La crisis griega se vio alimentada por el desconocimiento de unas leyes básicas de la economía, y la llegada al poder de un gobierno con visos populistas no hizo más que complicar la situación y dañar la relación del país con la Unión Europea.
Ricardo Chica*
Las leyes de la economía
En un artículo de 2013, donde presentaba la socialdemocracia como la tercera vía entre el populismo y el neoliberalismo, había caracterizado al primero como una omisión de las leyes de hierro de la economía que siempre resulta costosa, especialmente para los grupos que intenta favorecer, a consecuencia de las crisis que genera.
La actual debacle en Grecia demuestra el desconocimiento de las leyes de la economía por parte del gobierno y de sus electores, quienes se pasaron la noche celebrando que habían logrado derrotar, por arte de magia electoral, a estas leyes.
La actual debacle en Grecia demuestra el desconocimiento de las leyes de la economía por parte del gobierno y de sus electores
Ahora el primer ministro Tsipras tuvo que volver con un paquete más drástico (regímenes tributario y pensional, y privatizaciones) del que él y su omnipotente ministro Varoufakis llevaron irresponsablemente al electorado griego a rechazar.
Aunque la amenaza del Grexit (o salida de la Unión Europea) se haya logrado calmar, la expectativa es que después de este tercer rescate y refinanciación Grecia tendrá que volver por un cuarto, ya que las instituciones políticas griegas son incapaces de gestionar el ajuste necesario de una economía inviable frente a una deuda (dos veces su PIB) que no estará en capacidad de pagar.
Como en el caso de la coalición de izquierda radical griega, en el populismo se articulan dos formas de omnipotencia: la de una ideología populista nacionalista que ilusoriamente cree derrotar las leyes de hierro de la economía; y la de un líder cuyo narcisismo no reconoce límites en la realidad.
![]() Parlamento griego en Atenas. |
Los hechos
- La contracción en Grecia es de tal gravedad que, desde el punto de vista socioeconómico, no queda mucho margen para profundizar la austeridad. Grecia viene en una espiral deflacionaria que del sector crediticio y financiero se extiende al sector real y destruye el tejido económico.
El programa de ajuste no ha funcionado, y no porque haya confundido una crisis de iliquidez temporaria con una de inviabilidad estructural sino porque (como suele suceder) sus remedios empeoran la enfermedad al no medir el grado de postración de la economía.
Como escribí en el periódico Portafolio: “La situación ya era muy difícil a finales de 2014 pues los acreedores europeos han puesto un énfasis excesivo en la austeridad (cuyos límites se manifiestan en que en Grecia se habla ya de una crisis humanitaria) en lugar del crecimiento (las reformas que lo harán posible) única salida capaz de conciliar la recuperación del nivel de vida (no al nivel previo al debe sino al consistente con la productividad) con un repago de la deuda a los banqueros europeos (no con el insostenible perfil actualmente exigido, sino refinanciando en forma de crear un margen para crecer y evitar que el nivel de vida siga deteriorándose)”.
- Grecia es incapaz de pagar el volumen de deuda que ha acumulado (175 por ciento de su PIB, el doble que Alemania) viviendo al debe con niveles de bienestar de socialdemocracia europea a pesar de tener niveles de productividad de país del tercer mundo. Esto era ya cierto hace cinco años cuando el endeudamiento acumulado por sucesivos gobiernos populistas que encantaron a los griegos con niveles de vida por los que no venían pagando estalló; y es aún más cierto ahora después de un semestre de nacionalismo populista.
- Grecia no puede evitar un ajuste, permanezca o no en la UE. Los bancos europeos le vienen financiando un nivel de vida por el cual que los griegos no vienen pagando. Al inicio de la crisis un tercio de la fuerza de trabajo estaba empleada por el Estado con salarios mucho más altos que en el sector privado, con regímenes pensionales (retiro a los 48 años, etc.) como los que se le permitieron a la aristocracia sindical del sector público en Colombia. Simplemente las cifras no cuadran (ni han cuadrado por décadas): en Grecia es rampante una evasión de impuestos y corrupción que se manifiestan en una economía gris del tamaño de la del sur de Italia.
- Pero los gobiernos populistas griegos no son los únicos responsables. Los bancos alemanes y franceses que imprudentemente les sostuvieron un endeudamiento inviable tendrán que aceptar más rescates.
Las restricciones
Una economía no puede indefinidamente gastar más de lo que produce, o puede hacerlo solo mientras los banqueros perciban que el incremento futuro en la productividad será suficiente para repagar esta financiación.
Una economía no puede sostener indefinidamente una inconsistencia intertemporal como si le fuera posible evitar pagar en consumo futuro por el incremento en consumo presente hecho posible por esa financiación. El problema es contable pues las cifras no cuadran: si la productividad no crece más que los salarios, no se generarán los beneficios brutos que den el margen para ser tributados con el fin de financiar el bienestar social.
La única forma de sostener esta inconsistencia contable es financiar con crédito externo el déficit, lo cual es posible mientras los banqueros esperen que esos recursos financien la inversión que incrementará la productividad y con ello el margen de ganancia, no solo para cubrir los costos del bienestar social sino para repagar la deuda.
