Una propuesta orientada a incorporar al gabinete a representantes de los partidos según su fuerza electoral. Aunque se ha utilizado en sistemas parlamentarios, podría ser compatible con el presidencialismo colombiano en la perspectiva del post-conflicto.
Luis Fernando Medina* Neophytos Loizides**
Foto: Delegación de Paz Farc-Ep
Aprender de otras experiencias
Tras el acuerdo sobre el primer punto de la agenda de las conversaciones en La Habana, la paz parece más factible, pero ahora es preciso negociar las reformas para que las FARC puedan hacer política sin armas. Otras sociedades en post-conflicto, como Irlanda del Norte, Sudáfrica y Bosnia, han afrontado retos similares y han logrado poner fin a la violencia en medio de condiciones difíciles y polarizaciones intensas. Colombia puede aprender de estas experiencias.
El sistema de gabinete plural y representatividad partidista adoptado en Irlanda del Norte puede resultar interesante para el caso de las FARC. Como mecanismo de redistribución del poder y de inclusión en la toma de decisiones, ha contribuido a crear confianza y a una estabilidad política sin precedentes en ese país.
Búsqueda de consensos
Foto: Robert Wade |
En esta etapa de las negociaciones es necesario explorar alternativas para llegar a consensos sobre la base del pluralismo y la inclusión.
Hasta ahora el debate público se ha centrado en el tema de la participación política de las FARC, y en especial su posible llegada al Congreso. Para los críticos más radicales del proceso, cualquier participación de ese grupo en política es inaceptable. Algunos de los críticos nunca verán con buenos ojos ningún acuerdo, pero hay otros que sin duda expresan una preocupación legítima de la sociedad colombiana: el hecho de que muchos guerrilleros (como también ocurrió en Irlanda del Norte) son culpables de crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos.
En aras de la discusión, supongamos que hay formas satisfactorias de resolver este problema. Por ejemplo, la participación en política podría quedar restringida a aquellos miembros de las FARC que no hayan sido partícipes directos en delitos atroces; o miembros de la sociedad civil que no hayan empuñado las armas podrían surgir como portavoces de este grupo. Fórmulas de este estilo se han aplicado en Irlanda del Norte, y los partidos antes enfrentados se han convertido en socios exitosos.
Gabinete plural y representatividad partidista
Irlanda del Norte ofrece otra innovación que vale la pena considerar seriamente: el ejecutivo D'Hondt. Este es un mecanismo que garantiza la participación de los distintos partidos dentro del gabinete ministerial, en proporción a sus resultados electorales.
A diferencia de los mecanismos mayoritarios, el procedimiento del ejecutivo D'Hondt implica que el ganador en las elecciones comparte la responsabilidad en la toma de decisiones con las demás fuerzas políticas, incluidas las minorías. De igual forma, permite a las minorías mantener su identidad al dejar que – después de las elecciones- formen parte de la coalición de gobierno.
Este diseño institucional es fluido y democrático. Ningún partido tiene asegurada su participación en el poder a menos que obtenga apoyo en las urnas, y la participación será proporcional a sus resultados electorales. Por eso mismo el sistema impulsa a los partidos a concentrarse en el ejercicio de la política, dándoles incentivos para alejarse de la violencia.
¿Cómo funciona? Los porcentajes de votación de los partidos en las respectivas elecciones se dividen sucesivamente por 1, 2, 3…. (este valor se denomina Divisor D’Hondt o cifra repartidora). Los partidos escogen en orden – comenzando por el que más votos tenga – y los puestos se van asignando según la cifra repartidora. El cuadro siguiente da un ejemplo hipotético, donde cuatro partidos (A,B,C y D) se reparten ocho ministerios:
Cuadro 1. Ejemplo del reparto en el gabinete según el sistema D'Hondt
(conversión de votos en ministerios)
Partido |
Se divide el porcentaje de votación del partido por: 1 |
Se divide el porcentaje de votación del partido por: 2 |
Se divide el porcentaje de votación del partido por: 3
|
Partido A |
34,28% (1era opción) |
17,14% (3ra opción) |
11,42% (6ta opción) |
Partido B |
32,67% (2da opción) |
16,33% (4ta opción) |
10,89% (7ma opción) |
Partido C |
15,76% (5ta opción) |
7,88% |
4, 73% |
Partido D |
8,93% (8th opción) |
4,47% |
2, 97% |
Como se puede ver, el partido A escoge un primer ministerio, el B escoge el segundo, el A vuelve a escoger el tercero, el B escoge el cuarto, el C escoge el quinto, y así sucesivamente. El resultado es un gobierno plural, incluyente y representativo.
