Desde los tiempos de estudiante de bachillerato quise escribir en algún periódico, incluso con otros dos compañeros fundamos uno y si era de bachilleres cómo se iba a llamar? pués: Avance Juvenil.
Medófilo Medina
Ya en el primer semestre en la Universidad otra vez con unos compañeros fundamos Aleteia. Estábamos en el primer curso de griego antiguo de ahí el nombre. Si hubiéramos cursado ruso se hubiera llamado Pravda. El periódico era vocero de una alianza rara de miembros de la JUCO y de un grupo de poetas que se atodenominaba los mefíticos. Guardo buena parte de los números de Aleteia por si a alguna persona curiosa quisiera comprobar si aquel periódico en mimeógrafo era más mefítico que político. En tiempos de profesor participé en varias aventuras periodísticas. No quiero aburrir a nadie con la narrativa de esa persistente como modesta trayectoria periodística. Pero la alusión me parecía pertinente para explicar una primera razón de Razón Pública.
Entonces escribo para Razón Pública porque me gusta. Si mi mujer leyera estas líneas podría anotar que estoy mintiendo porque a ella le consta mis tribulaciones frente a cada columna. Son esas cosas que Freud explica: el goce del sufrimiento. Las columnas en Razón pública son exigentes! Ellas no se espigan únicamente en los trigales de la doxa. Sí, son opiniones pero se sustentan, se preparan. Las columnas alcanzan a veces la condición de breves ensayos. Es posible que no las mías!
En Razón Pública he encontrado la posibilidad de juntar dos cosas: mi interés por la actualidad social y política y mi condición de historiador. De ahí nace mi pretensión: análisis no coyuntural de la coyuntura. Pero escribo desde mis propias convicciones. Se que para el director de Razón Publica Hernando Gómez Buendía una característica importante, si se quiere decisiva, de la Revista es que sea pluralista. Yo preferiría una publicación más comprometida con una visión crítica del mundo oficial. Pero he encontrado la posibilidad de poner en cada columna un punto de vista alternativo, como lo hacen otros de los columnistas. Mi reflexión es al respecto conmovedoramente sencilla. En Colombia a los intelectuales de la derecha no les falta dónde publicar. El pensamiento reaccionario tiene muchos lugares donde expresarse. No pasa lo mismo con los que no están de acuerdo con los lugares comunes que produce, reproduce y ampara el establecimiento. Pero bien el pensamiento alternativo cabe sin someterlo a contorsiones en Razón Pública. Por eso una y otra vez presento mis columnas.
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