La nueva disidencia de las FARC buscará una alianza con el ELN, pero muchos dicen que esta guerrilla está a punto de acabarse. Una mirada a la historia y a la situación actual en las regiones muestra que el asunto no es tan simple.
Sergio Gómez*
Un comienzo idealista
El 7 de enero de 1965 una tropa pequeña y mal armada del naciente Ejército de Liberación Nacional (ELN) se tomó el municipio de Simacota.
Esa operación militar encabezada por los hermanos Fabio y Manuel Vásquez en la Cordillera de Los Cobardes fue el origen de una organización guerrillera que hasta el día de hoy ha seguido alimentando el conflicto armado interno más prolongado y devastador del hemisferio occidental.
Ligada a las ideas de la revolución cubana y a la teología de la liberación, su historia comenzó con la autodenominada brigada José Antonio Galán. Este pequeño grupo de siete jóvenes (entre quienes se encontraba Fabio Vásquez Castaño) hizo parte de una comitiva de militantes de la Juventud del Movimiento Revolucionario Liberal (JMRL) becados en 1962 por el incipiente gobierno de Fidel Castro para estudiar en universidades cubanas.
Allí, tras el júbilo por la revolución y el corto entrenamiento militar volvieron al país con la convicción de la lucha armada por el poder. Meses después, bajo la batuta de los hermanos Vásquez, formaron una tropa de 27 guerrilleros que se tomó el pequeño municipio santandereano. En esa operación—donde participó el actual comandante del ELN alias “Gabino” —los guerrilleros robaron los fusiles de los policías y soldados asesinados, saquearon la Caja Agraria, la droguería y el estanco y leyeron en voz alta el “Manifiesto de Simacota”, documento que dio origen oficial al ELN bajo la consigna de “Patria o Muerte”.
En la misma zona donde hacía más de dos siglos la insurrección de Los Comuneros luchaba por los campesinos, el grupo guerrillero procastrista comenzó una expansión militar por varias regiones del país. Entre los hechos más importantes se destaca la llegada y prematura muerte de Camilo Torres Restrepo en 1966, la destitución de su principal ideólogo y fundador Fabio Vásquez en 1963, los fallidos procesos de paz bajo distintos gobiernos y la casi completa desaparición en 1978 por la división interna, la embestida militar y la desarticulación de la red urbana de apoyo.
A finales de la década de los setenta, esta guerrilla no contaba con más de treinta hombres armados en las montañas del Catatumbo, pero la construcción del Oleoducto Caño-Limón Coveñas resucitó a ese ejercitó derrotado, pues le permitió tener una nueva fuente de ingresos y crear bases políticas.
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La financiación: violencia y criminalidad
Cuando comenzó la construcción del Oleoducto, los campesinos y las comunidades indígenas de la zona llevaron a cabo protestas bien capitalizadas por la guerrilla. Bajo el mando del “Cura Pérez”, los subversivos comenzaron a extorsionar a la empresa constructora, “La Mannesman”, y lograron sobrevivir con los dineros obtenidos, más el apoyo popular y el replanteamiento estratégico.
Este y los demás oleoductos del país han sufrido varios embates por parte de este grupo violento que no dimensiona las catastróficas consecuencias ambientales, económicas y sociales de sus atentados.
![]() Foto: ANLA |
Un ejemplo evidente fue la “Masacre de Machuca” ocurrida el 18 de octubre de 1998. Ese día, hacia la media noche miembros del frente José Antonio Galán dinamitaron un tramo del Oleoducto Central de Colombia, provocando que grandes cantidades de petróleo se derramaran por el río Pocuné y que el fuego se propagara hasta las casas de los campesinos. Como ese era la única salida de Machuca, los habitantes quedaron atrapados en un infierno que concluyó con la muerte de 84 personas—muchas irreconocibles por las quemaduras—y dejó heridas a otras treinta.
Muchos de los 2.500 habitantes de Machuca afirman que no se despertaron por el estruendo de la explosión, sino que fueron sorprendidos por el fuego debajo de sus sábanas. Otros fueron sepultados por los escombros y algunos más fueron testigos de cómo sus familiares y amigos iban agonizando por las quemaduras. Esta escalofriante acción guerrillera ha sido una de las páginas más oscuras de los años de guerra en Colombia.
