El frente de guerra oriental del ELN | Razón Pública 2023
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El frente de guerra oriental del ELN

Escrito por Camilo Echandía e Irene Cabrera

El ELN es clave para la “paz total”, pero su “Frente Oriental” parece persistir en la opción de la violencia. Por eso importa conocer el origen, la fuerza y la actitud de este grupo frente a la paz negociada.

Irene Cabrera y Camilo Echandía*

Las disidencias son inevitables

Un fenómeno poco reconocido en las negociaciones de paz es el riesgo de exacerbar o hacer más evidentes las divisiones existentes dentro del grupo armado no estatal.

Casos como el del Movimiento de Liberación de Sudán, el Consejo Nacional de Defensa por la Democracia en Burundí, el del Frente Polisario en Sahara Occidental, el del Movimiento Moro de Liberación Nacional en Filipinas, o el Movimiento Popular para la Liberación del Azawad en Mali, han mostrado que a falta de un liderazgo robusto y centralizado, algunas facciones actúan en oposición a proceso o al acuerdo de paz, inclusive optando por separarse de su organización.

Los grupos armados no estatales por lo general no son actores homogéneos y dependen de múltiples facciones que muchas veces no están dispuestas a perder poder o a ceder en su visión o sus intereses.  Por eso los estudios confirman que cuando al comenzar un proceso de paz aumenta la probabilidad de fractura o disidencia de facciones, lo cual en últimas resulta en la prolongación del conflicto.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) merece especial atención en medio de la actual iniciativa de paz, puesto que esta guerrilla recurrió desde hace mucho a la dispersión y autonomía de sus frentes para evitar golpes contundentes de la Fuerza Pública.

Por eso los frentes tienen hoy muy distintos grados de capacidad militar y financiera, a punto tal que, por ejemplo, dos de los siete frentes activos de esta guerrilla —Nororiental y Oriental— hayan sido responsables de la mayor parte de la actividad armada del ELN desde finales de los años noventa.

Foto: Flickr: Casa de América - En 1996, durante el mandato de Ernesto Samper, se inició una negociación de paz con el ELN. A la vez, se llevó a cabo la más fuerte expansión territorial del frente Domingo Laín como consecuencia del pago millonario por el rescate de una persona secuestrada.

Insistiendo en la violencia

El frente de guerra Oriental, o fuerza de Área ABC, encabezado por Gustavo Aníbal Giraldo, alias Pablito, es hoy la más activa y numerosa fuerza dentro del ELN. De no lograrse un acuerdo que la incluya, disidentes de otros grupos podrían engrosar sus filas.

Los grupos armados no estatales por lo general no son actores homogéneos y dependen de múltiples facciones que muchas veces no están dispuestas a perder poder o a ceder en su visión o sus intereses. Por eso los estudios confirman que cuando al comenzar un proceso de paz aumenta la probabilidad de fractura o disidencia de facciones, lo cual en últimas resulta en la prolongación del conflicto.

Pero el secuestro del sargento del Ejército Libey Danilo Bravo, perpetrado en Arauca por el frente de guerra Oriental este 15 de febrero, al tiempo que en México comenzaba la segunda ronda de conversaciones entre el ELN y el gobierno de Colombia, refuerza las dudas sobre la disposición de ese frente para sumarse al proceso de paz.

De ahí la importancia de recordar la actuación de este frente a lo largo de los varios intentos o procesos de paz. Sin incluir el intento de conversación con López Michelsen ni la negativa rotunda del ELN a dialogar con el gobierno Betancur, en esta relación se incluyen los diálogos bajo el gobierno Samper, los esfuerzos para acordar una zona de encuentro en el sur de Bolívar, similar a la que el Pastrana concedió a las FARC, el intento de entablar una negociación con Uribe y el ingreso al proceso de paz de la administración Santos.

Las altas y las bajas

La Gráfica 1  muestra cómo las negociaciones del ELN con el gobierno han estado precedidas por escaladas en la actividad militar de esta guerrilla, con la participación muy destacada de su frente Oriental.

La década de 1990 fue el momento de máxima expansión territorial del para entonces llamado frente Domingo Laín. Este frente decidió atacar la actividad petrolera para imponer sus exigencias económicas, lograr subcontrataciones y ubicar personal de su confianza en las cuadrillas de trabajadores. Su control sobre la frontera con Venezuela le ha permitido ramificaciones en los estados de Zulia, Táchira, Apure y Anzoátegui y disponer de fondos derivados del contrabando, las extorsiones y los secuestros.

