Contrariamente a lo que dice Peñalosa, la situación fiscal de la ciudad es muy holgada, y así se lo reconocen las calificadoras de riesgo. Ocurre sí que el nuevo alcalde le está dando un discutible revolcón al presupuesto distrital. Aquí las pruebas.
Ricardo Bonilla González*
Mensajes mediáticos
En lo corrido de este año la administración distrital ha sido enfática en enviar dos mensajes de gran efecto mediático aunque no estén sustentados por las cifras. Estos mensajes son:
- “Recibimos una ciudad en crisis fiscal”, y
- “Estamos poniendo la casa en orden”.
Por eso, cerca de cumplir el primer semestre de gobierno y con su Plan de Desarrollo aprobado, es pertinente conocer la verdadera situación de la ciudad en materia fiscal.
No hay crisis fiscal
![]() Concejo de Bogotá. Foto: Alcaldía Mayor de Bogotá |
Los gobiernos nacionales suelen ser evaluados mediante una combinación de balances fiscales, ingresos menos gasto público, balance comercial y de cuenta corriente, tamaño de la deuda y su proporción respecto del PIB, así como las de crecimiento del PIB, de desempleo, de inflación, variaciones en la tasas de cambio y tasas de interés.
Por su parte, los gobiernos locales tienen un conjunto de indicadores más estrecho, dado que no son responsables de las operaciones internacionales. Su evaluación se reduce al balance fiscal y al tamaño de la deuda, así como a su aporte al crecimiento del PIB, a la creación de empleo o a la tasa de inflación.
Tanto los balances fiscal como de cuenta corriente se evalúan con parámetros reconocidos internacionalmente, dentro de unos límites que reflejan el manejo prudencial, y otros que revelan el alto riesgo y la posibilidad de fracaso.
Cuando ambos indicadores son negativos o tienen una situación deficitaria se habla de déficits gemelos. En este caso el límite de la prudencia llega hasta un -3 por ciento. Cuando se supera ese umbral se prenden todas las alarmas y los correctivos se hacen necesarios.
Actualmente, Colombia se encuentra claramente en esa situación, con un déficit de cuenta corriente de alrededor del -7 por ciento; así como con un déficit fiscal de -3,9 por ciento, y con tendencia a que siga empeorando. En tal situación, la deuda pública tiende a crecer, dado que este es el principal instrumento de financiación del déficit. Por esta razón se esperan ajustar los ingresos de la Nación con una reforma tributaria.
Dado que el objetivo de la gestión pública no es lograr o sostener excedentes financieros, la estabilidad fiscal constituye un objetivo de mediano plazo y para ello se adoptan medidas de disciplina como la regla fiscal. Este es el sentido del denominado Marco Fiscal de Mediano Plazo.
En Colombia, la meta fiscal anual se calcula en un horizonte de mediano plazo y se fijan las acciones que conduzcan hacia ese objetivo. Algo similar sucede en el Distrito.
Para 2016 la meta de déficit fiscal de la Nación es de 2,1 por ciento, mientras el déficit real es de 3,9 por ciento. Es decir, la realidad supera las expectativas y hay necesidad de introducir correctivos para volver a la senda esperada, obtener recursos fiscales adicionales y realizar los ajustes efectivos en el gasto.
El Distrito aportó al crecimiento económico del país, con una tasa del 3,9 por ciento.
En el Distrito, de acuerdo a la Ley 819 de 2003, también se establecen un Marco Fiscal de Mediano Plazo y una meta de balance primario. Para el año 2015 la meta de balance primario fue fijada en un déficit de 1,4 por ciento del PIB de Bogotá. La misma meta fue ratificada para 2016.
El resultado efectivo, en diciembre de 2015, fue un déficit de 0,3 por ciento del PIB. Este déficit fue informado al Concejo durante la discusión del actual Plan de Desarrollo, e incluyó los certificados de disponibilidad presupuestal (CDP) expedidos para dejar en curso las licitaciones para la fase 1 de Transmilenio y la Avenida Boyacá, suspendidas por el actual gobierno.
En la Nación el déficit efectivo supera la meta de déficit en 1,8 por ciento, lo cual implica que el gobierno nacional esté obligado a buscar nuevos ingresos y a realizar ajustes drásticos en el gasto. Pero en el caso del Distrito la situación es la contraria: el déficit efectivo está muy por debajo de la meta establecida es decir, se encuentra en el horizonte esperado y es una plena garantía de la capacidad de endeudamiento de la ciudad.
Además, el Distrito aportó al crecimiento económico del país, con una tasa del 3,9 por ciento, y a la reducción del desempleo, con una tasa trimestral de 8,5 por ciento para diciembre de 2015. En el primer caso está por encima y en el segundo por debajo de las cifras de la Nación.
