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¿Despenalizar el aborto?

Escrito por Carlos Novoa
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Carlos_Novoa_SJ_RazonpublicaExplicación matizada sobre la posición actual de la Iglesia Católica, que contribuye al diálogo razonado y humanista con quienes proponen despenalizar totalmente el aborto.

Carlos Novoa

Hay que comprender el drama

Por invitación de Razón Publica, expongo a continuación mi análisis sobre la reciente propuesta del informe de la Comisión Asesora de Política Criminal para generalizar la despenalización del aborto en Colombia.

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Toda suspensión de la gravidez — y más aún si esta es provocada — constituye un drama humano desgarrador.  
Foto: sonpareja.com

La etimología de los vocablos abortar y aborto conduce al verbo abortare en latín, cuya traducción en castellano es: perecer. Para la ciencia médica se trata del perecer de la vida humana en gestación dentro del embarazo.

Toda suspensión de la gravidez — y más aún si esta es provocada — constituye un drama humano desgarrador. Mujeres en esta situación, ya sean creyentes, ateas o anticlericales, buscan con gran frecuencia a los sacerdotes para encontrar consuelo en medio de esta atroz encrucijada. No conozco a nadie que aborte por placer o que sostenga que se trata de una situación ideal.

Yo no estoy de acuerdo con el aborto ¡Y esto debe quedar muy claro!

Por desgracia, con frecuencia las mujeres que deciden detener su preñez lo hacen fruto de presiones ingentes de muy diverso orden. Ilumina mucho la consideración al respecto de Juan Pablo II:

“Las opciones contra la vida (como el aborto) proceden, a veces, de situaciones difíciles o incluso dramáticas de profundo sufrimiento, soledad, falta total de perspectivas económicas, depresión y angustia por el futuro. Estas circunstancias pueden atenuar incluso notablemente la responsabilidad subjetiva y la consiguiente culpabilidad de quienes hacen estas opciones en sí mismas moralmente malas.”

(Juan Pablo II, Encíclica El Evangelio de la Vida,
Roma, 1995, # 18, www.vatican.va
consultado el 1 de octubre de 2012).

Mujeres que han sufrido esta tragedia requieren de nosotros misericordia, comprensión, afecto y apoyo, pero jamás castigo, desprecio o discriminación. Y por supuesto también es preciso ayudarlas a evitar la repetición de semejante drama.

En conciencia, creo que esta es la actitud y el comportamiento típico de Jesús, como nos lo refiere de forma elocuente el Nuevo Testamento:

– “No he venido a buscar la muerte del pecador, sino a que se convierta y viva” (2 Pedro 3, 9).

– Jesús le preguntó a la adúltera: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?’. Ella le respondió: ‘Nadie, Señor’. ‘Yo tampoco te condeno’, le dijo Jesús. ‘Vete, no peques más en adelante” (Juan 8: 10-11).

Dios no castiga ni condena a las personas, “dado que en su amor misericordioso Él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado” (Juan Pablo II, El Infierno como rechazo definitivo de Dios, Roma, 1999, # 3, www.vatican.va  consultado el 1 de octubre de 2012)

Dos soluciones

El eje central del debate ético acerca del aborto se halla en el momento del inicio de la vida humana. En el interior de las ciencias médicas, biológicas y genéticas se ha suscitado un gran debate al respecto: unas corrientes ofrecen argumentos dignos de ser escuchados que sostienen que la vida humana solo comenzaría en la etapa de embrión o feto.

Carlos_Novoa_Aborto_madreLa vida humana se inicia en el momento mismo de la fusión del óvulo y el espermatozoide. En la comunidad católica sostenemos que ya en el cigoto existe humanidad.
Foto: embarazo10.com

En cambio, para otras corrientes con sólido fundamento, la vida humana se inicia en el momento mismo de la fusión del óvulo y el espermatozoide, dando lugar al inicio de la fase de cigoto dentro del devenir de la gravidez. Acogiendo esta última seria postura científica, en la comunidad católica sostenemos que ya en el cigoto existe humanidad.

