Una mirada panorámica a algunos grupos de jóvenes nacionalistas y de ultraderecha en Colombia. Se trata de agrupaciones con vínculos con organizaciones religiosas y paramilitares que hacen apología de la violencia.
Jhon Florián Guzmán*
Foto:Alejandro Jaramillo
“Neonazis”: un concepto inadecuado
El Fascismo y el Nazismo fueron movimientos políticos e ideológicos ultranacionalistas, que apelaban a la violencia para enfrentar a sus contradictores. Consideraban que los comunistas, las prostitutas y los marginados eran un peligro para la sociedad y debían ser eliminados. Asimismo, defendían un modelo de sociedad basado en el orden y en un Estado totalitario. Usaban símbolos que les daban identidad –el más conocido de ellos la cruz esvástica-. En nazismo fue también racista y antisemita.
Algunos de estas características aparecen con cierta frecuencia en grupos de jóvenes en Europa y en América Latina – que por eso han sido calificados de “neonazis”. En Colombia se han caracterizado por sus ideas nacionalistas, por la intolerancia y el autoritarismo, por ser proclives al uso de la violencia y por el uso de emblemas que en el pasado identificaron al nazismo.
Es claro que existen algunas similitudes entre las creencias y discursos de los grupos actuales y aquellos otros de los movimientos europeos del periodo entreguerras. Sin embargo estos no son suficientes para aplicar la denominación de “neonazis” a los grupos actuales. El concepto debe usarse con cautela pues se trata de hechos sociales y de contextos históricos muy diferentes. Tal vez el calificativo más adecuado sea el de grupos ultranacionalistas.
Más allá del nombre que se les asigne, se trata de una realidad social que no debe ser vista como marginal, ni como la expresión casi folclórica de una ideología ajena y anacrónica. Su desconocimiento puede llevar a decisiones equivocadas, mientras aumenta en Colombia la hostilidad de estas agrupaciones de jóvenes contra los integrantes de la comunidad LGBT, los indigentes, los drogadictos, las prostitutas y los defensores de derechos humanos.
Grupos ultranacionalistas en Colombia
Foto: Elvert Barnes |
Los grupos de jóvenes que en Colombia se denominan "fascistas" y "neonazis" actúan en un contexto caracterizado por la fragmentación del tejido social, la corrupción, la frustración y el resentimiento de amplios sectores de la sociedad.
Estos grupos hacen presencia especialmente en sectores marginados. Tienen vínculos con organizaciones católicas o cristianas de ultraderecha, y en algunos casos son financiados y entrenados por grupos paramilitares. Suelen también presentarse como víctimas de la guerrilla y defienden un discurso de oposición radical a la izquierda[i].
Se autodenominan “fascistas” o “nacionalsocialistas”, utilizan algunos símbolos que identificaron a los nazis y se definen como católicos, lo cual los aproxima más al falangismo español que al nazismo. Esta cercanía a organizaciones católicas y cristianas se debe al protagonismo que han tenido en la oposición al aborto, al matrimonio igualitario, a la adopción de parejas por integrantes de la comunidad LGBT, a la eutanasia y a la legalización de la dosis mínima de drogas.
También se caracterizan por sus propuestas radicales para combatir la corrupción y otros delitos, propuestas que incluyen la judicialización de los menores de edad cuando cometen delitos graves; la pena de muerte; la cadena perpetua para violadores, y la ampliación del fuero militar. Asimismo, impulsan la derogación de aspectos centrales de la Constitución de 1991, que califican de excesos garantistas.
Tradición, familia, propiedad…y paramilitarismo
En los discursos de algunos de estos grupos es evidente la influencia de organizaciones religiosas ultranacionalistas como la Sociedad Colombiana en Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP) que se autodenomina "el mayor movimiento cívico-cultural anticomunista de inspiración católica del mundo".
En el pasado esta organización se opuso a las propuestas de reforma agraria en América Latina, a la par que emprendió campañas en contra del marxismo y la teología de la liberación durante los años setenta en países como Perú, Chile y Brasil[ii]. En Colombia durante los años ochenta promovió la propuesta de legalizar el paramilitarismo e impulsó la organización de terratenientes en torno a un proyecto que se oponía a lo que denominaron el "agro-reformismo confiscatorio", una supuesta política orientada a la expropiación de sus propiedades.
