Este año vence el plazo para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que obligaron a Colombia a mejorar la situación de la mujer. Pero un análisis preciso de las cifras para un caso –Tolima- muestra que las brechas no se han reducido*.
Carmen Inés Cruz**
Tres variables cruciales
“Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer” es el tercero de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el compromiso asumido por 189 jefes de Estado – incluyendo el de Colombia- durante la Cumbre reunida en Nueva York con motivo del comienzo del siglo XXI. Los ODM son expresiones concretas y operativas de la decisión de construir un mundo “más pacífico, más próspero y más justo” que los mandatarios hicieron constar en la "Declaración del Milenio” de Naciones Unidas.
Para alcanzar los objetivos acordados se fijó como plazo el año 2015 y, con el apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cada país asumió la tarea de adaptar los indicadores y metas a su propia situación o a su punto de partida, así como a asegurar el cumplimiento de sus metas.
El Tercer Objetivo implica erradicar todas las formas de violencia contra la mujer y eliminar las brechas de género, tanto en la participación política como en las condiciones de inserción en el mercado laboral. Estas tres brechas reflejan de manera explícita la situación de severa inequidad, exclusión y discriminación que las mujeres enfrentan respectivamente en el espacio privado de los hogares, en el ámbito laboral y en la vida pública.
![]() II Foro de Empresas por la Igualdad de Género celebrado en Cartagena de Indias en el año 2014. Foto: Aecid Colombia |
Las tres brechas
Por el papel de los gobiernos locales en la gestión de la política social y por la diversidad regional de Colombia, el PNUD y el Estado colombiano adoptaron un enfoque de corresponsabilidad en procura de los ODM. Como una forma de evaluar el cumplimiento de las metas, en este texto examino las cifras específicas para el departamento del Tolima: ya estamos en 2015, ¿se cumplió aquel Tercer Objetivo del Milenio?
1. Violencia contra la mujer.
Según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, entre 2004 y 2014 en el Tolima fueron reportados 8.845 casos de violencia física de pareja, en el 88,9 por ciento de los cuales la víctima fue una mujer. Y, de los 2.748 casos de presunto delito sexual, en el 81.5 por ciento la víctima fue una mujer. Aun cuando presentan altibajos año a año, las cifras no mostraron tendencia a disminuir, o sea que en este aspecto no hubo ningún avance.
Inquieta además el hecho de que el número de casos no denunciados puede ser mucho mayor porque, como señalan todos los estudios, muchas mujeres no denuncian por temor al victimario, por vergüenza, porque desconocen los procedimientos para hacerlo, por desconfianza en el aparato de justicia o por otras consideraciones.
2. Participación Política.
-De las seis curules que corresponden al Tolima en la Cámara de Representantes, solo una fue ocupada por una mujer (Rosmery Martínez Rosales), que a partir de 2002 fue elegida para tres períodos consecutivos; en 2014 Martínez ganó una curul en el Senado. Pero, más que un esfuerzo por abrir espacios para las mujeres, su elección fue una estrategia para mantener la hegemonía política de su hermano, inhabilitado para continuar en el ejercicio político, siguiendo así la práctica que se observa en otras regiones del país.
-Para la Asamblea Departamental, donde hay 15 curules, solo fue elegida una mujer en 2003 y en 2007, y dos mujeres en 2011.
La participación de la mujer en los cuerpos colegiados y en los cargos de elección popular ha sido muy baja
– Del total de 503 curules existentes en los Consejos Municipales de los 47 municipios del Tolima, en 2011 solo el 19,7 por ciento fueron ocupadas por mujeres. Por otra parte, en cada una de las cuatro elecciones populares de alcaldes desde 1997 hasta 2011, en los municipios tolimenses fueron elegidas tres (6,4 por ciento) o cuatro mujeres (8,5 por ciento). Dada esta participación tan marginal, no sorprende que ninguna mujer haya sido elegida como gobernadora.
Lo anterior obedece, entre otras razones, a que con la inclusión de mujeres en las listas, los partidos políticos se limitan a cumplir con la legislación vigente pero, en general, sus nombres se ubican en renglones “no elegibles”, y el respaldo que reciben durante las campañas es mínimo.
En resumen, en lo corrido del siglo, la participación de la mujer en los cuerpos colegiados y en los cargos de elección popular ha sido muy baja y las variaciones que se observan son pequeñas: tampoco en este aspecto ha habido avances. No ha mejorado la tradicionalmente baja capacidad de incidencia de la mujer en decisiones significativas para la vida de la comunidad.
3. Acceso y calidad del empleo.
Las cifras existentes al respecto se refieren apenas al 68, 2 por ciento de la población del Tolima esto es, al sector no agrícola de Ibagué y su Área Metropolitana (que incluye los municipios de Ibagué, Cajamarca, Alvarado y Venadillo).