Calificaciones positivas
Dejando a un lado los mensajes mediáticos, la mejor información sobre la situación fiscal de Bogotá se obtiene a partir de los indicadores referentes al manejo de la deuda pública y las calificaciones otorgadas por las entidades especializadas. Tres indicadores son relevantes en relación con el manejo de la deuda pública distrital:
- El valor de la deuda como proporción del PIB,
- La capacidad de pago o liquidez, medida como la relación entre los intereses de la deuda y el ahorro operacional, con un límite máximo del 40 por ciento, y
- La sostenibilidad de la deuda, medida como la relación entre el saldo de la deuda y los ingresos corrientes, con un límite del 80 por ciento.
El primer indicador es informativo, mientras que los dos últimos están reglamentados por la Ley 358 de 1997.
Al finalizar 2015 el saldo de la deuda pública distrital fue de 1,4 billones de pesos, equivalente al 0,67 por ciento del PIB de la ciudad; la capacidad de pago fue de 1,69 por ciento, y la sostenibilidad de 14,68 por ciento. Todas estas cifras están muy distantes de los límites críticos y dejan espacio suficiente para todas las inversiones que van a realizarse.
Adicionalmente, el Distrito tiene autorizado un cupo de endeudamiento por 3,8 billones de pesos, incluyendo una partida por 800.000 millones para el Metro, de los cuales se han adjudicado más de un billón de pesos en obras sin que se hayan adquirido los compromisos de crédito respectivos.
De ese cupo, un total de 2,4 billones se destinará a obras del sistema masivo de transporte, cofinanciado por la Nación, aunque hasta ahora no se haya expedido el Conpes correspondiente que permita iniciar los procesos de licitación.
Las calificadoras internacionales, por su parte, han entregado los reportes con la evaluación sobre el desempeño fiscal, presupuestal y de endeudamiento de la ciudad. Como, por jerarquía, el Distrito no puede tener mejor calificación que la Nación, los resultados entregados son altamente satisfactorios:
- Fitch Ratings, en informe del 24 agosto de 2015, con la mención de “gestión fiscal sólida”, le otorgó el nivel máximo (AAA) para operaciones internas, el nivel BBB para operaciones externas en moneda extranjera y el nivel BBB+ en moneda nacional;
- Moody’s, para operaciones internacionales, en reporte de diciembre de 2015, ratificó el nivel BAA2, tanto en moneda extranjera como nacional; y
- Standard & Poor’s, también en diciembre de 2015, ratificó el nivel BBB-, una perspectiva estable para todo tipo de operaciones.
En todos estos casos es notable el bajo nivel de riesgo para negociar con el Distrito Capital.
El alcalde cambió la casa
![]() El Alcalde Mayor Enrique Peñalosa. Foto: Alcaldía de Bogotá |
La insistencia del gobierno distrital en decir que está poniendo la “casa en orden” no significa que haya encontrado caos ni que esté resolviendo una crisis. Por el contrario, parece que al actual gobierno le molestan las soluciones que se estaban aplicando y por eso procedió a “cambiar el orden de la casa”, ya que sus prioridades son radicalmente diferentes de las que tenía el anterior gobierno. De esto ya se han dado suficientes pruebas:
- No le gustó tener que ejecutar un presupuesto que fue aprobado en el gobierno anterior y que solo puede modificar en la armonización presupuestal, después de aprobado el Plan de Desarrollo.
- Tampoco le gustó que se estuviera ejecutando lo comprometido del presupuesto de 2015 y ordenó suspender el 40 por ciento de este gasto.
- Canceló el programa de “territorios saludables” porque no es compatible con la Ley 100 de 1993, lo cual volvió a congestionar las salas de urgencias y restringió el acceso a ambulancias.
- No le gustan los Centros de Atención Médica a Drogadictos (CAMAD) ni la atención al habitante de calle porque quiere la ciudad limpia. Por eso también dispersó el Bronx y las “chiquitecas” hacia diversos sitios de la ciudad.
- Le parece exagerado tener más maestros para ampliar la atención a la infancia y la cobertura del preescolar, o para garantizar educación cultural y deportiva en la educación pública, pero no ha dicho con qué cantidad de alumnos por profesor va a trabajar.
- Está convencido que la crisis de Transmilenio y del SITP se debe a mala gestión y que se puede resolver aumentando las tarifas.
- Finalmente, no le gustan los funcionarios que venían de tiempo atrás con la figura de “planta temporal”, aunque ya no les tenga que renovar contrato cada tres meses. Por eso los va a reemplazar con las hojas de vida que le han recomendado los concejales clientelistas.
* Profesor de la Universidad Nacional, secretario distrital de Hacienda bajo la administración Petro, miembro de la Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria.