Estados Unidos: el problema es económico - Razón Pública
Inicio TemasInternacional Estados Unidos: el problema es económico

Estados Unidos: el problema es económico

Escrito por Francisco Thoumi
Francisco Thoumi

Francisco ThoumiLa globalización está haciendo que la primera potencia mundial pierda sus ventajas competitivas, pero sus gobiernos se resisten a apretar el cinturón. Una explicación en palabras llanas de la principal historia económica de la década.

Francisco E. Thoumi *

Un desafío nuevo

Central_3_-_20_de_Diciembre_de_2010Desde la caída del muro de Berlín, Estados Unidos ha venido disfrutando de su condición de única superpotencia, pero como siempre ha ocurrido en la historia, éstas han sido situaciones temporales, que no pueden mantenerse en el largo plazo.

En el pasado, el gran desafío que tuvo Estados Unidos provino del comunismo con el cual competía. Hoy el desafío proviene de una economía globalizada donde se necesita colaborar y simultáneamente competir con otras economías de mercado. Esto requiere de cambios importantes en la visión que los estadounidenses tienen de sí mismos y de su papel en el mundo, los cuales son muy difíciles de llevar a cabo.

Estados Unidos ha disfrutado de condiciones económicas excepcionales en la historia, pero esa excepcionalidad está siendo socavada por los cambios en el resto del mundo.

Las ventajas de Estados Unidos

La teoría de la excepcionalidad americana ha sido popular dentro de muchos círculos en  Estados Unidos, y ha sido justificada por autores que subrayan las diferencias entre las instituciones de las sociedades europeas, estratificadas y con raíces medioevales, y la libertad y democracia americanas, que permitieron la creatividad individual y la innovación, así como el gran desarrollo industrial de fines del siglo XIX.

Es cierto que las instituciones estadounidenses liberaron la creatividad de los ciudadanos, pero Estados Unidos también se benefició de un conjunto de factores que facilitaron el desarrollo económico los cuales, sin embargo, han cambiado drásticamente en las últimas décadas.

Históricamente Estados Unidos ha sido un país con poca mano de obra en relación con otros factores productivos. Su acervo de recursos naturales es enorme, la densidad de la población por kilómetro cuadrado es muy baja, pudo acumular capital rápidamente, generó un gran cambio tecnológico, y tuvo un buen sistema educativo. Además, no ha padecido una guerra en su territorio de manera que durante la primera y segunda guerras mundiales acumuló capital mientras que Europa lo perdía.

Sin duda algunos de estos factores fueron promovidos por las instituciones americanas, pero otros no.

Imán de los migrantes

Los factores privilegiados de que disfrutó resultaron en salarios muy altos para quienes estaban dispuestos a trabajar disciplinadamente, aunque no tuvieran destrezas especiales. Estos salarios no fueron el resultado de que los americanos trabajaran más que otras personas sino de las condiciones mencionadas. Si usted nacía en Colombia y sabía poner ladrillos muy eficientemente iba a tener un salario bajo, pero si nacía en Estados Unidos y hacía lo mismo, vivía muy bien. Por eso el país ha sido un imán para atraer inmigrantes.

El problema es que, como ya se anotó, las ventajas de Estados Unidos han estado desapareciendo y continuarán disminuyendo. Ésta es la razón por la que cada vez tiene menos eco el argumento de muchos inmigrantes indocumentados, según el cual Estados Unidos ha sido tradicionalmente un país de inmigrantes, para justificar su presencia en este país. Este argumento suena vacío a los oídos de la mayoría de los ciudadanos, especialmente de los afro-americanos, que son quienes tienen que competir más directamente con los inmigrantes ilegales.

Un planeta encogido

Los cambios en las ventajas comparativas de Estados Unidos han sido enormes. La ventaja en el sector manufacturero tradicional se ha perdido y el país ha experimentado un proceso de tercerización y desindustrialización enorme.

El desarrollo de las comunicaciones y la gran disminución en los costos del transporte han "encogido" al mundo y continúan debilitando otras ventajas en algunas ramas del sector terciario. Por ejemplo, los "call centers" se han desplazado fuera del país; el alto costo de los servicios médicos ha inducido a muchos americanos a buscar estos servicios en el exterior, una tendencia que continúa fortaleciéndose.

El punto es que mientras que el comercio exterior era una fracción pequeña del ingreso y del consumo y el país era muy autosuficiente, era también posible mantener salarios altos en trabajos que no requieren destrezas especializadas, pero la creciente globalización ha cambiado completamente esta situación y hoy estos salarios se encuentran solamente en sectores que no compiten con importaciones o que exportan productos de punta.

La mayoría de estos son productos que en la jerga de los economistas se conocen como de sectores no comerciables o no transables internacionalmente, cuyos empleos están en el sector público, la educación, el cuidado de ancianos y la construcción. Sin embargo, en estos sectores la oferta de trabajo es cada vez más alta lo cual facilita la disminución de salarios.

Desigualdad y malestar

Lo anterior ha hecho que la distribución del ingreso sea cada vez más desigual. Quienes tienen la educación y las destrezas para participar en las industrias de punta pueden tener buenos ingresos, pero el resto de la mano de obra enfrenta salarios estancados o que disminuyen.

Esto ha destruido el mito de que cada generación de americanos merece tener niveles de vida superiores a los de sus padres y a su vez ha empezado a socavar la creencia de que más y más consumo es siempre mejor. Ya se escucha con frecuencia que es importante distinguir entre necesidades y deseos de consumo generados por la sociedad de consumo misma. Lo anterior hace que en el mediano y el largo plazo los problemas de distribución de ingreso y de riqueza serán cada vez más graves.

Como se mencionó, en el pasado quien estuviera dispuesto a trabajar arduamente con las manos podía vivir bien; hoy en la economía del conocimiento son otros los requisitos para ese logro. La meta requiere aumentar la productividad de la mano de obra, lo cual exige una educación que desarrolle capacidades analíticas y una política de desarrollo industrial en sectores modernos como la protección del medio ambiente y la energía alternativa.

Sin embargo, esto no resuelve el problema de quienes han perdido trabajos en sectores tradicionales y para quienes es difícil readaptarse para trabajar en donde se requieren destrezas distintas.

Boom y crack de las finanzas

Durante los años noventa la revolución en tecnologías de la información lideró el crecimiento de la economía, aumentó la productividad y el nivel de vida, pero también generó una burbuja en la bolsa, que colapsó en 2000.

A diferencia de lo ocurrido con el sector de la informática en la década de los 90, durante los años 2000 no hubo una industria que liderara el crecimiento de la productividad.

Cambios en la regulación de los mercados financieros fueron también importantes. Durante mucho tiempo los bancos habían cabildeado con el fin de relajar las restricciones impuestas a sus actividades durante la Gran Depresión y tuvieron éxito en cambiarlas en 1995 durante el gobierno de Bill Clinton. Estos cambios permitieron el surgimiento de los mercados de derivados y también facilitaron los préstamos hipotecarios. La idea era hacer más accesible la propiedad de la vivienda, para lo cual se disminuyeron los requisitos para obtener hipotecas, lo que permitió que los bancos las otorgaran aún por un valor mayor al precio de la vivienda.

Los cambios en la regulación del sector financiero promovieron el crecimiento de ese sector y de la demanda de vivienda. En el largo plazo los precios de la vivienda en una ciudad dependen del ingreso de sus habitantes. La construcción absorbió mucha mano de obra con destrezas simples y con buenos salarios, y la facilidad de obtener hipotecas propició un aumento de precios de la vivienda pero con una productividad estancada.

Además, los salarios promedio no aumentaron y la relación entre el precio de las casas y los salarios aumentó de manera insostenible, generando una burbuja que colapsó a partir de 2007.

El  déficit fiscal

Simultáneamente el presidente George W. Bush embarcó al país en una guerra no provocada en Irak; y en otra, mal manejada, en Afganistán; y en el 2001 abogó por una disminución en los impuestos a la renta con el fin de generar empleo.

Estos descuentos estaban programados para desaparecer el 31 de diciembre de 2010, cuando la tasa máxima del impuesto federal a la renta subiría de un 35 por ciento a entre un 36 y un 39,4 por ciento, dependiendo del nivel de ingreso.

Durante los años de la administración Clinton se generó un superávit en el presupuesto del gobierno federal, que llegó a un 2,37 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2000.

Durante el primer año del gobierno de Bush el superávit bajó a un 1,26 por ciento y de ahí en adelante se generaron grandes déficit, entre un 2 y un 3,5 por ciento del PIB hasta el año 2008. En 2009 y 2010 estos déficit crecieron de manera exorbitante en respuesta al rescate del sector financiero, los aumentos en transferencias a los desempleados, las mayores transferencias del gobierno federal a los estados como parte del programa de estímulo a la economía, y el crecimiento en los gastos en salud y jubilación para la creciente población vieja. El resultado fue un déficit de un 9,91 por ciento del PIB en 2009 y de un 10,64 por ciento este año.

Más deudas en vez de ajustes

Durante la última década, cuando el país le declaró la guerra al terrorismo, no se le pidió a la ciudadanía ahorrar para financiar los gastos bélicos como se hizo durante la Segunda Guerra Mundial sino que, por el contrario, se la instó a gastar.

