Entre apoyos inesperados, la indecisión de algunos partidos y la actual oposición sin liderazgo, se definirá la suerte en el Congreso de los proyectos de “paz, justicia social y justicia ambiental” del presidente Petro.
Camilo González Vides*
Apoyos inesperados
Con el triunfo de Gustavo Petro, las preguntas sobre el futuro se centraban en la gobernabilidad que tendría este primer gobierno de izquierda en Colombia.
Todos pensábamos que un presidente Petro tendría minoría en el Congreso, porque en las elecciones de marzo los partidos de centroderecha habían obtenido gran número de curules y porque varios de ellos habían apoyado la candidatura de Rodolfo Hernández.
Pero después de la victoria de Petro, se esfumó el riesgo de un gobierno sin mayorías en el legislativo. Varias colectividades anunciaron su apoyo a la agenda del presidente electo.
El Partido Liberal fue el primero en sumarse a la coalición de gobierno. Atrás quedaron las diferencias entre Cesar Gaviria y la ahora vicepresidenta, Francia Márquez. Gaviria fue contundente al afirmar que la intención del Partido Liberal es conformar la coalición de gobierno junto con el Pacto Histórico y el Partido Verde (Centro Esperanza).
Pero la gran sorpresa vino de los partidos Unidad Nacional y Conservador, que apoyaron sin condiciones al presidente electo. Aunque estos partidos siempre se han acomodado en los últimos gobiernos, sus posturas ideológicas implicaban distancias que parecían insalvables.
Ahora los hechos parecen acortar esas distancias: la U dijo que trabajaría “por la construcción de acuerdos y consensos”, mientras que 39 congresistas conservadores declararon que no serán un “partido de oposición y respaldarán la agenda legislativa que proponga el gobierno que inicia (sic)”.
Bajo estas circunstancias, el presidente Petro contaría con 79 de 108 senadores y con 134 de 188 representantes. Una auténtica aplanadora legislativa.
Sumas y restas en la coalición de gobierno
Pero la gobernabilidad no se reduce a la aritmética: en política uno más uno no es igual a dos. La política es fluida, y una coalición de gobierno no es una aplanadora.
Petro tiene una base segura de entre 40 y 54 senadores —Pacto Histórico, Centro Esperanza, Comunes, MAIS—, así como de entre 45 y 77 representantes.
Y aquí entran los vaivenes políticos: por ahora el Partido de la U apoya a Petro, y lo hace exclusivamente en la conformación de las mesas directivas que manejarán la agenda de este mandato. Ellos estarán abiertos a la negociación sobre su papel.
Por su parte, los conservadores han afirmado que irán con el presidente electo hasta la línea roja de la propiedad privada y los derechos individuales. En estas toldas hay cada vez más división por cuenta de las declaraciones de Pastrana y de Omar Yepes como presidente del partido, quienes se están uniendo a otros parlamentarios para que la colectividad se declare en oposición. Además, el ex precandidato David Barguil propone que el conservatismo se declare independiente.
Bajo estas circunstancias, los mensajes de Petro serán clave para definir la posición de los partidos frente a su gobierno. Esto incluye a Cambio Radical —11 senadores y 18 representantes— con cuyo líder Vargas Lleras ha venido conversando el presidente electo.
En este orden de ideas, la escogencia de Roy Barreras como presidente del Senado, o la de Álvaro Leyva como canciller, envían mensajes conciliadores hacia personajes del establecimiento. Haciéndolos sentir importantes dentro de su administración, Petro trata de que ayuden a tramitar sus principales reformas, especialmente la tributaria.
En total serán 14 senadores y 16 representantes opositores al gobierno del Pacto Histórico.
Entre el 19 de junio y el 7 de septiembre —fecha límite para declarar apoyo, oposición o independencia frente al gobierno— viviremos el período de las definiciones. Los partidos se decantarán entre ser parte de la coalición oficialista o mantener su distancia frente a las reformas del primer presidente de izquierda en Colombia.
¿Y la oposición?
Petro encontrará un país con una oposición sin liderazgo.
Hernández desapareció casi por completo, y reapareció en una reunión con el presidente electo donde le manifestó apoyo. Esto deja al Centro Democrático y otros partidos menores —como Colombia Justa Libres— en el ejercicio de la oposición. En total serán 14 senadores y 16 representantes opositores al gobierno del Pacto Histórico.
Bajo este escenario, el uribismo volverá a ejercer la oposición en un contexto muy distinto del que tuvo frente a Santos: un país que dejó atrás la polarización del plebiscito, y que aspira a resolver problemas como la pobreza, el desempleo y la inseguridad.
La derrota electoral del uribismo expuso las grietas entre radicales y moderados. Si bien Uribe se reunió con Petro para explorar coincidencias y anunciar una “oposición razonable”, el Centro Democrático debe decidir si sigue representando la extrema derecha o si ofrece un programa distinto para esta nueva etapa.

Cambiar en medio del equilibrio
Los ejes del ambicioso plan de gobierno de Gustavo Petro son la paz, la justicia social y la justicia ambiental.
En cuanto al eje de paz, el gobierno se propone la salida negociada con el ELN, el sometimiento de las bandas criminales y el desarrollo del acuerdo con las FARC.
En líneas generales, la salida negociada a los conflictos tiene aceptación entre los ciudadanos y los parlamentarios. Tal vez, los partidos de oposición harán salvedades en torno a la seguridad y al modelo de lucha contra las drogas que ha propuesto Petro.
La gran sorpresa vino de los partidos Unidad Nacional y Conservador, que apoyaron sin condiciones al presidente electo. Aunque estos partidos siempre se han acomodado en los últimos gobiernos, sus posturas ideológicas implicaban distancias que parecían insalvables.
Pero en el eje social y en el eje ambiental podría haber grandes diferencias entre el ejecutivo y el legislativo.
- En materia social, Petro acelerará las reformas fiscal y pensional para disminuir la desigualdad. Varios partidos de centroderecha se opondrán al aumento de los impuestos que el nuevo gobierno necesita para poder aumentar el gasto social. De la misma manera, algunas colectividades —incluso de la coalición de gobierno—, se opondrán a la propuesta de fusionar el sistema pensional.
- El eje de justicia ambiental tiene una arista económica interesante: pasar de un modelo extractivista a uno de energías limpias. Este campo será el de mayor discusión, porque Colombia depende de las exportaciones de petróleo y carbón. Además, la guerra en Ucrania ha aumentado el precio de los hidrocarburos. Más allá de la discusión ambiental, en el Congreso se discutirán los recursos que dejaríamos de percibir con la transición que propone Petro.
Sin duda, la victoria de Petro es consecuencia de la necesidad de cambiar las cosas en Colombia.
Pero la política es el arte de lo posible, y en la política actual de Colombia no existe todavía fuerza suficiente para emprender un giro tan radical. Por eso el próximo gobierno deberá manejar las expectativas de sus electores dentro de las restricciones que impone nuestra democracia representativa.