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Fernando del Paso: la muerte de una literatura

Escrito por Darío Rodríguez
Fernando del Paso.

Dario RodriguezUn recorrido por la obra del autor mexicano que falleció la semana pasada ilustra la importancia de su figura para la literatura latinoamericana.

Darío Rodríguez*

Un autor sin par

Con la muerte de Fernando del Paso también se va un modo de ser escritor y toda una literatura.

El premio Cervantes 2015 no creó una escuela ni un grupo de imitadores. Tales eran su rigor y sus cualidades que lo volvieron si no único, por lo menos insular dentro del prisma literario en nuestro idioma.

Las reacciones que ha tenido su fallecimiento dan cuenta de un amplio paisaje interpretativo. Juan Villoro, por ejemplo, habla del carácter festivo de su prosa. Elena Poniatowska se inclina por relacionar la obra con una generosa gama de pigmentos. Antonio Ortuño, en un artículo espléndido, resume sus encuentros con del Paso valiéndose de las tres palabras que el autor usó para enmarcar sus tres novelas principales: exactitud, imágenes y lenguaje.

Pese a estar escritas por plumas brillantes, todas esas descripciones, anécdotas y comentarios periodísticos se encuentran con el escollo de siempre: cualquier afirmación sobre el complejo sistema narrativo creado por el mexicano se queda corta y no logra resumir la vastedad del contenido de sus novelas ni la excelencia de su estilo.

Al momento de morir, del Paso estaba tan solo y tan sin par como cuando publicó su primer libro. Una lectura de sus novelas basta para explicarse por qué emularlo es una tarea tan difícil: Fernando del Paso se impuso niveles de auto exigencia impensables en autores de nuestro tiempo.

Su labor investigativa pretende ser exhaustiva. El autor quiere darle autenticidad a la narración y mostrar con rigor una época—el México del siglo XIX, o de 1968 durante la terrible ‘Noche de Tlatelolco’—o un tema—una huelga de ferrocarrileros o la resolución de un crimen—para agotar casi la totalidad de fuentes y referencias, de manera que no haya puntos de fuga ni vacíos para quien lee.

El novelista llega a reconstruir espacios y atmósferas con una precisión casi cinematográfica. Un ejemplo específico se ve en ‘Noticias del Imperio’, su novela de 1987. Para conseguir que los delirantes soliloquios de Carlota, la fallida emperatriz, fueran veraces, del Paso indagó con denuedo al personaje real, investigó cómo eran los manicomios europeos a finales del siglo XIX, y estudió la locura misma desde lo clínico, la psicología y la sociología.

Esta pasión por documentarse hasta en el mínimo detalle y por la búsqueda del dato enciclopédico es tan admirable como el soberbio talento para organizar y presentar esas montañas de materiales.

Cada uno de sus libros tiene un tratamiento del idioma comparable a los proyectos novelísticos de autores como Marcel Proust, José Lezama Lima o Gustave Flaubert, quien pulía sus frases hasta la extenuación para encontrar siempre la palabra exacta (“le mot juste”).

Puede leer: Crímenes que seducen y la obra literaria de Agatha Christie.

Fernando del Paso escribe con todo el idioma español y lo moldea con sensibilidad. No teme servirse de elevadas construcciones líricas o rítmicas para la construcción de lo que relata. La estructura de ‘José Trigo’ recuerda a un ferrocarril que avanza o retrocede cuyo viaje encuentra un punto de llegada en el centro físico del libro, justo en la mitad de la novela.

Este recorrido cubre a los argumentos de profusas figuras literarias y hechizantes juegos lingüísticos. Tan importante como el minucioso estudio de fuentes es la consolidación de una voz propia y potente en cada novela, hasta rayar en lo musical. La exaltación juvenil de los estudiantes universitarios en ‘Palinuro de México’ ante las relaciones amorosas y la militancia política—esas dos manifestaciones del romanticismo—son presentadas por el autor como una fiesta verbal, siempre alta, chisporroteante y viva. Hay momentos de gran belleza que pueden leerse, de hecho, como la más refinada poesía escrita.

No existe entre los autores que lo sucedieron ni en México ni en Hispanoamérica un autor de altura semejante.

El excluido del Boom

Noticias del Imperio, novela de Fernando del Paso
Noticias del Imperio, novela de Fernando del Paso
Foto: Flickr

Un tema polémico del que probablemente no se hable mucho en estos días, es la exclusión de Fernando del Paso de un fenómeno editorial y publicitario con el que coincidió en el tiempo: el denominado Boom de la literatura latinoamericana.

Reducido en ocasiones a cuatro escritores (Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa), este aparente “despertar” de nuestras letras en los Estados Unidos y en Europa opacó, pero no apabulló, las obras de quienes no rodeaban a ese círculo exclusivo.

Autores como el cubano Severo Sarduy, los argentinos Juan José Saer y Manuel Puig o la brasilera Clarice Lispector, no gozaron de los mismos privilegios mediáticos ni de difusión internacional a los que tuvieron acceso los “elegidos” del Boom.

No existe entre los autores que lo sucedieron ni en México ni en Hispanoamérica un autor de altura semejante.

Sin embargo, el tiempo ha hecho justicia para estos autores. Algunas obras se fueron imponiendo pese o gracias a la indiferencia espectacular del Boom latinoamericano. Algunos libros como ‘Palinuro de México’ acabaron por perdurar más que otras efímeras y sobredimensionadas obras como el ‘Libro de Manuel’ de Julio Cortázar, sin aspavientos ni promociones excesivas.

Las temáticas eternas, la riqueza del léxico y la valentía para encarar con las armas debidas a toda la tradición novelística europea, hicieron inmortales algunas obras del autor mexicano. Mientras existían autores que publicaban best sellers una vez al año, con contenidos cada vez más débiles, Fernando del Paso decidió escribir una obra maestra una vez cada diez años.

Le recomendamos: Fernando del Paso: la mitad del frágil mundo.

Quizás del Paso comprendió desde el inicio que sus lectores no iban a llegar de inmediato. Por eso prefirió un camino arriesgado, pero, a la larga, más fructífero: ‘José Trigo’, ‘Noticias del Imperio’ y sobre todo ‘Palinuro de México’ fueron dando a luz a los lectores que necesitaban: los crearon.

Puede afirmarse que Fernando del Paso no necesitó del Boom pues, en muchos momentos, estuvo incluso por encima de ese popular fenómeno.

Toda una literatura

Fernando del Paso en la Feria Internacional de Lectura Yucatán.
Fernando del Paso en la Feria Internacional de Lectura Yucatán.
Foto: Flickr

En la historia de los vasos comunicantes entre continentes, la novela juega un papel determinante porque opera como testimonio de los cambios históricos y como soporte del porvenir.

Por tratarse de una forma literaria con honda raíz europea, las novelas latinoamericanas y norteamericanas están siempre en deuda con la tradición europea. Los clásicos europeos como ‘Don Quijote’, ‘Rojo y Negro’ o ‘Ulises’ y las novelas de nuestra América entablan un diálogo de civilizaciones que amplía el debate acerca de nuestra identidad.

Ciertas literaturas colombianas, peruanas o chilenas quieren parecer sofisticadas imitando a los europeos, pero terminan siendo pálidas copias de modelos extranjeros. Fernando del Paso, en cambio, ha entablado no sólo un ejemplo artístico sino todo un magisterio. Tal vez ahí resida el principal legado del autor de ‘Los sonetos de lo diario’.

Del Paso se atrevió a mirar cara a cara la tradición de la novela europea. No solo se sintió parte de ella sino que, además, procuró mejorarla, aportarle técnicas, herramientas y temáticas que le eran desconocidas.

Del Paso se atrevió a mirar cara a cara la tradición de la novela europea. No solo se sintió parte de ella sino que, además, procuró mejorarla.

A la llamada “corriente de conciencia” (stream of consciusness), ejemplificada en el monólogo de Molly Bloom escrito por James Joyce, del Paso le agrega una sonoridad muy hispánica, muy mexicana, sin sacrificar su sutil aridez.

La gesta histórica que inmortalizaron Tolstoi o Stendhal es complementada en ‘Noticias del Imperio’ con una épica de la derrota y del iluso anhelo del poder político. A la ‘novela de ideas’ ejercitada en su día por Diderot o Robert Musil, que reflexiona a la vez que cuenta sucesos, del Paso la cuestiona sirviéndose de sus propios recursos, la rodea de lances carnavalescos, picarescos, y le resta solemnidad para hacerla accesible.

Todo lo anterior, por cierto, sin abandonar el propósito de encontrar lo que Pedro Enríquez Ureña calificó como “nuestra expresión”, es decir, sin dejar de ser una obra plenamente americana, mexicana, nuestra.

Si acaso subsistiera algún complejo de inferioridad en las novelas  que se escriben desde esta parte del mundo, la mejor cura para ese mal la tiene el hombre que nos regaló una imagen de México ya universal, tan colombiana o tan europea como las más representativas.

Jorge Luis Borges dijo de Francisco de Quevedo él que era “toda una literatura”. Calificación que se le puede adjudicar, sin problema, a Fernando del Paso, ese batallador solitario, esa ‘Isla de lo que pudo haber sido’ presente en ‘Palinuro de México’ e, involuntariamente, una descripción de sí mismo como escritor, como ser humano.

Se ha ido una literatura. Pero también nos ha heredado, y se queda entre nosotros, una literatura.

* Escritor y editor. Columnista de www.cartelurbano.com

@etinEspartaego

 

 

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