Antecedentes en Colombia
La idea no es totalmente inédita en Colombia:
· El Frente Nacional (1958-1974) fue producto del pacto de élites que garantizó a los partidos Liberal y Conservador igual participación en el gabinete, así como la paridad en las corporaciones públicas, independientemente de su fuerza electoral. Este arreglo institucional contribuyó a la pacificación del país, aunque también hizo que la democracia se volviera excluyente y restringida.
· Otro antecedente se dio durante el gobierno Gaviria (1990-1994), cuando la Alianza Democrática M-19 ocupó el Ministerio de Salud. Este partido había surgido de la guerrilla y tuvo altas votación para la Asamblea Constituyente de 1991 y en las elecciones de congreso en 1991 y 1994. El ministerio fue un reconocimiento a su fuerza electoral y a su reinserción a la vida civil.
· Por otra parte en Colombia se viene aplicando una modalidad de cifra repartidora para asignar escaños en todas las corporaciones públicas desde las elecciones de 2003.
Adoptar este sistema en relación con las FARC sería una formalización reglamentada del precedente sentado por Gaviria, adoptando un mecanismo que, a diferencia del Frente Nacional, reflejaría las proporciones de votación de cada fuerza.
Posibles críticas y viabilidad
Foto: The Advocacy Project |
Este mecanismo ha sido objeto de ciertas críticas:
· La más obvia consiste en que puede implicar cierto alejamiento del presidencialismo que ha marcado al sistema político colombiano durante toda su historia republicana. Cuando opera plenamente, el ejecutivo D'Hondt depende de la legislatura en formas que pueden resultar ajenas a la cultura política colombiana, pero que pueden ser, en últimas, negociables toda vez que a los distintos partidos les puede interesar asegurar cierta participación en el gobierno.
· Muchos académicos han concluido que los sistemas parlamentarios con representación proporcional son más duraderos y efectivos para sociedades en situación de post-conflicto. En todo caso, no sería necesario adoptar un régimen parlamentario puro, aunque un sistema semi-parlamentario como el de Francia, podría ser el marco más adecuado para este mecanismo. Esto implicaría un cambio sustancial del sistema político.
· Existen variantes que pueden moderar el sistema. Por ejemplo, puede estipularse que cada propuesta de un partido deba ser aprobada por los demás participantes del gabinete, como se hace en Suiza, dándole al Presidente la función de arbitrar en caso de que surja algún impasse. Para lograr una vigilancia política adecuada, podría establecerse un sistema similar en las comisiones parlamentarias, pero sujeto a la regla de que el partido que presida la respectiva comisión sea distinto del que ocupa la cartera en el gabinete.
· También se puede limitar la operación del mecanismo en el tiempo, como se hizo en Sudáfrica, o en su momento en Colombia. Podría acordarse, por ejemplo, que el ejecutivo D'Hondt se aplique solo durante tres o cuatro periodos presidenciales, dejando abierta la opción de renovarlo si ha funcionado bien.
No obstante las dificultades, la negociación de un acuerdo de paz como el que se está dando en Colombia necesita ideas y alternativas. Dada la naturaleza del post-conflicto, estas ideas implicarán algunos cambios legislativos y, sobre todo, sostener la voluntad política y el consenso necesarios para hacer realidad esos cambios en los años venideros. Algunos de los cambios pueden parecer reñidos con los principios del sistema político actual, pero pueden servir para sentar las bases de una paz duradera.
Alternativa para el debate
Si las conversaciones de paz avanzan y se concretan en acuerdos que conduzcan a replanteamientos en el ordenamiento jurídico y en las políticas públicas, el Ejecutivo D’Hondt permitiría que quienes han participado de las negociaciones defendieran los acuerdos desde los espacios donde se toman las decisiones, se hacen los nombramientos claves, se diseñan los planes, se elaboran los presupuestos y se ejecutan las políticas.
Por supuesto, tendrían que obtener suficiente fuerza electoral y ser capaces de crear mayorías dentro del gabinete a la hora de las decisiones. Pero esto es algo favorable. No hay duda de que la única forma como las FARC pueden ingresar plenamente al sistema político es estableciendo lazos con otros sectores de la sociedad. El ejecutivo D'Hondt crearía los incentivos para hacerlo, y un sistema claro de recompensas en caso de que tengan éxito.
* Investigador senior del Instituto Juan March de Madrid, con estudios de doctorado en economía en la Universidad de Stanford. Ha sido profesor de Ciencia Política en las Universidades de Chicago y Virginia y ha escrito sobre aplicaciones de teoría de juegos a modelos de acción colectiva y economía política.
** Profesor de la Universidad de Kent (Reino Unido). Especialista en el estudio y diseño de acuerdos políticos en sociedades en post-conflicto. (n.loizides@kent.ac.uk)