
La condena de un expresidente de la Federación de Ganaderos por nexos con paramilitares recuerda la responsabilidad de algunos empresarios en el conflicto armado y lo difícil que será llegar a la verdad de sus relaciones.
Mauricio Romero Vidal*
Ganaderos y paramilitares
El expresidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (FEDEGAN) Jorge Visbal Martelo fue condenado este 20 de junio a nueve años de prisión y al pago de once mil salarios mínimos por nexos con paramilitares.
La condena es reveladora porque destapa las relaciones de las élites económicas y políticas con los grupos paramilitares que han asolado al país durante años. Y aunque en 2006, el entonces presidente de FEDEGAN José Félix Lafaurie aceptó que miembros del gremio habían financiado a grupos paramilitares, sus nexos parecían seguir siendo un secreto a voces.
La decisión es aún más significativa si se tiene en cuenta que Visbal Martelo no fue cualquier dirigente gremial. También fue:
- Embajador en Canadá bajo el primer gobierno de Uribe;
- Senador por el Partido de la U durante el segundo mandato de aquél, y
- Embajador en el Perú al inicio del primer gobierno de Santos
Además, como gerente de FEDEGAN desde 1991 hasta 2004, Visbal fue un crítico acérrimo de las negociaciones en el Caguán con las FARC y, luego, un entusiasta promotor de la candidatura presidencial de Uribe Vélez y de las negociaciones con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Ese entusiasmo marcado por los enemigos militares de las FARC es lo que hoy lo tiene en problemas con la justicia.
“Grupo de los Doce” del cual habría sido miembro Visbal Martelo.
Visbal fue condenado en primera instancia por el Juzgado Quinto Penal del Circuito Especializado de Bogotá por concierto para delinquir agravado. De acuerdo con la sentencia condenatoria, hubo un “acuerdo de voluntades, con proyección hacia el futuro” entre Visbal y los hermanos Carlos y Vicente Castaño Gil, dirigentes de las AUC, “con ánimo de permanencia en el tiempo para cometer un grupo indeterminado de delitos de diversa índole”.
El expresidente de FEDEGAN habría financiado y promocionado el paramilitarismo para cometer masacres, asesinatos, desplazamientos desapariciones y despojos de tierras, entre otros crímenes.
Le Interesa: Tierra, capital social y poder político en el conflicto colombiano.
Las pruebas que sirven de sustento a la sentencia son las declaraciones de varios jefes paramilitares (Salvatore Mancuso, Iván Roberto Duque alias ‘Ernesto Báez’, Diego Fernando Murillo alias ‘Don Berna’ y Freddy Rendón alias ‘El Alemán’), que señalaron a Visbal Martelo como un asiduo visitante al campamento de los hermanos Castaño en el sur del departamento de Córdoba entre 1998 y 2004. Este fue precisamente el período de expansión nacional de las AUC y de la tragedia humanitaria que la acompañó.
El texto de la condena hace énfasis sobre “la afinidad ideológica” entre estos jefes paramilitares y Visbal Martelo, específicamente en lo que se refiere a la visión sobre el conflicto armado y a la manera de “solucionarlo”. Durante sus visitas a los campamentos de las AUC, Visbal habría ofrecido información y asesoría relevantes para la expansión territorial del grupo, de acuerdo con la sentencia.
Ante los ataques guerrilleros de los años noventa, el exdirigente gremial reclamó al Gobierno Nacional la transformación del Ministerio de Defensa en un Ministerio de Guerra para enfrentar a la guerrilla. Esa aspiración de institucionalizar el exterminio del enemigo militar se logró en parte durante los dos gobiernos de la Seguridad Democrática, aunque a un costo humanitario muy alto.
¿Cómo llegamos a esto?
![]() Expresidente Álvaro Uribe Vélez junto al entonces Senador, Jorge Visbal Martelo. Foto: Histórico Presidencia de la República |
La condena de un personaje tan prestante por su responsabilidad en semejantes delitos debe llamar a una reflexión colectiva sobre cómo llegamos a ese abismo. La Comisión de la Verdad tiene la tarea de invitar a esa reflexión. Pero, ¿seremos capaces de hacer ese autoexamen?