Los dramáticos ajustes impuestos por las crisis que siempre siguen a los entusiasmos de los banqueros una vez tiene lugar la reversión de sus expectativas ilustran la forma como la consistencia intertemporal no puede ser violada indefinidamente.
Instituciones como la UE funcionan sobre la base de unas normas básicas y permitir el free riding las destruye. La UE se rige por reglas cuya violación erosiona sus condiciones de existencia, y es una unión de democracias en las que los gobiernos son responsables frente a sus contribuyentes.
![]() Aglomeración de manifestantes en la plaza Synthagma de Atenas. |
Las opciones
Grecia solo tiene dos opciones y se engaña si cree que tiene una tercera entre el Grexit y el ajuste para obtener liquidez.
- Tuvo que aceptar algo más duro que lo que rechazó, y Tsipras lo que hizo con su jugada populista del referendo fue perder dos semanas preciosas durante las cuales la crisis se profundizó.
Ahora le ha tocado aceptar lo que delirantemente había prometido a su electorado rechazaría en aras de la dignidad nacional:
- Una restructuración de la tributación (gravar partes de la economía escondidas en la informalidad gracias a la corrupción, suspender exenciones escandalosas como las de las islas, incrementar el IVA y corregir la evasión del impuesto a la renta);
- Una restructuración del régimen pensional (que incluya postergar la edad y corregir abusos); y
- Una serie de privatizaciones supervisadas por la UE.
El Grexit, que según los delirantes entusiasmos de la izquierda griega le devolvería al país su independencia y dignidad, generaría un colapso en espiral descendente que, empezando por devaluación e inflación y pasando por colapso bancario y de la actividad económica, destrucción empleo, de tejido empresarial y de capacidades productivas, puede llevar en el mediano plazo a un caos sociopolítico y en el largo a una severa depresión económica.
Esta salida le daría a un gobierno griego más flexibilidad (tasa de cambio, autonomía en su política monetaria y fiscal), pero este quedaría a la buena de Dios (sin el apoyo de la UE a la que tanto acusa de humillarlos) para enfrentar un ajuste inevitable.
2) Un compromiso de la UE para financiar a Grecia y de esta de acometer el ajuste fiscal y la reforma estructural es la salida menos costosa para los griegos. Por eso, el acuerdo logrado en Bruselas le impuso a Tsiras pasar a través del parlamento griego una legislación que en materia tributaria, pensional/laboral y de privatizaciones requiere el esfuerzo de ajuste que los griegos han venido aplazando.
El costo del populismo
La omnipotencia frente al mercado y frente a las instituciones que lo moderan y controlan democráticamente es uno de los componentes del síndrome populista, cuyo pavoroso costo viven los venezolanos como los griegos en espirales descendentes que destruyen capital (físico, institucional y humano), lo que hace más difícil la recuperación y generan muchas penalidades.
A la omnipotencia de las masas corresponde la omnipotencia del líder en el cual ellas encuentran protección frente a la realidad. En Grecia, por ejemplo, es aterradora la omnipotencia delirante de Tsipras, que sale sonriente de reuniones críticas después de generar irresponsablemente un proceso (ruptura de conversaciones, referendo) del que salió debilitado frente a la UE.
Lo grave políticamente es que estas formas de populismo le cierran el espacio a la socialdemocracia frente al neoliberalismo. En Portafolio he discutido las condiciones de posibilidad de la sobrevivencia de la socialdemocracia europea como tercera vía entre el neoliberalismo y el populismo, en condiciones de globalización.
La contracción en Grecia es de tal gravedad que, desde el punto de vista socioeconómico, no queda mucho margen para profundizar la austeridad.
La más básica de estas desde el punto de vista económico serían unos niveles de productividad que financien el gasto en bienestar que caracterizan a la socialdemocracia. Esto implica, desde el punto vista político, una gestión de la dinámica de los márgenes de ganancia, los salarios y la productividad que modere los segundos al ritmo de esta última para no afectar la competitividad ni en precios ni estratégica (reinversión en capacidades), tal como lo logró Schroeder en Alemania.
Pero otros socialdemócratas europeos parecen no haberse enterado de que ha habido una globalización y un tsunami chino y creen que pueden preservar privilegios inconsistentes con dicha contabilidad.
Se trata de situaciones en las cuales la socialdemocracia, como control democrático de los mercados, se desdibuja en formas de populismo que van en contravía con la realidad de la dinámica de la economía global, las cuales solo pueden conducir a horrores como el de Grecia.
* Director del Centro de Estudios Asiáticos UAM. PhD y M Phill en Economía, y Diploma en Desarrollo, de la Universidad de Cambridge. Profesor de las universidades de Los Andes, Javeriana y Cambridge e investigador del CEDE y Fedesarrollo. Consultor de la ONU, Banco Mundial y asesor de agencias gubernamentales; investigador y conferencista en las Universidades de Oxford y Goettingen, y del Instituto de las Economías en Desarrollo (Tokio-Bangkok).