La entrada en escena del frente Oriental en 1996 coincidió con la gestión del gobierno alemán, en tiempos de Samper, hasta lograr el encuentro de Puerta del Cielo y los diálogos en Maguncia. En aquel momento la dirección del ELN logró viajar a Europa y recibió un pago millonario por el rescate de una persona de nacionalidad alemana, que le permitió aumentar su fuerza militar.

Por su parte el gobierno de Uribe escaló la ofensiva militar contra el ELN y, en especial, contra el frente Oriental, al mismo tiempo que intentó entablar negociaciones con la mediación del presidente de México Vicente Fox.  En 2005, el gobierno mexicano decidió poner fin a su tarea debido a la inconformidad del ELN ante la cercanía ideológica de Fox con el gobierno de Colombia. Las negociaciones continuaron con la mediación de Hugo Chávez en el 2007, pero llegaron a su fin un año más adelante.

La disminución de las actividades armadas entre 2002 y 2009 fue consecuencia de la superioridad que alcanzó la Fuerza Pública y el mayor protagonismo de los grupos paramilitares bajo el gobierno de Uribe.

Pero a la desmovilización de las AUC sobrevino el enfrentamiento del ELN con las FARC por el predominio en Arauca, circunstancia que pesa mucho en el declive del ELN. Sin embargo, durante los cuatro primeros años del gobierno Santos, las acciones contra el gobierno volvieron a aumentar gracias al pacto de no agresión y distribución territorial que puso fin al enfrentamiento con las FARC en Arauca.

El repunte de las acciones armadas del frente Oriental entre 2010 y 2014 obedeció al deseo del ELN de presionar su inclusión en el proceso de La Habana. De aquí también la disminución de los ataques contra la infraestructura eléctrica y petrolera en el Área ABC y el país en su conjunto una vez que Santos anunció contactos iniciales con el ELN en junio de 2014

En 2019, el ataque presuntamente ordenado por “Pablito” a la Escuela de Policía General Santander llevó al gobierno Duque a cerrar la puerta a las negociaciones que había iniciado la administración Santos.

Una fuerza disminuida

Por último, el aumento de los operativos del Frente Oriental durante 2022 tuvo el doble propósito de despedir al gobierno Duque y reabrir los diálogos con el gobierno entrante. Este último repunte, sin embargo, no alcanza la intensidad registrada en 2000 y en 2014.

Si bien es indudable que la capacidad militar y política del frente Oriental es hoy menor de lo que fuera en el pasado, el territorio que ocupa sigue siendo un escenario óptimo para cobrar extorsiones, principalmente a la industria petrolera, y un corredor que le permite hacer presencia en Venezuela.

Además de lo cual, las actuaciones del ELN, que sobre todo consisten en bloqueos de carreteras, hostigamientos a la Fuerza Pública, explosivos contra la infraestructura eléctrica y de comunicaciones, voladuras de puentes y tramos de oleoductos, no necesitan mucha fuerza ni gran esfuerzo militar.

En todo caso, como se advierte en la serie de mapas (Gráfica 2) el frente de guerra Oriental mantiene capacidad ofensiva y afecta a los civiles en términos de homicidios selectivos, secuestros y masacres. La elevada victimización y los enfrentamientos con disidencias de las FARC son consecuencias de su participación en negocios criminales y de su pérdida creciente de control sobre la población.

¿Y la paz?

En este punto cabe preguntarse si el frente Oriental tendría incentivos para desmovilizarse en el evento de que el ELN y el gobierno Petro llegue a un acuerdo para poner fin al conflicto.

El principal obstáculo en los diálogos de paz con el ELN ha sido el que se trate de una guerrilla descentralizada, con muchos grupos de poder que no siempre han estado de acuerdo con el Comando Central (COCE).

Si bien es indudable que la capacidad militar y política del frente Oriental es hoy menor de lo que fuera en el pasado, el territorio que ocupa sigue siendo un escenario óptimo para cobrar extorsiones, principalmente a la industria petrolera, y un corredor que le permite hacer presencia en Venezuela.

Por eso mismo, infortunadamente, no parecen existir los incentivos suficientes para que el frente Oriental del ELN proceda a hacer dejación de las armas y poner fin a sus acciones criminales.

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