Sin duda, lo más importante frente al tremendo drama de la suspensión de la preñez es la construcción de soluciones eficaces y concretas que eviten la prolongación de esta tragedia. Y estas soluciones son dos:

  • Una, el desarrollo de la más amplia y estructurada educación sexual integral para la juventud y sus progenitores. Por integral entiendo que explore a fondo las tres insoslayables dimensiones que constituyen la sexualidad humana: su corporalidad, su psicología y su sentido o espiritualidad.
  • La otra solución se refiere a la superación de la pobreza que aqueja el 60 por ciento de nuestros compatriotas (sobre la base de datos recientes del Banco de la República y de la Procuraduría General de la Nación). La pobreza extrema es un gran caldo de cultivo para el aborto. La miseria genera un estado de gran agresividad, que impide a los padres comprender a sus hijas adolescentes en la compleja crisis que les es propia. Esta situación lleva a las jóvenes a desahogarse en la primera relación de noviazgo que se les presenta, y lo que sigue con gran frecuencia: un embarazo no deseado y la opción de eliminarlo.

La catolicidad avoca el aborto en su complejidad

Las dramáticas estadísticas acerca del aborto constituyen un enorme incentivo para buscar su superación:

  • Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se producen 50 millones de abortos anuales en el mundo, 20 millones de estos inseguros;
  • 68 mil mujeres mueren cada año en la Tierra por interrupciones de gravidez mal practicadas, muchas de ellas clandestinas; de estas víctimas, 6 mil provienen de América Latina;
  • Según el Ministerio de Salud en Colombia cada año se practican 300 mil abortos clandestinos, 70 mujeres mueren por esta causa, y 132 mil quedan con serias complicaciones médicas.

La tragedia de la suspensión provocada de la gravidez es asumida en toda su complejidad por la Iglesia Católica, mucho más allá de posturas simplistas o ligeras.

Por ejemplo, si la salvación de la vida de la futura madre — independientemente de su estado de embarazo — requiriera urgentemente una intervención quirúrgica, u otro tratamiento terapéutico, que tendría como consecuencia accesoria la muerte del feto — de ningún modo querida ni pretendida, aunque inevitable — un acto así ya no podría considerarse como un atentado directo contra la vida inocente. 

Carlos_Novoa_Aborto_familiaLa pobreza extrema es un caldo de cultivo para el aborto.  Foto: caminocatolico.org

En estas condiciones, la operación podría ser considerada lícita, al igual que otras intervenciones médicas similares, siempre que se trate de un bien de elevado valor —como es la vida— y que no sea posible postergarla tras el nacimiento del niño, ni recurrir a otro remedio eficaz (Pío XII, discurso “Frente de la Familia" y a la Asociación de Familias Numerosas, 27 de noviembre de 1951, www.vatican.va  consultado el 1 de octubre de 2012).

El Vaticano no condena el aborto terapéutico siempre que la curación de la madre enferma suponga inevitablemente la muerte del hijo; por eso el Papa, de visita en Luanda, no ha dicho que haya que rechazarlo, afirmó este sábado el portavoz vaticano, Federico Lombardi.

"Benedicto XVI no ha dicho que haya que rechazar el aborto indirecto (terapéutico), sólo se ha expresado contra los programas de salud reproductiva que defienden el aborto como medio de control de la natalidad". Lombardi agregó que la Iglesia Católica prefiere hablar de aborto indirecto más que terapéutico y que cada caso es diferente y que lo que rechazan son aquellos "en los que se elimina directamente a un inocente". 

"En la moral de la Iglesia se habla siempre de aborto indirecto en vez de terapéutico cuando se da el caso de una enfermedad grave de la madre que la pone en peligro de vida y la curación puede implicar la muerte del hijo", manifestó Lombardi. [1]

Cabe preguntarse

El texto del Papa Pio XII ya en 1951 y las declaraciones del padre jesuita Federico Lombardi, vocero oficial de Benedicto XVI, no requieren a mi juicio explicación adicional alguna, porque son suficientemente comprensibles y pedagógicos. Queda claro entonces que ya desde mediados del siglo pasado, la postura oficial de la catolicidad frente al aborto conlleva matices importantes. Nuestros obispos colombianos no aceptan la despenalización del aborto en los tres casos determinados por la Corte Constitucional. Por supuesto yo hago propia esta postura.

Pero frente a los hechos culturales y científico sociales planteados, creo que en la catolicidad deberíamos preguntarnos acerca de la licitud de la despenalización de la suspensión de la preñez en algunos casos. No olvidemos que el Concilio Vaticano II llama a la Iglesia a dejarse interpelar por los signos de los tiempos y las preguntas de las ciencias [2].

Sacerdote jesuita, Doctor en Ética y profesor titular de la Universidad Javeriana. Experto en ética sexual.

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