Aquí importa notar que la brecha entre Ibagué y el promedio de las 11 Áreas Metropolitanas había venido creciendo hasta finales de 2007 (como mostró Hugo López), y que desde 2011 la de Ibagué ha sido el Área con más alto nivel de desempleo en Colombia. Esto explica el alto nivel de informalidad, que entre 2007 y 2014 registró un promedio de 64 por ciento.
Ahora bien, para todos los años observados las tasas de desempleo de las mujeres son realmente muy altas: 18, 8 por ciento en 2008; 17,9 por ciento en 2010; 11,4 por ciento en 2012; 16, 2 por ciento en 2014 (tomo las tasas reportadas para el último trimestre de cada año por la Gran Encuesta Integrada de Hogares –GEIH- que realiza el DANE).
Las tasas anteriores son entre cuatro y siete puntos porcentuales más elevadas que las de los hombres. Es más: la diferencia se mantiene pese a que desde 2008 el desempleo ha descendido en forma sostenida para los dos sexos – igual que ocurre en conjunto del país-.
Por otra parte la inserción de las mujeres en el mercado laboral se da principalmente en los sectores “Comercio, hoteles, restaurantes”, y Servicios personales y comunales, que se caracterizan por ocupar el mayor número de trabadores informales dentro del total de ocupados. De este modo se entiende por qué, según el análisis de Guataquí y otros, la participación de la mujer en la economía informal en el Área Metropolitana de Ibagué llegó a 66,3 por ciento en el 2011.
Incumplimiento
La violencia contra la mujer –tanto de pareja como de abuso sexual- se ha mantenido en niveles altos y no muestra mejoría.En suma, en lo corrido de este siglo en el Tolima:
- Se mantiene la muy escasa presencia de la mujer en los cuerpos colegiados y en cargos de elección popular.
- Persiste la brecha de género en materia de desempleo y la mujer sigue ocupada sobre todo en el sector informal, con menor remuneración y condiciones laborales más precarias.
El panorama resulta desolador, no apenas por el incumplimiento evidente de los compromisos tocantes al Tercer Objetivo de los ODM, sino por la falta no menos evidente de decisión o esfuerzos para cumplir estas metas. Más aún: resulta significativo que el Plan de Desarrollo del Tolima 2012-1015 en su única alusión a ese Objetivo (página 235), plantea como metas, acciones afirmativas indeterminadas y agrega: “Fortalecer el Observatorio de Género”, instrumento valioso pero de poco alcance frente a la magnitud del compromiso adquirido.
Una esperanza, muchos desafíos
En contraste con lo dicho, resulta alentadora la escolaridad creciente de la población colombiana (materia del Segundo ODM), y en especial la mayor inserción de la mujer en el sistema educativo en todos los niveles, sobre todo en la educación superior. Y si bien, como señalan las evaluaciones, esto no se ve reflejado en una menor brecha de desempleo ni en una mayor presencia en cargos de elección popular, es indudable que las mujeres educadas podrán tener más conciencia sobre su derecho a una vida libre de violencia y a gozar de equidad en otros campos.
La participación de la mujer en la economía informal en el Área Metropolitana de Ibagué llegó a 66,3 por ciento
Pero se sabe también que hay serias deficiencias de calidad de la educación y que pese a la gratuidad en las instituciones oficiales, se observa decrecimiento en la matrícula. También se sabe que el solo aumento de la escolaridad no basta para avanzar en equidad de género, entre otras cosas porque podría ser que la educación impartida contribuya a reproducir una cultura patriarcal que tiende a naturalizar la brecha de género.
Tampoco basta con expedir más leyes ni formular políticas en beneficio de la mujer, que parecen ser el modo fácil de mostrar que se trabaja por la equidad de género. Aunque unas y otras son instrumentos valiosos, si no existe voluntad efectiva para reglamentar las leyes que lo requieren, sin no se adoptan medidas complementarias, si no se verifica su cumplimiento, se da acompañamiento, se exige rendición de cuentas y se sanciona a los infractores, los resultados seguirán siendo desoladores.
Urge entonces el compromiso de gobernantes, dirigentes y la ciudadanía en general para atender asuntos y actores estratégicos, y para usar los instrumentos legales, si es verdad que Colombia – y el Tolima- quieren superar la discriminación contra la mujer, que debe ser motivo de vergüenza e inquietud para todos y todas.
* Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad de Ibagué. Las opiniones expresadas son responsabilidad de la autora.
**Socióloga y doctora en Educación, ex alcaldesa de Ibagué y ex rectora de la Universidad de Ibagué.