Colombia no podía seguir como estaba, pero las dos vías de cambio que encontramos están equivocadas. Lo lamento.
Hernando Gómez Buendía*
El peor resultado sería que acierten las encuestas: una elección muy reñida entre Petro y Hernández.
Tras los errores de conteo, la incompetencia del registrador, la irresponsabilidad de dos expresidentes que insisten en que la oposición se va a robar las elecciones (sería el único país del mundo) y la irresponsabilidad de Petro que hace apenas dos años llamó a desconocer la elección de Iván Duque. Un empate sería desastroso.
Pero aún si Hernández o Petro gana por muchísimos votos, a Colombia le esperan la polarización, la desilusión, la ingobernabilidad y un altísimo riesgo para la democracia. Petro y Hernández son muy diferentes, pero por motivos, en plazos y por caminos diferentes cualquiera de los dos nos traerá los mismos cuatro males.
Polarización. Ambos candidatos hablan de unidad nacional, de reconciliación, de entierro de los odios. Ambos son sinceros en su deseo. Pero cada uno piensa que el acuerdo nacional debe basarse en lo que él cree, en acabar la corrupción (Hernández) o en acabar la injusticia (Petro).
Y aquí empieza el problema. El único acuerdo nacional posible en Colombia es el acuerdo sobre cómo estar en desacuerdo. Este es el gran descubrimiento de la humanidad, esta es la base del Estado de derecho, esta es la esencia del liberalismo. Pero ni Hernández ni Petro son liberales, no fueron educados como liberales, no entienden, no se resignan a que las reglas son más importantes que los resultados.
Desilusión. Ambos candidatos prometen lo que no pueden cumplir. Y no es porque así se hagan todas las campañas en el mundo, sino porque ambos parten de ignorar la realidad.
La fórmula de Hernández es simplona: basta con no nombrar políticos para tener el país que deseamos; pero resulta que no todos los corruptos son políticos, o sea que con Rodolfo cambiaremos de ladrones. Petro es más sofisticado: hay que asegurar que todos tengan los derechos que dice la Constitución; pero resulta que el Producto Nacional de Colombia no alcanza, ni de lejos, para ello.
Ingobernabilidad. Hernández no tiene congresistas. Petro tiene una bancada, pero tendrá la resistencia de los dueños, los gremios, el ejército, los medios y los gringos.
Democracia en alto riesgo. No es solo por el pasado de Petro, es porque su revolución-programa necesita mucho más de cuatro años: el petrismo se aferrará al poder. No es solo por la ignorancia de Hernández: es porque sin el Congreso y sin las cortes su gobierno se apoyará en los militares.
Colombia no podía seguir como estaba, pero las dos vías de cambio que encontramos están equivocadas. Lo lamento.