Visbal Martelo se convirtió en la figura pública más combativa del gremio ganadero durante el cambio de milenio. Durante años, los ganaderos soportaron la hostilidad de la guerrilla y se levantaron con el puño en alto contra las políticas de negociación con la insurgencia del presidente Andrés Pastrana.
Las fotos del congreso ganadero que llamó a un abierto desafío al gobierno central durante la negociación del Caguán causaron conmoción en Bogotá, pero se minimizaron pronto, o se simplificaron. En esos espacios empezó a incubarse el futuro y duradero éxito electoral de Álvaro Uribe. Y también se ahondaron las diferencias entre los que buscaban la paz mediante negociación con la guerrilla y los que preferían su derrota.
Por su parte, la guerrilla justificó su rebelión armada por la situación de marginalidad y pobreza que soportaba la mayoría de la población, además de la represión estatal y privada de la protesta promovida por las organizaciones sociales.
La paz quedó atrapada en los cálculos electorales de los partidos tradicionales, pero ahora agravada por el narcotráfico. Sabido lo que ocurrió, las desapariciones, los asesinatos, los secuestros, las mutilaciones, y todo el repertorio de la barbarie, cabe preguntarse si era inevitable y qué debió hacerse para que la democratización fuera menos sangrienta. Esa es una reflexión que vale la pena hacer y que la Comisión de la Verdad debe propiciar.
Le recomendamos leer: Los paramilitares en Colombia: un retrato colectivo.
La verdad está en juego
![]() Federación Colombiana de Ganaderos. Foto: Observatorio de Transparencia y Anticorrupción |
El exdirigente gremial puede apelar en segunda instancia ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá y su caso podría llegar luego hasta la misma Corte Suprema de Justicia, en sede de casación penal.
El acusado puede ganar o perder la apelación. Sea una u otra la decisión, quedará un gran vacío sobre el conocimiento del proceso mediante el cual la guerra irregular se consolidó, y qué factores influyeron para tomar ese camino entre los varios que existieron.
El señor Visbal Martelo puede liderar un proceso de reconciliación y llevar a FEDEGAN a un autoexamen en el marco de la Comisión de la Verdad. Y aunque no están obligados a hacerlo, sería una gran contribución al país en general y a las víctimas del conflicto armado en particular, sin ninguna consecuencia jurídica y protegida por la confidencialidad. Un mejor conocimiento y comprensión de ese lado del conflicto armado y su desarrollo merece mayor atención.
Carlos Castaño, jefe de las AUC, recurría a ese grupo como “última instancia” antes de tomar decisiones importantes.
Un aspecto importante que sin embargo ha recibido muy poca atención es la declaración de alias ‘Don Berna’ sobre la existencia de un supuesto “Grupo de los Doce”, diferente de los llamados “Doce Apóstoles”, y del cual habría sido miembro Visbal Martelo.
De acuerdo con la sentencia, el Grupo habría estado compuesto por militares, empresarios, y políticos. Carlos Castaño, jefe de las AUC, recurría a ese grupo como “última instancia” antes de tomar decisiones importantes. Sobre esto se ha especulado mucho y el mismo Castaño, en su libro Mi Confesión, también habló de esta especie de consejo asesor.
Dados la impunidad y el amplio radio de acción con los que contaron las AUC durante su existencia, y la relativa docilidad con la que se desmovilizó, no es descabellado pensar que dicho grupo en efecto existió.
El panorama es todavía menos alentador si se tiene en cuenta que la Corte Constitucional había decidido que los terceros civiles no están obligados a comparecer ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Recientemente, la misma JEP ha rechazado incluir en su jurisdicción a políticos como David Char Navas y Álvaro Ashton, que también son investigados por nexos con paramilitares y que habían dicho estar dispuestos a contar la verdad sobre el papel de los empresarios en el conflicto armado.
La sentencia de primera instancia de Visbal Martelo es un recordatorio de la responsabilidad de esos terceros civiles en la trayectoria que tomó el conflicto armado, y que difícilmente podrá olvidarse.
* Profesor de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana de Bogotá.