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¡Hay futuro si hay verdad!

Escrito por Jefferson Jaramillo
la comisión de la Verdad

El informe de la Comisión de la Verdad tiene gran significado, pero no es el primer trabajo colectivo para esclarecer la verdad sobre el conflicto en Colombia. ¿Cuál es la diferencia?

Jefferson Jaramillo*

Los informes anteriores

A finales de 1958, la revista Semana comentaba que la Comisión Nacional Investigadora de las Causas y situaciones presentes de la Violencia que creó el gobierno de la época “había contribuido a diseñar e implementar mecanismos razonables de procesamiento de la violencia, en medio del gigantesco cadáver de locura que había devenido la guerra entre los partidos liberal y conservador”.

Esta comisión nunca entregó un informe final de su trabajo al presidente Lleras Camargo. Sin embargo, algunos de sus resultados y recomendaciones fueron parcialmente consignados en el primer volumen del libro La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social (1962) que tuvo enorme resonancia en la esfera pública de entonces pero ha pasado a ser una pieza más de las innumerables narrativas criollas de la violencia.

Cincuenta y cinco años más tarde, a finales de 2013, se lanzó el informe Basta Ya. Memorias de Guerra y Dignidad. Este libro resultó del trabajo emprendido desde 2007 por el entonces Grupo de Memoria Histórica que luego se convirtió por mandato de ley en el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

En el prólogo de este informe, el entonces director del CNMH, Gonzalo Sánchez, subraya una idea que no ha sido puesta en práctica por los gobiernos y los ciudadanos: “que este informe lejos de erigirse en un corpus de verdades cerradas debe ser elemento de reflexión para un debate social y político abierto sobre la necesidad de una memoria legítima”.

Hay futuro, si hay verdad

Este 28 de junio asistimos en el Teatro Jorge Eliecer Gaitán al acto de entrega del esperado Informe final, resultado del trabajo de cuatro años de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV).

Este evento reunió alrededor de 1500 personas, la mayoría víctimas y miembros de organizaciones sociales, quienes tuvieron la posibilidad de congregarse en un espacio que los comisionados bautizaron como “el acontecimiento”.

A diferencia de las dos experiencias anteriores, esta comisión nació de un acuerdo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP, e hizo parte de algo también muy novedoso en nuestra historia de violencias y resistencias: el Sistema Integral para la Paz.

Allí, junto con la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), se avanza en un camino aún lleno de aliados y detractores para conocer lo sucedido, para encontrar a los desaparecidos y juzgar bajo estándares transicionales a los responsables de lo que ha ocurrido.

A diferencia de las dos experiencias anteriores, esta comisión nació de un acuerdo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP, e hizo parte de algo también muy novedoso en nuestra historia de violencias y resistencias: el Sistema Integral para la Paz.

Como un organismo autónomo del Estado, la misión de la CEV fue “esclarecer la verdad sobre el conflicto” y eso es lo que esperamos encontrar en el informe parcialmente conocido hoy en tres de sus diez capítulos: uno de “Hallazgos y recomendaciones”, uno introductorio titulado “Declaración de la CEV” y otro testimonial titulado “Cuando los pájaros no cantaban”.

Entre estos tres informes, estamos ante más de 1400 páginas de lectura que superan con creces lo que hasta ahora habían sido los dos informes antes mencionados. Si a esto sumamos todo lo que contendrán los demás capítulos, el archivo digital y la multimedia de sus resultados por todo el país y fuera de este, seguramente será incomparable frente a lo producido por otras comisiones de investigación de la violencia.

Lo publicado hasta el día de hoy por la CEV fue antecedido por ejercicios de escucha o, como lo ha llamado el comisionado Alejandro Castillejo, de una enorme “máquina de escucha”, en este caso más de 30 mil víctimas en el país.

La CEV funcionó además como una enorme “máquina de investigación y diálogo” que realizó más de 14 mil entrevistas, revisó y contrastó más de mil informes sobre la violencia en Colombia, indagó en profundidad 730 casos, trabajo sobre el terreno en más de 500 municipios y en 23 países.

¿Cuál es la importancia de mencionar y revisar estas experiencias de nuestra historia, si lo que parece más importante es valorar el reciente informe de la Comisión de la verdad?

Qué nos dice cada informe

Cada informe o comisión de investigación tiene un clima de época o una coyuntura crítica que no debe pasarse de largo cuando se quiere comprender la eficacia o no, política y social, simbólica o real, de su quehacer.

El primer momento estuvo marcado por el pacto civilizador del Frente Nacional, que quiso derrotar la violencia bipartidista con una gran reingeniería social. Esta comisión, según el sacerdote católico Germán Guzmán Campos, su coordinador, aportó en comprender “cómo se había hecho la guerra” y “cómo podía ser derrotada a través de una gran operación de paz”.

El Informe Basta Ya estuvo signado por el clima internacional interesado en los mecanismos transicionales de verdad, justicia, reparación y no repetición. Además, estuvo marcado por una tensión con la política de Seguridad Democrática del presidente Uribe.  Por eso este segundo informe sirvió para poner en escena el valor de unas memorias de dignidad de las comunidades y los territorios, incómodas y desafiantes hacia la historia oficial que hemos conocido hasta ahora.

El tercer momento se gesta en un escenario espinoso pero esperanzador entre un gobierno saliente que ha despreciado sistemáticamente lo pactado en el último acuerdo de paz, y lo reiteró con su no asistencia al evento de entrega, y un gobierno entrante que sí asistió. Sin embargo, el nuevo gobierno tiene el reto de materializar para la historia futura eso que tan ardientemente dijo en el auditorio: “que la verdad no sirva para la venganza”.

la comisión de la Verdad
Foto: Twitter: Comisión de la Verdad - la comisión es una enorme “máquina de investigación y diálogo” que realizó más de 14 mil entrevistas, revisó y contrastó más de mil informes sobre la violencia en Colombia.

Los logros de las comisiones

Los informes, y los dispositivos institucionales que los respaldan, producen una serie de hallazgos y recomendaciones que pueden ser más efectivos cuando hay voluntades decididas a llevarlos a cabo. Pero son eficaces también cuando hay diálogos para confrontarlos y discutirlos.

Por otra parte, las recomendaciones deben ser apropiadas socialmente y deben instalarse en espacios reales para hacerles seguimiento nacional e internacional.

La primera comisión logró una radiografía de los odios en el país. También ejecutó unas estrategias de escucha a más de veinte mil afectados por la violencia y propuso un debate sobre la coordinación entre instituciones para una Reforma Agraria que llegara hasta el campesino más remoto, en lugar de quedarse en las oficinas del Estado.

Además, hizo un llamado a la renovación de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia, quienes desencadenaban muchos de los odios vividos en su momento. Estos llamados no fueron escuchados en medio de unos silencios pactados por las élites durante el Frente Nacional.

La segunda comisión diseñó estrategias para combatir el olvido de lo sucedido entre 1958 y 2012, mediante la activación y la reconstrucción de la memoria de las víctimas. También logró dar cuenta de la degradación y prolongación territorial de la guerra con una inmensa radiografía regional y local de lo sucedido.

Por otro lado, Basta Ya puso en escena los daños diferenciados en muchos ámbitos y sectores de la sociedad. Este informe recomendó algo que ha venido consolidándose con mucho esfuerzo, pero también con muchos desaciertos y detractores: la creación de instituciones robustas para la paz.

Por último, la tercera comisión lanza hoy una serie de clamores que, aunque no son del todo novedosos, condensan las necesidades y urgencias que tenemos en este momento y que yo resumiría de la siguiente manera:

  • que lo sucedido en Colombia es consecuencia de un entramado de intereses políticos, institucionales, económicos, culturales, militares y del narcotráfico con responsabilidades diferenciadas;
  • que esta narrativa no pretenda ser la historia de Colombia, sino una narrativa integradora y legítima de voces diversas que nos permita reconocernos como país.
  • que la verdad se convierta en la puerta hacia el futuro y no en su muro de contención.
  • que la paz se construya en grande, pero sin descuidar la paz pequeña;
  • que el legado de la comisión se conozca, se apropie, se difunda y se implemente;
  • y que se sigan promoviendo ejercicios amplios de diálogo social y convivencia territorial que restablezcan los lazos y las confianzas entre los ciudadanos.

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