La desregulación del sistema financiero facilitó la obtención de crédito y la burbuja en finca raíz hizo sentir rica a mucha gente, que aumentó sus hipotecas y el gasto en consumo.

Las guerras en Irak y Afganistán fueron hasta cierto punto guerras indoloras. El número de combatientes es muy pequeño, las armas tienen una altísima tecnología y las familias que pagan con la vida de sus hijos son muy pocas.

Mientras tanto, la gran mayoría de estadounidenses aumentaron su consumo y disminuyeron su ahorro a aproximadamente 1 por ciento del PIB. Era casi como si se le hubiera dicho a la población "su contribución para profundizar la democracia y expandirla en el mundo es a través de su gasto personal". Pareciera que los estadounidenses hubieran leído erróneamente a Descartes: gasto y consumo, luego existo.   

En realidad una proporción grande del financiamiento de las guerras ha sido extranjero, principalmente proveniente de China y Japón que han comprado bonos del tesoro estadounidense.

En el otro lado de la moneda están los déficits comerciales en la balanza de pagos, que se han mantenido durante un largo tiempo, y que han estado frecuentemente asociados a los precios del petróleo importado. Durante los últimos 10 años los déficits comerciales siempre han excedido un 3 por ciento del PIB y en 2006 y 2007 superaron el  6 por ciento[1].

Más desempleo y más desigualdad

El castillo de naipes macroeconómicos se cayó en 2008 y desde entonces el desempleo ha sido muy alto pues se ha mantenido entre un 9,5 y un 10 por ciento. Como se anotó, la globalización ha hecho muy difícil mantener salarios altos, problema que ha sido acentuado por las políticas impositivas y la deficiente educación de muchos ciudadanos.

El ingreso y la riqueza han tendido a concentrarse desde los años setenta, tendencias que se acentuaron en la última década y se agravaron durante la Gran Recesión, al punto de que hoy el uno por ciento más rico de la población recibe el 20 por ciento del ingreso.

El escenario anterior recuerda a la mayoría de los países latinoamericanos durante la crisis de la deuda de los años ochenta. La diferencia es que la moneda de los Estados Unidos es la moneda de reserva más común en el mundo y no tiene que acudir al frecuentemente maldecido Fondo Monetario Internacional (FMI). En este caso Estados Unidos tendrá que hacer un ajuste estructural pero solamente a través del mercado, lo cual genera muchos interrogantes.

Ajuste sin el FMI

Los ajustes estructurales tradicionales se perciben como forzados por un mundo exterior hostil y explotador. En el caso de Estados Unidos el ajuste es necesario y entre más se demore  en hacerlo, más doloroso será. Sin embargo, el sistema político está diseñado para tratar de evadir el ajuste.

Lo triste es que durante largo tiempo el país se endeudó en el exterior, pero esos fondos se utilizaron en una proporción importante en consumo y guerra, lo cual no generó mejor educación o infraestructura y al mismo tiempo la gran mayoría de americanos no ahorró para su vejez.

La realidad es que una parte muy importante del financiamiento externo se malgastó y ahora hay que empezar a pagarlo. Pero hoy por hoy Estados Unidos tiene un desempleo alto y un problema fiscal muy grave.

Dilemas dolorosos

La solución a cada una de estas situaciones requiere decisiones contradictorias: el desempleo requiere mayor gasto y el problema fiscal mayores impuestos y menor gasto.

La política monetaria en este caso es muy poco efectiva porque ya las tasas de interés están en niveles bajísimos y la inversión no repunta, un caso clásico de la "trampa de la liquidez".

El empleo generado durante la última década en la industria de la construcción no se recuperará porque la demanda por vivienda simplemente no va a crecer sustancialmente en los próximos años.

El sector financiero también se ha encogido, así que dos de los líderes de la bonanza anterior no van a contribuir a resolver el problema del empleo.

El país necesita fortalecer la infraestructura vial y energética, desarrollar energía limpia y proteger el medio ambiente. Por otro lado el envejecimiento de la población va a requerir un mayor gasto en salud y en cuidado a los ancianos.

A su vez, la brecha tecnológica entre los que tienen destrezas modernas y los que tienen destrezas tradicionales se ha agrandado y se requiere de un gran esfuerzo en el sector de la educación.

Sin embargo, los déficits mencionados anteriormente no permiten asignar más recursos para resolver estos problemas sin aumentar los impuestos.

Un pasado que no fue  

A lo anterior hay que agregar el surgimiento del "Tea Party", un grupo de derecha del partido republicano, que desconfía del gobierno, quiere disminuir no solamente el gasto gubernamental sino también la regulación de los mercados y sueña con volver a un pasado idealizado de un Estados Unidos que nunca existió.

