¿Están sobrecargadas las playas de Colombia? - Razón Pública
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¿Están sobrecargadas las playas de Colombia?

Escrito por Camilo-Mateo Botero
Turistas en Playa Blanca.

Turistas en Playa Blanca.

Camilo-Mateo BoteroLos medios lo denuncian y las autoridades proponen el peaje como una forma de evitar el exceso de turistas. Pero el problema es más complejo y hay mejores maneras de lograr un turismo de mayor calidad y menor daño ambiental para las playas.

Camilo-Mateo Botero S.*

Playa Blanca y el puente de Pasacaballos

En la pasada Semana Santa resurgió un tema que cada año aparece con más fuerza en la prensa costeña y, este año, en la prensa nacional: la sobrecarga de turistas en la conocida Playa Blanca, ubicada en la isla Barú de Cartagena.

Esta playa, de 3,2 kilómetros de largo y una anchura de entre 60 metros en el costado sur y escasos 3 metros en el extremo norte, ha sido un lugar muy codiciado por intereses formales e informales.

La situación se complica porque los invasores nacionales y extranjeros de la playa, escudados en la supuesta figura del Consejo Comunitario, alegan su derecho a seguir ocupando un bien de uso público, sin aceptar ninguna responsabilidad por las condiciones ambientales lamentables en que mantienen la playa.

Esta situación se ha empeorado con la construcción de un puente que comunica Barú con el resto de Cartagena, a la altura del sector Pasacaballos. Si antes los turistas tenían que llegar por vía marítima o pasar su vehículo por el ferry, ahora tienen un acceso más fácil a Playa Blanca.

Según las declaraciones difundidas por los medios, Parques Nacionales y la Corporación de Turismo de Cartagena “tienen el afán de lograr un turismo sostenible", pues según estas entidades “ante la apertura del puente se ha visto una carga de turistas que pone en peligro la playa”.

Cobrar el uso de las playas

Basura recolectada en Playa Blanca.
Basura recolectada en Playa Blanca.
Foto: Jonathan Hood

Para eso se ha propuesto nuevamente el cobro de la entrada a Playa Blanca por vía terrestre, como ya viene ocurriendo con aquellos que quieran llegar por vía marítima desde el muelle La Bodeguita, en el centro de Cartagena. Este año las propuestas han sido más agresivas, como la de la Alcaldía de Cartagena de crear un peaje de entrada a Barú.

Ante esta lluvia de soluciones que siempre desembocan en cobrar nuevos impuestos, queda en el aire la sensación de que otra vez se está usando al ambiente como excusa para intereses económicos. Varias preguntas saltan a la vista: ¿En qué aspectos concretos mejoraría el turismo o se haría más sostenible  mediante el cobro de la entrada?; ¿Sobre qué estudios científicos se apoya la afirmación que hay una sobrecarga? (pues esta puede ser apenas una percepción por el efecto pico de la Semana Santa en los parqueaderos); ¿Cuáles aspectos o dimensiones de la playa están realmente en riesgo por la supuesta sobrecarga de turistas?

Turismo de sol y playa

Al revisar con mayor detenimiento el tema del turismo de sol y playa en Colombia se encuentran sorpresas que pocos se han atrevido a reconocer. Por ejemplo, Colombia es un destino residual dentro de los circuitos de operadores del Caribe, ampliamente dominados por República Dominicana, México y Cuba.

Y sin embargo todavía consideramos nuestras playas como las mejores del mundo, convencidos por escalafones poco representativos que incluyen al Parque Tayrona y al Cabo de la Vela, cuando en estas playas lo que atrae no es la arena o la calidad de los servicios, sino el patrimonio natural y cultural que las circunda.

El Estado colombiano hacía trabajos notables cuando existía la Dirección de Turismo en el desaparecido Ministerio de Desarrollo Económico. Sin embargo, es muy diciente que en este momento ni siquiera se tenga un inventario confiable de cuántas playas tiene la costa Caribe.

Entre las iniciativas impulsadas se destacan procesos como la mejora de la calidad turística en Playa Cristal (su nombre original es Playa del Muerto) en el Parque Tayrona, el cual, sin embargo, nunca llegó a un resultado definitivo.

Otra inversión multimillonaria fue el contrato para la ordenación de seis playas en el Caribe y Pacífico (Riohacha, El Rodadero, Playa Blanca-Santa Marta, Puerto Velero, Coveñas y Tumaco), que entregó el Fondo Nacional de Turismo a la Universidad del Magdalena en 2013, después de haber declarado desiertas, por razones poco claras, dos convocatorias públicas.

Quizá el avance más contundente fue expedir el Decreto 1766 de 2013, que reglamenta la creación de los Comités Locales para la Organización de las Playas, aunque todavía no se han visto sus acciones.

