suele ser vital, llamó directamente a la residencia del canciller Consalvi, le contestó una mujer y él se identificó como “Pedro Gómez Barrero embajador de la República de Colombia, quien necesita hablar de carácter urgente con el excelentísimo señor canciller venezolano”. Del otro lado del teléfono se escuchó un grito de alegría que decía: -Mi embajador-.

Al embajador Gómez, quien había explicado a los hombres más poderosos de Venezuela la necesidad de establecer un diálogo para evitar la guerra, no le importó dar una vez más sus argumentos, pero esta vez a una humilde empleada que prestaba sus servicios en la casa del canciller, como lo hacían miles de compatriotas que migraron a Venezuela buscando ganar en bolívares el sustento de sus familias.

Del otro lado de la línea la voz de la mujer asentía:

— Sí, mi embajador.

— Claro, mi embajador.

— Desde luego, mi embajador.

Al finalizar la exposición del embajador colombiano, se escuchó un silencio por unos segundos. Después aquella desconocida colombiana que salió de su país buscando un mejor destino, seguramente con la amargura de aquellos que se van porque les toca buscar en otro país la oportunidad que el suyo les niega, respondió:

—Deme media hora, mi embajador.

Media hora después, el canal de comunicación entre el Estado colombiano y el Estado venezolano se restableció. Se inició la negociación que evitó la guerra entre los dos países y que apartó el tema de la delimitación de las zonas marinas y submarinas del centro de la relación bilateral dando lugar al comercio que fue tan fructífero para ambos países en los noventa y en la década pasada.

Quizás una humilde inmigrante en tierras venezolanas evitó la confrontación entre los países hermanos y aupó el resurgimiento de la hermandad.

Puede que el gobierno de Nicolás Maduro insista en hipótesis de guerra en las cuales Colombia es el enemigo, incluso puede armar niños y ancianos y obligarlos a gritar consignas guerreristas, pero entre Colombia y Venezuela siempre existirán más ciudadanos dispuestos a defender la paz entre los pueblos desde sus humildes posiciones.

* Politólogo, internacionalista y M.CP, profesor e investigador del Observatorio de Venezuela @OV_URosario de la Universidad del Rosario @URosario.
@ronalfrodriguez

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