¿Qué está pasando en un país donde parecen existir dos presidentes? ¿Qué sigue en una crisis que no encuentra solución?
Socorro Ramírez*
Las esperanzas
A cien días de la proclamación de Juan Guaidó no se han desvanecido las esperanzas que despertó, pero tampoco han desaparecido los temores ni la incertidumbre sobre cómo lograr la transición en Venezuela.
Esto es lo que se percibe entre los voceros del amplio sector contrario al régimen (más del ochenta por ciento de los venezolanos, según distintas encuestas).
Quienes conservan la esperanza resaltan como un logro significativo el liderazgo de Guaidó, que ha permitido la unidad de distintos sectores de la oposición después de las divisiones que acabaron con la Mesa de Unidad Democrática, así como la movilización continua de quienes buscan la salida del régimen.
Estas voces destacan además el amplio respaldo internacional y el reconocimiento de más de cincuenta gobiernos a Guaidó como presidente encargado de Venezuela. También insisten en que los cambios no ocurren con la velocidad que reclama la crisis, y en que el desenlace no estará lejano si la mayoría de los venezolanos permanece organizada y movilizada, y si confluyen protesta social, oposición, disidencia chavista y presión internacional.
En este sentido se destacan acciones como el texto que publicó Guaidó en la página web de Bloomberg: “Por qué China debería cambiar su posición en Venezuela”. Allí le muestra a este país crucial para mantener el régimen bolivariano que la relación económica binacional es un hecho inevitable porque se trata del mayor importador de petróleo del mundo y el país que posee las mayores reservas de crudo.
Esta invitación señala que, para beneficio de los dos países, Venezuela debe cambiar el régimen que la ha llevado al colapso de los servicios básicos, el impago de la deuda, la hiperinflación (que en 2019 será de diez millones por ciento), la inseguridad, la huida de millones de venezolanos, el incumplimiento de compromisos, la destrucción de industrias e infraestructura y la caída de la producción petrolera a la tercera parte de lo que era cuando el chavismo llegó al poder.
El mensaje invita a China a invertir en la reconstrucción de Venezuela y a crear un clima de paz, estabilidad y bienestar. Concluye develando el contacto que se ha mantenido con las autoridades chinas, pues “ha llegado el momento para que Pekín agregue su voz a este coro. Al desear dar este paso encontrará un aliado dispuesto, abierto y confiable”.
Puede leer: Venezuela: problemas y soluciones.
Los temores
Pero del otro lado no se vislumbra la salida de un régimen que, para mantenerse en el poder, suele recurrir al método que sea y sin importar el daño humanitario, económico, institucional, político, ambiental, social o en la seguridad ciudadana y de los países vecinos.
El régimen de Maduro está en riesgo y trata de esconderlo al estrechar el cerco alrededor de Guaidó: le prohíbe salir del país, encarcela y amenaza a las personas en su entorno, le quita la inmunidad legislativa, lo investiga y lo inhabilita para ejercer cargos públicos.
El régimen de Maduro está en riesgo y trata de esconderlo al estrechar el cerco alrededor de Guaidó.
Como denuncian organizaciones de derechos humanos como Provea, el gobierno ha aumentado la represión durante las protestas, ahora con “fuerzas de acciones especiales” de la Policía y colectivos armados que actúan en barriadas pobres controladas por el chavismo. Tal vez para evitar que aumente la deserción militar, estos grupos de choque han reemplazado a los militares que en 2017 reprimieron las protestas y juzgaron a sus líderes en tribunales castrenses amañados.
![]() Foto: Wikipedia |
Al mismo tiempo aumentan las denuncias y evidencias de la concertación entre el régimen y los grupos armados irregulares (como el ELN y los disidentes de las FARC), que el gobierno vincula con las actividades extractivas en el Arco Minero del Orinoco, como la explotación irregular de oro y coltán, sin importar los daños ambientales, a la población indígena y de seguridad. Igualmente, aumentan los temores de que Maduro enrede aún más a Venezuela e involucre a la frontera colombo-venezolana y a Colombia misma en una acción militar.
Le recomendamos: Colectivos chavistas: el brazo paramilitar que defiende la revolución bolivariana.
El fantasma de la intervención
Por todos estos temores hay quienes suponen que la salida militar (por golpe interno o intervención externa) es la más expedita. Algunos llaman a Estados Unidos a concretar una operación puntual, otros a hacerla mediante la intención humanitaria para proteger a la población ante la emergencia provocada por el régimen.
Pero la posibilidad de una intervención militar despierta gran preocupación dentro y fuera de Venezuela, por el papel que pueda jugar el impredecible y unilateral Trump, su disposición a lo que sea si eso ayuda a su reelección en 2020, y el aumento de sus tensiones con Rusia, China, Cuba.
Guaidó ha reiterado (como lo ha hecho la administración Trump) que todas las opciones están sobre la mesa, incluyendo la acción militar, así como el refuerzo de las sanciones económicas y a voceros del régimen. Sin embargo, recientemente, Guaidó y el Grupo de Lima han insistido en una salida pacífica y democrática.
Los temores se dispararon con la llegada, entre marzo y abril de 2019, de soldados, barcos y aviones de combate rusos a Venezuela, que el régimen de Maduro utilizó para mostrar el apoyo internacional del que disfruta. En forma menos visible, en 2008, 2013 y 2018 ya habían llegado tanques y sistemas de defensa aérea rusos y habían aumentado los contratos para suministro de apoyo cibernético, armas y mantenimiento.
Rusia ha usado este despliegue, dentro y fuera de Venezuela, en defensa de sus propios intereses económicos y geopolíticos, buscando ser reconocida como potencia global en contraposición a Estados Unidos y a los aliados de Trump.
Así lo puso de presente la embajada rusa en Bogotá, que envió una nota al Congreso de Colombia el 28 de marzo, advirtiendo que una incursión en Venezuela por quienes respaldan a la oposición venezolana sería interpretada por Moscú como una amenaza a la paz y a la seguridad internacional.
Lea en Razón Pública: Imaginando lo inimaginable: ¿una intervención militar en Venezuela?
Las incertidumbres
El pasado 23 de febrero se quiso mostrar el drama humanitario y debilitar el apoyo de los militares al régimen de Maduro con un megaconcierto y el ingreso de paquetes de ayuda a Venezuela. Pero ese intento fracasó.
Sin embargo, tras dialogar con el régimen y con la oposición, desde el 16 de abril la Cruz Roja comenzó a ingresar y distribuir insumos médicos. De esta manera Maduro acabó por aceptar la existencia de un drama humanitario, después de haberlo negado sistemáticamente, y ahora intenta presentar las ayudas como dádivas del régimen. Pero el uso político de la asistencia por parte del régimen y de sectores opositores debilitan su alcance.
![]() Foto: Venezuela TV |
El 23 de febrero la Asamblea Nacional y Guaidó pidieron a los militares actuar en consonancia con la Constitución, y les ofrecieron amnistía y garantías para que ayuden a hacerle frente al gobierno. Pero pudieron más la presión de organismos de inteligencia y contrainteligencia, las amenazas, la represión y los intereses del alto mando, para mantenerse unidos alrededor del régimen.
Cerca de mil militares y policías venezolanos se desvincularon de su institución.
No obstante lo anterior, cerca de mil militares y policías venezolanos se desvincularon de su institución, ofrecieron apoyo a Guaidó y la mayoría pasó a Colombia, donde han pedido refugio. Y sin embargo dos meses después de su desvinculación, reina la incertidumbre sobre lo que sigue para ellos, para sus familias y para Venezuela.
Así mismo, hay incertidumbre sobre el impacto de las sanciones, que en vez de doblegar al régimen pueden agravar los efectos indeseados entre la población y desviar la presión social.
Y tampoco hay claridad sobre cómo concretar las tres etapas que la Asamblea Nacional estableció como hoja de ruta para restaurar la democracia, y con las cuales Guaidó convocó el apoyo internacional y la movilización nacional:
- Cese de la usurpación,
- Gobierno de transición, y
- Elecciones libres.
Lo que sigue
Dado que Maduro no ha salido del poder ni Guaidó ha podido ejercerlo, ¿sería posible que la oposición cree las condiciones para negociar con el régimen la convocatoria de elecciones legítimas y bajo vigilancia internacional?
Hay una fuerte resistencia a intentar este camino, porque Maduro hasta el momento se ha valido de los diálogos para permanecer en el poder. Esto además implicaría reconocer que el chavismo sigue representando una fuerza política y social que debe ser tenida en cuenta (como los militares) en cualquier negociación o transición pacífica y democrática.
Guaidó convocó para este 1° de mayo “la marcha más grande de la historia, con destino certero para desalojar del poder al usurpador”. Si concurre mucha gente pueden aumentar las esperanzas, pero si se reduce la multitud (como sucedió el 19 de abril en la conmemoración del cabildo de 1810) pueden aumentar la incertidumbre y el temor.
*Cofundadora de Razón Pública. Para ver el perfil de la autora, haga clic aquí.