También han tenido vínculos con las organizaciones paramilitares, los cuales se dieron inicialmente en el Magdalena Medio a través del Movimiento de Reconstrucción Nacional (MORENA), creado para participar en las elecciones y ganar espacios de representación política. Esta organización se propuso contrarrestar la presencia de la guerrilla en la zona y combatir el secuestro, el chantaje, el “boleteo”, la extorsión y el ajusticiamiento[iii].
Detrás de las propuestas anticomunistas y nacionalistas de MORENA estaban tres personajes reconocidos:
· Armando Valenzuela Ruíz, quien además de ser uno de los tres fundadores del primer ensayo político electoral del paramilitarismo en el país, fue creador de uno de los grupos neonazis más importantes. Era considerado el líder del movimiento "la figura más saliente e incontaminada de la generación del medio siglo en Colombia", e igualmente "padre y fundador de Tercera Fuerza" "baluarte para la lucha nacionalista".
· Iván Roberto Duque, quien fue posteriormente conocido por su alias "Ernesto Báez", jefe paramilitar del Bloque Central Bolívar y vocero político de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
· Fernando Vargas Quemba, quien preside una fundación familiar para la defensa de las víctimas de la guerrilla en Colombia[iv].
Estos grupos de jóvenes y las organizaciones paramilitares coinciden en su defensa del statu quo, en su nacionalismo extremo, su anticomunismo y el uso de la violencia para enfrentar a sus contradictores. Sus convicciones se traducen en intolerancia y en la negación de los principios básicos de la convivencia democrática.
La expansión urbana de grupos ultranacionalistas
Foto: Daniel Lobo |
El crecimiento de los grupos "fascistas" y ultranacionalistas en Colombia se ha dado especialmente en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali -incluso en ciudades pequeñas como Popayán-.
Los grupos más conocidos son los autodenominados Tercera Fuerza, Alianza Social Patriotas, Unión Nacional Socialista de Colombia (UNSC) y Comando Radical Nacionalista. De ellos hacen parte jóvenes con edades entre 18 y 25 años, que promueven una política de exclusión hasta el extremo de recurrir a la violencia y la eliminación de sus adversarios[v].
Estos grupos se alimentan de ideas y prácticas de la ultraderecha religiosa, política y paramilitar colombiana y hacen apología del odio, racial, político y religioso, a la vez que defienden un férreo nacionalismo.
No existen estudios que permitan estimar su tamaño ni describir en detalle sus prácticas y modos de obrar político. No obstante ciertos reportes periodísticos han dado algunas pistas sobre sus orientaciones ideológicas y han descrito algunas de sus formas de actuar.
Los límites de la tolerancia
Aunque una sociedad que aspire a la democracia debe velar por la libertad de expresión y la tolerancia, ambas tienen límites. La libertad de expresión no puede confundirse con libertad de discriminación y no se deben tolerar grupos que defiendan el odio racial, la violencia y la discriminación.
Frente a este tipo de agrupaciones ultranacionalistas y neonazis deben anteponerse la defensa de la libertad, el derecho a la integridad y la dignidad personal. Esto implica recordar la Convención Americana de Derechos Humanos, la cual fue suscrita por Colombia en 1969 y la cual establece que: "Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional" (Artículo 13).
No debe subestimarse el potencial de estos grupos apologistas de la violencia. La sociedad debe ofrecer mejores alternativas a los jóvenes y crear condiciones para el desarrollo de una democracia radical que, como decía Orlando Fals Borda, brinde bienestar real y no solo retórica.
* Profesor Universitario y miembro del Centro de Estudios Estadounidenses de la Universidad Nacional de Colombia y Universidad de los Andes.
[ii] Zanotto, G. ( 2003). É o Caos: A luta anti agro-reformista de Plínio Corrêa de Oliveira
[iii] "MORENA se destapa: La extrema derecha pide pista electoral", Semana, 11 de septiembre de 1989
[iv] Coronell, cit.
[v] Rugeles, G. Radiografía del Neonazismo, El Espectador, 8 de junio de 2013.