La semana pasada, millones de bolivianos protestaron en las calles alegando que hubo fraude en las elecciones. ¿Qué tanto sustento tiene su alegato?
Julio Ascarrunz*
Un problema de confianza
El pasado 20 de octubre los bolivianos acudieron a las urnas para escoger a su presidente, vicepresidente, 36 senadores, 130 diputados y 9 representantes ante Organismos Parlamentarios Supraestatales. Aunque las elecciones transcurrieron con normalidad, en la noche aparecieron las primeras denuncias de fraude.
En primer lugar, es importante señalar que, desde hace un tiempo, las principales instituciones que respaldan y garantizan la democracia han perdido credibilidad. En 2018, el Latinobarómetro indicó que el 64 por ciento de los bolivianos desconfiaba de la Asamblea Legislativa Plurinacional, el 66 por ciento del Gobierno, el 70 por ciento del Órgano Electoral y el 73 por ciento del Órgano Judicial.
En el caso del Órgano Electoral Plurinacional (OEP), entidad central en el proceso, la desconfianza fue aumentando desde finales de 2018 debido de una serie de hechos , entre los que se cuentan renuncias de autoridades y técnicos del organismo, destituciones o dimisiones de personal en los distintos niveles e instancias de la entidad y denuncias realizadas por medios y candidatos.
Como esta desconfianza se extendió a los comicios con anterioridad al día de su celebración, varias instancias de la sociedad civil se organizaron para controlar el proceso electoral en sus diferentes etapas:
- Algunas se enfocaron en la etapa preelectoral y se encargaron de vigilar el cumplimiento de la paridad y la promoción de juventudes en las candidaturas. Ese fue el caso de la Campaña Protagonistas coordinada por IDEA Internacional.
- Otras se concentraron en el día de la votación y en la etapa postelectoral. Ese fue el caso del Proyecto For Ley: Control Electoral Ciudadano llevado a cabo por la Ruta de la Democracia y las iniciativas Tu Voto Cuenta y Manda Tu Acta respaldadas por organizaciones civiles, universidades y medios de comunicación.
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Una larga e incierta etapa postelectoral
Para estas elecciones, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se había propuesto dos metas relacionadas con la transmisión rápida de resultados preliminares (TREP). La primera era brindar la información sobre el resultado de las elecciones en un 80 por ciento a las 8:00pm y la segunda era alcanzar el 90 por ciento al finalizar la jornada.
La primera meta se cumplió, y a las 7:40pm el 83 por ciento de los resultados había sido difundido a través de la página web del TREP. Esa información indicaba que habría segunda vuelta entre los dos candidatos más votados: Evo Morales del Movimiento Al Socialismo (MAS) y Carlos Mesa de la Comunidad Ciudadana (CC). Sin embargo, de manera repentina, la página dejó de proporcionar información y no logró cumplir la segunda meta, lo cual despertó sospechas entre el pueblo y reavivó su desconfianza.
![]() Foto: Evo Morales Ayma |
Las manifestaciones no se hicieron esperar, y al día siguiente los centros de cómputo del Órgano Electoral y las calles de las principales ciudades se llenaron de ciudadanos que protestaban “en resguardo de la voluntad popular”. Las manifestaciones se arreciaron una vez el TSE reanudó la transmisión de los resultados y anunció que, tras haber escrutado el 90 por ciento de las actas verificadas, 46, 87 por ciento de los votos le pertenecían a Morales y el 36,73 por ciento a su rival. Sin ninguna explicación, esos resultados indicaban que no habría segunda vuelta porque el candidato oficialista había ganado en primera vuelta (la Constitución de Bolivia dispone la segunda vuelta cuando ningún candidato haya obtenido más del 50 por ciento de los votos, o cuando su ventaja se menor del diez por ciento —o sea que, en este caso, Morales habría ganado apenas por el 10,12 por ciento de los votos—).
Desde el martes, mientras se esperaba que el sistema de Cómputo final avanzara, las movilizaciones y protestas no cesaron y se fueron presentando actos de violencia que incluyeron destrozos y quemas de distintas sedes del organismo electoral en varios departamentos del país. Durante toda la semana se registraron paros, bloqueos, movilizaciones y protestas de distinto tipo y en todo el país.
Tras una serie de pausas en el cómputo y tras la conclusión del proceso en el departamento de Chuquisaca, los resultados finales se anunciaron el viernes 25 de octubre, con 47,08 por ciento de los votos para Evo Morales (MAS) y 36,51 por ciento para Carlos Mesa (CC), lo que implica que Evo Morales gana en primera vuelta por la diferencia de 10,57 puntos porcentuales entre ambos.
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El fraude: ¿un fantasma con vida?
Durante días las protestas no encontraron respaldo empírico, pero el viernes un estudio del centro brasilero de investigación Polling Data reveló la presencia de anomalías que suelen darse en elecciones manipuladas o fraudulentas, basándose en una correlación casi perfecta entre una participación electoral alta (superior al 90 por ciento) y un número alto de votos por el candidato ganador (también superior al 90 por ciento).
A partir de este hallazgo se identificaron puestos de votación “sospechosos” y se encontró que bastaba con eliminar cien de ellos para cambiar el resultado de la elección en tanto exigiría una segunda vuelta. Es importante señalar que el estudio no toma en cuenta recintos electorales con menos de 100 votantes, porque esos casos tienen más probabilidades de exhibir la tendencia mencionada como anomalía sin que necesariamente se haya presentado una manipulación. Indudablemente, esa exclusión le concede más solidez al estudio.
![]() Foto: Wikipedia |
No obstante, este estudio presenta dos problemas: que se basa en resultados preliminares, no en los finales, y que por más sólida que sea la estadística, las conclusiones siguen siendo producto de cálculos matemáticos que, por si solos, no presentan suficiente evidencia de fraude (a pesar de que presenta indicios claros).
En todo caso, ese estudio le concedió más peso a la segunda denuncia presentada un día antes en Bolivia, pues se trata de una comparación por acta de los resultados difundidos por la TREP y los resultados del cómputo final. Aunque los primeros son verificados y transmitidos de manera virtual y los segundos de manera física, ambos son oficiales dado que son controlados y verificados por el Órgano Electoral.
Al comparar los datos de ambos sistemas, otro estudio encontró irregularidades en el 3 por ciento de los casos, es decir, que en 1.085 actas los datos de la TREP y del cómputo oficial no coincidían a pesar de que los dos habían sido verificados oficialmente. Además de lo anterior, el estudio señaló que esas irregularidades beneficiaban al candidato oficialista y perjudicaban al opositor.
En definitiva, el fantasma del fraude cada vez cobra más vida y, lastimosamente, quedan muchas más preguntas que certezas sobre el destino de la política bolivariana. En este momento todo apunta a pensar que dependerá de que las élites logren un acuerdo y eviten que el conflicto se siga agravando
*Licenciado en Ciencia Política (USMA-Bolivia) y maestrante en Estudios Electorales (UNSAM-Argentina).