La experiencia de la Unión Europea muestra los costos de la indecisión y de la división en momentos de crisis. Estos han sido los hechos.
Ildikó Szegedy*
Mal momento
Antes de la pandemia la Unión Europea ya vivía una crisis económica y política.
Los países europeos del sur y del oriente no se habían recuperado de la crisis mundial del 2008 y 2009, que afectó particularmente a las fuentes de empleo de los jóvenes en sociedades demográficamente envejecidas.
Y por su parte la crisis migratoria había desnudado la fragilidad de la Unión Europea, el egoísmo de cada Estado nacional y el de la mayoría de la población frente a los migrantes. El Brexit es un resultado de esta crisis.
Así pues, la Covid-19 atacó a una Europa debilitada y dividida.
Posiciones antagónicas
La pandemia agudizó la batalla ideológica entre dos bloques de la Unión Europea:
La Covid-19 atacó a una Europa debilitada y dividida
- Por un lado, la Europa del norte, bajo el liderazgo del primer ministro de Holanda, para quienes cualquier apoyo al sur debía darse bajo la modalidad de préstamos condicionados a reformas económicas.
- Por otro lado, Italia exigió solidaridad mediante la emisión de bonos europeos o “coronabonos” respaldados por todos los países.
Las respuestas
Ante las posiciones antagónicas, la Unión tomó decisiones tardías:
- Medidas para ayudar a las pymes: la Comisión Europea (CE) puso a disposición de los bancos mil millones de euros con garantía del Fondo Europeo de Inversiones (FEI), movilizando otros ocho mil millones para costear el capital de trabajo de cerca de cien mil pymes.
- Iniciativa de Inversión en Respuesta al COVID-19; como paquete global de atención a la pandemia, la CE destinó 37 mil millones de euros del Fondo Europeo de Inversiones Estructurales (FEIE).
Esto implica que la CE renuncia este año a su facultad de solicitar a los Estados miembros parte de sus aportes habituales, por un valor de 7.900 millones de euros. Los otros 28.000 millones del FEIE se pusieron a su libre destinación en la lucha contra la COVID-19.
Además, la CE amplió el ámbito de aplicación del Fondo de Solidaridad de la Unión Europea, incluyendo una cobertura para los miembros más afectados, con 800 millones de euros disponibles en 2020.

Foto: Wikimedia Commons
La presidenta dio la idea de usar el presupuesto multianual de la Unión Europea para lanzar un Plan Marshall.
Según la CE, la principal respuesta fiscal ante la crisis debe provenir de los presupuestos nacionales de los Estados miembros. La flexibilización de las normas sobre ayudas estatales permitirá que los Estados adopten medidas rápidas para apoyar a los ciudadanos y a las empresas.
- Por otra parte la CE considera que el régimen de la Unión permite a los gobiernos nacionales apoyar a los bancos o responder por sus deudas en casos de iliquidez.
- La Comisión también secomprometió a la flexibilidad máxima del marco fiscal de la Unión Europea para ayudar a enfrentar la crisis.
- Por último, el Banco Central Europeo anunció compras de emergencia de valores de los sectores público y privado por un monto de 870 mil millones de euros hasta finales del 2020 – lo que equivale al 7,3 % del PIB de la zona del euro-.
Puede leer: El Reino Unido fuera de la Unión Europea: ¿qué sigue?
Un viraje
Tratando de sanar las heridas, la presidenta de la Comisión Ursula von der Leyen dio un pasó inédito y ciertamente necesario, al pedirle disculpas a Italia en nombre de la Unión Europea. Leyen también propuso utilizar el presupuesto anual de la Unión para lanzar un plan Marshall.
Después de tres teleconferencias fallidas, el 23 de abril, los jefes de Estado de la Unión llegaron a un acuerdo sobre la necesidad de ejecutar un plan de recuperación europea. Y además se forjó un pacto para salvar el mercado común. “Es una cuestión moral, pero también pragmática porque si el mercado interior, que es nuestro motor económico, no arranca de nuevo, Europa tendrá grandes dificultades”.
Los gobiernos europeos parecen haberse convencido finalmente de que la única manera de ganar la batalla contra la COVID-19 es unir esfuerzos
Como primeros acuerdos, los Jefes de Estado aprobaron medidas parecidas a las que habían sido adoptadas por la CE:
- Líneas de crédito para salud no condicionadas a reformas internas, por hasta 2% del PIB del Estado miembro que la solicite, y a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). Esta es una victoria de España e Italia frente a Holanda.
- La Comisión emitirá bonos hasta por cien mil millones para programas que eviten los despidos masivos.
- El Banco Europeo de Inversiones (BEI) movilizará 200 mil millones en un programa de avales para las empresas, en particular las pymes.
Lea en Razón Pública: La COVID-19 y las (malas) lecciones de Estados Unidos y Europa
Tareas pendientes
Estas últimas noticias son alentadoras, pero los detalles del plan de recuperación están por desarrollar.
Su presentación se espera en los próximos días, pero, como dicen, el diablo está en los detalles. Este plan necesita establecer el Fondo de Recuperación, para lo cual hay que evaluar primero las necesidades financieras –esto es, verificar el daño sufrido por los distintos países y sectores-.

Foto: Pixinio
La COVID ya ha causado la devastación económica de la Unión europea.
España, Francia e Italia han defendido la idea de un Fondo que llegue al billón y medio de euros mientras la canciller Angela Merkel propone un billón de euros.
La batalla sobre el reparto entre préstamos y subsidios es igualmente intensa. La CE propone que los subsidios absorban por lo menos el 40% del Fondo, pero por otro lado este Fondo debe concordar con el nuevo Marco Financiero Plurianual (MFP) (2021-2027), es decir, con el presupuesto de la Unión Europea.
Además, el plan de recuperación necesita aumentar el presupuesto con la emisión de 323 mil millones de euros –lo cual implicaría el mayor endeudamiento conjunto en la historia de la Unión Europea-. Se espera movilizar entre 1,4 billones y 1,6 billones de euros entre capital público y privado, equivalentes al 10% de su PIB conjunto.
En conclusión: los gobiernos europeos parecen haberse convencido finalmente de que la única manera de ganar la batalla contra la COVID-19 es unir esfuerzos, mostrar solidaridad y construir comunidad, retomando los valores de la democracia sobre los cuales Europa pudo reconstruirse después de la Segunda Guerra Mundial.
Los fondos financieros son importantes, pero no son todo. Europa existe, cuando existe la democracia.
* Profesora de la Universidad Javeriana, abogada de la Universidad ELTE de Budapest, doctora en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas del Externado de Colombia, cónsul honoraria de Hungría. ildiko@javeriana.edu.co