Inicialmente el ELN culpó al Ejercito Nacional de haber provocado el incendio, pero, un mes después el comandante Nicolás Rodríguez alias “Gabino” afirmó que “los compañeros no habían medido correctamente el peligro que representaba esa acción para la población”.
En definitiva, este grupo armado está tratando de cooptar territorios estratégicos y, por ende, no es cierto que esté ceca su desaparición o desmovilización como fuerza insurgente.
Sin embargo, hasta el día de hoy, esta guerrilla sigue atacando la infraestructura petrolífera del país: en lo que va de este año han atacado más de veinte veces al Oleoducto Caño Limón-Coveñas, y entre los atentados más destacados está el que hicieron en la zona rural de Saravena en marzo, el de “La Cecilia” el 15 de ese mismo mes y el de Tibú el 13 de abril.
Aunque el ELN afirma que este tipo de atentados son una forma de protesta contra la extracción de los recursos naturales por parte de empresas extranjeras, en realidad, se trata de estrategias ilegales para obtener beneficios económicos. Su modus operandi consiste en instalar mangueras y grifos en los oleoductos que transportan el crudo, para desviar el petróleo robado hacia cristalizaderos de coca y puntos de venta ubicados en la frontera con Venezuela. En los laboratorios de droga se encargan de convertir el petróleo en un derivado coloquialmente conocido como “paté grillo” que, después de ser utilizado, es abandonado en piscinas artesanales donde contamina todo lo que encuentra a su paso.
Además de robarse el petróleo, este grupo armado amenaza de muerte al personal de limpieza y ataca con francotiradores al Ejército y a los operarios de Ecopetrol. Su financiación también proviene de otras actividades criminales, como el contrabando, la extorsión, el tráfico de armas, de drogas y de personas.
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Donde están y en qué están
Desde la firma del acuerdo de La Habana en 2016, el ELN ha tenido varias disputas con las disidencias de las FARC y con otros grupos armados ilegales por el control de los territorios que dominaba la guerrilla comandada por alias “Timochenko”.
![]() Foto: Defensoría del Pueblo |
-En La Guajira y en el Cesar el ELN ha tomado el control de la Serranía del Perijá como punto clave para el contrabando y el tránsito de la droga.
-El Frente Domingo Laín (principal responsable del atentado a la Escuela de Cadetes General Santander el pasado 17 de enero) ha tenido una participación activa en Arauca.
-En Norte de Santander, el bastión militar más fuerte de los “Elenos”, disputa a sangre y fuego con los “Pelusos” el control de la frontera con Venezuela para actividades criminales. Allí, entre paros armados, combates y atentados los frentes “Héroes de Catatumbo”, Carlos Armando Cacua y Capitán Francisco han hecho más de 37 acciones militares en lo que va del 2019.
-El departamento de Nariño presenta uno de los panoramas más críticos, pues actualmente el frente disidente de las FARC conocido como “Oliver Sinisterra” y el ELN se disputan la ruta de armas y de drogas por el Océano Pacífico.
-El ELN también está presente en el Chocó, donde a pesar de estar en desventaja frente a las Autodefensas Gaitanistas (o Clan del Golfo), siguen actuando sus frentes “Che Guevara” y “Resistencia Cimarrón”.
La ocupación de los principales departamentos fronterizos del país implica que ELN se está apoderando de las zonas que concentran la industria del carbón, petróleo, metales preciosos y reservas madereras.
En definitiva, este grupo armado está tratando de cooptar territorios estratégicos y, por ende, no es cierto que esté ceca su desaparición o desmovilización como fuerza insurgente. La realidad es otra: las actividades criminales del ELN le producen ingresos suficientes para mantenerse en pie de guerra. Además, esta guerrilla
- Ha sabido adaptarse a los embates de la fuerza pública,
- Ha replanteado su estrategia miliar en varias ocasiones,
- Ha establecido alianzas con otros grupos armados,
- Ha cooptado territorios olvidados por el Estado, y
- Ha reclutado personal colombiano y venezolano para su sostenimiento militar y económico.
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El panorama actual es, entonces, bastante preocupante y desalentador, pues además de que el gobierno Duque cerró las posibilidades de diálogo después del atentado de la Escuela General Santander, Iván Márquez anunció que él, Santrich, El Paisa y Romaña buscarán aliarse con este grupo armado que ya lleva más de cincuenta años combatiendo.
* Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia