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Glaciares colombianos: más que montañas con hielo

Escrito por Jorge Luis Ceballos
Nevado del Cocuy.

Jorge CeballosUn necesario llamado de atención a quienes creen que nuestros nevados son eternos – cuando en efecto ya están desapareciendo-.

Jorge Luis Ceballos*

Una extinción anunciada

Los glaciares colombianos están en proceso de extinción.

La causa principal de este fenómeno es el Cambio Climático, es decir, el calentamiento de la baja atmósfera (la tropósfera). También influyen la actividad volcánica, el clima local y el tamaño y altitud de los glaciares.

Pero la alarma ya se había activado desde hace varios años. Desde la década de 1970, los   glaciares del planeta se vienen reduciendo a un ritmo acelerado, como una evidencia clara de que la tropósfera está cambiando. Los glaciares son especialmente sensibles a estos cambios y han sido considerados fieles indicadores de las alteraciones climáticas.

​El final de la PEH coincidió con el comienzo de la era industrial  y el uso de combustibles fósiles, los cuales conllevaron a la acumulación de gases llamados de Efecto Invernadero.

Los nevados son relictos de épocas pasada frías, de modo que su extinción es muy probable si el clima actual no es compatible con ellos.

En la segunda mitad del siglo XIX, la cobertura glaciar en Colombia era de aproximadamente 350 Km2; hoy se ha extinguido el 90 por ciento de esa masa, es decir que solo permanecen 37 Km2.

Un fenómeno progresivo

Sierra Nevada de Santa Marta.
Sierra Nevada de Santa Marta.
Foto: IDEAM

Entre los siglos XVI y XIX la Tierra experimentó uno de los últimos cambios climáticos más significativos: La Pequeña Edad de Hielo (PEH), un periodo frío durante el cual los glaciares aumentaron.

En Colombia lograron alcanzar los 4.200 metros de altitud en lo que hoy es el super-páramo (actualmente el límite del hielo está en promedio a 4.800 metros de altura). Historiadores, naturalistas y artistas registraron este periodo, acuarelistas de la Comisión Corográfica dejaron registro de una gran extensión de montañas blancas.

Este último gran cambio climático se le atribuyó principalmente a la actividad del Sol.

Para la segunda mitad del presente siglo los seis nevados todavía existentes ya se habrán extinguido.

Finalizando el siglo XIX, los 350 Km2 que se desarrollaron durante la PEH comenzaron a derretirse lentamente aunque con algunas fluctuaciones. El final de la PEH coincidió con el comienzo de la era industrial  y el uso de combustibles fósiles, los cuales acentuaron la acumulación de gases en el fenómeno llamado “efecto invernadero”. El sistema natural terrestre no estaba preparado, así que la tropósfera comenzó a calentarse y  los glaciares reaccionaron rápidamente.

Las referencias geográficas y las crónicas del siglo XIX en Colombia permiten hacer un inventario de los glaciares existentes en dicho momento. El Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia elaborado por Agustín Codazzi y editado por Manuel Paz y Felipe Pérez en 1889, reportaba la existencia de 17 montañas glaciadas en Colombia hace cerca de 150 años.

A mediados del siglo XX el área glaciar colombiana era de 113 Km2. Nevados como el Quindío, El Cisne, Puracé, Galeras, Sotará y el Cumbal ya no existen. Para el presente siglo el área glaciar ha ido cambiando: en 2010 se contaba con 45 Km2 y hoy con 37 Km2. No se trata de un proceso reciente, pero sí de uno que se ha intensificado en las últimas décadas.

Evolución del área glaciar en Colombia

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Fuente:

Ritmo acelerado

El ritmo promedio de pérdida de área por año es de 3 por ciento, de modo para la segunda mitad del presente siglo ya se habrán extinguido los seis nevados todavía existentes. Esto si   se mantienen las tendencias actuales en cuanto a la temperatura, la disminución de precipitación de nieve y la ocurrencia periódica de fenómenos climáticos extremos como “El Niño”.

Los glaciares pequeños y de más baja altitud son más vulnerables a la extinción. Es el caso del Santa Isabel -localizado en el Parque Nacional Natural Los Nevados- cuya “esperanza de vida” es de apenas una década, debido a su tamaño reducido y a la presencia de ceniza volcánica en la superficie.

Glaciar Santa Isabel.

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Izquierda: Aerofotografía del Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Derecha: Imagen de satélite Sentinel

Los seis nevados que actualmente tiene Colombia (dos sierras nevadas y cuatro volcanes nevados) son pequeñas masas de hielo casi insignificantes en la contabilidad de las superficies glaciadas del planeta.

A pesar de lo anterior, estos nevados son importantes dada su ubicación ecuatorial y por tratarse de últimos relictos de antiguos climas. Los glaciares colombianos se denominan Glaciares de Montaña por su altitud y Glaciares Ecuatoriales por su latitud: esto los hace únicos, especiales, sensibles y cambiantes.