Los resultados de la última elección de noviembre de 2010 han mostrado el poder de este grupo y se espera que el nuevo Congreso bloquee la mayor parte de las reformas que el presidente Obama quisiera proponer.

A su vez, la izquierda del partido demócrata está muy molesta con Obama por las concesiones que ha hecho a los conservadores. En efecto, mucha gente joven que votó por Obama en 2008 se abstuvo en la elección de 2010.

En el Congreso los debates son cada vez más ideológicos y existe menos posibilidad de llegar a acuerdos en los que las partes transen.

La expiración de la disminución de impuestos a la renta legisladas durante la administración Bush es un ejemplo claro de los conflictos que enfrenta el gobierno.

El caso de la rebaja de impuestos

Los demócratas propusieron mantener los impuestos bajos para los contribuyentes cuyo ingreso no superara un millón de dólares, pero eso no fue aceptable para los republicanos, que le crearon un dilema al presidente: si no aceptaba extender las rebajas de Bush a todos los contribuyentes, las tasas del impuesto a la renta aumentarían para todos el primero de enero y como los republicanos tendrán la mayoría en la cámara baja a partir de ese mes, harían mas difícil cualquier otra opción más progresista.

El argumento republicano es que los que tienen ingresos altos merecen sus ingresos, son quienes invierten y generan empleo. El problema es que en una economía abierta y globalizada muchos de ellos invertirán en China y las demás economías emergentes y no en los Estados Unidos. En efecto, durante los años de los impuestos bajos de Bush el empleo aumentó mucho menos que en la década anterior cuando los impuestos a la renta eran más altos.

Al final, Obama aceptó una extensión de las rebajas en los tributos por dos años, con la esperanza de usar el tema de los impuestos a los ricos en la campaña política de 2012, cuando tratará de reelegirse.

Hoy el discurso de los economistas del gobierno es que no es conveniente aumentar impuestos en medio de una lenta y débil recuperación después de la Gran Recesión.

Claro que para muchos políticos nunca es un buen momento para aumentar los impuestos y siempre buscarán evadir el ajuste estructural.

¿Sindicato de acreedores?

Estados Unidos para competir en un mundo globalizado tiene que disminuir el gasto militar y acabar dos guerras costosas e inútiles, que desperdician una gran cantidad de recursos; los americanos tienen que aumentar sus ahorros y disminuir su consumo, para pagar la deuda externa; la sociedad necesita controlar los costos en salud, que ya llegan a un 17 por ciento del PIB; y el país debe mejorar su educación básica.

Además, urge disminuir la dependencia externa en energía, mejorar la infraestructura y revertir la tendencia a la concentración de la  riqueza y el ingreso.

Estos son problemas estructurales que si no se solucionan debilitarán al país en el ámbito internacional y generarán enormes tensiones internas. Sin embargo, la solución a estos problemas estructurales se podrá postergar mientras los bonos del tesoro de los Estados Unidos tengan compradores.

Como el FMI no puede exigir cambios, estos deberían venir de quienes tienen los bonos, porque son quienes perderían si se llegara a un pánico en el que nadie compre bonos en el extranjero y el dólar se devaluara en serio.

China y Japón son los mayores dueños de la deuda americana (exceptuando el Sistema de la Reserva Federal). Los fondos de jubilación dentro de los Estados Unidos son otros tenedores importantes de bonos.

La historia no tiene muchos ejemplos de países dominantes que se hayan endeudado en demasía y terminan en la quiebra. Hay quienes sugieren el ejemplo de España en los siglos XVI y XVII. Éste podría ser un buen ejemplo, ya que ilustra cómo el proceso de ajuste es lento pero al final el país termina perdiendo poder y en una crisis grave[2].

Sin embargo, es probable que en un mundo globalizado, donde hay ciudadanos y no solamente siervos, y donde los gobiernos han comprado los bonos y no solamente banqueros, como los Fugger en el caso español, las presiones internacionales y de los fondos de jubilación pudieran surgir y remplazar al FMI.

Pero el desenlace de este proceso es impredecible y solamente la historia lo dirá.

 *Cofundador de Razón Pública. Para ver el perfil del autor, haga clic aquí. 

Notas de pie de página


[1] http://www.nytimes.com/2010/02/13/business/economy/13charts.html

[2] http://jubakpicks.com/2010/12/10/trying-to-figure-out-how-long-the-u-s-has-to-get-its-financial-house-in-order-history-says-longer-than-you-think-but-not-forever/



Artículos Relacionados

Dejar un comentario

*Al usar este formulario de comentarios, usted acepta el almacenamiento y manejo de sus datos por este sitio web, según nuestro Aviso de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Leer políticas Aceptar

Política de privacidad y cookies