En cualquier caso, la calidad del turismo de sol y playa que se ofrece en Colombia dista mucho de los estándares de nuestros competidores directos en el el Caribe.

La calidad del turismo de sol y playa que se ofrece en Colombia dista mucho de los estándares de nuestros competidores directos en el el Caribe.

Certificaciones y capacidad de carga

Dentro de este escenario de coyunturas mediáticas y oportunismos locales, hay dos conceptos que se mencionan con frecuencia en las entrevistas y los discursos: la certificación de playas y la capacidad de carga.

El primero se refiere a un reconocimiento público de la eficiente gestión integrada de las playas. En otras palabras, es un sello que permite a los turistas conocer cuáles playas tienen una mejor calidad turística y ambiental.

La certificación de playas más conocida en el mundo es la Bandera Azul, que está en 47 países. En Colombia, el Viceministerio de Turismo ha querido adoptar este sello en varias ocasiones, pero estos intentos no han prosperado por tratarse de una marca registrada propiedad de una ONG europea.

En parte a raíz de esta situación, en 2007 la Dirección de Turismo, en asocio con ICONTEC, emitieron la Norma Técnica Sectorial de Turismo Sostenible para Destinos Turísticos de Playa (NTSTS 001-2) que, a pesar de su modificación en 2011 y de estar nuevamente en proceso de ajuste, no se ha entregado a un a ninguna playa en Colombia.

Por otro lado está el concepto de capacidad de carga que, si bien no es complejo, parece ser mal interpretado por los responsables de la gestión turística de las playas. Este se refiere al umbral de saturación de turistas que tiene una playa. Para su interpretación correcta hay que tener en cuenta que:

1. Capacidad de carga significa cuántos turistas pueden estar en la playa sin afectar gravemente sus condiciones naturales, culturales y turísticas. Distinta es la densidad de usuarios, que es cuántos turistas están en la playa.

2. Cuando se habla de cuántos no se refiere a un número mágico después del cual hay un colapso de la playa, sino de un valor aproximado al cual no debería llegarse.

La importancia del concepto radica en evitar las medidas ligeras que a menudo se toman para ‘controlar la capacidad de carga’ de una playa, como son los actuales clamores en Cartagena. Por eso la gestión debe cambiar del paradigma de tener un número mayor o menor de turistas y en su lugar enfocarse sobre tener visitantes con mejores hábitos ambientales.

Playa Blanca, Cartagena.
Playa Blanca, Cartagena.
Foto: Emmanuel Digiaro

Soluciones de fondo

Ante el ruido mediático que ocasiona el turismo en Playa Blanca – Barú, es necesario proponer alternativas de fondo y no los paños de agua tibia que ahora están sonando.

Si el gobierno nacional y los locales están realmente interesados en un turismo de sol y playa de calidad competitiva con la de otros países, la coyuntura de Playa Blanca debería servir para aprender que:

El impacto ambiental en las playas se produce más por los malos hábitos ambientales que por la cantidad de los turistas.

1. Antes de tomar medidas cortoplacistas e inequitativas (como cobrar la entrada a la playa o construir un peaje) deben hacer estudios rigurosos sobre la situación de turismo sostenible en las playas colombianas.

2. Se necesita un monitoreo permanente de la calidad ambiental de las playas turísticas del país, lo cual incluye la calidad sanitaria, la calidad ecosistémica y la recreativa (por ejemplo, para saber si se están aumentando los residuos o se están afectando los ecosistemas).

3. Antes de emprender el control sobre la cantidad de turistas de las playas se necesita un seguimiento sostenido de la densidad de usuarios de las principales playas del país,

4. Debe entenderse que el impacto ambiental en las playas se produce más por los malos hábitos ambientales que por la cantidad de los turistas. Unos pocos visitantes inconscientes hacen mucho más daño que muchos turistas que se comporten de una forma amigable con el ambiente.

5. El impacto ambiental también resulta de las malas prácticas de quienes prestan servicios en las playas, como los vendedores ambulantes y los restaurantes; por eso se requieren procesos de calidad turística en un marco de certificación de playas.

6. La solución a largo plazo de los problemas ambientales, socioculturales y económicos de las playas en Colombia debe pasar por crear Órganos Gestores de Playas, de carácter mixto y para cada playa, dentro del marco de las Unidades de Manejo Integrado que ya establecen las políticas nacionales de gestión costera.

 

*Ph.D. en Gestión del Agua y la Costa, coordinador de la Red Iberoamericana de Gestión y Certificación de Playas (PROPLAYAS) y CEO de la Organización PlayasCorp

alt@CMateoBotero

 

 

 

 

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