Comportamientos diferentes

Calentamiento global.
Calentamiento global.
Foto: Gobernación del Tolima

Cada uno de los glaciares de Colombia tiene un comportamiento diferente, que depende del clima global, regional y local, y de características físicas propias como la altitud, topografía y tamaño. No obstante su permanencia depende primordialmente de una variable física, la que decide si se funden o no: el Albedo.

El Albedo es la propiedad de los cuerpos de reflejar o absorber energía. Los objetos blancos reflejan casi toda la radiación del Sol y no se calientan, mientras que los objetos negros absorben la energía solar y se calientan.

La actual generación debe saber que las nieves colombianas no son perpetuas.

Los glaciares tienden a ser blancos, lo que en principio ayudaría a que no se derritieran.  Un glaciar sin nieve es un glaciar compuesto solo de hielo, es gris o azul, de modo que absorbe energía del sol, se calienta y se derrite. Se necesita nieve sobre nuestras montañas blancas para que permanezcan pero –mediante el monitoreo glaciar durante más de una década- hemos registrado que ésta es cada vez más escasa.

  • La Sierra Nevada de Santa Marta (6,71 Km2) o también llamada por las comunidades indígenas de la sierra “Umunukunu”, tiene las cumbres más altas del país (5.775 metros) y los glaciares más septentrionales de América del Sur, de modo que sus cambios dependen del comportamiento del clima en el Caribe.

Durante los últimos años la reducción de área ha sido de 5 por ciento anual, dato preocupante tanto para las comunidades indígenas como para nosotros. Ha sido tan rápido su derretimiento que la “Nevada” ya no es una sola masa de hielo continua sino que está conformada por 38 pequeñas masas separadas entre sí.

  • La sierra nevada del Cocuy ó Güicán es la masa glaciar más extensa de nuestro territorio (13,3 Km2) y la más estable. Su posición geográfica entre las regiones Andina y Orinoquía le permite recibir aportes de humedad provenientes del Orinoco cuando la cuenca del Magdalena no se la ofrece. El ritmo de reducción de su área es de 4,8 por ciento anual; desde 2017 se han observado importantes precipitaciones de nieve que la mantienen por ahora con buena salud.
  • El reconocido Parque Nacional Natural Los Nevados se quedará pronto sin nevados. El Santa Isabel (0,63 Km2) es el glaciar más inestable del país y. como dije, su extinción está próxima.
  • El nevado del Ruiz (8,4 Km2) es un volcán activo – un hecho que acelera su reducción- aunque una condición particular se convierte en ventaja y ayuda a desacelerar el proceso: gran parte de su masa de hielo está por encima de los 5.100 metros de altitud, la nieve se conserva gracias al frío, que es el alimento de los glaciares.
  • El más pequeño de todos, el Tolima (0,58 Km2), también es un volcán activo. Su forma cónica casi perfecta, que se puede observar desde Bogotá, tiene también la ventaja de estar sobre los 5.200 metros.
  • El Huila (7,3 Km2) es el más meridional de los glaciares colombianos y el más alto de nuestros Andes, es casi del tamaño de la sierra nevada de Santa Marta. Su reactivación volcánica en 2007 lo ha dividido en dos masas de hielo que se reducen en promedio a un ritmo de 2,7 por ciento anual, siendo el de menor derretimiento.

El futuro ya no es blanco

Es relativamente fácil imaginar un paisaje sin glaciares. A medida que el hielo se derrite el páramo coloniza estos espacios, tal como ocurrió en el Cisne, montaña localizada entre el Ruiz y el Santa Isabel que fue glaciar hasta la década de 1970 y hoy es una montaña verde con un ecosistema de súper-páramo.

La pronunciada reducción de nuestras montañas blancas no es solo una pérdida paisajística, sino además una señal de alerta sobre los cambios de nuestro territorio: cambios en altas montañas, en la dinámica de la vegetación alto-andina, en el clima y en el ciclo del agua.

Afortunadamente, la riqueza biofísica de nuestro territorio y las políticas de protección de áreas naturales pueden resultar esperanzadoras.

Las poblaciones humanas urbanas colombianas alto-andinas no dependen del agua glaciar pero sí dependen del agua que producen el bosque alto-andino y el páramo. Los glaciares nos están indicando a gritos que estos ecosistemas de montaña, sus hermanos, también están cambiando a otro ritmo. Por ahora, es necesario observarlos, medirlos y registrar su historia.

A diferencia de la generación de colombianos que aprendimos en la juventud que estos sistemas eran nieves perpetuas, la actual generación debe saber que las nieves colombianas no son perpetuas.

*Ingeniero geógrafo,  M.Sc. en Geografía,  glaciólogo del IDEAM desde 1994, representante por Colombia del Servicio Mundial de Monitoreo Glaciar (WGMS, por sus siglas en inglés).

 

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